Intervención
23Febrero
2004
23 |
Intervención

JOSU JON IMAZ
Gernika-Lumo

Intervención
Febrero 23 | 2004 |
Intervención

Hoy, hombres y mujeres de EAJ-PNV, nos reunimos en Gernika para reivindicar la defensa de las libertades, los derechos para todas las personas y el autogobierno de los vascos.
Lo hacemos en un día especial, ya que tal día como hoy, hace 23 años, vivimos un momento de agresión a la democracia. El golpe afortunadamente fracasó, pero a partir del mismo se inició una larga etapa de involución política que hoy queremos remarcar aquí, en Gernika, villa símbolo del autogobierno de los vascos.
 
Se rompían consensos básicos para la convivencia de los pueblos y naciones que componemos el Estado. Consensos  de equilibrio político que, en buena medida, habían posibilitado el establecimiento de un marco constitucional de libertades que auguraba un nuevo tiempo democrático en el conjunto del Estado español.
 
Gernika es el símbolo del autogobierno de los vascos. El Estatuto de Gernika, fue fruto del ansia de autogobierno del pueblo vasco y surgió del impulso de la sociedad vasca. El Estatuto de Gernika nació conceptualmente como un pacto entre la sociedad vasca y el Estado español. Era la solución adecuada para aquel momento histórico. El Estatuto incluía –y sigue incluyendo-- una reserva de derechos en su disposición adicional, que reza literalmente “La aceptación del régimen de autonomía que se establece en el presente Estatuto, no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que como tal de hubieran podido corresponder en virtud de su historia, que podrán ser actualizados de acuerdo con lo que establezca el ordenamiento jurídico”. El apoyo de amplios sectores de la sociedad vasca al Estatuto de Gernika descansó sobre esta consideración de partida. Y por el contrario, los sectores centralistas más intransigentes lo rechazó también por esa razón. Su monolítica idea de la unidad de España no toleraba la creación de un marco abierto y democrático que permitiera a Euskadi iniciar un camino hacia su autogobierno, que no estuviera acotado por unos límites claros, taxativos y suficientemente controlados por el poder central del Estado.
 
Veinticinco años después, partes importantes del Estatuto siguen sin cumplirse. Competencias atribuidas a Euskadi, siguen siendo normas a las que no se ha dotado de contenido real. Sus numerosas previsiones singulares han sido ignoradas o meticulosamente limadas a través de legislación básica para hacer posible su forzado ajuste a un modelo de organización territorial que poco tiene que ver con el pactado en octubre de 1979.
 
La frescura, la espontaneidad y la fuerza del Estatuto de Gernika han quedado apresadas en la estrecha maraña de un rígido marco uniformizador diseñado por el Estado y avalado por el Tribunal Constitucional, con el fin, no sólo burocrático, sino también político, de instituir un modelo simétrico y ordenado de organización territorial.
 
Al incumplimiento de un marco de autogobierno, cuyos mecanismos de desarrollo y adaptación han quedado inutilizados, se ha añadido un pseudo-desarrollo sometido a un proceso perverso, consistente en poner precio político a las transferencias a la vez que se horadaban los niveles de autogobierno legalmente reconocidos y refrendados en las urnas. Todo ello nos obliga a recapitular, a apostar por renovar los acuerdos sobre el camino a seguir. Es el momento de abordar la resolución de la normalización de la sociedad vasca, de cerrar aquella transición de 1978 que articuló un marco de entendimiento y convivencia en la sociedad española, pero que no ha resuelto la articulación de un espacio de entendimiento entre la sociedad vasca y el Estado español.
 
Coincidiendo con el vigésimo cuarto aniversario del Estatuto de Gernika, la propuesta de Nuevo Estatuto Político, aprobada por el Gobierno Vasco el 25 de octubre de 2003 y presentada para su debate en el Parlamento, es una mano tendida a la convivencia. Pretende renovar un pacto, entre Euskadi y el Estado, para que podamos alcanzar una solución política respecto encaje de Euskadi en el Estado desde la aceptación de la plurinacionalidad del mismo, concepto esbozado en el texto constitucional pero no desarrollado en ningún momento.
 
