Iñaki Anasagasti
10Julio
2005
10 |
Opinión

¡ESOS PELMAS, AL CORRALITO!

Iñaki Anasagasti
Julio 10 | 2005 |
Opinión

No se si usted ha ido alguna vez al Senado. Si lo hace verá a su entrada dos anomalías. Una, que la placita donde está se llama “de la Marina Española”. En pleno centro de Madrid, a trescientos y pico kilómetros de la costa, prima más la Marina por lo de Española que el nombre del Senado. En reunión de la Mesa propusimos ponerle el nombre de “Plaza del Senado” y dejar el nombre de Marina Española para la calle adyacente. Gallardón dijo no, y nuestro aguerrido presidente, Rojo, dijo amén.

La otra es una inmensa estatua de Antonio Cánovas del Castillo, presidente del gobierno español asesinado en 1897 por un anarquista en Santa Agueda (Gipuzkoa), quien desde su minarete vigila que no se cambie una coma de la Constitución. Si Sabino Arana se las tuvo que ver con semejante personaje del conservadurismo hispano, nosotros andamos todos los días a vueltas con su espíritu.

 

A esa plaza llegará dentro de poco el Lehendakari a la segunda reunión de presidentes para hablar de la financiación de la sanidad. Si es que va. Si lo hace se va a encontrar con un lobby de once autonomías que no están por la labor de que la segunda reunión sea tan de guante blanco y sonrisas  melcochadas como la primera.

 

Por otra parte, ustedes saben que ERC pactó en Catalunya con el PSC e ICV, no con los nacionalistas de CiU, que habían ganado las elecciones. Primó más en ellos un falso discurso de izquierda que uno nacional catalán. ¿Y qué hacen para contrarrestar su flanco débil nacionalista? Muy sencillo. Cada cierto tiempo montan un numerito. Uno de ellos el de las lenguas.

 

En los plenos del Congreso, baja el diputado Joan Tardá y habla en catalán. El presidente Marín, le expulsa de la tribuna. El hecho tiene amplia cobertura y, una vez realizado, a seguir tragando carros y carretas y todo lo que el PSOE les eche para aprobar. Lo van a hacer con los papeles de Salamanca. Sólo serán devueltos los de los catalanes cuando el PNV devolvió a la Generalitá los que tenía de ellos. A eso se le llama solidaridad vasco catalana. ¡Y pensar que nuestros diputados se fueron del Parlamento en 1934 por solidaridad con Catalunya!

Pero como no se puede engañar a toda la gente todo el tiempo, el PSOE y el PP decidieron que eso de hablar en euskera, catalán y gallego era algo propio del Senado. Y al Senado nos vinieron creando un ponencia ridícula que incluso llegó a cuantificar económicamente lo que costaría una sesión de traducción simultánea. De verdad, daría el cuello por escucharle al Lehendakari hablar en euskera en el Senado ante un Rodríguez Ibarra y un Bono con los auriculares puestos. Estoy seguro de que Cánovas del Castillo bajaba del pirulí y la emprendería contra estos malos españoles que han permitido semejante desafuero.

 

El caso es que, ante la birria que nos planteaban, así como que la montaña había parido un ratoncito, dijimos que no firmábamos aquel bodrio y presentamos nuestras enmiendas donde solicitábamos que si las lenguas eran constitucionales a todos los efectos y no estaban territorializadas, se pudiera hablar en las cuatro lenguas en pleno y en comisiones. Si el gobierno español estaba pidiendo eso en Europa, ¿por qué diablos no íbamos a pedir lo mismo sobre todo cuando desde el rey al último vasallo del PSOE se les llena la boca hablando de estado plurilingüe y pluricultural?

 

¡En mala hora!. Llanto y crujir de dientes. “Pero, ¿estos pelmazos no saben castellano? Pues que lo hablen y no incordien”. “Si es así, hablemos en chino o en inglés que son más”. “Pero la sociedad no está madura para eso de los auriculares y eso de la traducción simultánea es muy duro e incomprensible”, bla, bla, bla.

El portavoz del PP, ¿saben lo que nos dijo?: “Señores del PNV. Háganle caso a Confucio, que decía que más valía encender una vela que maldecir la oscuridad.” Lógicamente le contestamos que Thomas Alba Edison había inventado ya la electricidad y que el senador del PP no quería encender una vela, sino dejarnos a dos velas.

 

Y la reforma quedó en que en la Comisión General de Comunidades Autónomas se puedan utilizar los cuatro idiomas. Sano regionalismo de coros y danzas. No se asume la pluralidad. Bélgica queda lejos. ERC avala el desaguisado conceptual con un discurso propio del PP.

