Josu Jon Imaz embrida las expectativas sobre un eventual proceso de paz manteniendo la esperanza en una oportunidad que puede «salir bien». El líder jeltzale promete trabajar por la mesa multipartita a la que aspira el lehendakari, con plazo -el «año y nueve meses» que restan para las municipales- y una condición nítida: no habrá negociación con Batasuna mientras persista la violencia con sus distintos rostros. Y asegura que ésa es la posición de todo el PNV.
-Interior no prohíbe la marcha de Bilbao y Batasuna acaba capitalizándola. ¿Les han provocado?
-La decisión de Interior está ajustada a la legalidad, porque las personas que solicitaron la manifestación tienen sus derechos civiles en plenitud. Batasuna podría haber hecho lo mismo en San Sebastián, pero optó por la confrontación de forma intolerable. Lo ocurrido muestra las contradicciones de una Ley de Partidos que esperemos que desaparezca.
-¿La contradicción no les afecta? ¿No temen dar la impresión de que ha existido alguna componenda?
-Pues no ha habido nada de eso. Es una lógica jurídica la que se aplica y ni la Fiscalía ha recurrido. Con la ley en la mano, Interior difícilmente hubiese podido tomar otra decisión y tiene mi absoluto respaldo.
-Balza ha quedado un tanto desairado: le han censurado casi todos.
-Su papel es complicado y tenemos el privilegio de tener una persona de su talla política e intelectual al mando de Interior. Creo que está desarrollando con éxito su gestión.
-¿Les molestó el desmarque de sus socios cuando no autorizaron la manifestación de San Sebastián?
-La posición del Gobierno es una posición de Gobierno y, por tanto, debe ser compartida por todos.
-¿Pero les molestó?
-(Sonríe) He contestado.
-¿Les inquieta el protagonismo que ha recobrado Batasuna este verano?
-Lo que no resulta tolerable es impulsar una estrategia de confrontación y de "kale borroka". Eso sí me preocupa, son nubarrones que no contribuyen en nada a los próximos tiempos, en los que es deseable que abordemos un proceso de acuerdos políticos. Me gustaría que Batasuna cumpliese lo que dijo el 14 de noviembre en Anoeta, que había que sacar el conflicto de la calle.
-Usted cree que existe una «estrategia» diseñada de "kale borroka".
-Nunca me ha gustado ser "etólogo", pero los rebrotes se han producido en poco tiempo en lugares distintos y eso, evidentemente, hace pensar en una estrategia impulsada por alguien. No debe ser tolerado policialmente. Y políticamente, con independencia de que estemos hablando antes todos con todos, no podemos sentarnos en una mesa para alcanzar acuerdos de fondo mientras haya violencia o mientras todos no estemos firmemente comprometidos en reprobarla. Es una posición clara de tolerancia cero. Y al hablar de violencia hablamos de ETA, de la "kale borroka", de la amenaza a concejales, de la extorsión a empresarios.
«Valoración compartida»
-A tenor de esas condiciones, el PNV no podría sentarse hoy a una mesa multipartita con Batasuna.
-Deseamos que estemos todos y vamos a trabajar por ello. Pero una condición "sine qua non" para que esa mesa de diálogo resolutivo se produzca es que previamente exista un cese indefinido de la violencia de ETA y que desaparezcan los episodios de violencia, amenaza y extorsión. Habrá que dialogar mucho en el camino, pero no podemos estar negociando bajo tutela. Ése es un camino que el PNV no va a recorrer. No va a haber negociación bajo tutela de ETA o de la violencia en cualquiera de sus formas.
-Es decir: Batasuna tiene que saber que en las circunstancias actuales, ustedes no se van a sentar con ellos.
-Batasuna sabe claramente, porque lo hemos dicho en público y en privado, que para que esa mesa exista y esté sentada a la misma tiene que haber un cese de la violencia en todas sus formas. Es absolutamente inadmisible que nos pogamos a negociar y a éste le tiren un "cóctel molotov", a éste le quemen la casa del pueblo, al otro le apedreen el alkartetxe y al empresario le pongan bombas.
-¿Qué pronunciamiento certificaría esa desaparición de la violencia?
-Eso es complejo. Hablamos de un cese indefinido y absoluto, sin fisuras. Y como ha dicho el lehendakari, los partidos tenemos que alcanzar una valoración compartida de qué es cese de la violencia, no unilateral por parte del PNV.
-Si la situación se estanca, ¿empezarían a negociar sin Batasuna?
-Más que hablar de esas hipótesis, prefiero insistir en que vamos a trabajar para que esas condiciones mínimas y básicas sean posibles.
-Sus concejales también sufren coacciones. ¿No temen que actos como el de permitir la marcha de Bilbao desmotiven a su gente, cuando la izquierda abertzale vuelve a reclamar los escaños perdidos?
-Nuestros concejales entienden estas decisiones y saben que no están solos; cuando hablamos de tolerancia cero, también se trata de eso. Tenemos que marcar ese terreno por convicción ética y democrática y por propia dignidad de partido. Hablamos de representantes del pueblo que han sido elegidos democráticamente y que van a seguir cumpliendo sus funciones.
