El Correo
LOURDES PÉREZ/SAN SEBASTIÁN
Si la prudencia llevara un nombre en el Gobierno vasco sería probablemente el de Miren Azkarate. Poco amiga de dar una voz más alta que otra, la consejera muestra una esperanza precavida ante «la oportunidad» de lograr en esta ocasión la paz y la normalización, y hace suya la pretensión del lehendakari de arropar ambos procesos con un manto de discreción. Una cautela que extiende al encuentro que mantendrán Juan José Ibarretxe y José Luis Rodríguez Zapatero el miércoles en el palacio de La Moncloa
-¿Qué esperan de la entrevista?
-La reunión forma parte de lo que es -debería ser- una relación institucional normal, que se convierte en extraordinaria cuando venimos de un período, la "era Aznar", en la que se habían roto todos los cauces. Aquello no era ni bueno ni normal. En el último año, con el cambio en La Moncloa, hemos recuperado un nivel de relación que nunca se debería haber perdido. La reunión se produce en un momento cuando menos interesante y con una agenda de trabajo que desarrollarán el presidente del Gobierno y el lehendakari.
-¿Establecerán, si no lo han hecho ya, una "hoja de ruta" en común sobre la paz y la normalización?
-Esos son nuestros objetivos principales y en este camino es necesaria la implicación de todos. Es evidente que el Gobierno central y el presidente Zapatero son agentes fundamentales.
-Ibarretxe insiste en que estamos ante una «magnífica oportunidad». ¿Por qué en esta ocasión puede resultar, cuando tantas veces no lo ha hecho?
-Porque siempre hay que seguir intentándolo. Porque existe no sólo una clara predisposición, sino un acuerdo aprobado por el Congreso a favor del diálogo político como instrumento para resolver los conflictos; algo en lo que ha insistido Batasuna no sólo en Anoeta, sino esta misma semana. Y porque existe un clamor en la sociedad que está pidiendo a ETA que nos deje en paz, y también que la forma de resolver las cosas es dialogar y buscar acuerdos. Creo que todos tenemos la sensación de que estamos en un momento en que vuelve a ser posible alcanzar la paz y la normalización, y hay que jugar a fondo esa posibilidad.
-Si no sale bien, ¿la frustración será tan fuerte que impedirá cualquier otro intento durante años?
-(Larga pausa) No me gusta hacer hipótesis. Prefiero concentrarme por encima de todo en que hay una oportunidad y que esta vez es responsabilidad de todos que salga bien. Otras veces se han hecho esfuerzos, pero lo que han enseñado las experiencias anteriores, en lo que corresponde a la normalizacion, es que si falta uno de los interlocutores siempre va a existir una limitación. Ni la Mesa de Ajuria Enea ni la experiencia de Lizarra dieron los resultados que se pensaba que podían dar. Un elemento diferente e ilusionador es el convencimiento de que tiene que ser un diálogo sin exclusiones, que hay que llegar a un acuerdo asumible por las distintas posiciones y darle las garantías suficientes de que pueda pervivir en el futuro.
-Pero si no sale, ¿este Gobierno quedará definitivamente quemado?
-Este Gobierno es para cuatro años y se va a implicar a fondo para que esto salga bien. Si queda quemado o no, será la sociedad la que lo decida en las próximas autonómicas.
-¿Estamos ya en un proceso de paz, o es mucho decir?
-Pues la verdad es que no sé qué contestar. Depende de a qué se le llame estar en un proceso abierto; probablemente sea más ajustado a la realidad decir que estamos encarándolo y que, por tanto, nos estamos planteando sus cimientos, sus fundamentos. Pero en cualquier caso, estamos en un momento -y eso creo que lo sentimos todos- bien diferente del de hace dos años.
«Mayor cobertura»
-¿Están surgiendo obstáculos que no existían hace unos meses? ¿Se ha abierto un bache?
-No hay que generar falsas expectativas. Batasuna mostró una voluntad en la declaración de Anoeta y el Congreso mostró la suya con la declaración que hizo, pero manifestar que esto va ahora bien, que ahora va mal... A la paz y la normalización hay que darles mayor cobertura y evitar generar alarma, frustración y desencanto. Hay que darles tiempo, blindar todo el trabajo y tomarse las cosas con tranquilidad y paciencia.
-¿Y cómo se blinda el proceso?
-Me refiero a rodearlo de una capa de discreción, a mantener un tono de esperanza e ilusión prudente.
-¿Les ha decepcionado la actitud de Batasuna?
-No voy a decir que lo estemos o no. Batasuna ha manifestado lo que ha manifestado este verano. A partir de ahí, cada uno debe tener la capacidad suficiente para ver lo que prometió y si va contribuyendo o no a generar unas condiciones. Supongo que Batasuna dirá que es ella la que está decepcionada. Pero determinadas actuaciones de este verano no ayudan a sacar el conflicto de las calles.
