Joseba Egibar
07Agosto
2005
07 |
Opinión

110 años y 7 días después

Joseba Egibar
Agosto 07 | 2005 |
Opinión

Un día, el 31 de julio pasado, y unas declaraciones. A partir de ahí, saque libre al juego de interpretaciones interesadas y especulaciones de todo tipo: ortodoxia, heterodoxia, radicalismo, pragmatismo, vasco, español, francés, europeo, soberanía plena, compartida, independencia, dependencia, anacronismo, filosofía pura, pasado, futuro, modernidad, exclusión, integración, pluralidad, pueblo, nación, sociedad, estados...

Con motivo del centenario del PNV (1995), abordamos en Asamblea General la reflexión, debate y definición de nuestras bases ideológicas y estratégicas. Dicha ponencia recoge literalmente que ‘‘seguiremos propugnando la soberanía del Pueblo Vasco, bien en un Estado propio, que es nuestro fin fundacional, o bien en un nuevo concierto de Estados o de pueblos, al mismo nivel que el resto de Estados europeos, en la medida en que sea beneficioso para nuestro Pueblo y éste lo quiera. Bien entendido que la Soberanía nunca se cede. Se cede en su caso, el ejercicio de parte de la Soberanía propia. El Pueblo Vasco podrá concertar el ejercicio de su voluntad junto con la de otros pueblos, pero nunca cederá su voluntad, salvo que cesara en su existencia como tal Pueblo’’.

                   
El 31 de julio de ese mismo año 1995, los miembros del EBB firmamos públicamente un juramento, que se hizo extensivo al conjunto de ejecutivas regionales y municipales, donde proclamamos que Euskadi es nuestra patria y que los vascos de los seis territorios vascos constituimos un mismo Pueblo unido por su origen y por su voluntad, dueño de sí mismo, sin que reconozcamos y acatemos otra soberanía.
Otras dos Asambleas Generales (2000 y 2004), además de confirmar y desarrollar los principios ideológicos, han concretado iniciativas políticas e institucionales que, una vez puestas en marcha junto a otras formaciones políticas, han sido aprobadas en ámbitos institucionales.

 
El PNV, coherente con sus principios fundacionales y su trayectoria de defensa de los derechos humanos individuales y colectivos, parte de la realidad política y de los marcos jurídicos vigentes y, teniendo en cuenta ambos -realidad y marcos-, apuesta inequívocamente por el desarrollo de un ámbito jurídico-político que abarque a todos los vascos y contenga el respeto efectivo a su ser nacional y a la realidad histórica, cultural y lingüística, así como el derecho a definir su propio futuro, su articulación interna y su relación externa.
¿Cómo concebimos la soberanía y la territorialidad?


SOBERANÍA.-El objetivo es consolidar un marco político y jurídico en el que el sujeto colectivo del Pueblo Vasco en su integridad tenga afirmado y definido el derecho pleno a decidir su futuro político: el reconocimiento del derecho de autodeterminación y su consolidación en los textos políticos básicos que conformen la cúspide del ordenamiento jurídico resultante.


TERRITORIALIDAD.-Nuestra forma de entender la territorialidad es que, con respeto al diverso grado de desarrollo de la conciencia nacional en los distintos territorios vascos, de su capacidad de decisión y de su libre adhesión, el resultado del proceso político que nos comprometemos llevar a cabo, suponga que todos, ciudadanos y territorios, puedan incorporarse al sujeto político Pueblo Vasco, removiendo y superando los obstáculos y creando las condiciones jurídico-políticas para que tal derecho pueda ejercerse.
Hasta aquí las posiciones ideológicas y políticas vigentes del PNV. En 110 años, la aprobación por parte del Parlamento vasco del Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi el pasado 30 de diciembre de 2004, la defensa que el lehendakari realizó del texto aprobado el pasado 1 de febrero en el Congreso de los Diputados, y el rechazo categórico, sin que mediara siquiera formalmente un proceso negociador por parte de quienes ejercen la soberanía del Pueblo español, sitúan la cuestión en la verdadera y auténtica dimensión política. Nos encontramos, guste o no, en un escenario de colisión de soberanías, ante un conflicto histórico de naturaleza política no resuelto.
En el caso de los representantes de la soberanía española, ni siquiera reconocen que exista un Pueblo Vasco, sujeto de derechos, habilitado para proponer fórmulas de convivencia política. Sin reparo alguno, expresan que si hemos alcanzado la categoría de ciudadanía administrativa vasca es por nuestra condición de nacionales españoles.

