Josu Jon Imaz afronta el nuevo curso político vasco con una íntima convicción sobre la responsabilidad histórica de su generación «para resolver el conflicto, no perpetuarlo». Relajado tras las vacaciones, el presidente del EBB deja claro a Batasuna que el PNV «se va a implicar hasta el final» pero aclara que la mesa de diálogo sólo llegará sin coacciones.
-María San Gil le ha acusado de haber dado una orden al consejero Javier Balza para que no prohibiera la manifestación de Bilbao. ¿Es así?
-Carece absolutamente de sentido, es una decisión que toma el Departamento de Interior y su consejero y además, desde el punto de vista legal, existen diferencias de convocatoria. Las personas que habían convocado la manifestación en San Sebastián estaban implicadas en manifestaciones anteriores en las que se habían producido incidentes y las personas que la convocan en Bilbao no concurren en estas circunstancias. Por lo tanto difícilmente el Departamento de Interior hubiese podido hacer otra cosa. Pero, más allá de este aspecto legal, yo me pregunto por qué Batasuna buscó la confrontación directa en San Sebastián, por qué quiso hacer de sus calles un escenario de conflicto en fiestas y por qué ha optado por una forma diferente en Bilbao.
-Quizá las imágenes de los incidentes de San Sebastián han llevado al PNV a pensar que la prohibición fue un error.
-En absoluto, yo respaldé absolutamente la decisión, lógicamente al consejero le correspondió tomarla. La Ertzaintza trató de evitar los incidentes y fueron algunos de los manifestantes los que buscaron premeditadamente la confrontación.
-Los donostiarras pueden sentirse desconcertados.
-A mí también como ciudadano donostiarra me llama la atención. La Ley de Partidos, que anula derechos civiles y políticos, puede llevar como consecuencia ese tipo de contradicciones que Batasuna intenta aprovechar.
-¿El PNV ha negociado con la izquierda abertzale este asunto?
-Rotundamente no.
¿La constitución de una mesa de diálogo ha suscitado contradicciones en el PNV entre usted, que ha puesto como condición el cese de la violencia, y Egibar, que se opone a plantear premisas previas?
-Pues no lo sé, pero la posición del PNV es la que yo planteo. Yo soy muy taxativo y quiero dejar sentada una posición muy clara. Hablar hay que hablar, en cualquier circunstancia y con todos. Hemos hablado, estamos hablando y hablaremos. Para que en este país haya una mesa de diálogo resolutivo en la que nos sentemos el conjunto de partidos para negociar un acuerdo político de fondo es absolutamente necesario que cese cualquier expresión de violencia previamente. Para que el PNV se siente en esa mesa es absolutamente necesario tolerancia cero. ¿Y eso qué significa? Pues significa cese de la violencia de ETA, desaparición de la kale borroka y cese de amenazas a concejales, cargos electos y de extorsión a los empresarios. Sin esa condición, el PNV no va a entrar en un diálogo resolutivo.
-Pero Egibar ha dicho que los procesos de diálogo y de constitución de las mesas se deben dar sin condiciones previas.
-Hay un problema de lenguaje. Insisto en que hablar estamos hablando, pero para que el diálogo sea resolutivo la violencia debe desaparecer. El PNV no está dispuesto a que en este país se produzca una negociación bajo la tutela de la pistola. No podemos estar sentados en una mesa y que a éste le estén quemando la casa del pueblo, al otro le tiren un cóctel molotov al batzoki o le extorsionen al concejal. Si queremos entrar en el núcleo de una solución política para este país tiene que haber un condicionante previo y es que los que estemos sentados en esa mesa lo hagamos en igualdad de condiciones. Y esto no es interpretable, es una condición democrática básica y previa para la constitución de la mesa de partidos. Por supuesto, no estamos pidiendo condiciones para que alguien renuncie a su proyecto o a su ideología. Una mesa sin exclusiones llegará sin coacciones. Pero a la vez hay que medir bien lo que decimos respecto a la pacificación y la normalización política. Al que le corresponde hacer un movimiento para que todo eso sea posible es a ETA.
El mejor blindaje
-¿Ve madurez para ello?
-No lo sé. Producidas estas condiciones, que además no suponen nada nuevo a lo que Batasuna anunció en el Velódromo de Anoeta cuando abogó por sacar la violencia de las calles, el PNV va a estar a la altura de las circunstancias y se va a implicar hasta el final en esa mesa de partidos para que se aborde un acuerdo que sirva para cerrar la herida política del conflicto en este país, para que abordemos la sociedad vasca como sujeto político y para que acordemos una interpretación amplia e integradora del derecho de decisión que aglutine a las diferentes sensibilidades políticas. La mejor fórmula de blindar un proceso de diálogo y negociación política es que previamente se produzca la desaparición de cualquier tipo de violencia. Es una piedra angular.
