Hoy día de San Ignacio, es un día evocador en Euskadi. Es un día importante para el Partido Nacionalista Vasco. Son 110 años trabajando, luchando, con un afán y una ilusión: Euskadi, la nación vasca. Somos abertzales. Y nuestro objetivo sigue siendo el mismo que movió a nuestros fundadores en 1895: construir una nación. Una nación vasca que responda a nuestras señas de identidad, en la que los vascos podamos desarrollar nuestro proyecto de vida en libertad, que se proyecte al mundo como tal y que sea el marco en el que busquemos nuestro desarrollo y bienestar. A lo largo de 110 años, hemos ido alcanzando muchas de las aspiraciones democráticas de Sabino Arana y de los jeltzales de finales del siglo XIX. Y lo hemos ido logrando, a lo largo de todos estos años, 110, en los que ha habido mucho esfuerzo, mucho sufrimiento, mucho compromiso y también --por qué no decirlo- mucho gozo de los nacionalistas y de toda la ciudadanía vasca.
Hoy, 31 de julio de 2005, somos más nación que en 1895. Nuestra lengua, que retrocedía con grave riesgo de quedar postergada al mundo rural hace ciento diez años, ha tomado nuevos bríos y aumenta diariamente su número de hablantes. El euskera y la cultura vasca ganan día a día prestigio social y son, hoy, vehículo y producto en radio, televisión, prensa escrita e internet. Nuestras instituciones son referencia para toda la ciudadanía vasca, nuestro nivel de autogobierno nos ha permitido mantener y desarrollar nuestra identidad, y ha contribuido a que tengamos la sociedad vasca más preparada y mejor formada de toda nuestra historia.
Tenemos una Euskadi emprendedora y dinámica que ha permitido que aquella sociedad desigual e injusta de 1895, en la que unos pocos labraban sus fortunas mientras gran parte de la población no podía acceder a mínimos niveles de bienestar, se haya convertido hoy en una de las sociedades más desarrolladas y con mayor equilibrio social de Europa y del mundo. Aquella frontera que en 1895 separaba nuestro pueblo, empeñándose en convertir a vascos continentales y peninsulares en extranjeros de mundos diferentes, ha desaparecido, y hoy, en 2005, nuestro dinamismo, trabajo y empuje puede conseguir que Iparralde y Hegoalde vayamos tejiendo economía, sociedad, cultura y formas de vida. En definitiva, creando una sociedad común entre todos los vascos.
Hoy somos más nación, estamos más cerca del objetivo establecido hace siglo y diez años. Y tenemos que agradecerlo a todos los hombres y mujeres que lo han hecho posible. Muchos, sufriendo lo indecible. Pasando guerra, fusilamientos, exilio, dictadura, terrorismo o extorsión. Otros muchos, de forma más cotidiana. Entregados a un proyecto educativo o formativo. A un proyecto empresarial. Construyendo universidad, ikastola, empresa, centro tecnológico, grupo de danzas, gau-eskola, poniendo en marcha un ayuntamiento u otra institución. Trabajando en el campo, en la mar o en una industria. Transmitiendo lengua, cultura y valores a hijos e hijas en el calor del hogar. Riendo, viviendo, transmitiendo ilusión. Sufriendo los avatares de la vida, llorando, levantando la cabeza y volviendo a andar.
Aun así, a nada que mantengamos los ojos abiertos, vemos que nos queda mucha tarea por delante para seguir construyendo nación vasca para y del siglo XXI.
Por todo esto, no me presento hoy ante vosotros con ánimo de mitin. Habrá otras ocasiones para ello. Hoy, día de San Ignacio, 110 aniversario de la fundación de nuestro partido, y aquí, en Sabin Etxea, ante todas vosotras, ante todos vosotros, personas electas de nuestro partido, representantes de toda nuestra afiliación, no vengo a buscar el aplauso ni a regalarme o a regalaros los oídos (ni tampoco a haceros pasar un rato agradable). Me he propuesto, sobre todo, hablar de nuestro compromiso con el futuro de Euskadi, compartir con vosotros, siquiera brevemente, las claves de futuro del PNV o, mejor aún, del PNV del futuro. Creo que la ocasión, el momento y el auditorio lo merecen.
