Iñaki Anasagasti
30Septiembre
2006
30 |
Opinión

DISCURSO DE D. JOSE ANTONIO AGIRRE LEKUBE ANTE EL PLENO DE LAS CORTES ESPAÑOLAS EL DIA 1 DE OCTUBRE

Iñaki Anasagasti
Septiembre 30 | 2006 |
Opinión

El próximo 1 de octubre se cumplen setenta años del primer estatuto vasco de la historia. Se logró en plena guerra porque el PNV puso como condición para entrar en aquel gobierno socialista de Largo Caballero que el estatuto estuviera aprobado. Por eso el diputado José Antonio de Aguirre pronunció en el hemiciclo este importante discurso que es fundamental no olvidar. En él se contiene no sólo la visión de lo que aprobaba sino que se marcaban los principios morales de toda una generación y los por qués de la lucha de un partido. Dijo así:
Señores diputados: Planteado el problema, nuestra posición fue clarísima; Luchando la Democracia contra el fascismo, el nacionalismo vasco había de colocarse, como siempre en su historia se colocó, al lado de la Democracia. Junto a ella seguimos lealmente, como vosotros sabéis tan bien como nosotros. La República abrió cauces para las aspiraciones de los pueblos que, como el nuestro, constituyen una nacionalidad y tienen una finalidad de libertad. Hoy, realizareis un acto de importancia histórica; vais a aprobar, después de leído, el texto del dictamen del Estatuto Vasco; vais a aprobar, a proclamar solemnemente, yo espero que sin discusión, ni observación alguna., el texto de la autonomía vasca.

Indiscutiblemente ello reportará mayor eficacia en la lucha, porque, al fin y al cabo, se verá a un Parlamento, comprensivo, que quiera dar satisfacción a un anhelo de libertad latente de muchos años atrás en el pueblo vasco. Por eso he de agradecer al Gobierno y he de agradecer al Parlamento este gesto por anticipado.
Pero, además, quiero señalar que estamos enfrente del imperialismo y del fascismo por nuestro espíritu cristiano; estamos frente a este movimiento subversivo, porque a ello nos impelen nuestros principios honrados y profundamente cristianos. Estos principios, quizá en muchas ocasiones, señores diputados, harán que nos coloquemos frente a vosotros, como nos colocamos otras veces al defender con lealtad y absoluta claridad nuestro pensamiento católico; ¡ah!, pero en este momento estamos a vuestro lado por dos motivos: Primero, porque Cristo no predicó la bayoneta, ni la bomba, ni el explosivo para la conquista de las ideas y de los corazones, sino el amor; y, segundo, porque en vuestro movimiento proletario, vuestras conmociones sociales, a nosotros no nos asustan, salvando todas las diferencias, en cuanto en ellas existe de justicia y de verdad. Más de una vez ante las masas populares algunos de los que aquí estamos hemos dicho: No vale afirmar que todo el comunismo es falso, que todo el socialismo es falso. ¿Es que acaso estas muchedumbres se mueven todas ellas por una utopía o encadenadas a una falsedad? No; en vuestro movimiento (nosotros, con nuestro pensamiento cristiano, lo vislumbramos así) hay una dosis formidable de justicia, un clamor magnífico de las muchedumbres que piden una renovación de esta sociedad podrida, donde se quema aquello que hace falta, a los que se mueren de hambre. Por eso nosotros, con nuestro pensamiento cristiano, os decimos que el avance social ni nos asusta ni lo tememos. Es más; podríamos presentaros programas nuestros, ante los cuales quedarais asombrados viendo cómo un pensamiento cristiano puede iluminar un avance social. ¿A qué vino Cristo a este mundo? ¿Vino Cristo a la Tierra a ayudar al poderoso o a levantar al humilde? Nosotros, entre el poderoso y el humilde, estamos con el humilde, con el pueblo, porque de él venimos; nacimos para el pueblo y estamos luchando para él. Este pensamiento católico nuestro podría reducirse nada más que a eso. Viendo el lamentable y trágico espectáculo que dan ciertos hombres pertenecientes a Jerarquías de la Iglesia, cuya fe profesamos, yo recuerdo aquel caso que cuenta Montalambert, según el cual estando él en París vio una Iglesia en la que las espuelas y el brillo de los sables reñían con la humildad que debía tener la ceremonia religiosa que en ella se celebraba, y decía: “He aquí una iglesia rica; pero he aquí un pueblo pobre de fe.” Fue a Irlanda y allí topó con una ermita humilde, humildísima, donde un sacerdote celebraba el sacrificio de la misa ante una magnífica multitud de humildes hombres de la heroica Irlanda, y dijo: “He aquí una iglesia pobre; pero he aquí un pueblo rico de fe”. Pues bien; nosotros entre esa iglesia pobre de Irlanda y aquella iglesia magnífica de París, reluciente de cascos, espadas y espuelas, nos quedamos con la humilde iglesia de Irlanda, porque entendemos que así servimos mejor nuestro espíritu cristiano y la causa de la Libertad, que es, al mismo tiempo, la causa de la fraternidad.