-¿No hay discrepancias en el PNV al respecto?
-No. Es la posición del PNV. Pero afortunadamente no presido un partido a la búlgara.
-¿A Zapatero le ve por la labor?
-Hay condiciones objetivas tanto en la izquierda abertzale como en otros partidos, incluido el socialista, como para que podamos entrar en serio en este proceso. Es verdad que hay nubarrones y dificultades y que no hay que ocultarlas. Por ejemplo, la kale borroka o, sin ponerlas en pie de igualdad, algunas posiciones del PSOE respecto al autogobierno vasco. Nuestra vocación es, con mucha humildad y responsabilidad, tratar de liderar este proceso siendo conscientes de que todos somos necesarios. No me gustaría trasladar falsas expectativas pero veo condiciones para que podamos ir avanzando en un proceso de solución. Hay mucha confianza rota en la política vasca. Los 27 años de ruptura política, personal, y a veces social con la izquierda abertzale, están ahí. Los siete años de quiebra en las relaciones con los partidos no nacionalistas también. Hay que empezar a mirarse a los ojos, a creerse que cuando nos vamos a reunir no vamos a ir con el cuento a la prensa al día siguiente. Hay que recuperar las confianzas mínimas y tengo la sensación de que eso se está produciendo en los últimos meses.
-Decía usted que recuperar esa confianza era quizá en este momento más importante que marcar la firmeza política de cada partido.
-Claro, quizá fue necesario en plena época de Aznar marcar músculo, pero ahora va a hacer falta cautivarnos y seducirnos mutuamente y ser capaces de encontrar entre todos una solución. Se habla mucho de Irlanda del Norte estos días. La clave de Irlanda del Norte fue que hubo confianzas mutuas entre las diferentes familias políticas y sensibilidades para hacer posible una solución. Los instrumentos ya vendrán después.
-Habla de una solución integradora en torno al derecho de decisión. ¿La soberanía compartida puede ser un instrumento?
-Sobre ese tema ha habido un debate en el que se ha confundido principios e ideología con estrategia y momentos políticos. En la vida de un partido político hay una serie de principios y cada generación tiene sus objetivos y cuando la generación del 77 apuesta por el Estatuto no renuncia a nada, pero se implica fuerte por un pacto. Nuestro objetivo hoy pasa por poner los instrumentos encima de la mesa para alcanzar un acuerdo político que sea necesariamente aglutinador, que tenga mayorías sociales suficientes y que sirva para, desde el respeto a la voluntad democrática de esta sociedad, respetar su pluralidad y además ejercitar el autogobierno. No hay más que salir a la calle y hablar con personas de muy diferentes ideologías. La gente nos pide soluciones, no que alimentemos la confrontación.
-Se ha interpretado que esa apuesta por la soberanía compartida, que usted ha ligado con la doctrina histórica del PNV.
-Evidentemente no me lo invento yo, no hay más que leer los programas electorales del PNV en el año 2000, 2001 o lo que opinan catedráticos de prestigio en Derecho Constitucional que se han acercado al tema vasco. No quiero hacer magia con las palabras. Tenemos que ser capaces de conjugar tres principios: cómo combinamos el respeto a la sociedad vasca, el respeto a la pluralidad de la sociedad vasca y el principio de no unilateralidad. Isaac Rabin decía que es mucho más fácil hacer la guerra que hacer la paz, que estaba mucho más premiado. Podíamos hacer el símil en Euskadi, es mucho más difícil y complejo ser capaces de restablecer las confianzas políticas entre diferentes que exhibir músculo propio con estridencia.
-¿Está planteando una renuncia al independentismo?
-Una sociedad no puede hablar en claves de renuncia. A saber dentro de 20 ó 25 años qué quiere la sociedad vasca y qué significan todos estos términos dentro de 25 años. Hacer a día de hoy debates sobre estas cuestiones, cuando no es un debate que esté encima de la mesa de la sociedad vasca de hoy, es un desgaste de energías que no nos conduce a ningún sitio.
-¿Usted quiere la independencia?
-En este momento no es el debate que quiere la sociedad vasca. ¿Qué significa eso ahora? Y además podríamos entrar a discutir qué significa eso hoy cuando por ejemplo hasta el Tribunal Europeo está marcando la jornada laboral en el Reino Unido. Son conceptos que están en evolución, nuestra responsabilidad generacional es otra, es la de ser capaces de resolver el conflicto, no de perpetuarlo.