-¿Ha buscado la izquierda abertzale el enfrentamiento con ustedes?
-Sí, lo digo sin ninguna duda. La confrontación ha sido directamente con el Gobierno y el PNV. Batasuna sabrá por qué lo hace.
-¿Tienen la sensación de que quieren apartales para jugar el partido sólo con el Ejecutivo de Zapatero?
-Batasuna sabe perfectamente que para jugar en la normalización, este Gobierno tiene que estar. De los guiños que quieran hacer o no a Zapatero o al Partido Socialista tendrán que responder ellos.
-Otegi ha admitido que el «diálogo resolutivo» tiene que producirse sin violencia, pero descargaba la responsabilidad en ETA.
-La pelota está en su tejado, aunque todos podemos hacer siempre algo. Otra cosa es que lo que hagamos o dejemos de hacer le lleve a ETA a tomar la decisión que tenía que haber tomado no sé ni cuándo. Tengo el convencimiento de que mucha gente en Batasuna piensa sinceramente que si se acuerda sobre qué tenemos que hablar, la metodología, qué temas vamos a poner sobre la mesa para alcanzar un pacto de normalización ETA dejaría las armas. Por otra parte, la sensación mayoritaria en la sociedad es que ETA tendría que haber desaparecido ya. Una de las cosas que enseñó Lizarra es que un proceso tutelado no es viable.
-Ustedes están dispuestos a dar una nueva oportunidad a Batasuna, aunque ETA no haya decretado una tregua absoluta.
-Lo que todos queremos y la sociedad nos reclama es salir de esta situación y conseguir la paz y la normalización. Hay que seguir avanzando y dar pasos, sin estar esperando a que el otro haga algo que ya ha demostrado que, de momento, no tiene intención de hacer. El pedir a ETA que desaparezca es algo que se ha hecho durante años y se seguirá haciendo, pero ETA sigue estando ahí.
«A pesar de los pesares»
-¿El diálogo con la izquierda abertzale está protegido pase lo que pase?
-En estos momentos, en los que casi todas las formaciones han manifestado que el diálogo tiene que ser la vía para solucionar los conflictos, en que Batasuna ha manifestado esa misma disposición a pesar de todos los pesares, sin que existan atentados mortales... para intentarlo en serio hay que hablar con todos. Si queremos que se llegue a una mesa hay que hablar también con Batasuna.
-¿En qué plazos se mueven?
-Dios me libre de hablar de plazos. No es bueno generar esa presión.
-Ibarretxe mantiene que la «auténtica solución» sólo llegará con un nuevo pacto que incorpore el derecho a decidir. ¿Ése será el nudo gordiano de las negociaciones?
-Ése es el convencimiento de este Gobierno. Fue lo que el lehendakari expresó en Madrid: que esta sociedad tiene derecho a decidir, sin violencia y con total libertad, qué quiere ser en el futuro, que esa decisión tiene que ser mayoritaria y que habrá que pactar con Madrid, aunque los puntos fundamentales deberán ser respetados, porque si no el conflicto político volverá a estar donde está.
-¿Y qué formulación puede atraer a los partidos no nacionalistas?
-Sobre eso habrá que hablar y ver qué fórmulas se ponen encima de la mesa o hasta qué punto se comparte o no esa idea. Hablamos de respetar lo que la sociedad decida libremente, en cada etapa, sobre su relación con el Estado. ¿Y por qué no pueden ser marcos cambiantes? ¿Por qué no podemos entender otro modelo en vez del tradicional de un Estado único, monolítico? ¿Es tan impensable que esta sociedad pueda optar por un determinado marco y que otra pueda expresar otra aspiración y articularlo jurídicamente? ¿No podemos intentar tomar como punto de partida la voluntad de cada comunidad, y no tomar como pie forzado el acuerdo constitucional al que se llegó entonces y tuvo la aceptación que tuvo?
-¿Se puede compartir soberanía sin ser previamente soberano?
-Los mimbres sobre la relación que se quiere tener con el Gobierno de Madrid están recogidos, de momento, en la propuesta de nuevo Estatuto. No voy a entrar en otro tipo de discusiones.
-¿Cómo se articula un Gobierno con un partido que en esta cuestión tiene discrepancias internas, un socio que reivindica la independencia y otro el federalismo?
-Cada uno tiene sus proyectos, pero con capacidad para intentar alcanzar acuerdos, firmar una propuesta de nuevo Estatuto y un pacto de Gobierno. Por lo tanto...
-EA cuestiona que tenga que cesar la violencia para constituir la mesa.
-No creo que lo esté haciendo. Estoy convencida de que no hay discrepancias.
-¿Y de que va a haber lealtad?
-Sí, todos nos jugamos mucho.