El viernes 31 de marzo en la Diputación de Gipuzkoa se presentó un libro fantástico que ojalá se hubiera editado hace treinta años. Lo ha publicado “Bidasoa”, lo ha subvencionado la Diputación Foral de Gipuzkoa y han trabajado en él Jean Claude Larronde y José Mari Gamboa.
Ese viernes 31 no pudo acudir al acto Gamboa, pero sí Larronde y José Joan González de Txabarri que hicieron la presentación. El libro que tiene 740 páginas recopila ciento treinta y seis testimonios sobre la guerra civil en Euzkadi recogidos en Iparralde por el patriarca de la Cultura Vasca, D. José Miguel de Barandiarán. En el caso de la inmensa mayoría de estos se trata de testimonios inéditos, escritos a días, semanas o meses después de los acontecimientos vividos, por lo cual son relatos muy descriptivos de los hechos. Son de tal fuerza emotiva que Larronde y Gamboa decidieron publicarlos tal y como les habían llegado, en su estado original.
El Diputado General tuvo a su cargo la presentación en euskera con la particularidad que había escrito el Prefacio del libro. Al terminar le dije si había leído el del Hermano de la Salle, Ignacio Olabeaga, tío de mi ama y que le había dado clase a su aita y a él en Zarautz. Por esta razón, el franquismo le expulsó de la localidad. José Angel Iribar también había sido alumno suyo. El hermano Ignacio, en la parte final de su vida, dirigió los cánticos de aquellas misas-mitin de los domingos en San Antón de Bilbao con su párroco Don Claudio Gallastegi.
EL TESTIMONIO DEL HERMANO IGNACIO
Don José Miguel de Barandiarán recogió en breves líneas su testimonio. Dice así:
“Informe nº 3 bis
Informe de Ignacio OLABEAGA
(15 de noviembre de 1936)
Nombre y apellidos del comunicante D. Ignacio Olabeaga, de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, natural de San Sebastián.
Este religioso ha salido estos días de Guipúzcoa, desterrado por los militares del bando faccioso: así nos lo asegura. Hoy la comida en el monasterio de Belloc, donde yo me hospedo. Dice también que las autoridades militares han ordenado que en las casa o colegios regentados por los HH. De la Doctrina Cristiana en Guipúzcoa y en Vizcaya no haya ningún religioso guipuzcoano ni vizcaíno; así es que todos salen al destierro. Añade que en Tolosa han sido enterrados 113 individuos fusilados por las autoridades militares; en Hernani, 150. En Andoain los fusilados por las autoridades militares son 12.
Monasterio de Belloc, 15 de noviembre de 1936
(firma comunicante)
La precedente declaración se la oí yo al citado Hermano Olabeaga y la apunté al momento.”
Creo que en Tolosa y en Hernani deberían de trabajar para saber dónde están enterrados los fusilados sobre los que el Hermano Ignacio le informa a Barandiarán. También se ve la persecución habida contra los Hermanos de la Salle vascos. El libro merece la pena.
Pregunté si se iba a repartir bien. Me dijeron que estaría en las librerías y en las Bibliotecas. Son 136 testimonios interesantísimos que dan material de sobra para varios libros sobre la represión del régimen.
EL PREFACIO DE GONZÁLEZ DE TXABARRI
El Diputado General de Gipuzkoa abrió el acto y explicó el porqué de la publicación. La víspera había presentado uno similar con los diarios de D. José Miguel de Barandiarán hasta 1936, y ese viernes 31, estos testimonios políticos que de alguna manera desmienten esa imagen que se tiene del sabio de Ataun únicamente preocupado por la antropología del cuaternario.
González de Txabarri explicó de qué se trataba:
“Este libro es un intento de ofrecer una aportación diferente para el análisis del exilio vasco a Iparralde tras la guerra de 1936, a través del testimonio directo de 136 exiliados que constituyen una muestra cualificada del conjunto del exilio vasco. Cada uno tuvo su papel antes, durante y tras la Guerra Civil. A todos les une su condición de perdedores y exiliados, les une sobre todo la participación en vivencias humanas descarnadas y en la necesidad vital de reorganizar la propia vida personal.
