Después de 23 años de gobiernos solitarios de Jordi Pujol, gran referente de Catalunya y de Convergencia i Unió, los tres últimos del ejecutivo presidido por Maragall con la fórmula del Tripartito constituyeron todo un shock político que tuvo como consecuencia unas elecciones adelantadas un año, tras la aprobación con escasa participación de un nuevo Estatuto que Esquerra Republicana de Catalunya votó en contra.
Las elecciones del día de difuntos han dado suficientes votos para que se logre en Catalunya una gran estabilidad política o para que comience a abrirse una auténtica sima por segunda vez si Convergencia i Unió, que ha vuelto a ganar las elecciones y esta vez con una diferencia de once escaños con respecto al partido socialista, se queda en la oposición con el PP y esa nueva realidad, Ciutadans, cuyo nacimiento se debe fundamentalmente a las predicaciones madrileñas de un periodista de Teruel.
Lo lógico sería un apoyo de Montilla a Mas y de Mas a Zapatero en Madrid para darle estabilidad a su gobierno y para desarrollar el nuevo estatuto. Apurando un poco y para no dejarle a Montilla en la estacada, lo procedente sería que el Conseller en Cap fuera Montilla y Mas el presidente de la Generalitat, aunque ni a uno ni al otro les guste el plan.
Pero en Catalunya a diferencia de en Euzkadi, no hay tradición de gobiernos de coalición. Aquí hemos tenido desde pactos de legislatura a acuerdos con el Partido Socialista de Euzkadi, con el PP, con UA, con Ezker Batua y hasta con la escisión de EA, siendo lo máximo la virguería actual, situación en la que sin que EA y Ezker Batua aseguren ninguna votación en el Parlamento, el Lehendakari gobierna con ellos.
Pero en Catalunya ver a Mas y Montilla remar en la misma dirección será algo complicado porque Montilla lo que le pide el cuerpo es el pacto con Esquerra e Iniciativa, sin Carod, sin Maragall y sin espectáculos bufos cada cierto tiempo. Y verse él de Presidente de la Generalitat, Puigcercós de Conseller en Cap y Carod del Parlament..
Existe la posibilidad de que Mas, que ha obtenido 8 escaños menos que el peor resultado de Pujol, pacte con ERC un gobierno nacionalista con todas las resistencias y dolores de cabeza que eso le ocasionaría a Zapatero en sus apoyos parlamentarios y con todas las reservas que tendría Moncloa a un frente parecido. Zapatero, es en última instancia el verdadero perdedor de estas elecciones, aunque siempre le puede prometer a Montilla un cargo en Madrid. Para eso el PSC, como el PSE son correas de transmisión del PSOE.
Para cualquier nacionalista ésta sería la plataforma adecuada sabiendo tanto CiU como ERC hasta dónde podrían llegar, cosa la cual no vendría nada mal como ejemplo para algunos de los que tenemos por aquí que creen que la política es estar todo el día en la calle manifestándose. La pedagogía es algo intrínseco a ese arte de lo posible que tiene que ser la buena política.
Inquietante ha sido la abstención y la irrupción de Ciutadans. En esto se ve el pálpito de una extrema derecha que está ahí y que ojalá se despegue del PP para que este partido pudiera centrarse y de verdad hacer política. Desgraciadamente en Euzkadi un partido como Ciutadans no tiene cabida, porque el PP y María San Gil hacen devotamente este trabajo. Importante también ha sido el 2% del voto en blanco.
Pero en relación con la abstención, el escuchar a una chica joven que las elecciones catalanas eran cosa de políticos nos indica la gravedad de la situación y el desapego creciente de una parte de la ciudadanía hacia los que deciden su día a día. No hay que confundir política con politiquería.
Política es todo. Es el asfaltado de la calle que pisamos, es la educación de los hijos, es la planificación de la economía, es la apertura de un museo, es la salvaguarda de la libertad de expresión, es el hogar del jubilado, es la denuncia por la esquilmación de la anchoa. Lo es todo. Pero si hay gente que cree que la política es cosa de políticos y no va a votar, no sabe algo sustancial: política que no haces, política que te hacen. Y además sin que tengas derecho a pataleo.
En definitiva. A los vascos nos interesa una Catalunya estable, predecible, haciendo buena política, defendiendo lo suyo y entendiéndose bien con la gente y, en este caso, reconociendo que el gran resultado es que Mas ha ganado las elecciones y que CiU debe gobernar.
ME PREOCUPA CiU
Les veo preocupados a los amigos de CiU. Muy preocupados. Han vuelto a ganar las elecciones pero no tienen nada claro que puedan gobernar.