 
Al parecer, el comienzo de la vida de nuestro Pueblo arranca el 6 de diciembre de 1978 con la aprobación de la Constitución española, y sólo a los efectos autonómico-administrativos. Todo lo demás, nacionalidad vasca, derechos históricos, Iparralde, Hegoalde, voluntad libre y democráticamente expresada..., constituye parte del imaginario nacionalista. Argumentan, además, que el Tratado Constitucional Europeo, empantanado en la actualidad por los reveses negativos recibidos, sólo admite dos sujetos de derechos: los ciudadanos y los estados. Desapareciendo, según su interpretación, cualquier expectativa de constituirse en sujetos políticos para esas realidades nacionales, anteriores a los propios estados, con sentido de pertenencia colectiva, que por el devenir de la historia no han consolidado realidades estatales por la vía de las guerras y la fuerza o matrimonios regios de conveniencia.

 
Apelan, eso sí, una y mil veces, a la pluralidad de la sociedad vasca para negar la realidad nacional vasca, intentado disfrazar su condición innegable, que nosotros respetamos, de nacionales españoles.
Formulan sin tapujos que la pirámide de relación pasa por una base de ciudadanía que se agrupa en la sociedad vasca que, por supuesto, es de nacionalidad española y que comparte su suerte colectiva en la cúspide de la Unión Europea conformada por un club privado de estados que tiene reservado el derecho de admisión.


Nosotros, con absoluta legitimidad, contraponemos a ese modelo el siguiente esquema: Pueblo Vasco, ciudadanía vasca para todos, en plenitud e igualdad de derechos, identidades nacionales diversas (vasca, española, francesa) y un Pueblo y una nación vasca en pie de igualdad con otras realidades nacionales en una Europa Federal.


Suscitado el debate sobre la soberanía, sujetos políticos y capacidad de decisión y contrastadas las posiciones de los representantes legítimos de la soberanía española y francesa, invocamos nuestro derecho a existir como Pueblo, como sujeto político legitimado para decidir libre y democráticamente su estatus político, económico, social y cultural, bien dotándose de un marco político propio o compartiendo en todo o en parte su soberanía con otros pueblos. Ésa es la definición que sobre el derecho de autodeterminación aprobó el Parlamento vasco el 15 de febrero de 1990.


Evidentemente, para poder adentrarnos en cualesquiera de los ejercicios de soberanía sobre la base del derecho de autodeterminación del Pueblo Vasco, salvo que se quieran formular ejercicios de autoengaño, existe el previo democrático del respeto y reconocimiento de dicho Pueblo como sujeto político por parte de los Estados que en la actualidad determinan y condicionan su futuro o, en su caso, será responsabilidad de quienes creemos en dichos principios el presentar, a ambos Estados, escenarios de desbordamiento democrático que, necesariamente, van a tener que atender salvo que quieran imponer la ‘‘convivencia colectiva’’ por la fuerza.


Y dicho esto, resulta pertinente subrayar que el derecho a decidir no es patrimonio del PNV, del PSOE, de Batasuna, de ninguna formación política, ni de ETA, sino del Pueblo Vasco. A su decisión y voluntad democrática nos debemos todos. Por tanto, sobran las propuestas políticas teñidas de cálculo partidista y electoral, porque estarán abocadas al fracaso.
La ‘‘hoja de ruta’’ del PNV está definida y aprobada. ‘‘Hoja de ruta’’ que debemos desarrollar quienes tenemos la máxima responsabilidad en la dirección del Partido Nacionalista Vasco. Por lo tanto, la cuestión no es si lo que declaramos públicamente coincide, es compatible o contradictorio con lo decidido, que también, sino las especulaciones e hipótesis que sugieren determinados conceptos no contemplados en la Ponencia, cuando nuestra misión principal es desarrollar la misma conforme a los principios políticos, estratégicos y de procedimiento recogidos en dicho documento. Ponencia Política sobre la que tendremos que realizar el obligado descargo y balance en su momento.


Tal y como refería el lehendakari en su discurso de investidura, propugnamos un principio básico: el respeto. El respeto de los derechos humanos. El respeto de todos los proyectos políticos. El respeto de los principios democráticos. El respeto a las decisiones adoptadas por la sociedad vasca.
Al abordar la cuestión de la soberanía, algunos retroceden en el tiempo hasta el siglo XVII para rescatar la interpretación originaria y concluir, tres siglos después, que una soberanía absoluta carece de sentido en un mundo que se mueve en parámetros de interdependencia y soberanías compartidas. Nos proponen dar un salto en el vacío obviando un principio de realidad. Y es que para poder compartir necesitas tener. Para poder tener necesitas demostrar y ser reconocido y respetado. Si no tienes, a lo más que puedes aspirar es a gestionar aquello que te ceden. Si no te reconocen ni respetan, puedes admitir sumisamente la realidad impuesta o ganar el espacio de libertad que te corresponde civilizada y democráticamente.


Siete días después de la celebración de los 110 años del PNV, escribo este artículo para dar a conocer lo manifestado en Mutriku, en consonancia directa con el juramento que suscribí como miembro del EBB el 31 de julio de 1995 con motivo del centenario del partido.

 

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