Algo así, seguramente, ha necesitado el IRA y el Gobierno británico para que Gerry Adams anuncie un adiós a las armas. Pero Gerry Adams tiene pinta de ser un tipo sólido y por aquí parecería que sólo tenemos parraplas y gentes que ante la barbarie de Getxo callan o dicen que eso es propio del "conflicto". Y sigo pensando que esta gente está sobredimensionada informativamente y sus dirigentes son todo menos abertzales, es decir, gente que quiere a su país. Simples cocinillas a los que hay que dar la razón al cien por cien.
Buena cocina es la que al parecer pretenden hacer en Colombia y quien trata de ser cocinero mayor entre el Gobierno de Uribe y el ELN (Ejército de Liberación Nacional), es nada menos que Felipe González. Llama la atención que sea precisamente él quien medie mientras un senador en Bogotá revela que se negocia "con discreción". Es lo que ha pedido el lehendakari por estos lares.
Bailando con lobos
El historiador oficial del PSOE Santos Juliá acaba de encender la luz de alarma. En su trabajo dominical de "El País" del domingo 10 de julio escribió un artículo titulado "Esquema de final dialogado". Todo el trabajo era un alegato dirigido a los socialistas para que se pongan las pilas y no confíen en un Ibarre-txe que está muy calladito pero que prepara una bomba de nitrógeno. Así como Savater se declara filósofo y lo suyo es insultar, (no creo que el cometido de un filósofo sea la descalificación del adversario), lo de éste historiador, Santos Juliá, son reflexiones desde las vísceras. Tiene como verdad revelada que España es una Unidad de Destino en lo Universal y no se acerca al llamado, por ellos, problema vasco, para mí problema español, con un mínimo de tiento, criterio científico, delicadeza, argumentos o puesta en los zapatos del adversario. Santos Juliá les dice a los socialistas que el lehendakari cree que está ante otro PSOE y no aquél de los tiempos de Aznar, que su propuesta es peligrosa porque se trata de un nuevo proyecto soberanista, que sorprende la confusa respuesta de los socialistas y que el Gobierno español no tiene más remedio que mirar de frente y descubrir el juego nacionalista, cosa que hasta ahora no ha hecho.
No encuentro ninguna diferencia entre este sesudo profesor nimbado de un prestigio que no sé de dónde sale, o el de un Peces Barba o un Múgica, socialistas de visa oro o la de un Bono que le escribe una carta a Manuel Fraga para agradecerle los servicios prestados. Pide respeto y agradecimiento para un fascista que conculcó los derechos humanos, persiguió al disidente con su ley de prensa y aprobó penas de muerte. Late sin embargo en este respeto y reconocimiento la profunda defensa de la españolidad de Manuel Fraga que hace que el socialista Bono le felicite por su trayectoria al final de la misma.
¿Qué diferencias hay entre Bono, Rodríguez Ibarra, Múgica, Santos Juliá y Paco Vázquez, todos ellos socialistas de pro? Nada. Pues con éstos han de verse los Maragall y Zapatero.
De ahí que la iniciativa de una Mesa de Diálogo propuesta por el lehendakari no tenga más que icebergs en el Atlántico dispuestos a rajar la quilla del buque. De ahí también que el lehendakari se haya esforzado en pedir discreción, tiempo de maduración, y, como en Londres, no hacer de la Mesa elemento de controversia entre partidos. Lo que han tratado de hacer con talento, criterio y buen sentido los presidentes de las tres cajas de ahorro de este país hasta que el PP se ha puesto la piel de UA y ha resucitado a Enriqueta Benito.
No les interesa la discreción
Como hemos dicho, una de las cuestiones planteadas por el lehendakari tras su elección ha sido que la pacificación está en el corazón de su voluntad política, pero este proceso si algo necesita es discreción. Ya llegará el tiempo de la luz, los taquígrafos, el chum chum, y los fuegos artificiales.
El lehendakari, que sabe de qué van estas cosas, ve en este requisito algo fundamental. No se puede hacer una tortilla de patatas sin huevos y sin patatas. No se puede desarrollar un proceso de esta índole con declaraciones cada minuto, con salidas al escenario metiendo el dedo en el ojo al vecino, sacando pecho y diciendo que lo que cada uno propone es el bálsamo de Fierabrás, la pócima mágica. Planteadas las cosas así, dicho proceso no es más que un cachondeo.
Estando absolutamente de acuerdo con lo dicho por el lehendakari, me da la impresión que son muchos los que no están por la labor.
No están por la labor algunos medios de comunicación a los que se les quitaría una parte sustancial de su fuente de noticias. Incapacitados por años y años de manosear el monotema, han atrofiado su capacidad de buscar novedades donde las hay y prefieren recurrir al manido asunto de las ruedas de prensa, las llamadas telefónicas y la venta de humo para seguir dando la vara con el planteamiento de marras.
No están de acuerdo con la discreción los Rajoy, los Acebes, los Astarloa, los Zaplana, los Aznar, los San Gil. Se les difumina el chollo de la anti España, el lobo feroz que termina con el rebaño de ovejas merinas. Sin el llamado conflicto vasco Aznar tiene que cerrar FAES y Acebes reciclarse en un curso de páginas web.