El Nuevo Estatuto Político aborda la construcción de una nación vasca cívica. Una nación de ciudadanas y ciudadanos. Una nación compuesta por todos los que allí vivimos, independientemente de que hayamos nacido en Vitoria-Gasteiz, Basauri, en Aretxabaleta, en Calatayud, en Barco de Avila o en Senegal. En la que todos y todas tenemos los mismos derechos civiles y políticos, y en la que todos los ciudadanos son nacionales precisamente por el hecho de ser. Un proyecto en el que el principal nexo de unión entre todas las personas que componemos Euskadi no es el vínculo de donde venimos, sino a donde queremos ir. Una sociedad en la que por encima de los derechos que la historia otorga, el futuro se sustenta sobre la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas de compartir un proyecto y de construir un porvenir común para una convivencia conjunta. En definitiva, una nación cívica, de ciudadanos libres, que compartimos presente y que queremos construir el futuro juntos, que tenemos derecho a expresar libremente nuestra voluntad y a construir sobre ella nuestro status político.
 
Este es el núcleo del Nuevo Estatuto Político que proponemos. Una propuesta que, aunque el aparato político de Aznar la ha definido como rupturista, no busca otro objetivo que la convivencia de la sociedad vasca con el Estado. Mediante la renovación de un pacto, que queremos reivindicar aquí en Gernika, villa símbolo del pacto del pueblo vasco con el Estado, desde el respeto a nuestro propio autogobierno. Se la ha tildado de ilegítima, pero su legitimidad se basa en el deseo de la sociedad vasca, y su legalidad en la capacidad que el artículo 46 del Estatuto de Gernika otorga al Gobierno vasco para presentar un texto de reforma del autogobierno. Desde la concepción de pacto, el nuevo Estatuto Político desarrolla una propuesta moderna, progresista, que respeta la voluntad de los ciudadanos y que recoge formulaciones avanzadas para que las constituciones y los textos sirvan para resolver problemas y no para frenar la voluntad de las sociedades.
 
La propuesta de nuevo Estatuto Político trata de abordar la convivencia entre Euskadi y el Estado con estos parámetros. Con soluciones del siglo XXI a problemas enquistados desde principios del siglo XIX e incluso antes. Quiero subrayar hoy, aquí, nuestra mano tendida a buscar una solución que resuelva el problema de normalización de la sociedad vasca y que permita una relación amable, de afectividad y convivencia entre Euskadi y el Estado español. Sólo el respeto mutuo, el diálogo, el debate y el respeto a la voluntad de los ciudadanos pueden ser las herramientas para alcanzar este objetivo.
 
Un objetivo que debe ser alcanzado y refrendado por los ciudadanos en una sociedad en paz y libertad. La violencia, el terror, el chantaje, la extorsión y la amenaza son una lacra que exige tolerancia cero en nuestra sociedad. No hay nación libre sin ciudadanos libres. Y en esta villa símbolo de las libertades y de la paz, quiero subrayar que para nosotros es prioritario el erradicar de una vez por todas la violencia de ETA de la sociedad vasca, porque ETA, además de ser una generadora de dolor y sufrimiento, es el mayor obstáculo para que los vascos podamos decidir nuestro futuro en paz y libertad.
 
Y vamos a conseguirlo. Porque nuestro futuro debe ser construido atendiendo solamente a la voluntad de los ciudadanos, y bajo ningún concepto podemos permitir que nuestro porvenir sea decidido por violentos que no representan a nadie, y que la única contribución que pueden hacer a la sociedad vasca es la de su desaparición definitiva.
 
Pero, no sólo el autogobierno vasco ha resultado convaleciente de la involución política vivida y practicada con mayor o menor responsabilidad por los dos principales partidos gobernantes en España en todo este tiempo.
 
En los últimos años, al amparo de la mayoría absoluta del Partido Popular, y del seguidismo del Partido Socialista, se ha producido en todo el Estado español un retroceso básico en el marco general de los derechos civiles.
 