En demasiadas ocasiones las guerras, los enfrentamientos, los conflictos… se analizan desde el punto de vista de los ganadores, y de entre éstos, se toma en consideración la posición de los generales, del mando, de la jerarquía dominante. El libro-testimonio que “Bidasoa” presenta resulta atípico desde dichas consideraciones. Los protagonistas a los que se les ofrece la posibilidad de ofrecer su testimonio son los perdedores, y entre los perdedores, se recurre al soldado, al gudari, al militantes… lo que confiere al relato humanidad, sinceridad, desgarro, y una perspectiva diferente, a ras de tierra, de lo que realmente supone el exilio, tras la pérdida de una guerra.
El testimonio de estos 136 ciudadanos que se desnudan al responder al cuestionario mueve a la reflexión sobre la profundidad de la tragedia sufrida y supone una aportación decisiva en clave humana para comprender la magnitud y la dimensión real del exilio, desde la perspectiva del gudari perdedor, en clave de testimonio humano a flor de piel.
Los testimonios directos, crudos, sinceros… constituyen el núcleo de esta obra. La lectura de los mismos sobrecoge sobremanera ganándose al lector entre tanta frustración y deshumanización .Homo hominis lupus. El sociólogo, el etnógrafo, la persona que actúa de confesor, el entrevistador cercano y humano que aplica el cuestionario, parece que pasa desapercibido. Ahí radica básicamente la maestría y la profesionalidad de un científico excepcional. La obra inédita que ahora publica “Bidasoa”, está recopilada por el gran sabio de Ataun, Don José Miguel de Barandiarán.
El patriarca ataundarra tuvo que exilarse a Sara (Lapurdi) en 1936. Contaba a la sazón 47 años y se encontraba en plena madurez personal y científica. Discípulo de Telesforo de Aranzadi, había centrado su labor científica en la arqueología, la etnografía y la prehistoria. Fundó en 1921 el “Anuario de Eusko Folklore” en Vitoria, que con el tiempo se convirtió en un fecundo laboratorio de etnología. Para 1934 había publicado uno de sus libros de referencia “El hombre primitivo en el País Vasco”. Entre los más de 246 títulos distintos que publicó a la largo de su vida entre libros, folletos, monografías y artículos, se encuentra el publicado en 1924, “Nacimiento y expansión de los fenómenos sociales”.
Aunque los estudios sobre exploración de cuevas y yacimientos constituyen el grueso de la obra científica de Don José Miguel de Barandiarán, a lo largo y ancho de su obra está muy presentE su preocupación por la persona, por la sociedad. El científico humanista dirige su atenta mirada al vasco, a la sociedad vasca en el contexto mundial plagado de conflictos en el que vive a caballo entre los siglos XIX y XX.
El exilio supone siempre ruptura, desazón, descontextualización en un ambiente generalizado de derrota e incomprensión. A la vista está que el científico-humanista Barandiarán sacó fuerzas de flaqueza e hizo de la necesidad virtud, poniéndose manos a la obra a recoger, clarificar y sistematizar los testimonios de conciudadanos suyos en una situación similar a la que él mismo estaba padeciendo: el exilio. Son 136 personas que él conoce, que siente muy cercanas, y que, en su conjunto, representan un colectiva que acaba de sufrir experiencias dominadas por el miedo, la angustia y la frustración personal y colectiva, y que intentan seguir adelante y reorganizarse apoyados en la ayuda mutua y el trabajo con enfermos, refugiados… La obra de “Bidasoa”, además de presentar el testimonio vivo de estos 136 exiliados vascos, muestra la mano maestra del etnólogo trabajando codo con codo con personas ricas en experiencias dramáticas. Don José Miguel de Barandiarán realiza una labor de campo extraordinario, recogiendo testimonios de primera mano con el rigor, la metódica y la fidelidad que preside toda su obra en la recepción y trascripción de datos.