Los socialistas argumentan lo siguiente:
“La campaña de CiU ha sido prepotente y ofensiva y no han obtenido mayoría absoluta. Las decisiones las toma el PSC y no La Moncloa”.
“Montilla ha sido un pésimo candidato pero puede ser un buen presidente de gobierno. No es Maragall y no se moverá nada que él no quiera que se mueva. No habrá caos.”
“Montilla nos beneficia de cara a las elecciones legislativas generales porque desde el poder se hacen muchas cosas y recuperaremos el esfuerzo perdido por la imprevisible presidencia de Maragall”.
“Un gobierno tripartito sin Carod Rovira y sin Maragall va a ser distinto al anterior Tripartito. Puigcercós puede ser el Conseller en Cap y a Carod lo elevamos a la Presidencia del Parlament y ahí no molestará”.
“Si le dejamos a Mas todo los méritos y éxitos se van para CiU y además nos piden un ministerio en Madrid para Duran. Preferimos ese ministerio para uno de nuestros socialistas catalanes”.
“Zapatero habiendo perdido puede argumentar que eso es decisión del PSC pues de lo contrario el PSC se le revolvería y le habrá salido la jugada perfecta. Con Mas embridó el Estatut y con Montilla gobernará Catalunya. El negocio del siglo”.
Oí todo esto de un destacado miembro del PSOE y, sinceramente me preocupó la situación de CiU.
Oí también a Jiménez Losantos y éste se reía a mandíbula batiente de toda esta situación. Decía que tanto lío con el Estatut y tuvo un 60% de abstención con campaña en contra de ERC y ahora en las elecciones ha vuelto a haber una grandísima abstención y además iba a gobernar Catalunya una persona que no era catalana, Montilla nació en Córdoba y un partido como ERC que no votó el Estatut. Y, mientras esto ocurre, Zapatero en Montevideo y los de CiU llamando a La Moncloa.
Fea situación.
Esto, en condiciones normales se resolvería con un sistema de dos vueltas, como ocurre en Francia, Brasil o Perú. De los contrario los pactos antinatura terminan desvirtuando lo que quiere el electorado y, el electorado catalán, mayoritariamente quiere que Mas gobierne Catalunya. ¿Lo podrá lograr?
EUZKADI Y BASQUE COUNTRY
La semana pasada me tocó andar como el baúl de la Piquer. Viajé el lunes a Barcelona, y de Barcelona a Madrid al día siguiente. De Madrid, el martes, a Bilbao y, el viernes, ida y vuelta, estuve nuevamente en Madrid.
En estos viajes siempre hay alguien que te dice algo o comenta alguna cuestión. En el del lunes, un empresario nacionalista, no afiliado, aunque votante del PNV me dijo que solía consultar ésta página y me comentó que estaba de acuerdo con lo que suelo escribir sobre mí demuestra como están sustituyendo el nombre de Euzkadi por el de Euskal Herria.
“No hay derecho, me decía, porque eso lo que denota es una gran incultura histórica y una dosis grave de mala intención ya que Euskal Herria existía como concepto cultural hasta el punto de que eran llamados “euskalerriacos” los seguidores de Sota a los que Sabino combatió por tibios porque Sabino quería pasar de lo cultural y lingüístico a lo político y de ahí viene lo de “Euzkadi como patria de los vascos”.
Como el viaje de casi una hora da mucho de si me fue enumerando los dirigentes del PNV que utilizan el nombre de Euskal Herria y eso le parecía incomprensible pues fue Sabino el que creó el PNV y el que puso en circulación el vocablo y aunque no fuera más que por un “mínimo de respeto al fundador de tu partido y por que además tenía razón, se debería exigir que sean los batasunos los que utilicen lo de Euskal Herria, pero no la gente representativa del PNV y más en Radio Euzkadi que también se oye en Navarra y en Iparralde”.
Me confesó que él siempre utilizaba Euzkadi para hablar de Euzkadi pero cuando salía al exterior usaba lo de País Vasco, Basque Country y Pays Basque. “Mira, eso de País Vasco en inglés y en francés es una bomba y le da una dimensión de País terrible y eso fuera impacta mucho. Es un nombre que no debemos perder”.
Bueno pues ahí queda la reflexión.
Era un alto ejecutivo de una empresa multinacional. Sabe andar por el mundo y conoce el valor de lo propio y el valor del marketing para un país sin estado. Y, sobre todo, es leal a una historia y desde luego, no es compañero de viaje de Batasuna ni les ríe las gracias como algunos del PNV desmereciendo al fundador de su partido. Ojalá me vuelva a encontrar con él.