Proyecto de nación vasco, europeísta y moderno
Sabino y los suyos acertaron porque enlazaron con las corrientes modernas que se extendían por Europa y por el mundo. Supieron entender el sentimiento de un pueblo, el de una identidad que se perdía, y buscaron un proyecto para que ese sentimiento pudiera convertirse en ilusión colectiva. En el proyecto de una nación, en línea con las corrientes nacionalistas extendidas por el Viejo Continente. Sabino se hizo las preguntas adecuadas, y les encontró sus respuestas. Agirre, Ajuriagerra, Landaburu, Irujo, Rezola y tantos otros, crearon un proyecto vasco europeísta y moderno. Pero la guerra, la derrota y la inacabable dictadura apagaron la genialidad, el entusiasmo y el compromiso de aquella generación irrepetible.
La generación del 77, liderada por Arzalluz, Ardanza, Garaikoetxea, Zubiri, Retolaza, Bujanda, Galdos, Robles, Ormaza, Gerenabarrena, Makua, Estabillo, Alkain, Unzueta y muchos más, supo centrar los objetivos del PNV y del nacionalismo vasco, para construir nación. El objetivo fue la institucionalización, la autonomía, la reconversión industrial, la apuesta europea, la recuperación social y el reconocimiento público del euskera, los medios públicos de comunicación. El oxígeno que este país necesitaba para vivir en momentos en los que la larga dictadura, la autarquía y una súbita apertura económica acompañando a la transición política, habían puesto a la sociedad vasca al borde de la dilución de la identidad y de la quiebra económica.
Hoy también tenemos que analizar bien el entorno y el mundo en el que vivimos. Ello nos exige a todos hacernos las preguntas adecuadas y buscar con sinceridad respuestas eficaces, respuestas que conlleven compromiso y esfuerzo para seguir impulsando, en primera línea, de verdad, sin aspavientos, sin complejos, sin reservas, la construcción de nuestra nación, de la nueva -y a la vez milenaria- Euskadi del siglo XXI. Un proyecto de nación para el siglo de los retos medioambientales, de los movimientos migratorios intercontinentales, del envejecimiento de la población, de la educación sin fronteras y sin límites, de la mundialización de las empresas, del trabajo en red, de la competencia directa entre personas que viven en la India, Europa, China y América ofertando su saber hacer y sus servicios a través de internet, de la desaparición de los Estados clásicos en Europa, de la definición de un nuevo equilibrio entre unidad y diversidad en una Europa políticamente unida, de la redefinición de las lenguas nacionales en el ámbito internacional plurilingüe...
Tiempo de reflexión, debate y aportación
Es urgente para nosotros, los nacionalistas de EAJ-PNV, reflexionar, debatir y trabajar sobre todo esto. Y hacerlo juntos. Porque las respuestas adecuadas para afrontar con éxito los retos, las encontraremos y las sabremos aplicar sólo en la medida en la que todos, cada uno desde nuestra responsabilidad, asumamos nuestro propio liderazgo político y social para construir la nación vasca del siglo XXI en esta coyuntura histórica de encrucijada que vive Euskadi. En la medida en la que lo hagamos con el arrojo, con la serenidad y con la inteligencia que caracteriza siempre al partido líder como es el Partido Nacionalista Vasco, estoy seguro de que lo resolveremos, de que seguiremos construyendo Nación Vasca.
Nuestra misión, la labor del Partido Nacionalista Vasco y del Euzkadi Buru Batzar es ejercer el liderazgo político en Euskadi, con la complicidad, la capacidad política, el empuje y el trabajo coordinado de su afiliación y de todos sus órganos de representación.
ü asumiendo y reinterpretando con eficacia el pensamiento de Sabino Arana, 110 años después, y,
ü recogiendo el legado de nuestros mayores, de los que nos han precedido en esta larga marcha, en este reto permanente y dinámico, porque dinámicas son las naciones vivas como Euskadi.
Nuestro partido ha vivido en primera línea coyunturas de auténtica encrucijada en Euskadi y en el mundo, ha tomado decisiones estratégicas en momentos históricos, muchas veces plagados de incertidumbre. Nos ha legado un pensamiento cargado de sentido y de responsabilidad para con nuestro Pueblo. Es una constante en los textos de nuestro partido el objetivo de un Pueblo Vasco que pueda expresar su voluntad y construirse en base a su personalidad, en base a sí misma.
