Iñaki Anasagasti
16Abril
2006
16 |
Opinión

ARGUMENTOS PARA UN DEBATE

Iñaki Anasagasti
Abril 16 | 2006 |
Opinión

Según me dicen, Arnaldo Otegi no es elemento de dirección en el mundo de Batasuna porque, al parecer, los que de verdad mandan son los que sirven de enlace con lo que ellos llaman la Organización. Así, escrito con elocuentes mayúscula.
Sin embargo, desde el punto de vista mediático, sea mascarón de proa o no, Otegi es un referente fundamental con sus múltiples apariciones en los medios y su inusitado protagonismo ruedaprenseril. No es que trabaje mucho, sino que vive para la pantalla. Todo lo que hace –todo− está diseñado para la antena. De ahí su omnipresencia en los medios. En Euzkadi es, con diferencia, el busto parlante que con más frecuencia aparece en las pantallas de televisión. Mucho más que el Lehendakari. Es un caso insólito en la Europa Occidental. Su imagen es tan habitual en los informativos de ETB, que muchos conocen a la televisión pública vasca como Otegi Telebista.
 
El caso es que, el pasado 31 de marzo, el periódico GARA le dedicó cuatro largas páginas de entrevista. ¿Tanta esfuerzo argumental hace falta para convencer a la izquierda abertzale de lo que están haciendo? ¿Tan poco convencidos están de lo que hacen? No me extrañaría nada que, dentro de poco, Otegi  publique otro libro parecido al que promociona en la actualidad. Con reflexiones –más bien consignas- fácilmente rebatibles pero que en su mundo se siguen como si fueran las tablas de le ley.
 
LA PACIENTE IMPACIENCIA
 
En esta entrevista Otegi resalta con énfasis “una reflexión y un concepto que en su día utilizó Tomas Borge en la revolución nicaragüense: la paciente impaciencia”. El debe estar en eso. En la revolución nicaragüense. Somos muchos en Euzkadi los que ansiamos que llegue el momento de descubrir de una vez lo que Otegi y los suyos esconden tras la genérica consigna de la “izquierda”; tan presente en sus escritos y declaraciones, pero tan enigmática y críptica, siempre. Ellos insisten una y otra vez en la necesidad de construir Euzkadi −perdón, Euskal Herria, como los carlistas y requetés− desde la izquierda. Lo que nunca hacen es concretar lo que entienden por izquierda. En su boca, la referencia a la izquierda es un eufemismo que, sin duda, encubre intransigencia y autoritarismo.
 
Cuando apareció EHAK, hace ahora un año, Otegi expresó públicamente su satisfacción por el hecho de que resurgiera entre nosotros un partido comunista; un partido, por cierto, cuyo ideario es el mismo que, durante décadas llevó a Stalin a aniquilar disidentes y destruir pueblos con los más crueles y expeditivos procedimientos. Que les pregunten a los estonios, letones  y lituanos. Que les pregunten a los ucranianos, bielorrusos y a los naturales de las restantes repúblicas forzosamente sovietizadas.
 
Cada vez somos más los que nos preguntamos cuales son las verdaderas intenciones que abrigan Otegi y compañía cuando apelan vagamente a la izquierda, erigiéndola en la clave desde la que pretenden construir Euskal Herria. ¿Cómo construirían la nación vasca Otegi y los suyos en el supuesto de que se hiciesen con el Poder?; ¿como Stalin construyó la URSS?; ¿Como Mao construyó la China comunista?; ¿como Castro ha construido la Cuba en la que cientos de disidentes son encarcelados sólo por escribir poemas críticos con las políticas liberticidas del comandante?; ¿como Hugo Chávez pretende construir la Venezuela bolivariana? Me gustaría muchísimo escuchar sus respuestas. Aunque mucho me temo que, si me pongo a esperarlas, no será precisamente Otegi, sino yo, y conmigo muchísimos ciudadanos vascos, los que tengamos que practicar la “paciente impaciencia” del revolucionario nicaragüense que tanto encandila a Arnaldo.
 
De la interminable entrevista que concede a GARA, quisiera entresacar algunos elementos para dedicarles un breve comentario.
 