No están por la labor los socialistas Bono, Rodríguez Ibarra, Chaves, Jáuregui, Vázquez, Ares y compañía. Para ellos la defensa de las esencias patrias no puede estar en manos exclusivas del PP y son ellos los que quieren marcar la pauta de lo que es bueno o malo para la convivencia y la españolidad.
No están por la labor los Otegi, los Permach y los Barrena porque se quedan sin focos de luz que iluminen sus elucubraciones, sus palabras altisonantes, sus conejos en la chistera, sus movilizaciones, su verdadero compromiso con un proceso de paz sin violencia, su mudez ante el nefasto atentado de Boroa o la barbaridad de Getxo. No hablar diariamente del asunto es para ellos su catalepsia temporal.
No están por la labor las gentes de garra y presa, los telepredicadores, los profetas del desastre tales como Cayetano González, Jiménez Losantos, José M. Calleja, Amando de Miguel, Luis del Olmo, Carlos Dávila y demás demócratas al uso especialistas en el insulto, la descalificación y el echar sal en las heridas.
No están por la labor algunas Asociaciones surgidas en la época de Aznar, unas para ocuparse de las Víctimas de ETA, otras para agrupar a todos aquellos nacionalistas españoles combatientes diarios contra el nacionalismo vasco. ¿De qué iban a hablar los del Foro Ermua, la Fundación Libertad, el presidente de la AVT y demás plataformas? ¿Alguien cree en la mudez momentánea de Edurne Uriarte, Mikel Buesa, Fernando Savater, Jon Juaristi, Paco Llera, Ussía y Yanke?
No. De ahí que la discreción sea un buen deseo del lehendakari pero contra él conspiran los antedichos. Y, sin embargo, el lehendakari tiene razón. No hay proceso de paz sin discreción, sin cocina y sin demócratas.
La larga marcha por las instituciones
El lehendakari ha puesto una condición previa: ausencia de violencia. Pero ETA no está, de momento, por la labor aunque está muy golpeada. Puede hacer cosas pero no muchas. Su cabeza vive "con permiso". Muy probablemente infiltrada. La necesidad de pasar al campo político es imperiosa.
Ideológicamente el socialismo (marxismo-leninismo) de la izquierda abertzale, aunque no lo digan, está absolutamente periclitado.
Se han hecho impresentables hasta entre los grupos internacionales más radicales.
No están en situación de expresarse con la arrogancia, el gloriosismo, y el voluntarismo con que lo hacen. No están en situación de imponer nada a nadie.
Mayoritariamente en el nacionalismo democrático consideramos como propios e irrenunciables los conceptos de nacionalidad y de unidad del pueblo vasco; los conceptos de soberanía, autodeterminación e independencia. Colaboración para su realización o aplicación con cualquier fuerza nacionalista siempre que no utilice la violencia, la extorsión, el miedo o la amenaza para su consecución, y siempre que admita operar dentro de las reglas de comportamiento democráticas, tal como las han entendido los vascos y lo entiende el mundo europeo en el que estamos inmersos.
El PNV, en este avanzar de los vascos, considera como logro en alcanzar el reconocimiento de su derecho a decidir su futuro. Creemos que puede afirmarse sin error que hoy la mayoría de los vascos reclama para sí la capacidad de decidir sobre sus propios asuntos, aunque considera un error plantear este derecho como contrapartida al abandono de la lucha armada de ETA.
Ello no obsta para que sea incompatible la afirmación de que el Estatuto ha muerto. Si fuera así, el lehendakari debería dejar Ajuria Enea. Lo que sí decimos es que el Estatuto está bloqueado. Posee afirmaciones de principios muy importantes para los vascos peninsulares e incluso para los continentales al plasmar, por primera vez en un texto jurídico, que "Euskal Herria, Euzkadi o País Vasco constituye una nacionalidad", comprendiendo en ella expresamente a los cuatro territorios del Sur y, por extensión, a los del Norte, en la medida que nadie puede discutir que están comprendidos universalmente bajo esas denominaciones.
Es, asimismo, valiosa, aparte de sus importantes contenidos de poder real, la expresa reserva de derechos que afirma que los derechos políticos de los vascos van más allá de los detallados en su texto.
No es, pues, realista el desautorizar abandonar una vía de poder real, aunque sea limitado, para aferrarse a proyectos de futuro hoy sin base real.
Es correcto hablar de un "Pueblo Vasco en los territorios de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Navarra, y Zuberoa". Pero no cabe ignorar acto seguido la personalidad real y el grado de adhesión a la conciencia de pueblo de cada uno de dichos territorios.
Es la concienciación de pueblo y la adhesión al proyecto de Euzkadi por parte de los vascos de cada uno de estos territorios lo que cuenta a la hora de plasmar en la realidad la común territorialidad y su institucionalización.
La meta señalada no es una apuesta sino una "larga marcha por las instituciones", como formularon los verdes alemanes de su vía política al abandonar por estéril su estrategia extraparlamentaria.
La única acumulación de fuerzas de valor real es el apoyo popular mayoritario, y ese hay que ganarlo a pulso con el convencimiento y el buen hacer políticos.
Vista la experiencia, no parece que las "marchas verdes", los cortes de carretera o la lucha callejera, o la barbaridad de hechos en Getxo y contra batzokis, por no citar acciones absurdas de más bulto, hayan acercado al pueblo vasco real actual a la consecución de estas metas.