-Pues Joseba Egibar dice que para ejercer la soberanía compartida hay que ser previamente soberano
-Personas que conocen mucho más el derecho constitucional que yo han hablado sobre esto en los últimos días. Eso no es así. Porque, por ejemplo, la propuesta de nuevo estatuto político que el lehendakari definía como de soberanía compartida o cosoberanía evidentemente no parte de una situación de plena soberanía. Una cosa son las voluntades, lo que uno puede querer, pero desde el punto de vista de concepto no es así.
-Josune Ariztondo minimizó estas contradicciones internas y comparó al PNV con una orquesta de jazz en la que cada uno tocaba un instrumento diferente pero al final la música suena bien...
-Me gustó el símil. El PNV es el partido que tiene el mensaje más centrado. Basta ver las contradicciones que proyectan los dirigentes del Partido Socialista. Pero insisto que a mí no me gustan los partidos a la búlgara.
¿Está pilotando un giro ideológico y estratégico de forma encubierta en el PNV?
-Usted plantea dos cosas. Los que renuevan el nacionalismo vasco son los líderes de la generación de la guerra y del exilio, los Agirre, Irujo, Landaburu, Leizaola, Rezola, que se movieron en el europeísmo. Los principios y la ideología del PNV están bastante asentados en los últimos 50 años. A partir de ahí, un partido político que ha sobrevivido 110 años es porque ha sabido combinar el respeto a los principios con las estrategias necesarias a cada momento. La estrategia del año 77 no es la del año 31. La capacidad del PNV de conducir las mayorías sociales ha sido posible porque en términos futbolísticos ha sido capaz de leer el partido. Nuestra misión es leer a la sociedad y saber adaptar el juego. Históricamente siempre lo hemos hecho. Nuestro objetivo es constituir una nación vasca cohesionada.
-¿Y qué piensan hacer con el plan Ibarretxe?
-Nuestra obligación es, si hay condiciones, tratar de alcanzar un acuerdo que supere el número de parlamentarios que el que alcanzó el proyecto de nuevo estatuto en el Parlamento Vasco. En eso nos vamos a empeñar.
Imaz niega discrepancias en el PNV sobre el diálogo con Batasuna y afirma que la izquierda abertzale debe asumir que «la mesa sin exclusiones sólo llegará sin coacciones»
Alberto Surio
Josu Jon Imaz afronta el nuevo curso político vasco con una íntima convicción sobre la responsabilidad histórica de su generación «para resolver el conflicto, no perpetuarlo». Relajado tras las vacaciones, el presidente del EBB deja claro a Batasuna que el PNV «se va a implicar hasta el final» pero aclara que la mesa de diálogo sólo llegará sin coacciones.
-María San Gil le ha acusado de haber dado una orden al consejero Javier Balza para que no prohibiera la manifestación de Bilbao. ¿Es así?
-Carece absolutamente de sentido, es una decisión que toma el Departamento de Interior y su consejero y además, desde el punto de vista legal, existen diferencias de convocatoria. Las personas que habían convocado la manifestación en San Sebastián estaban implicadas en manifestaciones anteriores en las que se habían producido incidentes y las personas que la convocan en Bilbao no concurren en estas circunstancias. Por lo tanto difícilmente el Departamento de Interior hubiese podido hacer otra cosa. Pero, más allá de este aspecto legal, yo me pregunto por qué Batasuna buscó la confrontación directa en San Sebastián, por qué quiso hacer de sus calles un escenario de conflicto en fiestas y por qué ha optado por una forma diferente en Bilbao.
-Quizá las imágenes de los incidentes de San Sebastián han llevado al PNV a pensar que la prohibición fue un error.
-En absoluto, yo respaldé absolutamente la decisión, lógicamente al consejero le correspondió tomarla. La Ertzaintza trató de evitar los incidentes y fueron algunos de los manifestantes los que buscaron premeditadamente la confrontación.
-Los donostiarras pueden sentirse desconcertados.
-A mí también como ciudadano donostiarra me llama la atención. La Ley de Partidos, que anula derechos civiles y políticos, puede llevar como consecuencia ese tipo de contradicciones que Batasuna intenta aprovechar.
-¿El PNV ha negociado con la izquierda abertzale este asunto?
-Rotundamente no.
¿La constitución de una mesa de diálogo ha suscitado contradicciones en el PNV entre usted, que ha puesto como condición el cese de la violencia, y Egibar, que se opone a plantear premisas previas?