¿DÓNDE ESTÁ LA FORTALEZA DE LA IZQUIERDA ABERTZALE?
 
En un ejemplo paradigmático de lo que debe ser una pregunta complaciente, el entrevistador interroga al líder: “¿Dónde está la fortaleza de la izquierda abertzale?”. Su respuesta no se deja esperar:
 
“Está en haber derrotado la transición política española, en haber puesto en crisis los marcos políticos, en haber instalado en el debate político el derecho a decidir y la territorialidad, y en saber que hoy la mayoría del pueblo vasco acepta con naturalidad que Euskal Herria es una nación de siete territorios, plural, y con derecho a decidir en paz y en libertad. Esa es la gran victoria.
 
Nos tenemos que dar cuenta por un lado de que el Estado y el PNV tienen interés en hacer ver que este proceso es de “paz por presos”, cuando nosotros insistimos en que es un proceso de “paz por democracia y justicia para el pueblo vasco”.
 
Por lo que se ve Sabino Arana no ha existido por lo que pese a la grandilocuencia del tono –tanto propia de Stalin o de Mao- la respuesta de Arnaldo es absurda y carece del más mínimo fundamento. La izquierda abertzale no ha derrotado la transición política española. Todo lo contrario. La acaba de aceptar. Acaba de asumir que, tras 30 años de sangre, violencia, destrucción y sufrimientos inenarrables, su actuación política no ha conseguido más que mancillar la causa nacional vasca ante la opinión pública internacional. Nada más. Insisto, nada más. Sólo destrucción, sufrimiento y desprestigio para todo lo vasco. Cuando leo a Otegi proclamar que la izquierda abertzale ha derrotado la transición política española, me viene a la memoria una fábula de Samaniego que dice así:
 
 
El león vencido por el hombre
 
Cierto artífice pintó
una lucha, en que, valiente,
un hombre tan solamente
a un horrible León venció.
Otro león, que el cuadro vio,
sin preguntar por su autor,
en un tono despreciador
dijo:
-        Bien se deja ver
que es pintar como querer,
y no fue león el pintor.
 
 
Justo en el momento en el que la izquierda abertzale se apea de la tosca estrategia que ha llevado a cabo durante los últimos 30 años; justo ahora que la izquierda abertzale despierta del sueño infantil en el que se encontraba sumida y empieza a asomarse al mundo de la madurez política; justo ahora que se pone en evidencia ante todo el mundo el fracaso de sus apuestas políticas, nos pretende hacer creer, contra toda evidencia que, ella sola, sin ayuda de nadie, “a un horrible León venció”.  Es increíble. ¿Habrá alguien que pueda tragarse semejante rueda de molino? Todavía retumban en mis oídos los ecos de las carcajadas que sonaron en la Moncloa cuando leyeron la entrevista de Otegi. Al igual que el otro león de la fábula, en la Moncloa deben estar comentando jocosos que “es pintar como querer”, y que el cuadro que Otegi y sus seguidores están pintando es el cuadro que quieren. El que ansían. El que necesitan irremisiblemente para dar satisfacción a su parroquia. Pero un cuadro que es irreal. Que no tiene correspondencia con la realidad.
 
DERECHO A DECIDIR Y TERRITORIALIDAD
 
Otegi dice que es la izquierda abertzale la que ha instalado en el debate político el derecho a decidir y la territorialidad. Una vez más habrá que recordarle, con Samaniego, “que es pintar como querer”. Para reivindicar el derecho de autodeterminación del pueblo vasco y defender la democrática incorporación de Nafarroa a un proyecto común con el resto de los territorios vascos, no hacía falta asesinar, ni secuestrar, ni extorsionar, ni quemar cajeros automáticos, ni destruir autobuses, ni difundir el miedo en la población. El PNV lo ha tenido claro desde un principio. Y durante las últimas décadas viene haciendo ambas cosas sin necesidad de amenazar o amedrentar a nadie; con razones, con argumentos, con la palabra y, en última instancia, asumiendo el veredicto de las urnas, que es la suprema razón de la democracia. Cuando gusta y cuando no gusta. Pero claro, la izquierda abertzale quería alcanzar esos objetivos sin las incomodidades que impone la democracia: Siguiendo los procedimientos de Stalin, de Mao y de Castro; los de la “revolución nicaragüense”, que son mucho más rápidos y eficaces, aunque desconozcan el valor de la persuasión y el decisivo papel que corresponde al voto en democracia.
 