-¿En qué punto está el proceso de paz? Batasuna parece haber cogido aire sin que el mitin de Anoeta haya desembocado en una tregua.
-Yo creo que, a día de hoy, no hay un proceso de paz en marcha; lo que sí hay son pasos previos que no cabe desdeñar. ¿Que esto tiene muchos nubarrones? Sí, como el recrudecimiento de la "kale borroka". Pero nuestra obligación es explorar ese camino y la declaración del Congreso va por ahí.
Las condiciones están establecidas y sectores importantes de la izquierda abertzale tienen voluntad de cerrar definitivamente esta herida. Creo que Anoeta responde a eso y Batasuna debería discurrir por el camino que ella se marcó. Si lo hace, el PNV se compromete firmemente a implicarse hasta donde sea posible para dar cobertura política a esa situación con un acuerdo de normalización amplio. Todos debemos contribuir, pero la decisión fundamental le corresponde a ETA. Entretanto, sí tengo la sensación de que los partidos vamos avanzando en recobrar la confianza.
-¿Siguen pensando que esto es irreversible, pese a los nubarrones?
-Creo que lo es a largo plazo, aunque las cosas se tuerzan y volvamos a un escenario oscuro. En el corto y medio plazo no me atrevo a decir que sea irreversible, no me gustaría inflar ningún globo artificial.
Las orquestas
-Plantea una condición nítida
-Y no yo, el PNV.
-Joseba Egibar discrepa.
-Bueno, creo que hablaba de que en el diálogo no tiene que haber condiciones, y en eso estoy de acuerdo, porque de hecho estamos hablando. Pero una mesa sí tiene que tener una condición muy clara, la ausencia total de violencia.
-¿Y todo el partido está comprometido con ese planteamiento?
-El PNV está comprometido firmemente con eso.
-¿Todo?
-Evidentemente, soy el presidente.
-Pero Egibar le disputó el liderazgo y éste no es su primer desmarque.
-Me congratulo de no presidir un partido a la búlgara. Las organizaciones modernas no funcionan como las orquestas sinfónicas, en las que uno lleva la batuta, sino, como dice Josune Ariztondo, como una de jazz, donde puede haber sonidos en una u otra dirección, pero el conjunto forma una armonía.
-Lo que ocurre es que el director es usted, el que a veces da la nota más alta es su oponente en la pugna interna y, al final, parece que ese proceso electoral no se ha cerrado.
-Yo creo que sí y, además, el PNV está en una buena situación. Tenemos la obligación más que nunca de actuar con absoluta responsabilidad. Nuestra posición es clara.
-Egibar también rebatió su apuesta por la soberanía compartida. No es una divergencia baladí, porque no es lo mismo reivindicar la independencia que algo que no lo es.
-Se están confundiendo los planos de principios, de ideología y de estrategias. La generación del 77 no renunció a nada e hizo una apuesta política clara, que fue el Estatuto. La clave de nuestra generación es alcanzar un acuerdo político integrador que conjugue las diferentes sensibilidades de este país con tres ingredientes fundamentales: el respeto a la voluntad de la sociedad vasca, el respeto a su pluralidad y la no unilateralidad. Es evidente que hacemos un planteamiento estratégico para una generación, que es el que le corresponde a la nuestra.
-¿Y eso puede acabar derivando en una renuncia a la independencia?
-No hay que plantear la política en términos de renuncia. La modernización del discurso del PNV la llevan a cabo los Agirre, Landaburu, Irujo hace 50 años y el partido está bebiendo de aquellas fuentes, con mucho orgullo. ¿Cuál es la clave de un partido de 110 años? Que debe combinar los principios con el hecho de entender a la sociedad que tiene y adaptar a ella su estrategia. El que lidere la sociedad va a ser aquél que sepa leer el partido. Y la sociedad nos está demandando un acuerdo para una generación, cohesionador y aglutinador para construir nación. Hemos entendido el mensaje y hemos leído el partido.
-¿El lehendakari está amortizado?
-En absoluto, es nuestro principal valor electoral, cualquier encuesta así lo dice. Su discurso de investidura tiene los ingredientes de esta reflexión. No es ni pasado ni me atrevo a decir casi ni presente, es fundamentalmente futuro.
-¿Repetirá como candidato?
-Faltan cuatro años y es un debate que no quiero abrir. Desde luego, es el principal valor político, electoral y social del PNV.
-¿Qué plazo se da para poner en marcha la mesa de partidos?
-No me gusta ponerlo cuando hay agentes externos que no controlamos, aunque no podemos marear la perdiz indefinidamente. Quedan un año y nueve meses hasta las municipales. Cuando entramos en elecciones, las posibilidades de acuerdo disminuyen, y luego vienen las generales, con lo que la situación podría complicarse más. Tenemos un año y nueve meses preciosos para jugar esta oportunidad, que puede ser histórica si sale bien.