-Pues no lo sé, pero la posición del PNV es la que yo planteo. Yo soy muy taxativo y quiero dejar sentada una posición muy clara. Hablar hay que hablar, en cualquier circunstancia y con todos. Hemos hablado, estamos hablando y hablaremos. Para que en este país haya una mesa de diálogo resolutivo en la que nos sentemos el conjunto de partidos para negociar un acuerdo político de fondo es absolutamente necesario que cese cualquier expresión de violencia previamente. Para que el PNV se siente en esa mesa es absolutamente necesario tolerancia cero. ¿Y eso qué significa? Pues significa cese de la violencia de ETA, desaparición de la kale borroka y cese de amenazas a concejales, cargos electos y de extorsión a los empresarios. Sin esa condición, el PNV no va a entrar en un diálogo resolutivo.
-Pero Egibar ha dicho que los procesos de diálogo y de constitución de las mesas se deben dar sin condiciones previas.
-Hay un problema de lenguaje. Insisto en que hablar estamos hablando, pero para que el diálogo sea resolutivo la violencia debe desaparecer. El PNV no está dispuesto a que en este país se produzca una negociación bajo la tutela de la pistola. No podemos estar sentados en una mesa y que a éste le estén quemando la casa del pueblo, al otro le tiren un cóctel molotov al batzoki o le extorsionen al concejal. Si queremos entrar en el núcleo de una solución política para este país tiene que haber un condicionante previo y es que los que estemos sentados en esa mesa lo hagamos en igualdad de condiciones. Y esto no es interpretable, es una condición democrática básica y previa para la constitución de la mesa de partidos. Por supuesto, no estamos pidiendo condiciones para que alguien renuncie a su proyecto o a su ideología. Una mesa sin exclusiones llegará sin coacciones. Pero a la vez hay que medir bien lo que decimos respecto a la pacificación y la normalización política. Al que le corresponde hacer un movimiento para que todo eso sea posible es a ETA.
El mejor blindaje
-¿Ve madurez para ello?
-No lo sé. Producidas estas condiciones, que además no suponen nada nuevo a lo que Batasuna anunció en el Velódromo de Anoeta cuando abogó por sacar la violencia de las calles, el PNV va a estar a la altura de las circunstancias y se va a implicar hasta el final en esa mesa de partidos para que se aborde un acuerdo que sirva para cerrar la herida política del conflicto en este país, para que abordemos la sociedad vasca como sujeto político y para que acordemos una interpretación amplia e integradora del derecho de decisión que aglutine a las diferentes sensibilidades políticas. La mejor fórmula de blindar un proceso de diálogo y negociación política es que previamente se produzca la desaparición de cualquier tipo de violencia. Es una piedra angular.
-¿No hay discrepancias en el PNV al respecto?
-No. Es la posición del PNV. Pero afortunadamente no presido un partido a la búlgara.
-¿A Zapatero le ve por la labor?
-Hay condiciones objetivas tanto en la izquierda abertzale como en otros partidos, incluido el socialista, como para que podamos entrar en serio en este proceso. Es verdad que hay nubarrones y dificultades y que no hay que ocultarlas. Por ejemplo, la kale borroka o, sin ponerlas en pie de igualdad, algunas posiciones del PSOE respecto al autogobierno vasco. Nuestra vocación es, con mucha humildad y responsabilidad, tratar de liderar este proceso siendo conscientes de que todos somos necesarios. No me gustaría trasladar falsas expectativas pero veo condiciones para que podamos ir avanzando en un proceso de solución. Hay mucha confianza rota en la política vasca. Los 27 años de ruptura política, personal, y a veces social con la izquierda abertzale, están ahí. Los siete años de quiebra en las relaciones con los partidos no nacionalistas también. Hay que empezar a mirarse a los ojos, a creerse que cuando nos vamos a reunir no vamos a ir con el cuento a la prensa al día siguiente. Hay que recuperar las confianzas mínimas y tengo la sensación de que eso se está produciendo en los últimos meses.
-Decía usted que recuperar esa confianza era quizá en este momento más importante que marcar la firmeza política de cada partido.
-Claro, quizá fue necesario en plena época de Aznar marcar músculo, pero ahora va a hacer falta cautivarnos y seducirnos mutuamente y ser capaces de encontrar entre todos una solución. Se habla mucho de Irlanda del Norte estos días. La clave de Irlanda del Norte fue que hubo confianzas mutuas entre las diferentes familias políticas y sensibilidades para hacer posible una solución. Los instrumentos ya vendrán después.
-Habla de una solución integradora en torno al derecho de decisión. ¿La soberanía compartida puede ser un instrumento?