Otegi y sus comandos descubren ahora -30 años y ochocientos muertos después- que, para hacer política como la hacemos todos los demás, no les queda más remedio que aceptar, aunque no sea más que como punto de partida, el marco político resultante de la transición política española. ¡Cuánto sufrimiento nos hubiésemos podido ahorrar si esto que la izquierda abertzale descubre ahora lo hubiese hecho 30 años atrás! ¡Cuánto hubiese ganado la causa nacional vasca ante la opinión pública mundial, si nadie hubiese pretendido contaminar sus legítimas reivindicaciones con métodos antidemocráticos!
 
El problema es que Otegi y los suyos no pueden reconocer abiertamente esta cruda realidad. Necesitan convertir su derrota en un gran triunfo y para ello se empeñan en construir una realidad virtual que les permita lavar la cara ante su parroquia. Sólo así se explican sus ridículas consideraciones sobre la presunta fortaleza de la izquierda abertzale. Como el artífice de la fábula, piensan que “es pintar como querer” y pintan lo que quieren, no lo que todo el mundo ve. Se pintan a sí mismos derrotando la transición política española cuando todos los demás les vemos reconociendo que no pueden con el león.
 
¿LA GRAN VICTORIA?
 
En la entrevista, Otegi dice, también, que gracias a la izquierda abertzale, “hoy, la mayoría del pueblo vasco acepta con naturalidad que Euskal Herria es una nación de siete territorios, plural, y con derecho a decidir en paz y en libertad. Esa es la gran victoria”. Otro absurdo. La mayoría del pueblo vasco que hoy acepta “con naturalidad” lo que dice Otegi es, básicamente, nos guste o no a los abertzales, muy parecida a la que aceptaba estos postulado hace tres décadas. Es más. En Nafarroa e Iparralde, esa aceptación es, hoy, incluso menor que entonces, gracias a los expeditivos métodos que los amigos de la revolución nicaragüense han venido utilizando durante los últimos años para convencerles. “Esa es la gran victoria”; concluye Otegi. Si esa es la gran victoria, me gustaría saber cual es la gran derrota.
 
Otegi dice que la vasca es una nación “plural”, que goza del “derecho a decidir en paz y en libertad”. Lo que no dice es que, una buena parte de los vascos que integran esa “pluralidad”, niegan que su nación sea la vasca y niegan todavía más rotundamente que esa nación a la que dicen no pertenecer, tenga “derecho a decidir en paz y en libertad”. No creo necesario argumentar esta realidad, ¿verdad?. Basta escuchar a Sanz, presidente de Nafarroa con mayoría absoluta y a los máximos responsables del 2º y el 3º partido de la CAPV, que son el PSOE y el PP. Esa es la realidad, le guste a Otegi o no le guste. Y ese es el marco en el que la izquierda abertzale tendrá que formular, en el próximo futuro, sus mensajes de simpatía hacia la “revolución sandinista”. Pero ahora sin amenazas; sin extorsiones. Como todos los demás.
 
Pero Otegi es más incisivo en las siguientes líneas. He aquí lo que dice a sobre el PNV:
 