Es, ciertamente, una hermosa definición de Nación Vasca del siglo XXI, la de una sociedad que expresa su voluntad como ejercicio de libertad y democracia, y se construye a sí misma dinámicamente, en cada momento histórico.
Éste es el principal objetivo hoy, en el año 2005, tras haber franqueado la puerta de un nuevo siglo y de un nuevo milenio a una velocidad vertiginosa. Construir la Nación Vasca abierta –real y físicamente- al mundo, a un mundo que apuesta por los grandes espacios abiertos, a un mundo en el que buscan su reconocimiento y desarrollo naciones como Euskadi.
Pero la Nación Vasca en el siglo XXI es más. Es, hoy quizás mas que nunca, la nación abierta también hacia el interior de Euskadi, abierta a todas las gentes que vivimos, que trabajamos, que gozamos y que sufrimos juntos.
Hablamos de valores
Porque nuestra concepción de Nación Vasca lleva de su mano un conjunto de valores que la estructuran, de valores que le dotan de significado real. Cuando nosotros hablamos de nación vasca, de sociedad que se construye a sí misma:
n Hablamos de solidaridad real, diaria, eficaz, con las personas y los colectivos que viven al margen del progreso, con las personas diferentes. Hacer nación es, en siglo XXI, la mejor forma de crear círculos de solidaridad permitiendo que el ser humano rompa su individualismo creando una comunidad que dé cobertura al que más lo necesita, al que no tiene oportunidades.
n Hablamos de convivencia, de la convivencia ligada a la configuración interna de la sociedad vasca como exponente real de nación vasca. Sólo desde la convivencia ciudadana preservaremos de la fractura social la pluralidad de sentimientos y de identidades políticas de la Nación Vasca. Esa pluralidad de sentimientos y de identidades es también parte de nuestra historia, de nuestra propia identidad como Pueblo. Aquel que quiera arrancar la pluralidad de la sociedad vasca está atacando nuestra identidad como nación.
n Hablamos de cohesión de la sociedad vasca, entendida como criterio básico a la hora de abordar cualquier acuerdo de bases para superar el conflicto político. La cohesión de la sociedad vasca es para nosotros una prioridad, porque sin sociedad cohesionada no hay nación. Sólo los caminos que cohesionan a la sociedad pueden ser base para construir nación en el futuro.
n Hablamos de la gestión progresista del autogobierno, respetuosa con las opciones personales de la ciudadanía; que ampare, a través de las correspondientes políticas de acción positiva, a los colectivos que viven en situación de minorización; que trabaje para que la justicia y el bienestar vayan siempre de la mano y estén al servicio de todas las personas.
n Hablamos de educación y formación de las personas como prioridad política. Apostar por una nación vasca en el siglo XXI es priorizar la formación de todos los ciudadanos vascos. Las naciones sólo tienen sentido si están al servicio de las personas. Y una nación viva y pujante será aquella que puede dar a toda su ciudadanía la mejor herramienta para desarrollarse como persona en el siglo XXI: la educación y la formación.
n Hablamos de unidad en la diversidad también en lo lingüístico. Amamos la diversidad de las lenguas. Nos gustan las diferencias, pero rechazamos las desigualdades. Debemos aumentar nuestro compromiso a favor de una mayor igualdad real entre las lenguas, para que los vascos que desean vivir en euskera puedan, podamos, hacerlo efectivamente. Debemos dar pasos eficaces hacia un bilingüismo real,
con progresividad y respetando la voluntad de la sociedad, convencidos de que cuanto más bilingüismo real y efectivo haya en nuestra sociedad, más igualdad y más cohesión habrá entre nosotros. El euskera nos necesita a todos, y necesita, sobre todo, ser utilizado. Por eso debemos mantenerlo a salvo de cualquier instrumentalización, así como de cualquier indiferencia y, cómo no, de cualquier agresión, y debemos t rabajar más para que sea asumido de verdad por parte de todos como patrimonio cultural propio de todos los vascos, por encima de cualquier diferencia.
n Hablamos de una identidad colectiva movilizadora de las personas que conforman la nación vasca, que nos permita impulsar la innovación y el conocimiento necesarios para llevar a cabo proyectos que generen recursos y bienestar para el conjunto de la ciudadanía.
n Hablamos de una identidad atractiva y tolerante, que anime en nosotros el orgullo de pertenecer a una comunidad, y que atraiga a personas que quieren venir a compartir su futuro con nosotros, que van a enriquecer nuestra nación, van a aportarle su conocimiento y van a ser vascos del mañana. La nación del futuro que prospere, será aquella que atraiga por su identidad, sus oportunidades, su cohesión, su innovación, su preparación y su tolerancia. Euskadi es una tarea colectiva que merece la pena. Y Euskadi debe ser una nación líder que triunfe en el siglo XXI.