-Sobre ese tema ha habido un debate en el que se ha confundido principios e ideología con estrategia y momentos políticos. En la vida de un partido político hay una serie de principios y cada generación tiene sus objetivos y cuando la generación del 77 apuesta por el Estatuto no renuncia a nada, pero se implica fuerte por un pacto. Nuestro objetivo hoy pasa por poner los instrumentos encima de la mesa para alcanzar un acuerdo político que sea necesariamente aglutinador, que tenga mayorías sociales suficientes y que sirva para, desde el respeto a la voluntad democrática de esta sociedad, respetar su pluralidad y además ejercitar el autogobierno. No hay más que salir a la calle y hablar con personas de muy diferentes ideologías. La gente nos pide soluciones, no que alimentemos la confrontación.
-Se ha interpretado que esa apuesta por la soberanía compartida, que usted ha ligado con la doctrina histórica del PNV.
-Evidentemente no me lo invento yo, no hay más que leer los programas electorales del PNV en el año 2000, 2001 o lo que opinan catedráticos de prestigio en Derecho Constitucional que se han acercado al tema vasco. No quiero hacer magia con las palabras. Tenemos que ser capaces de conjugar tres principios: cómo combinamos el respeto a la sociedad vasca, el respeto a la pluralidad de la sociedad vasca y el principio de no unilateralidad. Isaac Rabin decía que es mucho más fácil hacer la guerra que hacer la paz, que estaba mucho más premiado. Podíamos hacer el símil en Euskadi, es mucho más difícil y complejo ser capaces de restablecer las confianzas políticas entre diferentes que exhibir músculo propio con estridencia.
-¿Está planteando una renuncia al independentismo?
-Una sociedad no puede hablar en claves de renuncia. A saber dentro de 20 ó 25 años qué quiere la sociedad vasca y qué significan todos estos términos dentro de 25 años. Hacer a día de hoy debates sobre estas cuestiones, cuando no es un debate que esté encima de la mesa de la sociedad vasca de hoy, es un desgaste de energías que no nos conduce a ningún sitio.
-¿Usted quiere la independencia?
-En este momento no es el debate que quiere la sociedad vasca. ¿Qué significa eso ahora? Y además podríamos entrar a discutir qué significa eso hoy cuando por ejemplo hasta el Tribunal Europeo está marcando la jornada laboral en el Reino Unido. Son conceptos que están en evolución, nuestra responsabilidad generacional es otra, es la de ser capaces de resolver el conflicto, no de perpetuarlo.
-Pues Joseba Egibar dice que para ejercer la soberanía compartida hay que ser previamente soberano
-Personas que conocen mucho más el derecho constitucional que yo han hablado sobre esto en los últimos días. Eso no es así. Porque, por ejemplo, la propuesta de nuevo estatuto político que el lehendakari definía como de soberanía compartida o cosoberanía evidentemente no parte de una situación de plena soberanía. Una cosa son las voluntades, lo que uno puede querer, pero desde el punto de vista de concepto no es así.
-Josune Ariztondo minimizó estas contradicciones internas y comparó al PNV con una orquesta de jazz en la que cada uno tocaba un instrumento diferente pero al final la música suena bien...
-Me gustó el símil. El PNV es el partido que tiene el mensaje más centrado. Basta ver las contradicciones que proyectan los dirigentes del Partido Socialista. Pero insisto que a mí no me gustan los partidos a la búlgara.
¿Está pilotando un giro ideológico y estratégico de forma encubierta en el PNV?
-Usted plantea dos cosas. Los que renuevan el nacionalismo vasco son los líderes de la generación de la guerra y del exilio, los Agirre, Irujo, Landaburu, Leizaola, Rezola, que se movieron en el europeísmo. Los principios y la ideología del PNV están bastante asentados en los últimos 50 años. A partir de ahí, un partido político que ha sobrevivido 110 años es porque ha sabido combinar el respeto a los principios con las estrategias necesarias a cada momento. La estrategia del año 77 no es la del año 31. La capacidad del PNV de conducir las mayorías sociales ha sido posible porque en términos futbolísticos ha sido capaz de leer el partido. Nuestra misión es leer a la sociedad y saber adaptar el juego. Históricamente siempre lo hemos hecho. Nuestro objetivo es constituir una nación vasca cohesionada.
-¿Y qué piensan hacer con el plan Ibarretxe?
-Nuestra obligación es, si hay condiciones, tratar de alcanzar un acuerdo que supere el número de parlamentarios que el que alcanzó el proyecto de nuevo estatuto en el Parlamento Vasco. En eso nos vamos a empeñar.