Ideas para promover el compromiso político de los jóvenes ante los nuevos retos
Arratsalde on guztioi, buenas tardes a todos.
Yo también, como las personas que me han precedido en el uso de la palabra, quiero recordar a Fernando Buesa.
Fernando Buesa era un hombre de convicciones, era un hombre de valores, era un hombre que usaba la palabra y le mataron por sus ideas. Y en ese sentido creo que es una buena contribución la que todos los que estamos aquí estamos haciendo desde el respeto a las ideas de unos y de otros, desde la diversidad, desde la pluralidad, para conmemorar lo que puede ser su memoria .
Y, sobre todo, yo creo que es también adecuado hablar en este foro, la Fundación Fernando Buesa, de jóvenes . Porque muchas veces los jóvenes pueden pensar que la política es poltrona, es cargo, es chupópteros, todo ese tipo de tópicos que en ocasiones se usan y que, evidentemente, como en todos los colectivos, los hay. También tenemos nuestra campana de Gauss en el campo de los representantes políticos. Simplemente [quiero] recordar que también en la política hay muchas personas –y en todas las opciones políticas– que dejan lo mejor de sí mismos, y algunos, como Fernando Buesa, dejan incluso la vida por defender aquello en lo que creen.
La Transición como escuela de formación política
Jóvenes en la Transición. Yo casi puedo decir que era adolescente en la Transición, porque cuando Franco muere yo tengo 12 años recién cumplidos. Y diría que, adolescente (posiblemente por circunstancias familiares: [el] tener hermanos mayores que vivieron con mucha más intensidad toda la Transición), [...] consciente de toda aquella situación –una situación de falta de libertades, dictadura–, se abría una esperanza. Y posiblemente, en aquel entorno de efervescencia, yo veía a mis hermanos que venían de las manifestaciones. Viví en casa, a través de mis hermanos, que eran mayores que yo, la intensidad de los juicios de Burgos , todas aquellas situaciones. Pues posiblemente para mí la política fue un entorno vital normal, cosa que evidentemente en el año 2004 posiblemente no lo sea para la inmensa mayoría de los jóvenes.
Y en ese sentido también tuve un entorno en el que sentía, por decirlo de alguna forma, el sentimiento nacional vasco con normalidad: lo vivía, posiblemente, sin explicación racional. Es como se quiere a una madre, a un padre. Es difícil explicarlo. Sencillamente vivía eso en mi entorno vital. Y precisamente en esa etapa, en el momento en que se empezaban a recobrar las libertades, también tuve una orientación natural hacia lo que podía ser la defensa de un proyecto nacional vasco, [hacia] lo que podía ser esa orientación política.
[...]. Lo he pensado muchas veces: ¿cuáles son las principales contribuciones en aquel momento de mi experiencia personal que me llevan a conformar una cierta base de un pensamiento político que luego, a lo largo de la vida, lo defiendes y posiblemente también lo vas modificando con aportaciones que vas recibiendo de forma continua? Para mí básicamente son ésas: el conocer la defensa de la libertad y la democracia en el momento en el que la Transición se iniciaba; el sentimiento de defensa de una pertenencia, de un sentimiento nacional, que entendía que tenía que tener también su expresión política; y, luego, la experiencia de la violencia, que también en entornos cercanos me tocó conocerla desde muy joven.
Y posiblemente en momentos en los que no terminaba de entender aquello, un momento en el que aparentemente todo el mundo luchaba por las libertades, por los derechos humanos, pues me encontré con que mi mejor amigo, que tenía por aquel entonces 14 años, por circunstancias políticas –su padre fue amenazado–, vivió –y me tocó conocer junto a él– el trauma de aquella experiencia [...]. Finalmente se tuvo que ir a vivir a Córdoba debido a las amenazas que sufrió en aquel año 1977 . Con lo cual, también desde muy joven, me tocó conocer el sinsentido de lo que suponía la utilización de la violencia, la amenaza, la extorsión.