Esta es nuestra aspiración, nuestro objetivo como nacionalistas, como Partido Nacional de tradición humanista.
Y para hacerlo bien en el siglo XXI, para acertar a interpretar las aspiraciones de la sociedad vasca, sus deseos y –por qué no- sus sueños, hemos de escuchar atentamente a esa ciudadanía. Porque los líderes –los partidos líderes- han de interpelar e interpretar a la sociedad a la que sirven.
Hemos de estar presentes en los espacios, en los ámbitos, en los grupos en los que se desarrolla la vida social vasca. Hemos de observar también atentamente y evaluar nuestra acción política de modo sistemático. Para mejorarla, para continuar impulsando la construcción de la nación vasca, para seguir consolidando nuestro liderazgo político y social.
Sociedad plural que demanda soluciones y acuerdos de fondo
Una reflexión sincera sobre cómo es esta nueva sociedad vasca, la sociedad vasca del siglo XXI, en relación con la política, nos hace pensar que estamos ante una sociedad madura y de gran intuición. Que es plural en sentimientos, identidades y sensibilidades sociales. Que es una sociedad estructurada y conocedora de sus derechos democráticos y, a la vez, consciente de sus aspiraciones. Una sociedad que nos demanda a los representantes políticos trabajar con eficacia, buscar soluciones, lograr acuerdos de fondo. Y que no nos lo pone fácil. Aceptar esta imagen de la sociedad, conlleva una actuación política con capacidad para:
ü tratar situaciones complejas, pasado el tiempo de los gestos y de las escenificaciones iniciales;
ü considerar prioridades y encontrar respuestas y soluciones;
ü gestionar diferentes sentimientos y problemas y decidir, desde una síntesis comprensible para la propia ciudadanía.
Y para todo esto y más, la sociedad vasca nos ha otorgado a nosotros un incuestionable liderazgo, aunque con una mayoría no suficiente para gestionarlo.
Y si aceptamos –y yo lo acepto-- que la sociedad vasca ha actuado con inteligencia y madurez, hemos de ser capaces de atender sin prejuicios lo que nos dice y responder con la conciencia de estar ante una interlocución adulta.
Frente a lecturas del pasado en relación con la inmovilidad de bloques electorales en Euskadi, debemos hilar más fino y observar lo que se está moviendo en la sociedad vasca. No podemos obviar la más que probable transformación del comportamiento sociopolítico de tales bloques, al menos, en relación con su percepción tradicional. Es necesario atender a los nuevos fenómenos socio-políticos y a los diferentes proyectos socio-nacionales vascos y también a los compromisos sociales extra-partidarios de sectores activos de la sociedad vasca. Es cierto que estos factores tienen aún un valor cuantitativo escaso frente a nuestra dimensión e influencia política y social, pero nos deben obligar a lecturas sociológicas mucho mas “finas” que las habituales.
Para hacer frente a este tiempo de transformación social, nada mejor que centrarnos en lo que han sido nuestros valores en la historia de 110 años. En nuestra propia trayectoria y la práctica histórica como partido humanista, pactista, fuertemente comprometido con la construcción de la nación vasca, con vocación de guía sociopolítico de un País que no es únicamente nacionalista. Ahí ha residido, también, nuestra imbatibilidad hasta la actualidad. En la capacidad de ser “la expresión política de las mayorías vascas”.
Acuerdo político que cohesione e integre
Tenemos una visión para nuestra nación. Y una misión como Partido. Hoy, igual que hace 110 años, estamos fuertemente comprometidos con esta tarea histórica: que la sociedad vasca pueda expresar su voluntad y construirse en base a su personalidad, en base a sí misma. Y esto, en el año 2005, significa captar toda la pluralidad de sentimientos, matices e identidades, en definitiva toda la fuerza que tiene la sociedad vasca, y obtener en base a ella un acuerdo político sólido, que cimiente nuestra nación para los próximos tiempos. Y que pueda expresar su voluntad ratificando un acuerdo político que cohesione nuestra nación, que nos fortalezca, que nos integre. Que convierta nuestra identidad cohesionada, solidaria y tolerante en atractiva para que las personas que hoy conforman la sociedad vasca se sientan orgullosas de ella. Y para que
haya personas que quieran venir de otros lugares atraídas por compartir su vida, ilusiones y sueños con nosotros. Una nación abierta con una identidad atractiva para el siglo XXI. Este es nuestro sueño. Es nuestro horizonte.