 

Fue lo más doloroso. En el Congreso a número semanal. En el Senado con los pantalones bajados y un discurso de mínimos diciendo que un pasito es un pasito. El Tío Tom y su cabaña del Senado.

Radio Euzkadi se hizo eco del debate. No así ETB. Pero sí TV-3. Aunque la prensa catalana lo silenció. Les conviene una ERC sumisa y desnortada, ciscándose en los principios.

 

¿Euskera, catalán y gallego? ¡Al corralito de la Comisión de las Comunidades Autónomas!

Vamos a ver. Las Lenguas que no coinciden con territorios porque es el estado en conjunto el que es plurilingüe, ¿no creen ustedes que ello debería reflejarse también en las Cortes Generales en cuanto representa a una ciudadanía lingüísticamente plural?. El insuficiente reconocimiento del pluralismo lingüístico ¿no constituye un déficit tanto liberal (de protección de las minorías) como democrático (de participación desde las características culturales propias) del actual modelo constitucional? Pues sí. Pero os aguantáis. Somos más y nos apoya ERC que ha votado en contra de vuestras enmiendas. ¡Hala!

 

Cánovas del Castillo, puede seguir encima del pedestal. Como Jomeini, defensor de la fe y de los santos lugares, puede seguir tranquilo. ERC sostiene la estatua. Carod Rovira, a través de su portavoz Carles Bonet, avanza retrocediendo. Como los cangrejos. Lo sentimos.

 

LA FAMILIA DE CARLOS IV EN SINGAPUR

Cuelga en el Museo del Prado un cuadro de Goya fantástico. Lo pintó para la familia del rey Carlos IV y allí aparecen tan singular y poco egregias gentes con todas sus obsesiones reflejados en su semblante. Algo así parecían los ilustres expedicionarios españoles a Singapur tras la elección de Londres y tratando de vendernos la idea de que Madrid podía haber sido capital Olímpica frente a Nueva York, París, Londres y Moscú. Allí se plantaron (menudo pastón) con la Infanta Pilar, presidenta de la Federación Internacional de Hípica, la que dijo que las selecciones autonómicas atentaban contra el deporte nacional, el ínclito, por facha, Juan Antonio Samaranch, quien en octubre de 1975 estaba en el Palacio Real y asomaba su cabecita junto a un Franco moribundo que había tomado la decisión de cumplir con aquellas penas de muerte, y un largo etc. Si todo ese esfuerzo, Zapatero, Rajoy, Aguirre, y Gallardón lo hubieran empleado en febrero en la campaña Europea, quizás no hubiera habido tanta abstención con lo que eso significa. Dígase lo que se diga, prima lo local, frente a lo general.

 

Les confieso que no me voy a tirar desde el Monte Igueldo porque no haya salido la candidatura olímpica de Madrid. Confieso asimismo que nunca me puse la pulserita rojiza que todos los buenos españoles llevaban. Sólo confieso, como mal menor, porque ellos jamás hubieran aprobado algo parecido para una ciudad vasca, que dimos nuestro visto bueno para una declaración institucional apoyando la candidatura pero, eso sí, ninguno de nosotros aplaudió.

 

Confieso también que me regocijé de lo lindo cuando le vi a David Beckham y su mujer Victoria haciendo campaña por Londres. ¿Dónde queda la esencia de la raza en el Real Madrid? El buen tipo cobra en Madrid pero trabaja para Londres.  ¿Y ese es el buque insignia de la españolidad. También me pareció chusco y batido como un suflé el trabajo de la señora Sofía de Grecia en Singapur, mientras su marido se la pasaba en grande regateando en El Bribón, que es lo que le gusta. Confieso también que mi caduco nacionalismo vasco quedó tocado al ver tanto nacionalista español trabajando para un Madrid donde se crearían puestos de trabajo y se invertirían miles de millones de euros. Pero ya lo que me dejó flipado fue lo que  me dijo un buen madrileño: “Madrid merece esta candidatura olímpica porque es la capital de España. Lo de Barcelona no fue representativo de la españolidad”. Pues eso. ¡Qué triste estoy!

 

SEÑORA, YO NO SOY NACIONALISTA

Por el Senado apareció un diputado francés del Maine-et-Loire que con un cuestionario en ristre quería conocer respuestas en relación con la autonomía española. Preguntaba prudentemente sobre la descentralización administrativa y la comarcalización de los municipios. Ninguna mención a posibles apuestas federales o confederales. Los franceses son fundamentalmente jacobinos y creen que Dios, al crear el mundo, lo hizo en primer lugar con Francia. Por no reconocer no reconocen más idioma que el francés. Los demás no existen. Ahí está el ejemplo de las ikastolas en Iparralde.