Para la defensa de cualquier proyecto político, cualquier idea de libertad, de democracia, de nación, de derecho colectivo, quedaba absolutamente contaminada si para ello había que pasar por encima de un ser humano. Y eso también me enseñó una lección: [...] no hay ni idea, ni proyecto, ni libertad, ni democracia, ni nación, ni patria, que valga la vida de una sola persona.
Por tanto, desde el principio entendí la forma en la que tenía que compatibilizar ese sentimiento, ese proyecto nacional –que lo vivía y que, además, quería que tuviese su expresión política– con lo que tenía que ser una sociedad cívica, una sociedad respetuosa con los derechos de todos y, sobre todo, con las libertades de todas las personas.
Militancia política y pacifista
Desde muy joven, desde los 16 años, milité en EGI , en las juventudes del Partido Nacionalista Vasco. Cuando estaba hablando Patxi [López] de las actividades que hacían, me estaba acordando de las nuestras, porque hacíamos, más o menos, parecidas en aquel momento las diferentes organizaciones juveniles (juventudes socialistas, juventudes comunistas, EGI y otras organizaciones juveniles) que entonces compartíamos calle prácticamente. Y, en aquel momento, compaginé aquella militancia política en una organización juvenil participando también en cierta medida en las decisiones políticas que, entre comillas, nuestros mayores nos permitían. Posiblemente había más cauces que ahora para que los jóvenes pudiesen participar en la actividad de los partidos políticos.
Yo recuerdo, por ejemplo, que hicimos [las cosas] posiblemente con mucha más ilusión y entrega que conocimiento, pero en aquel momento [...] la situación laboral para los jóvenes era terrible. (Todavía creo que conviene recordar que hace 11 años en este país, en lugar del 7,8% de paro que tenemos ahora, teníamos un 24,5% de paro y un 55% de paro juvenil; todavía hace 11 años, en el año 1993 . A veces conviene tener la perspectiva). Y yo, por ejemplo, tengo el recuerdo de haber estado [con] los otros jóvenes voluntariosos entrevistándonos con dirigentes sindicales, con dirigentes patronales, con responsables económicos, haciendo nuestra ponencia de paro juvenil, pretendiendo hacer nuestra pequeña aportación –posiblemente mucho más voluntariosa que práctica– a lo que en aquel momento era el principal problema que vivía la sociedad vasca.
Además de la militancia, [también estuve] en otro tipo de movimientos, como fue el movimiento de la objeción de conciencia que, en un momento determinado, suponía sobre todo una apuesta por una sociedad en paz, en la medida que entendíamos los Ejércitos fundamentalmente como elementos de agresión entre los pueblos, entre las personas. Yo creo que el movimiento de objeción de conciencia en Euskadi también aportó mucho a lo largo de aquellos años a una determinada concepción de la sociedad y, por supuesto, a la propia militancia contra la intolerancia de ETA.
En ese sentido tengo el recuerdo también de –con 16 años, siendo delegado de clase– [haber organizado] en el Instituto de Urretxu la primera huelga contra el asesinato de una persona por ETA, concretamente era un militante socialista que asesinaron en Urretxu (creo recordar en el año 79-80); y la primera huelga, por ejemplo, por un asesinato de ETA en la Facultad de Ciencias Químicas en el curso 80-81, cuando mataron al profesor de Derecho Juan de Dios (curso 80-81) .
Un nuevo escenario para el compromiso político
Eran experiencias, algunas de ellas, de diferentes tipos de aportación, pero todas ellas iban conformando lo que podía ser una determinada visión de la sociedad. Pero, claro, participar en aquella Transición en aquellos años de efervescencia era mucho más fácil.
25 años después el mundo ha cambiado. Pero no es solamente que haya cambiado Euskadi, que haya cambiado la forma en la que participan los jóvenes: ha cambiado prácticamente todo. Hemos sufrido posiblemente eso que los expertos llaman la tercera revolución tecnológica que ha habido en la humanidad.