Nosotros, que condenamos, porque no tenemos más remedio que condenar, aunque comprendamos muchas veces los excesos propios de las muchedumbres, todo aquello por el solo hecho de tener un cierto carácter y una determinada significación, os decimos con entera lealtad: hasta vencer al fascismo, el patriotismo vasco, el nacionalismo vasco, seguirá firme en su puesto. (Grandes aplausos).

Boletín Oficial del Estado, 2 de octubre 1936

Esta fue la postura del PNV hace setenta años. Hoy sigue conservando toda su vigencia.

UN PARAISO EN EL INFIERNO

Está en pantalla Salvador, la última película del director barcelonés Manuel Huerga. El filme, basado en el drama de Salvador Puig Antich –último preso político ajusticiado por garrote vil- recupera uno de los episodios oscuros de la dictadura. Y no será el último vistazo al pasado de Huerga.

A finales del 2007, el director catalán llevará al cine la historia de la enfermera suiza Elisabeth Eidenbenz, quien salvó a 597 bebés republicanos de una muerte casi segura en su maternidad de Elna (sur de Francia). La película reconstruirá además el drama de los exiliados republicanos y nacionalistas catalanes y vascos que quedaron hacinados en campos de refugiados al otro lado de los Pirineos. El guión, que ya está listo, aunque en fase de corrección, se ha elaborado a partir de entrevistas con las madres supervivientes y de los libros Éxodo. Del campo de Argèles a la Maternidad de Elna (Viena memoria), de Remei Oliva, que dio a luz en la maternidad, y La maternitat d’Elna. Bressol dels exiliats (Ara Llibres), de Assumpta Montellá, historiadora que reconstruyó la gesta de Elisabeth, después de que ésta se olvidara durante 60 años.

Basado en hechos reales, el filme será una dramatización de las historias de algunas de las familias que huyeron de Catalunya hacia Francia después de la guerra, y de cómo llegaron a la maternidad.

La película rescatará, por tanto, uno de los episodios más amargos de la historia reciente. Entre el 27 de enero y el 12 de febrero de 1939, una masa humana de casi medio millón de personas salió de forma desesperada de Catalunya, empujada por las tropas franquistas. En el país vecino les esperaban campos de refugiados habilitados por el gobierno francés, donde el hambre, el frío y la insalubridad eran el pan de cada día. El 95% de los recién nacidos no sobrevivían ni una semana.

Pero en el infierno de los campos de internamiento hubo espacio también par una isla de paz y humanidad. Testigo del drama que se vivía en los campos, la enfermera suiza Elisabeth Eidenberz, de tan sólo 24 años, organizó desinteresadamente una maternidad en la localidad de Elna, para asistir en el parto a las mujeres embarazadas. Su labor salvó de una muerte casi segura a 597 bebés. La maternidad se convirtió en una excepción de final feliz en un contexto posbélico devastador. De hecho, desde que cayó en sus manos el libro que relataba la existencia de la maternidad, Huerga supo que estaba frente a una gran historia que llevar a la gran pantalla. La historia tiene una fuerza muy positiva. Salvador es un episodio que acaba mal y refleja el lado más oscuro de la época, en cambio la maternidad de Elna muestra la fuerza de aquellas madres que hicieron de todo por salvar a sus hijos. Es una historia humana sobre la vida.

Ojala en Euzkadi se hiciera algo parecido, pero…

PASAMOS DE PARTIDOS POLÍTICOS

Esta es la conclusión, al parecer, que la encuesta del Gobierno Vasco obtiene tras hacer una consulta a unos chavales que no quieren irse de Euzkadi porque viven bien y que creen que lo del proceso y las ruedas de prensa a todas horas de Otegi y compañía no es lo importante en este país sino la vivienda y el paro.
Lo curioso es que no pasan de política sino de los partidos. Y eso es inquietante porque algo estamos haciendo francamente mal para que esta disociación sea tan clara y tan embarullada.

Yo lo atribuyo al continuo machaqueo de ciertos medios ante el monotema de ETA y Batasuna porque mientras no hay día en el que no haya cien mil impactos sobre este tema, lo institucional, llevado a cabo fundamentalmente por el PNV, se soslaya.