INTERESANTES REFLEXIONES DE SUSO DE TORO
Suso de Toro (Santiago de Compostela, 1956) es uno de los escritores más polémicos del momento. Los últimos meses ha tenido que compaginar la presentación de su novela más reciente, Hombre sin nombre (Lumen, en castellano; Xerais, en gallego; Bromera, en catalán) –los recuerdos de un pistolero falangista que agoniza en un hospital-, con enconadas réplicas a los que le atacan por considerarle uno de los ideólogos del zapaterismo. De una entrevista en El País entresaco estas interesantes reflexiones:
P. La política está muy presente en Hombre sin nombre, que coincide con el movimiento de recuperación de la memoria histórica. ¿La coincidencia es premeditada?
R. Escritor es el que mira hacia atrás y lo cuenta. Y cuando miras hacia atrás, lo que aparece es la Guerra civil. Fue el Big Bang que fundó el mundo de mis padres, en el que yo nací. Lo que he intentado es conocer quiénes fundaron el mundo en que nací, que no fueron las víctimas, sino los verdugos.
P. Más que verdugo es un monstruo. ¿No es un intento de desmentir que aquí hubiese una forma de fascismo light?
R. El franquismo no fue sólo una dictadura, fue un régimen asesino. Se basó en el militarismo como ideología, junto al nacionalismo español en su versión nacional-católica. Pero también tuvo un injerto de nazismo, que es lo que más me interesó, y lo que explica mi personaje. El nazismo consiste en hacer ideología del odio y la deshumanización. El protagonista de mi obra no es un meapilas como Franco. Es un violento nihilista y ateo. Alguien que cree en la vida como muerte y como acción. Es como Goering, que decía que no se hizo nazi por la ideología sino porque le gustaban los disturbios. Mi personaje es un hombre culto, con una argumentación ideológica muy de la época, muy europea. Practica el elitismo y la ética guerrera. Y se cree más que humano, un semidiós. Nosotros diríamos un monstruo.
Hace unos días el escritor gallego Suso de Toro (Santiago 1956) afirmaba con rotundidad en una tribuna de opinión: “Pero no ha habido en España un solo caso de autocrítica verdadera. Ni de arrepentimiento. Y, si aceptamos que el golpe militar y el franquismo fueron un error histórico terrible, deberíamos esperar algún gesto como el de Grass. Pero ningún franquista se ha arrepentido, no. Ni siquiera Dionisio Ridruejo fue capaz de asumir la culpa, indudable en su caso”. Es cierto que algunos intelectuales se desmarcaron del franquismo, pero fueron muy pocos en una lista que quizás, podría reducirse a Ridruejo y Laín Entralgo. Otros se mantuvieron siempre fieles a su pasado como Pemán o Luca de Tena. También los hubo que transitaron por la democracia sin que apenas se recordara su pasado de servicios a la dictadura, como los casos de Camilo José Cela o de Gonzalo Torrente Ballester.
Suso de Toro escribía en el artículo Una ración de cebollas, en alusión al título de Grass: “Pero éste es un país sin culpa, nadie la ha reconocido. Quizá debiéramos hacerlo todos, porque cada generación ejerce un magisterio sobre las que le siguen y si estuvimos equivocados, o así lo creemos ahora, deberíamos decirlo”.
De cualquier manera, lo que parece indiscutible es que este país se pelea continuamente por los fantasmas de un pasado turbulento, complejo y, desgraciadamente, poco estudiado.
Desde luego en Euzkadi, muy poco estudiado.
HILARI RAGUER COMIENZA A ENCONTRAR COSAS EN LOS ARCHIVOS DE PÍO XI
La apertura por decisión de Benedicto XVI de la documentación relativa al pontificado del Papa Ratti, Pío XI, un total de 27 archivos diferentes, ha despertado la natural expectación. No en balde, además del único Papa alpinista –había escalado el Cervino-, el primero en disponer de coche y el autor de una encíclica sobre el cine (Vigilante cura), es el Papa de una época convulsa que vio la extensión del “comunismo ateo”, el ascenso del nazismo, la Guerra Civil española (“povera e cara Spagna”) y los prolegómenos de la II Guerra Mundial. El Papa, según explica el que fuera su secretario, Carlo Confalonieri, en su hagiográfico Pío XI visto da viccino (Edizione Paoline, 1957) contaba entre su innocenti passatempi el intento de domesticar un águila que vivía en una jaula junto a la Grotta di Lourdes, en los jardines vaticanos: parece una metáfora de la relación del Papa con los fascismos.