 

La reunión con el diputado francés en el salón de Tapices del Senado era un estanque de cisnes. El modelo español es una maravilla, las cosas funcionan, tenemos el estado más descentralizado de Europa, etc. etc. Me incorporé, viniendo de otra reunión, donde la citada comisión llevaba su plácida existencia. Llegué tarde a aquel concurso de sonrisas. Los del PP estaban explicando el maravilloso funcionamiento del Tribunal Constitucional, como pieza clave a la hora de dirimir la posible conflictividad entre la Administración central y la autonómica.

 

Cuando llegó mi turno le dije: “¿Quiere usted saber la verdad o que sigamos bailando el rigodón?”, le espeté ante el  evidente sobresalto de los allí presentes.  “Tout la verité”, me contestó el diputado francés. Me despaché a gusto. Le hablé de la forma de elegir a los magistrados del Constitucional, recordé a Jiménez de Parga que decía que no existían las Comunidades Históricas, hablé de lo que es una instancia llena de centralistas a manera de un club de árbitros elegidos todos por el Real Madrid; de cómo dicen que el estatuto vasco no se puede cumplir y que no hacen nada para que no se aprueben leyes de bases que laminan el estatuto, etc.

Y como cogí carrerilla, una señora senadora muy digna me interrumpió para decirle al diputado francés con gesto de conmiseración: “El Senador Anasagasti es nacionalista, con eso está dicho todo”. El diputado francés asintió complacido.

 

Ahí estaba la explicación. Yo era una especie de chiflado al que no hay que tener mucho en cuenta porque era nacionalista.

 

“Evidentemente lo soy, pero no más que usted señora”, le dije. “Yo no soy nacionalista, yo soy española”, me replicó con contundencia, la senadora.

 

“Mire usted. Aquí somos nacionalistas todos y si se descuida el que más nuestro amigo el diputado francés, pero vamos a convenir una cosa. Yo no soy nacionalista si ustedes me dejan ser simplemente vasco, como usted no es nacionalista, porque como dice es sólo española”, traté de argumentar.

 

Pero la cosa se estaba poniendo color hormiga y los faunos de los tapices empezaban a afilar el tridente.

Y en eso quedó la explicación de cómo funciona el Tribunal Constitucional en España.

 

TXURRUKA Y UN MUSEO NACIONAL DE HISTORIA

Nuestra cultura histórica es de Cine de Barrio. Como mucha gente en este país y a pesar de que mi ama nació en Mutriku, tenía una idea muy lejana en relación con la figura de Cosme Damián de Txurruka. De ahí que tuve curiosidad por saber del personaje aprovechando los actos organizados con motivo del bicentenario de la batalla de Trafalgar en Madrid y en Mutriku, celebrado asimismo por los ingleses echando la casa por la ventana. Aquella victoria naval dio inicio al poderío británico en los mares y al declive del español.

 

De Txurruka sabía que mandaba el San Juan Nepomuceno y que murió en aquella singular batalla, así como que frente a la iglesia de Mutriku tenía una estatua. Desconocía que era euskaldun, que había sido alcalde de su villa natal, y que la había regido como si de una fragata se tratara pero sobre todo que había sido un ilustrado personaje que si no hubiera muerto en Trafalgar habría pasado asimismo a la historia por sus expediciones transoceánicas en labores de investigación, cartográficas y levantamiento de planos. En París, el cónsul Napoleón le regaló a Txurruka un estuche con dos pistolas que están expuestas en la exposición mutrikuarra. De vuelta a Brest escribió “Método geométrico para determinar todas las inflexiones de la quilla del buque quebrantado”. Cosas así.

 

El caso es que para este verano y si estas cosas del mar le gustan, un toque en Mutriku para ver esta interesante exposición sobre Txurruka y su tiempo, no le defraudará. Está expuesta en la Casa de Cultura del Palacio Zabiel y si usted la ve con calma se dará cuenta de la oceánica incultura que tenemos sobre nuestras grandes personalidades históricas. Lo mismo me ocurrió hace poco con Legazpi y Urdaneta. Toda esta gente está en el montón de cenizas de la historia bien mezcladitas para que no tengan perfil propio.

 

Cuando se afirma hasta la extenuación que la “Memoria es la Identidad” y que un pueblo que se precie debe rendir el culto imprescindible a sus gestas y a la acción de sus hombres y mujeres, se da uno cuenta que veinticinco años de autonomía no han servido para que nadie abordara en serio la creación del Museo Nacional Vasco de Historia como lo tienen los catalanes. ¿Será porque a algunos les preocupa que tras la visión concatenada de un trabajo así y tras el pase por las distintas salas de ese hipotético Museo, cualquier espíritu sensible lo único que podría exclamar sería: ¡Gora Euzkadi Askatuta! Hagan la prueba y déjense algunos de marear la perdiz.

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