¿Pero quién ha tomado esta suicida decisión de no valorar suficientemente el trabajo institucional?
No digo que no haya que informar sobre esto, sino que no sea lo prioritario y lo obsesivo. Hágase lo contrario y se verá como cambia la percepción.

Si el PNV no hubiera hecho las apuestas que hizo en 1977, y sii no hubiera logrado la devolución del Concierto Económico ¿estaríamos hoy como estamos? Entonces ¿por qué esa relación causa-efecto no se le atribuye al PNV?

Pues muy sencillo.

Porque existe una estrategia de no unirlo y eso se traduce en las respuestas de la encuesta porque los chavales no asocian el hecho de que no quieran irse de Euzkadi porque viven bien al hecho de que eso es gracias a gentes que han llevado a este país a la actual situación de bonanza económica y recuperación de nuestras instituciones de autogobierno, porque si estuviéramos dependiendo de las manifas y ruedas de prensa de Otegi y su peña, estaríamos como en Senagal construyendo pateras.

Algo pues estamos haciendo muy mal o, mejor dicho, algo alguien lo está haciendo muy mal, responsables concretos con nombre y apellido, que sin tener una elección por detrás, sino una designación, están tomando decisiones que afectan y dañan al PNV en su imagen.

LA ENCUESTA

Los jóvenes vascos están encantados con la idea de vivir en Euzkadi, pero el precio de la vivienda y el paro les echa para atrás. No les quita el sueño la situación política, que califican de “mala”. Tampoco el interés que muestran por cuestiones como la autodeterminación, la paz e incluso la independencia resulta imán suficiente como para que se sientan atraídos por los partidos políticos. Lo que les lleva a intentar mantener su residencia en el País Vasco es la situación económica y social, que consideran “buena”.

Quieren abrirse camino fuera del nido familiar, pero su deseo, según revelan las encuestas, choca con el coste, cada año más desorbitado, de los ladrillos (71%), una cuestión que ya ha desbancado al desempleo (59%) como la mayor preocupación del colectivo. “Asocian los problemas a lo cotidiano, a sus dificultades para acceder a una vivienda. Me parece una lectura muy interesante, porque de alguna manera supone la constatación de que viven el conflicto vasco con más normalidad que los adultos”, explica Bakarne Zuazua, responsable del Observatorio Vasco de Juventud, que presentó el informe Retratos de Juventud de 2005.
El documento, el noveno financiado por la Presidencia del Gobierno Vasco para conocer la opinión y las inquietudes de este colectivo, fue presentado el martes 19 en Bilbao. Este año, el trabajo de campo se ha centrado básicamente en la recogida de datos relativos a cuestiones políticas, lo que no deja de llamar la atención cuando los jóvenes colocan la situación política del País Vasco en la cuarta posición del ranking de sus preocupaciones (27%), por detrás , también, del terrorismo y la falta de paz (53%).

Así las cosas, tres de cada cuatro encuestados consideran que son mejores los servicios públicos que se prestan en Euzkadi que los que tienen los ciudadanos del resto de España. No sólo en la sanidad, sino también en otras áreas como la educación, la seguridad ciudadana, las prestaciones sociales, las obras públicas y el transporte. Están tan satisfechos con el modo de vida vasco, que el 86% no dudaría en quedarse en casa si les ofrecieran idénticas condiciones de trabajo y de vida en otro lugar. Aún así, tampoco resulta desdeñable que a un 6% le de igual dónde asentarse y que otro 7% crea que estaría mejor en otra comunidad autónoma o en el extranjero.

Lo que queda claro es que la política, al menos la que protagonizan los partidos, no va con los jóvenes. El 31% no está “muy interesado” y otro 34% precisa que “nada interesado”. Y cuando se les pregunta sobre su nivel de comprensión sobre estas cuestiones, sólo un 27%, uno de cada cuatro, admite entenderlas bien. Su desapego es tal, que el 64% está convencido de que da igual votar a unas u otras siglas. A su juicio, salga quien salga, las cosas no cambiarán. Tal vez esta visión tan negativa de la política sea la que llevó a un 45% de la juventud a no votar en las últimas elecciones.

“No creo que ese desinterés por la política sea tan real”, argumenta Bakarne Zuazua, “porque, de lo contrario no se explicaría el alto grado de conocimiento que los chavales tienen de las instituciones vascas y de los 25 años de autogobierno. Sospecho que al hablar de política se refieren más a los partidos, porque su conocimiento de la situación está por encima de la media del Estado”. El estudio se basa en el análisis de 8.723 entrevistas, de las que 2.075 se realizaron a jóvenes de 15 a 29 años.