La sociedad de la información no solamente se manifiesta en que nos comunicamos a través de Internet, en que tenemos nuevas redes de relación, sino en que los jóvenes a día de hoy tienen oportunidades, muchos de ellos, a través de programas Erasmus, de compartir educación, formación y vivencias con jóvenes de otros pueblos, de otros Estados, de otras lenguas, experiencias que para nosotros no estaban al alcance, ni para la mayoría de la población. Y, en ese sentido, estamos conociendo un mundo diferente, un mundo más global, en el mejor sentido del término, un mundo más diverso, un mundo con más oportunidades –y posiblemente también con más amenazas para los jóvenes– en el que la política se vive de forma muy diferente.
Yo sí creo que existe un nivel de compromiso importante –como ha dicho alguno de los que me han precedido en el uso de la palabra– por parte de los jóvenes, pero ese compromiso fundamentalmente se manifiesta a través de ONGs, asociaciones... Hoy en día son pocos los jóvenes que optan por la militancia en cualquier partido político (me es igual en cuál). Podríamos hacernos trampas en el solitario los cinco que estamos en esta Mesa, decir lo bien que nos van las cosas, pero creo que es una realidad palmaria que los jóvenes al día de hoy tienen una cierta barrera a la hora de militar.
Algunas recomendaciones: adaptar los discursos políticos
Yo diría que tenemos que trabajar fundamentalmente en dos campos. Primero, reforzar la necesidad de la política como elemento de atracción de cara a los jóvenes; o sea, tratar de subrayar que la política puede ser también un camino para llevar adelante un compromiso, de aportar una contribución a la sociedad, a través del tipo de... –no voy a entrar yo aquí en la defensa de mi propio partido político, de mi propia opción política que, evidentemente, creo que no es el foro ni el lugar–. Se trataría de reforzar la necesidad de la política como elemento de atracción.
Posiblemente, podemos contribuir a ello bajando la crispación política. Es decir, la vivencia de los últimos años no es posiblemente el mejor reclamo de atracción de cara a la participación de los jóvenes en organizaciones políticas. Más diálogo, cosas de este tipo como la que estamos haciendo hoy... creo que son muy buenas para acercar al conjunto de la sociedad, y especialmente a los jóvenes, una determinada forma de entender la política. El subrayar la política como elemento para resolver problemas que, al final, es para lo que sirve.
Si no somos capaces de resolver los problemas que tiene la sociedad... (por supuesto, no siendo maximalistas, no vamos a resolver todo, se trata de avanzar gradualmente), pero si no somos capaces de hacerlo, es mejor que nos vayamos a casa los cinco que estamos presentes en esta Mesa. Y, sobre todo, dar cobijo a la principal solución que necesita este país, como han subrayado también los que me han precedido en el uso de la palabra, que es la solución a la vivencia y a la convivencia. Y, en ese sentido, podemos y debemos exigir muchas cosas a los demás, pero también debiéramos exigirnos muchas cosas a nosotros mismos.
Tenemos todos necesidad, en conjunto –y estoy hablando ya no sólo de los partidos políticos vascos sino de los partidos políticos europeos– de hacer una especie de agiornamento de muchos de nuestros conceptos y de muchos de nuestros propios discursos, en el sentido en que hoy en día, en el mundo en transformación en el que estamos viviendo, posiblemente elementos como el propio concepto de soberanía (sea española, como en todo, sea vasca), el propio concepto de Estado-nación clásico, el concepto clásico de frontera, posiblemente son conceptos que se están adaptando y tenemos que llevar a cabo un esfuerzo intelectual de buscar posiblemente elementos discursivos que puedan encajar más en la sociedad en transformación que estamos viviendo, elementos de cosoberanía, de compartir elementos de cultura de pacto, de compaginar el respeto a la voluntad de la sociedad con el respeto a la pluralidad y el no unilateralismo.