La apertura de la ingente documentación de Pío XI ha comenzado ya a arrojar resultados. Uno de los historiadores que han viajado estos días al Vaticano y se han dedicado a estudiar la parte relacionada con la Guerra Civil española, el catalán Hilari Raguer, señala que ha podido confirmar en los papeles, por ejemplo, las “tensiones fortísimas” escondidas que se vivían entre el Vaticano y el gobierno de Burgos y que contradicen la aparente relación idílica que emanaba hacia el exterior. Los documentos, afirma Raguer, también muestran la simpatía de Pío XI por los católicos vascos antifranquistas y la inicial buena disposición de la Santa Sede hacia la República española. De hecho, el Vaticano mantuvo los contactos con el Gobierno republicano hasta 1937.
Hilari Raguer es un catalán que tiene gran cariño a los vascos y hará un buen trabajo. Me gustaría que al lado de Hilari Raguer estuvieran un par de historiadores vascos becados por el Gobierno de Lakua, pero me da la impresión que todas las energías están concentradas en el “Proceso”. ¡Cuánto tiempo perdido!.
LA SIMPATÍA DEL EMBAJADOR CLAUDE G. BOWERS POR LOS VASCOS
A los dieciséis años de haber terminado la guerra, fue editado el libro de Claude G. Bowers, embajador de los Estados Unidos en Madrid durante la conflagración y que lleva por título: “My Mission to Spain" - Watching the Rehearsal for World War II (Mi Misión en España - Observando el ensayo de la Segunda Guerra Mundial).
El libro constituye uno de los documentos más fidedignos de la tragedia y una abierta acusación contra los causantes, de las humillaciones y padecimientos sufridos.
Bowers nos da en el prólogo de su libro, las razones por las cuales demoró tanto tiempo la publicación del mismo diciendo: “El manuscrito fue retenido para evitar su publicación durante la segunda guerra mundial, debido a que sus cáusticos comentarios acerca de Chamberlain pudieran ser considerados como un ataque al pueblo inglés y, más tarde, porque mientras me mantenía en el Servicio Exterior de los Estados Unidos, dudé que fuera oportuno publicarlo. Ahora, que me hallo retirado, puede darse a la publicación”.
Claude G. Bowers relata la historia de la caída de la República Española ofreciéndonos, primeramente, los prolegómenos de la tragedia que comenzó a incubarse cuando los elementos retardatarios españoles, concertaron en 1934 su alianza con Hitler y Mussolini para llegar a ahogar a la naciente democracia.
La obra de Bowers está basada en la observación directa de los hechos y en los conocimientos adquiridos, por sus numerosos contactos personales durante sus seis años de gestión diplomática, en los diferentes campos de la política española. Los diversos capítulos de la obra reflejan el contenido de los despachos diplomáticos que envió al Departamento de Estado en Washington, durante los tres años anteriores al estallido de la rebelión fascista y durante los tres años que siguieron al levantamiento. Documentos reveladores de la perfecta compenetración del escritor con la realidad española.
Por las páginas de "Mi Misión en España", desfilan casi todos los personajes de la tragedia más honda sufrida por los pueblos del estado, desde su ancestral lucha contra los árabes: Alcalá-Zamora, con sus eternas dudas; Lerroux, con sus clásicas claudicaciones; Gil Robles, con su fanatismo medieval; Azaña. con su talento; Prieto, con su dinamismo apasionado; Largo Caballero, con su honesta pero corta visión; Calvo Sotelo, son su soberbia satánica; Primo de Rivera, con sus chispazos geniales y sus actitudes de clown; Romanones, con su ingenio; Portela Valladares, con su habilidad de viejo político; Alvarez del Vayo, con su entusiasmo; Negrín, con su energía; José Antonio de Aguirre, con su valor moral y físico; Leizaola, con su profundo sentido humanitario; en fin, todos los personajes del drama ibérico, con sus pasiones, sus generosidades, sus egoísmos, sus debilidades y sus grandezas.
Es también el libro de Claude G. Bowers, la historia de la derrota sufrida por todos los países democráticos de Europa, como resultado de la intervención de Hitler y Mussolini en lo que comenzó, aparentemente, como guerra civil, para convertirse en guerra de invasión, preparatoria de la segunda guerra mundial.
El embajador Bowers fue de los pocos hombres que, colocados en excepcional situación para juzgar los hechos, pudo y quiso darse cuenta del gravísimo error que constituía la política de No Intervención, que negaba a la República Española el derecho que le correspondía para comprar armas y defenderse de una agresión. Bowers en todo momento proclamó la existencia de ese error en sus despachos al gobierno de Washington.