Una encuesta inquietante que demuestra fehacientemente que si los jóvenes no asocian lo que va bien a las apuestas políticas que se han hecho es que alguien lo está haciendo muy mal a la hora de capitalizar una brillante gestión. Y, esto, en definitiva, son votos para seguir funcionando.

LLÁMAME TELESFORO

El 21 de diciembre de 1973 tocaba yo la puerta de la casa de Telesforo de Monzón en Donibane Lohitzun. La cita la había concertado el bergarés Jokin Inza y tenía por objeto contestar en persona a la carta que hacía solo un mes Monzón nos había enviado a Caracas a la vez que llevarle el saludo cordial de su amigo el ex Consejero socialista Santiago Aznar que residía en la capital de Venezuela y con quien Monzón había trabajado estrechamente así como comentarle que mi aita había sido el jefe del Negociado de Pasaportes, los Igarobides, en el departamento que él dirigió antes de ir al Gorbea como gudari. Pero también preguntarle por una serie de cuestiones que se suscitaban en las reuniones que organizábamos en el Centro Vasco de Caracas repleto de protagonistas de la guerra y el exilio vasco consecuencia de la guerra del 36.
Tras ser recibido, lógicamente, le traté de usted. Y no solo por la edad que nos separaba sino por el respeto que me merecía su trayectoria y conocida personalidad. Pero Monzón, que en el año 73 presidía “Anai Artea” y había participado en la resolución del secuestro del cónsul alemán Eugene Bheil me interrumpió para solicitarme:

“No me trates de usted. Llámame Telesforo y tutéame”.

Le dije que si, pero le traté de usted. No me parecía correcto ni me salía otro trato hacia una personalidad tan representativa y llamativa. Eran días en lo que enunciaba su planteamiento de ser puente entre generaciones, entre los “gudaris de hoy y los gudaris de ayer”. Por otra parte el nombre de Telesforo me parecía de tal empaque que no se podía rebajar así como así en un pis pas.

Vivencias aparte lo que hemos conocido a Monzón lo hemos hecho cuando él frisaba los setenta años pero, Monzón, como Leizaola, Aguirre o Irujo, también fueron jóvenes hasta el punto que fue Consejero del Departamento de Gobernación del Gobierno Vasco con tan solo treinta y dos años, en plena guerra. Monzón por tanto era un pozo sin fondo de vivencias y de protagonismos de la reciente historia vasca.

De ahí el libro que se va a editar en breve, cuyos componentes han estado durmiendo en una carpeta otros treinta años y han despertado al comentario de la editorial cuando nos dijo que cualquier aporte histórico que podamos ofrecer para entender la actual realidad vasca sería bienvenido. Por tanto nada mejor que hablar de una personalidad tan extraordinaria como la de Monzón que siendo jelkide se declaraba, al final de su vida, defensor del etismo, como él lo denominaba.

Quizás el valor de este próximo libro sea declarar el deslumbramiento que le causó a un joven veinteañero hablar con un protagonista de la historia vasca de aquella envergadura y preguntarle por lo que había hecho aquellos años. Merece asimismo ser destacada toda la aportación que hace Monzón al conocimiento de sus gestiones en la Sociedad de Naciones de Ginebra en 1937 para que en Santoña no fusilaran a los gudaris vascos, o el documento excepcional que me facilitó de una larga carta del lehendakari Aguirre escrita en 1945 en la que éste narraba la crisis con el partido socialista y denunciaba las maniobras anti-vascas de Indalecio Prieto para con Nabarra y el propio Gobierno Vasco, así como sus impresiones y relatos personales. Una colección de fotos inéditas, que ha valido la pena recopilar, creo le da valor a la publicación.

Termina el libro con un debate sensacional y desconocido.

Monzón me pidió reiteradamente que, cuando se dieran las circunstancias, fuera al Congreso de los Diputados y me hiciera con el Diario de Sesiones en el que quedaba reflejada la sesión en la que Calvo Sotelo solicitó fueran ilegalizados como partido y que tanto él como Aguirre, Irujo y Picabea contrargumentaron al dirigente de la derecha española. La lectura hoy de semejante debate nos ilustra que el léxico y los argumentos de quienes no conciben más Patria que la española siguen tan vigentes como en aquellos años en los que se luchaba por obtener tan solo, el primer estatuto de autonomía. Publicar este documento de tanta actualidad es a la vez rendir un homenaje a aquella generación que luchó eficazmente contra los enemigos del concepto nacional vasco, y por ello la mayoría fueron enterrados en el exilio.

Pasa el tiempo y los recuerdos se borran, aunque las reivindicaciones sigan siendo las mismas. Este libro será buena prueba de ello.

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