Iñaki Anasagasti
02Septiembre
2006
02 |
Opinión

DOS ALCALDES, DOS DISCURSOS

Iñaki Anasagasti
Septiembre 02 | 2006 |
Opinión

Txomin Saratxaga fue miembro del BBB de la clandestinidad y del Bizkai elegido en 1.977 y 1.979. Desatado aquel año un vendabal interno, sufrió las consecuencias de un enfrentamiento que nunca se tenía que haber producido. Tras aquel amargo trago siguió con su librería “Kirikiño”, en los bajos de una pequeña galería en la calle Licenciado Poza frente a la “Audiencia” donde con sus libros vascos y sus libros viejos, en su rebotica, siguió manteniendo la llama de una manera íntegra de ser nacionalista sabiniano.
Hoy con unos años más y un reuma menos sigue en la brecha ideando cosas. La última tiene que ver con lo que acaba de vivir en Artxanda cuando se inauguró el monumento al gudari. Allí al escucharle a Iñaki Azkuna contar la experiencia vital de su padre y tras narrarla pedir una oportunidad para la convivencia se le ocurrió hacer por su cuenta la edición de una contraposición de los discursos de los alcaldes Areilza en 1.937 y Azkuna en 2.006 para que se viera la diferencia de valores de unos y otros. El uno usurpaba por las armas una alcaldía democrática y decía que aquello había sido una victoria militar y que se había acabado para siempre la pesadilla bizkaitarra. El otro recordaba el sufrimiento y pedía no se sentaran las bases para que ésto volviera a repetirse.

Txomin me pidió gestionara conseguir el discurso de Azkuna, que, gracias a la eficaz Begoña Ibargüen pude hacérselo llegar al farero de “Kirikiño” y como me parece que tiene humanidad y el dato personal de un Azkuna al que algunos imbéciles critican por criticar cuando sus hechos y su pedigrí es de hijo de gudari comprometido, es por lo que creo de interés se conozcan las palabras del actual alcalde de Bilbao en acto tan simbólico. Dijo así Azkuna el 18 de junio en Artxanda:

“Sr. Lehendakari,
Sr. Diputado General,
Miembros de los Batallones Vascos,
Euzko Gudarostea, Sociedad Aterpe.

Yo estoy aquí hoy, ahora, como Alcalde de Bilbao, pero sobre todo en memoria y en recuerdo de mi padre y de todos los que como él defendisteis la libertad, el honor de la República y del Gobierno Vasco de unidad nacional formado en aquellas horas angustiosas. Yo estoy aquí porque acordándome de él, os quiero rendir un homenaje a los que vivís y aquí estuvisteis, defendiendo la dignidad de un pueblo que fue vilipendiado por un golpe de Estado militar. Y sobre todo para honrar con mi presencia en Artxanda, aquello que tantas veces escuché de mi aita, magistralmente descrito por George L. Steer, al cual homenajeamos hace 2 años dando su nombre a una calle de Bilbao, al lado de la Iglesia de la Encarnación. Esto que voy a leer es el homenaje al sacrificio colectivo, al esfuerzo de unos hombres por morir antes de que le arrebataran la libertad.

“Cuando la noche caía sobre el humo y las llamas y el estruendo incesante de la contienda, tres batallones, que eran la flor de la infantería vasca, fueron enviados para realizar el supremo esfuerzo. En la historia del sacrificio de la sangre humana en aras de la democracia, los nombres de “Kirikiño”, “Itxasalde”, e “Ikarkundia” vivirán para siempre. Mientras broten laureles de la tierra generosa habrá ramas con que coronar su memoria. Héroes, cuadrándome yo os saludo”. Así describe Steer el sacrificio supremo, el último aliento que pidió el Lehendakari Aguirre, para poder evacuar Bilbao. Después, el repliegue, la cárcel y el exilio, cuando no el fusilamiento para muchos.

Bilbao era tomado por las Brigadas de Navarra y la oscuridad nos envolvió durante cuarenta años, hasta que se instauró la democracia, pudimos respirar la libertad y abrazarnos unos y otros, apartando rencores pues anidaba en nuestros corazones mucha generosidad. La transición no hubiera sido posible sin vuestra generosidad –no pasasteis ninguna factura-, sin vuestros deseos de libertad. ¿Os extraña que nosotros odiemos la guerra, la violencia?. No queremos más guerras. Queremos resolver nuestros problemas con la palabra, las ideas, los argumentos, la razón.

Llevo en mi bolsillo, la nómina del batallón Kirikiño. Está fechada el 30 de junio del año 37 en Artzentales. Aparte de mi padre, un tío, y Patxi Zurikaray, que fue alcalde de Durango y Diputado Foral de Cultural, ya fallecidos, y el Comandante Rekalde del que oí hablar muchas veces, aparece en la plana mayor Iñaki Ochoa de Txintxetru, hermano de José Mari, también del batallón, que está entre nosotros y al que saludo con devoción, como si fueséis todos a los que os quiere abrazar este Alcalde de Bilbao que se honra en ser hijo de un Gudari que entonces estuvo en Artxanda defendiendo la libertad.

Eskerrik asko”

Desgraciadamente la literalidad de este discurso pasó desapercibido porque no hablaba del Monotema y ya los medios no se hacen cargo de este tipo de trabajos de divulgación, que al parecer por no tratarse de HB o de Rocío Jurado no hay que dedicarle más que media línea. Por eso lo transcribo y por eso me parece muy bien que Txomin Saratxaga desde su minarete y desde su escaso presupuesto personal haga este tipo de cosas, quijotadas, que deberían hacer unas instituciones obsesionadas hoy solo por la última rueda de prensa de los del Monotema.

Una pena de ocasión perdida para hablar con hechos y no como el de un eco de Madrid de la Memoria Histórica.

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