Opinión
23Octubre
2005
23 |
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Las señoras marquesas primero

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Octubre 23 | 2005 |
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Sé que es un momento político crucial con retos importantísimos de cuya forma de solución dependerá nuestro futuro.

Pero junto a ello también suceden otras cosas que me resisto a considerar menores dado el trasfondo que en ellas subyace. El martes 18 de octubre se aprobó en el Congreso de los Diputados una iniciativa sobre la igualdad del hombre y la mujer ¡en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios! ¿Quién la apadrinaba?, los grupos socialista y popular, más coalición canaria.

 

Decía ampararse en la Constitución, así en abstracto, pero astutamente no citaba precepto alguno: difícilmente se puede argumentar que el constituyente estuviese pensado en las nobles damas cuando proclamó el valor igualdad en el artículo 1, ni cuando en el 10.1 se alude a la dignidad de la persona y a los derechos inviolables que les son inherentes, y al libre desarrollo de la personalidad, y el Tribunal Constitucional no ha admitido en sus varias sentencias al respecto la violación del artículo 14- el de la igualdad- por la preferencia del varón (o el barón?) en la sucesión, ya que la nobleza no puede mantener hoy su axiología como un sistema referencial socialmente relevante, puesto que no lo es, no puede haber llamada a la igualdad en lo que en su origen es profundamente desigual.

 

Produce además grimas las referencias en la exposición de motivos a "mantener vivo el recuerdo histórico" cuando tanto habría que decir del origen de algunos títulos y tan cercana está la concesión de nobleza por el Caudillo, cuyo baremo de honores y méritos no puede admitir un parlamento democrático. No está de más recordar que el Gobierno Socialista todavía nos debe el Proyecto de Ley para la recuperación de la memoria referida a la guerra civil y la transición.

 

Ver al grupo popular defender a las aspirantes a duquesas frente a sus hermanos no choca, pero sí conviene anotar que no se atrevió a una iniciativa de este tipo mientras gobernó, incluso ni con la mayoría absoluta, pese a que estas damas lo solicitaban insistentemente, ante la falta de éxito en los tribunales.

 

Encaja bien en las prioridades de una formación que recurre sistemáticamente normas como la Ley 4/2005 del Parlamento Vasco para la igualdad entre hombres y mujeres, que es para todas las ciudadanas vascas.

 

Sin embargo, produce indignación el ver al Grupo Socialista en este embolado. Una siempre espera de ellos y ellas otra cosa, pero no. El Presidente en su discurso de investidura prometió una Ley de Igualdad -sé que la nuestra se considera un modelo- pero ahora, año y medio después, se anuncia su retraso; prometió también retirar recursos frete a leyes autonómicas de la etapa popular, pero las referidas a la igualdad en las listas electorales no han tenido suerte: las leyes castellano manchega y balear no sólo siguen recurridas sino suspendidas de vigencia, ya que de nada se ha desistido. La primera y única actuación socialista en Pleno, en pro de la igualdad lo es para la de las señoras aspirantes a marquesas. Había mucha diputada avergonzada.

 

Por la admiración que le profeso, y porque fue el ponente de la primera sentencia adversa para las nobles, cité en la Tribuna al Profesor Tomás y Valiente, que exhortaba a los poderes públicos a la preocupación por los derechos fundamentales, por sus garantías técnicas, pro su efectividad y por la expansión del número de los derechos y, sobre todo, por el número de sus beneficiarios, y hacía una llamada a los políticos a encontrar fórmulas para defender el interés general, redistribuir los bienes materiales y culturales, garantizar la paz social, contribuir a la lucha solidaria contra la miseria y el hambre, y a lograr una sociedad igualitaria, libre y justa donde los derechos fundamentales crezcan en número, contenido real y beneficiarios efectivos.

 

Y mientras, el Congreso dedicó hora y media de debate a ese reducto escaso elitista y privilegiado. Curioso que por la mañana en la Junta de Portavoces hubiese una bronca monumental entre Zaplana y el presidente Marín, a propósito de la tramitación del Estatut, y por la tarde votasen de la manita por causa tan noble.

 

Me recordaba un buen amigo la viñeta de Máximo cuando en plan diario regio afirmaba, más o menos: "nonos pongamos igualitarios con la monarquía, no vayamos a descubrir la república". Y eso que se hacía referencia a la sucesión en la jefatura del Estado y no a meros honores simbólicos.

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