Procuró, desde su puesto de embajador, hacer comprender a su gobierno, que la política de No Intervención, que funcionaba solamente en detrimento de los intereses de uno de los bandos, estaban sirviendo para que los dictadores se convencieran de que las democracias eran débiles y carecían de espíritu de lucha, comprobación que les permitió poco después de terminada la guerra en España, lanzar al mundo a la más horrorosa de las contiendas.
El espíritu del libro dedicado a Chamberlain, Bonnet, Munich y a la larga serie de indignidades que culminaron en la entrega de la democracia española al fascismo internacional, constituye un monumento de causticidad, cimentado en documentos, declaraciones, actitudes, hechos y salpicado con episodios de factura ridícula unas veces, trágica otras.
“La historia nos demostrará”, dice Bowers, “que los seis meses que transcurrieron entre la victoria fascista en España y la invasión de Polonia, no fueron más que un simple armisticio en una misma guerra; la segunda guerra mundial”.
El libro de Bowers es también, una demostración del profundo afecto y admiración que sintió el escritor. Bowers fue un embajador que conoció, estudió y comprendió el país ante el que había sido acreditado como representante de su patria. Por ello su libro, aparte del interés que encierra como documento defensor de la verdad histórica, posee un valor inapreciable por su serie de magníficas descripciones de rincones, de sus fiestas, de sus monumentos arquitectónicos, de sus museos, del carácter de sus hombres, de sus mujeres y de sus niños. Todo ello tratado con la autoridad que le otorga su categoría de gran historiador y expresado con apasionado amor, ya revelado anteriormente en otro libro suyo que lleva por título: “Washington Irving en España”.
El capítulo de “Mi Misión en España” que titulo: “El Martirio de los Vascos”, es profundamente emotivo, especialmente para nosotros. Bowers vivió la guerra a orillas del Bidasoa, con continuos contactos con nuestra tierra, la que visitó en repetidas ocasiones durante el conflicto armado, pudiendo captar en toda su intensidad el drama del pueblo vasco, del que dice: “No existe raza más fina y noble que ésta en España. Toda la simpatía de mi corazón estaba con los vascos. Los conocía, como raza de alto valer, honesta, sana y bondadosa. Sus pescadores, convertidos en soldados, haciendo desgarbadamente el saludo militar en Fuenterrabía, me llegaron al corazón, y cuando visité Bilbao para evacuar gente nuestra, quedé impresionado por la dignidad, ecuanimidad e inteligencia de sus dirigentes...”. No pueden menos de llegarnos también al corazón estas palabras de Bowers.
De excepcional interés en el libro es el relato que nos hace Bowers de sus actividades en Washington, a donde fue llamado por su Gobierno a raíz de la caída de Madrid. Se refiere a las diferencias que sobre el momento político internacional mantenía con Cordell Hull, entonces Secretario de Estado, diferencias que no enturbiaban la vieja amistad que ambos mantenían. Cuenta de su visita a la Casa Blanca para dar cuenta al Presidente Roosevelt de su gestión en España, y dice que antes de que el presidente le ofreciera asiento y le dirigiera ninguna otra palabra, le dijo: “Nos hemos equivocado (en el caso de España). Usted es el que tuvo razón en todo momento”, refiriéndose con ello a sus constantes advertencias, y consejos sobre la necesidad de respetar el derecho internacional que permitía a España adquirir armas para defenderse contra la agresión de que era objeto desde el exterior.
Añade Bowers que el presidente Roosevelt le manifestó otras muchas cosas para tratar de justificar la actitud asumida por el gobierno norteamericano con respecto al caso español, cosas que, afirma Bowers, “no me parece oportuno repetir”.
El mismo día de su visita al presidente Roosevelt, Bowers acudió a saludar al senador Key Pittman, viejo amigo suyo, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso y autor de la Ley norteamericana de embargo de armas, que impidió la venta de armamento a la República Española, Pittman y Bowers conversaron a solas desde las nueve de la noche hasta bien entrada la madrugada y el embajador escribe: “Cuando entré, después de estrecharnos las manos, Pittman se dirigió hacia una mesa para coger un cigarrillo y sin volverse, me dijo: “me temo que nos hemos equivocado en el caso de España”.
Bowers comenta las palabras de quienes como Roosevelt, Pittman, Summer Wells y otros expresaron su pesar por la actitud asumida con respecto a la guerra en España y dice “pero era ya demasiado tarde”.
Este breve comentario acerca del libro de Bowers no da idea, ni aproximada, del contenido enjundioso del voluminoso documental. Se trata de un libro que deben leer cuantos vivieron los años de guerra civil y lucharon o se interesaron por el desarrollo del mismo. Y sobre todo, deben leerlo, la actual CIA y el actual Embajador en Madrid, Eduardo Aguirre.