No deja de hacerme gracia que a los nacionalistas se nos tilde de incoherentes o de vivir en partidos que tienen en su seno sensibilidades distintas. No niego que tengamos chispazos de estas cosas pero comparando con lo que ocurre en el PSOE, somos los reyes del mambo. Lo estamos viendo diariamente en un PSOE angustiado por la discusión estatutaria catalana y lo vemos cada día con casos distintos, encuestas incluidas y rechazo interno a la figura del cuestionado ministro Montilla.
Pongo dos ejemplos.
No andan bien las relaciones con el ministro Bono. Si Maragall dijo en público que no había un socialista con mejor discurso del PP, su viaje a Filipinas ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de Moncloa y Exteriores.
En efecto.
Tras nuestro viaje parlamentario a Manila en abril de 2005 para participar en la conferencia de la UIP donde tuvimos oportunidad de estar en el corredor de la muerte con Paco Larrañaga, la campaña del periódico QUE, las cartas de los obispos y el Lehendakari, la reunión de Moratinos con el ministro de Exteriores filipino, los cientos de miles de firmas recogidas y de las resoluciones parlamentarias aprobadas pidiendo justicia sin haber logrado más que la promesa de la presidenta filipina, Gloria Macapagal, de que mientras ella dirija el país no se le ejecutará a Larrañaga, así las cosas, nos sale ahora Bono, desde el antedespacho de la president llamando a la familia para decirles exactamente lo mismo pero ante las cámaras de TV. Urbi et orbi.
Moncloa, a la que se le acumulan las desavenencias con Bono, salió diciendo que no había nada nuevo en las informaciones del ministro de Defensa, reflexión que se unió a las de la familia que esperaban algo más, sobre todo cuando uno de los policías que habían trabajado en la instrucción del caso había dicho, hacía una semana, que el nombre de Paco Larrañaga se había incorporado con posterioridad.
Tensiones, pues, las hay entre dos ministerios tan significativos como Exteriores y Defensa y no solo en eso, sino también con las operaciones en Haití, con la venta de armas a Venezuela, con la forma como se anunció el aumento de sueldo a los militares.
Y eso no solo pasa con Bono, pues ahí está también Paco Vázquez, alcalde de A Coruña, socialista como Bono, que nunca quiso en Galicia un pacto entre el BNG y su partido y se dedica a hacerle todos los días la puñeta a Touriño.
Lo acabamos de ver en algo que, teóricamente, el PSOE lo debía tener claro, pero Vázquez, no tanto. El alcalde coruñés se encuentra más a gusto con los visitantes del Pazo de Meiras que con su propia gente y con la defensa de algo tan obvio como quitar el recuerdo de un dictador cuanto antes. Y se dice socialista.
La última y significativa discusión entre el BNG y el PSOE fue en el pleno municipal de A Coruña volvió a servir para demostrar la habilidad que tiene Francisco Vázquez para desviar la atención mediática. Lo que tenía que ser un debate para retirar los símbolos franquistas de la ciudad, se remató con el anuncio del alcalde de presentar una denuncia contra el portavoz del BNG, Henrique Tello.
En el pleno del 7 de noviembre el BNG presentó una moción para que la corporación municipal aprobase la retirada de la estatua del fundador de la Legión, Millán Astray, así como que se cambie de nombre al hospital Juan Canalejo y la remoción del nombramiento, por parte del ayuntamiento de Francisco Franco como hijo adoptivo y predilectísimo de A Coruña. Entre las razones que adujo el BNG estaba el acuerdo de gobierno aprobado en la Xunta entre socialistas y nacionalistas que tiene como uno de sus dos puntos la recuperación de la memoria histórica.
“La Consejería de Cultura acaba de presentar en San Simón una programación titulada Un aniversario para recordar: 2006 el año de la memoria, que pretende desarrollar una amplia programación temática alrededor del setenta aniversario del comienzo de la Guerra Civil en Galicia que desencadenó represión, falta de libertades individuales y colectivas y silencio. La recuperación de la memoria es un acto de justicia social e histórica”, explicaba la moción presentada por el BNG.
Por estas razones, este grupo municipal pedía que se retirasen los más de cuarenta símbolos franquistas de la ciudad que constituyen “un homenaje a los que se levantaron en armas contra la legalidad constitucional republicana”. Además, los nacionalistas presentaron un escrito para que fuera admitido a debate que Juan Canalejo había sido fundador de la Falange coruñesa y responsable de asesinatos y saqueos de viviendas y propiedades privadas.
El PSOE y el PP en A Coruña se pusieron de acuerdo para impedir la tramitación de la moción del BNG. Pues bien, para que el asunto no tuviese protagonismo al día siguiente el alcalde desvió la atención de la cámara a otro tema. Antes de poner la discusión la moción de retirada de los símbolos franquistas, el pleno debatió sobre una reclamación que le hacía a la Agencia Tributaria el ayuntamiento para que le abone 740.450,4 euros de IVA.
Durante el debate, el portavoz del PSOE, Xabier Losada, acusó a Henrique Tello de mentir en el asunto del IVA y le pidió que le mirase a los ojos. El portavoz del Bloque le contestó que “no le miro a los ojos, señor Losada, porque no quiero hacer con usted escenas de sofá. A repartirse el dinero usted con otros. Hablo de la cafetería del Coliseum”.
Losada comenzó a pedir el amparo de Francisco Vázquez en alto: “señor alcalde, señor alcalde”. El regidor se dirigió a Tello pidiendo que retirase lo que acababa de decir. Tello le respondió con su silencio. Entonces el alcalde se dirigió al nacionalista diciéndole: “muy bien, no lo retira. En ese caso procédase a dar comunicación al Ministerio Fiscal de lo que ha dicho. Es usted un miserable. Que conste en acta que el alcalde le ha llamado miserable al portavoz del Bloque”. Tello le replicó: “y que vaya también al Ministerio Fiscal, señor alcalde”. Esta situación ya se había producido en mayo de 2004, cuando Vázquez amenazó a Tello con un expediente sancionador, pero el nacionalista no volvió a saber nada del asunto.
Dos ejemplos de éstos días en los que se puede afirmar que el PSOE chirría por sus costuras, pero por sobre todo una fotografía de la forma de actuar de dos conspicuos socialistas. ¿Problemas? Los de ellos. Y de relación y de fondo.