[Convendría] tratar de llevar a cabo un esfuerzo en este sentido desde nuestros propios discursos y proyectos políticos. Y lo mismo en los clásicos discursos derecha-izquierda, que yo [creo que], sinceramente, estando en el ámbito del conjunto europeo, a veces quedan bastante acartonados, porque [...], fundamentalmente, hoy en día hay en el mundo una serie de retos fundamentales como es, por ejemplo, el que ese libre mercado necesario para que podamos competir y avanzar como somos capaces, [podamos] compaginarlo con lo que son los elementos correctores de equilibrio social que permitan fundamentalmente el acceso a servicios básicos y también a elementos básicos como la educación y la sanidad de cara al futuro para el conjunto de los ciudadanos. En ese sentido, creo que tenemos que llevar a cabo un esfuerzo de adaptación del discurso político.
Nuevos mecanismos de participación política
Y, termino. Otro esfuerzo que tenemos que llevar a cabo los partidos políticos: nuevos mecanismos de participación.
La sociedad no es la de 1977. Hoy en día se hace política muchas veces en tiempo real. Incluso, a veces, los propios elementos de decisión democráticos que tenemos los partidos políticos, muy democráticos en ocasiones, nuestras asambleas (las asambleas locales, las territoriales, las nacionales), en muchas ocasiones nuestra propia afiliación, tienen los mecanismos de información a través de elementos mediáticos y a través de otras fórmulas, en lugar de tenerlos a través de los propios mecanismos internos. O sea, la política no funciona como hace 25 años. Y, posiblemente, tenemos que meditar sobre la necesidad de más consultas democráticas en la propia sociedad como elemento de acercar la política al ciudadano, las estructuras internas de los partidos.
Nuestros aparatos muchas veces no suelen ser precisamente el elemento de más interés para que un joven participe en una organización política. Los temas de diputados o diputadas de circunscripción; acercar el electo al territorio; no al territorio concretamente, sino a las personas. ¿Quién conoce hoy quién es diputado o senador por Gipuzkoa, por Navarra, por Álava, por Bizkaia? Tenemos que acercar la figura, y ahí tenemos incluso que repensar en muchos casos las propias listas, dándoles posiblemente mecanismos más participativos a las mismas los partidos políticos como reflexión a futuro: acercar al final la figura del electo a la ciudadanía.
Las nuevas tecnologías. Hemos asistido todos hace un año cómo en el Partido Demócrata, Deen, a golpe de Internet, ha estado a punto de dar un auténtico campanazo . Y los partidos políticos que estamos aquí presentes –y además doy fe de que suelo revisar las de todos vosotros de vez en cuando–, aparte de tener unas páginas web magníficas –y, digamos, muy clásicas–, tampoco es que estemos siendo especialmente pioneros en lo que puede ser el uso de las nuevas tecnologías en acercarnos, por ejemplo, a la población joven. Una población que ya no se relaciona como nos relacionábamos nosotros en una medida importante.
Transparencia institucional. En ese sentido, creo que [...], por ejemplo, en el propio proyecto europeo avances como el hecho de que exista mayor transparencia en instituciones como el Parlamento Europeo son elementos que están empezando a suponer una activación de una mayor credibilidad de estas instituciones. O elementos novedosos como los Núcleos de Iniciativa Participativa para analizar determinados proyectos que, por ejemplo, se han llevado a cabo en la práctica en el proyecto de la Eibar-Vitoria, en los valles del Alto Deba y del Bajo Deba, con participación de vecinos e interesados en la definición de proyectos públicos .
Es decir, debemos ser capaces también de innovar fundamentalmente nuestros propios discursos, nuestros propios proyectos políticos, adaptados a la sociedad del siglo XXI, y también nuestros mecanismos de participación. Son retos que, desde luego, si los llevamos adelante, será más fácil que atraigamos a los jóvenes a la política.
Eskerrik asko.
IV Jornadas de Reflexiones Sociales: Juventud y participación política
VItoria-Gasteiz, 18 de noviembre de 2004