La uniformización de las ideas; la utilización de los tres poderes del Estado de derecho en una estrategia común de orientación política; la utilización  de la mayoría parlamentaria para modificar subrepticiamente normas de rango superior, penalizando conductas democráticas como pueden ser la utilización de la consulta popular; la instrumentalización de las instituciones de Justicia para invadir ámbitos jurisdiccionales de otros poderes – el caso del Parlamento Vasco- ; el cambio arbitrario de magistrados tendente a conseguir una orientación doctrinal determinada o la negación del diálogo como rasgo diferenciador del comportamiento institucional democrático son algunos de los gravísimos comportamientos autoritarios de la reciente etapa que hemos padecido.
 
Se han violentado reiteradas veces  derechos básicos como el de expresión, el de reunión, el de opinión o el de libertad política. Se ha eliminado de un plumazo el concepto garantista del Estado de derecho, eliminándose la presunción de inocencia. Se han cerrado periódicos, se han ilegalizado formaciones políticas, se ha imposibilitado el ejercicio electoral de una parte de la ciudadanía, y se ha hecho de la lucha contra el terrorismo una herramienta partidista.
 
Estos últimos años de gobierno autoritario de Jose María Aznar y del Partido Popular nos han situado, en lo que a libertades se refiere, en una posición preconstitucional.
 
Y en Euskadi en particular, este encogimiento democrático se ha sentido aún con más fuerza  en todos los planos de nuestra vida diaria. En la cultura, con unos ataques al euskera y a nuestro sistema educativo propios de tiempos pasados. En la política, con una satanización constante de cualquier planteamiento nacionalista democrático. En lo institucional, con un bloqueo a todo ámbito representativo de la sociedad vasca.  Y lo que es más grave, en la convivencia social, con una estrategia definida encaminada a la confrontación, al tensionamiento y a la ruptura.
 
En esta situación de recorte de libertades que padecemos, el Partido Nacionalista Vasco no puede olvidarse de la pervivencia de ETA y de su destructiva aportación a este cuadro involutivo. ETA sólo aporta a Euskadi sufrimiento, desolación, ruina y envilecimiento moral. Y además, ETA alimenta la estrategia de involución del PP, y juega siempre en el bando de la destrucción .
 
Tenemos ante nosotros, una nueva cita electoral de la que va a depender en buen grado, el agravamiento de este Estado de excepción no declarado o, por el contrario la conquista de nuevos espacios de libertad y de convivencia. Por ello apostamos por una presencia fuerte en Madrid, que permita impulsar la regeneración democrática y la libertad que EAJ-PNV defiende.
 
Algunos, con sus comunicados nauseabundos e inmorales han apostado claramente por revivir un pasado que amenaza  con romper la esperanza de paz y libertad de todos los vascos y vascas.
 
Nuestra alternativa, la alternativa del Partido Nacionalista Vasco, hoy como ayer,  está con la libertad, el respeto a todas las ideas  y a la voluntad de la sociedad vasca.
 
Frente al uniformismo ideológico queremos MÁS LIBERTAD.
Frente a la imposición, MÁS RESPETO Y TOLERANCIA
Frente al autoritarismo, MÁS DIÁLOGO
Frente a las nuevas amenazas, MÁS DEMOCRACIA.
Frente a la ruptura, MÁS ACUERDO
Frente al enfrentamiento, MÁS CONVIVENCIA.
Frente a la vuelta al pasado, queremos MÁS FUTURO, MÁS SOCIEDAD, MÁS PUEBLO, MÁS DECISIÓN, MÁS PARTICIPACIÓN, en definitiva, una EUSKADI construida entre todos, para todos, de forma libre y solidaria.
 
Ese es el compromiso de los hombres y mujeres del Partido Nacionalista Vasco. Lo ha sido siempre así, y lo seguirá siendo. Defenderemos el derecho y la libertad de todos ciudadanos de este país, y bajo el árbol de Gernika, proclamamos solemnemente que nos comprometemos a impulsar una regeneración democrática y un pacto para la convivencia y el autogobierno que nos permita construir una nación libre de ciudadanos libres. Una nación en la que nos una fundamentalmente nuestra voluntad de compartir un futuro mejor y, que la misma pueda ser expresada libremente.
 
Gora Euskadi askatuta!.
 
En Gernika a 23 de Febrero de 2004

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