Frente a la opción dependencia/independencia, frente a una idea de estado-nación propia del siglo XIX, apostamos claramente por ser nación abierta al mundo en el siglo XXI, por la interdependencia en Europa, por la soberanía compartida con España, Francia y Europa. Sin someternos a nadie, sin imponer nada. De eso hablamos en realidad cuando reclamamos el derecho a decidir unido a la obligación de negociar. De eso hablamos cuando asumimos el binomio “no imponer-no impedir”. De eso hablamos cuando apostamos por unas instituciones que sean garantía de construcción nacional y social. De eso hablamos también cuando reclamamos el Pacto con el Estado.
Una nación que englobe a todos los vascos, de Iparralde y de Hegoalde. Frente a la unidad territorial impuesta, nosotros defendemos un proyecto nacional atractivo que sea referencia democrática en la Comunidad Autónoma de Euskadi, en Nafarroa e Iparralde. Los vascos de los tres ámbitos políticos de Euskal Herria nos tienen que ver atractivos. En lo social, en lo económico, en lo cultural y en lo político. Una identidad y un proyecto atractivo es la clave para conseguir la nación de todos los vascos a la que legítima y democráticamente hemos aspirado a lo largo de 110 años.
Coyuntura propicia para la iniciativa política
Las mujeres y los hombres del actual Partido Nacionalista Vasco tenemos la fortuna de estar viviendo una coyuntura especialmente propicia para la consolidación de este nuevo tiempo. Un tiempo lleno de oportunidades para trabajar las bases de un acuerdo sobre la nación vasca y su desarrollo. Y para alcanzar una sociedad en paz, que destierre definitivamente el fantasma de la violencia y de la intolerancia en nuestro Pueblo.
Hoy, como ayer, el Partido Nacionalista Vasco va a comprometerse en esta tarea. Con iniciativa política. Con capacidad para concretar objetivos políticos, procedimientos y metodologías de trabajo, junto con el resto de partidos. Buscando la interlocución con otras formaciones políticas y agentes sociales, desde la claridad y la solidez en los principios y la flexibilidad en los procedimientos.
EAJ-PNV está en disposición de asumir este reto porque todos nosotros compartimos las bases, las convicciones que animan nuestra actuación política. Y porque estamos convencidos de que los retos políticos que vivimos hoy en Euskadi, sólo pueden ser adecuadamente resueltos con diferentes implicaciones y grados de responsabilidad, entre todos.
El acuerdo integrador está en nuestra mejor tradición
Estamos dispuestos a un especial ejercicio de responsabilidad y flexibilidad, con convicciones claras, talento negociador, espíritu integrador, diplomacia y humildad, ya que nadie, tampoco nosotros, tiene la fórmula mágica ni debe excluir a otros. Tenemos por delante un camino que hemos de recorrer con ilusión aunque con prudencia, porque hemos aprendido de los diversos errores propios y ajenos.
La prioridad política para hacer Nación hoy exige un acuerdo político amplio. Un acuerdo que cimiente las bases de una nación vasca cohesionada. Que respete lo que es hoy la sociedad vasca. Que le permita ir construyendo su camino en base a la voluntad de sus ciudadanos y ciudadanas. Que la sociedad vasca pueda expresar su voluntad y construirse en base a sí misma anima, también hoy, nuestra “hoja de ruta”.
Nosotros, los hombres y mujeres de EAJ-PNV, reivindicamos esta política frente a la imposición, el fanatismo, el fatalismo, el inmovilismo y la falta de imaginación. Somos conscientes de que la política es instrumento de pacificación y de normalización sólo cuando se practica sin dogmatismos ni esquemas cerrados, con la disposición al compromiso y al acuerdo integrador que está en nuestra mejor tradición.
Así fue hace 110 años, así ha sido a lo largo de toda nuestra historia, y así serán también, con el compromiso y el trabajo de todos, en los próximos años.
Gora Euskadi Askatuta!