“El PNV es percibido ahora mismo por el pueblo vasco como un partido dividido en dos, pero hay que tener en cuenta que manda quien manda, y quien manda no son precisamente los sectores más entusiastas con la situación de Lizarra-Garazi. No esperamos grandes cosas del PNV. Esperamos que en primer lugar va a ser un aliado fiel del Estado, y que por lo tanto va a jugar más a ser quien intente hacer la síntesis entre las posiciones del PSOE y la izquierda abertzale que a mantener posiciones firmes en términos democráticos y nacionales. Con eso hay que contar. Pero otra cosa es si ese PNV tiene capacidad de maniobra o no para hacer una chapuza como hace 30 años. Y pensamos que no la tiene. La única garantía para que eso no se vuelva a repetir es que haya un polo popular, yo diría que mayoritario, que plantee desde el inicio una posición firme de defensa de Euskal Herria como nación y del derecho a decidir. No le podemos permitir al PNV bajar de ahí en esa mesa de negociación. A partir de eso, tenemos bastante claro que el PNV de Imaz, el de la Declaración de San Ignacio, el que nos apaleó en Santurtzi y Portugalete, es un PNV que va a jugar de aliado con el Estado, porque el único objetivo que tiene en ese proceso es que si se puede alcanzar un escenario de no-conflicto tiene que seguir gestionando las instituciones de Gasteiz y haciendo negocio”.
 
Es divertido ver a Otegi acusar al PNV de “aliado fiel del Estado”. En el fragmento trascrito lo dice en dos ocasiones. Otegi lleva varios meses jactándose de haber mantenido relaciones con el PSOE y expresando su deseo de intensificar esas relaciones en el futuro, pero acusa al PNV de ser un “aliado fiel del Estado”. Pero, ¿quién es el Estado sino ese mismo PSOE con el que Otegi dice una y otra vez que desea intensificar relaciones? ¿Quién es el Estado sino ese presidente Zapatero que Otegi desea blindar a ultranza? Advierto en Otegi los mismos juegos semánticos que le sirvieron a Mao para conducir la revolución. Cuando luchaba contra la despótica autoridad del granjero, Napoleón, el cerdo-jefe de la granja de George Orwell, postulaba la destrucción de los bípedos opresores, reivindicando la grandeza de los cuadrúpedos. Pero cuando se hizo con el mando, quiso diferenciarse de los ruines cuadrúpedos, elevándose, como los seres humanos, sobre las dos patas traseras. Sospecho que Arnaldo quiere aplicarnos la misma medicina. Como todo el mundo sabe que está en arreglos con el PSOE, Otegi no puede acusar al PNV de ser aliado de los socialistas. Por eso le acusa de ser “aliado fiel del Estado”. Como si, hoy y aquí, aliarse con el PSOE o aliarse con el Estado fuesen cosas cualitativamente distintas.
 
EL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN
 
Por lo demás, Otegi sigue aquí vendiéndonos una vez más que ha matado al león. Una ficción. Líneas arriba había dicho que no estamos sumidos en un proceso de “paz por presos” -como, según él, pretenden el PNV y una vez más, “el Estado”- sino en un proceso de “paz por democracia y justicia para el pueblo vasco”. Bien. Vale. Luego, si entiendo bien, lo que ha la izquierda abertzale ha pactado con Zapatero es un acuerdo “de paz por democracia y justicia para el pueblo vasco”, entendiendo por democracia y justicia, el pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación. Si esto es así, ¡chapeau! No hay nada que objetar. ¡Felicidades, Arnaldo!. ¡Ejercitemos ya, de una vez, el derecho de autodeterminación que la izquierda abertzale, contra todo pronóstico, ha conseguido arrancar a Zapatero!
 
El problema es que, inmediatamente después de la contundente aseveración de Otegi, viene la inevitable rebaja. Lo que la izquierda abertzale ha pactado con Zapatero no garantiza, al parecer, “la democracia y justicia para el pueblo vasco”. Líneas arriba nos había dicho que el proceso que hemos iniciado es un proceso de “paz por democracia y justicia para el pueblo vasco”, pero ahora nos dice que “la democracia y la justicia para el pueblo vasco” no están garantizadas con este proceso. Luego…si no las garantiza…es falso que el proceso actual sea de “paz por democracia y justicia para el pueblo vasco”, ¿no? Primero vendrá la paz, a cambio de un cierto tratamiento para los presos y luego… no vendrá “la democracia y la justicia para el pueblo vasco”, sino que habrá que luchar para conseguirlas. Y la pregunta es…¿para semejante viaje hacía falta tanta alforja? ¿No podían haber hecho lo mismo hace 30 años? ¿No podían haber ahorrado a este país todos los sufrimientos que le han causado en tres largas décadas de sangre y destrucción?

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