La sociedad actual se caracteriza, entre otros rasgos, por su amnesia. Una particular amnesia preside paradójicamente la vida de los ciudadanos de la sociedad de la tecnología y de la información, ciudadanos colgados a la red de redes y pendientes del último informativo de las cadenas de televisión, incapaces de recordar los titulares de la prensa de la víspera. Dicen los expertos que los actuales telespectadores padecen síntomas de Alzheimer: la capacidad de retentiva de los principales acontecimientos sociales –incluso de los más dramáticos e impresionantes- apenas conoce periodos de días o semanas.
(…)
La obra que tiene entre tus manos, lector, constituye un testimonio vivo, un alegato en defensa de la memoria histórica y la reivindicación de los derechos humanos. No me queda por ello sino felicitar muy sinceramente a “Bidasoa” por esta su nueva aportación a la historiografía vasca. Felicitación colectiva al Instituto, y felicitación personalizada a Jean Claude Larronde y a José María de Gamboa por su esfuerzo y dedicación desde el rigor académico y la militancia activa, a mantener entre nosotros viva la llama de la memoria histórica y los derechos humanos. Zorionak eta eskerrik asko!
Joxe Joan González de Txabarri
Diputado General de Gipuzkoa”
EN EL SALÓN DEL TRONO
La recepción tras el acto fue en el Salón del Trono de la Diputación de Gipuzkoa. Al Diputado General tras felicitarle por su Prefacio le comenté que por qué no le cambiaba el nombre del Salón del Trono y se lo dedicaban a Leizaola que había sido Lehendakari, diputado por Gipuzkoa, Consejero de Justicia y Cultura, creador de la Universidad Vasca y secretario de las misma Diputación. Me dijo que la memoria era la memoria y me enseñó otra habitación en la que había dos cuadros, uno de la reina María Cristina y otro de su nieto Juan Carlos junto al auténtico Trono que seguramente se usaría pues no en vano Donosti fue Corte de verano. En el territorio del abertzalismo reivindicador tenemos estas cosas monárquicas por todas partes. Le recordé cómo en aquella Diputación se celebró la firma del estatuto catalán en 1932 como consecuencia del Pacto de San Sebastián y de cómo el propio Leizaola había salido en aquel acto al balcón enarbolando la ikurriña con gran protesta de Indalecio Prieto. Pero no le convencí. Me dijo que a Leizaola le iban a dedicar una estatua pero el escultor les está incumpliendo todas las fechas de entrega.
Bueno, el caso es que después hubo un piscolabis y allí saludé a Iñaki Galdós, a Apalategui, a la hija de D. Manuel Intxausti que me preguntó por el socialista Miguel Angel Martínez. Yo le había nombrado en un artículo pues éste me había contado que el PNV le había pasado por monte y se había refugiado en casa de las hijas de D. Manuel y les había dicho que pronto entrarían a Euzkadi con una gran bandera republicana. Saludé a Imanol Olaizola quien me recordó cómo en 1945 habían organizado en el Kursaal un acto de Saski Naski y que el gerente Odriozola le había enseñado las vigas quebradas de aquel recinto ya que allí había estado expuesto material de guerra “capturado al enemigo” (Tanques, cañones, cohetes, etc.). Por allí andaba Altuna, el de Aranzadi y discípulo de D. José Miguel y Paco Garmendia. También los tertulianos de lo que llaman la Carbonera (Joseba Leizaola, Bujanda, Valentín Peñalva, Sansinenena, Alday), Castells y Gurutz Jáuregui, Joseba Aguirre, quien me dijo que el 26 de abril viene para el acto en Gernika en homenaje a Steer el hijo del periodista, José Mari Muñoa, Beloki, el P. Juanjo Aguirre, Amundarain y gente de las que son de toda la vida, es decir, de las que están a las duras y a las maduras.
La Diputación de Gipuzkoa lo hizo muy bien y la gente se fue contenta a casa con una bolsa negra con el libro dentro de los 136 testimonios de D. José Miguel de Barandiarán, que recomiendo vivamente. Seguramente aparecerá algún familiar de usted.