El pasado jueves tuvo lugar un encuentro empresarial con motivo del día de la empresa guipuzcoana. El objeto del debate fue la innovación; el diagnóstico compartido: hacer de Gipuzkoa una comunidad de innovación. Y ello formulado no como un simple desideratum bienintencionado, sino como un verdadero escenario-horizonte, como un objetivo estratégico para la sociedad guipuzcoana. Queremos y podemos ser y estar con los mejores, con los entornos socioeconómicos más avanzados de Europa.
Gipuzkoa se encuentra en un momento decisivo. Debemos afrontar la transición de un modelo de desarrollo competitivo basado en la eficiencia y en la inversión a otro modelo basado en la innovación. Los esquemas de la sociedad industrial y post-industrial ya no son válidos. Vivimos ya bajo nuevos parámetros, y ello nos obliga a readaptar permanentemente nuestras estrategias.
Los cambios de modelo son por naturaleza complejos y difíciles, y suelen encontrar resistencias. Todo cambio y avance hacia un nuevo estadio supone la necesidad de ciertos ajustes en determinados agentes y sectores. Unos ajustes que no deben ser una rémora, sino peajes a compartir socialmente y a amortizar por los beneficios colectivos derivados de la nueva situación. En este sentido, consideramos que deben asumirse los procesos de relocalización que observamos en nuestra economía, ya que aunque a corto plazo puedan comportar ajustes en ciertos sectores y colectivos, son la vía inevitable por la que transita el cambio de nuestra estructura productiva, de sectores de menor productividad hacia otros de mayor nivel tecnológico, y de focalización de la empresa en aquellas actividades que aportan mayor valor añadido.
Un análisis comparativo de la única fuente sostenible de competitividad y de mejora del bienestar -la productividad-, y del principal factor que la condiciona -la innovación-, nos muestra una doble realidad: por una parte, una posición relativa de Gipuzkoa favorable respecto a España; por otra, una progresión menor que la registrada en los países europeos más avanzados que se mueven ya en el estadio de la innovación, de modo que, en lugar de recortarse las distancias que de ellos nos separan, tales distancias han aumentado. A ello hay que añadir además la amenaza que representa la emergencia en la economía-mundo de los nuevos países adheridos a la Unión Europea y China, con unos costes laborales significativamente inferiores. La transición hacia un modelo de desarrollo competitivo basado en la innovación es pues, vital.
Ahora bien, la trascendencia del reto no ha de hacernos olvidar la solidez de nuestras bases y la potencialidad de nuestras fortalezas. Gipuzkoa afronta esta encrucijada con un notable know how y en una coyuntura muy favorable. El PIB per capita y los índices de desarrollo humano nos sitúan entre las sociedades más avanzadas. La economía guipuzcoana sigue manteniendo tasas de crecimiento destacables, las tasas de paro se sitúan en parámetros desconocidos desde mediados de los 70, y las rentabilidades empresariales presentan niveles aceptables. Contamos, pues, con una base sólida para afrontar la transición hacia el estadio de la innovación.
Todo ello constituye, sin duda, un activo. Son condiciones necesarias, pero no suficientes. El paso a un estadio superior de desarrollo requiere incrementar la capacidad innovadora y la productividad en el propio tejido empresarial guipuzcoano.
Para ello, uno de los factores diferenciales es el de la generación de nuevo conocimiento a través de la I+D. Desde esta perspectiva ha de subrayarse que el componente empresarial del sistema de innovación de Gipuzkoa presenta mejores resultados que los del resto de la CAPV o que los de España, e incluso en algunos ámbitos se sitúa en parámetros semejantes a los de la media de la UE-25. A pesar de la escasa presencia de sectores de nivel tecnológico alto y de grandes empresas en el tejido productivo guipuzcoano -que es realmente donde se concentra la I+D empresarial en los países avanzados-, el gasto en I+D ejecutado por las empresas guipuzcoanas alcanzó en 2004 el 1,44 -en porcentaje del PIB-, frente al 0,6 de España, el 1,14 de la CAPV o el 1,3% de la UE-25. En cualquier caso, aun reconociendo el papel clave que la I+D tiene en la generación de nuevo conocimiento, especialmente en los territorios que aspiran a competir en el estadio de la innovación, hemos de ser conscientes de que de las más de 50.000 empresas guipuzcoanas, sólo un número muy pequeño -inferior al 1%, y concentrado básicamente en el segmento de tamaño mediano-grande- desarrolla estas actividades. En este sentido, es necesario extender los mecanismos que permitan una socialización del fenómeno de la innovación en el conjunto de la actividad económica, teniendo en cuenta que ésta no siempre tiene por qué descansar en actividades de I+D. Y uno de tales mecanismos, en el que la economía vasca ha realizado avances significativos e incluso sirve de referencia para otros países, es el de la clusterización de la actividad económica. Una de las mayores ventajas de los clusters radica en la potenciación de las capacidades innovadoras de sus miembros por la interacción que entre ellos se genera.
No cabe duda de que en Gipuzkoa, por su configuración y ordenación territorial, existe un capital social particularmente relevante para ello. En nuestro territorio un núcleo selecto de empresas han sido capaces de desarrollar ventajas competitivas en materia de I+D, de internacionalización y de configuración empresarial. Para el paso a un estadio competitivo superior es necesaria la colaboración de tales empresas en la extensión de esas capacidades hacia el resto de empresas que, por tamaño u otras razones, tienen más difícil acceso a ellas.
Y resulta fundamental que entiendan que tal labor no deriva de un mero requerimiento filantrópico o de hacer país, sino de la alianza estratégica entre responsabilidad social corporativa y desarrollo de ventajas competitivas únicas para ellas mismas. Hoy en día las empresas líderes guipuzcoanas deben colaborar en la mejora de las capacidades innovadoras de nuestro territorio como vía clave para mejorar también sus propias capacidades competitivas.
Y las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias y responsabilidades, deben coadyuvar a ello. A las instituciones nos compete crear las condiciones objetivas. Condiciones objetivas para la paz y para propiciar un clima socio-político de distensión. Condiciones objetivas para definir un horizonte y un proyecto socialmente compartido.
Nos compete, en diversos niveles de responsabilidad, dotar al territorio de las infraestructuras físicas y digitales que sitúen a Gipuzkoa en términos de igualdad o ventaja competitiva. Desde la Diputación Foral de Gipuzkoa vamos a seguir, a pesar de no tener competencias, desarrollando políticas proactivas de fomento y estímulo de la actividad económica y empresarial.
Y frente a determinadas políticas demagógicas y populistas, y aun reconociendo la necesidad de objetivar más determinados parámetros para que la I+D+i sea verdaderamente investigación, desarrollo tecnológico e innovación, vamos a seguir apoyando a través de deducciones fiscales las actividades de investigación, desarrollo e innovación de las empresas guipuzcoanas, y estamos estudiando el replanteamiento del límite en la cuota para la aplicación de la deducción.
Todo ello en la convicción de que este conjunto de medidas y la colaboración entre las instituciones y las empresas guipuzcoanas constituyen la mejor vía para afrontar con éxito el reto de la transición hacia el estadio de la innovación y para hacer realidad nuestro horizonte compartido: Gipuzkoa: parque tecnológico, comunidad de innovación.
Gipuzkoa hiria ha de ser una ciudad en red, un gran parque tecnológico construido sobre los cimientos de las sinergias y la interacción entre todos los agentes de la comunidad de innovación. Este es el verdadero reto de la sociedad guipuzcoana y de su tejido empresarial.