Iñaki Anasagasti
Hablaba el miércoles 9 Josu Jon Imaz en el hotel Ritz ante periodistas de los medios madrileños y personalidades de todo tipo. De repente, recibió una nota. Habían puesto una bomba en Ifema. Una mala noticia que Imaz contrarrestó enmarcándola en un contexto tras formular una condena.
La imagen era clara. El presidente del EBB, la víspera y ese día, trataban de desenredar el nudo vasco con argumentos, ejemplos, mucha saliva, buen sentido, empatía y manteniendo un discurso claro que se resumía en dos conceptos: “Derecho a decidir, necesidad de pactar”. Era ese el día en que la noticia se centraba en la reunión que, discretamente había mantenido en La Moncloa con el presidente Rodríguez Zapatero. El que el diálogo en política sea sospechoso, y el pensamiento único de la época de Aznar lo políticamente correcto, no dejaba de tener sus bemoles en una democracia seria. Pero así es el Madrid político, dado al escándalo epidérmico por cualquier cosa y que va directo a la yugular.
El presidente del EBB ha participado en el “Forum Europa” en dos oportunidades en un año. Y es que, el cuerpo a cuerpo, para explicar que los tópicos sólo son tópicos y las amenazas, propio de las telarañas de quienes no desean que cambie nada, cuando tiene que cambiar casi todo con objeto de arreglar un conflicto histórico de naturaleza política, exige esa labor de que la montaña vaya donde Mahoma.
Y mientras esto ocurre, Otegui y sus muchachos venga a convocar ruedas de prensa para no decir absolutamente nada y emplazar a todo el mundo menos ellos a ETA. ¿De qué nos sirve a nosotros abogar porque este grupo pueda concurrir a las elecciones si ellos se limitan a la nada, a justificar la “kale borroka”, el atentado de Getxo y el de Madrid? ¿No se dan cuenta que para ser radical hay que ser todo, menos tonto?
Ese miércoles, en Madrid, cuando le llegó al presidente del EBB la notificación de marras del atentado se visualizó rápidamente quienes trabajan por Euzkadi y quienes por destruirla. De uno y otro lado. Una pena. Pero, nosotros seguiremos. El PNV tiene 110 años. ¡Y lo que te rondaré morena!
RUIDO EN CHILE, SILENCIO EN BILBAO
Vivimos momentos en los que al nacionalismo hay que ponerle todos los sambenitos del mundo sin que, para su adecuada percepción, se den las informaciones básicas. Lo vimos con claridad la semana pasada.
Hace cuatro años, en noviembre de 2000 fuimos a Chile a una reunión de la Internacional Demócrata Cristiana. Nos habíamos retirado del Partido Popular Europeo ante su creciente derechización y ante el ingreso en el mismo de Silvio Berlusconi y de la cada día más poderosa presencia de un Aznar que había ido a aquella plataforma a hacerla suya.
En Chile nos pusieron ante la disyuntiva de, si queríamos estar en el IDC, teníamos que participar en el PPE. No se admitía otra cosa. Era un cambio de reglamento que tenía nombre y apellido: PNV. Allí, Javier Arenas y Angel Acebes argumentaron en contra de uno de los partidos fundadores en 1947, mientras sus mayores apoyaban al general Franco. La prueba es que entraron en la DC finalizados los años ochenta.
Ante semejante disyuntiva el PNV, en intervenciones de Imanol Bolinaga y José M. Etxebarria, dijo que voluntariamente abandonaba una plataforma política que había fundado y que el PP español la había desvirtuado hasta hacerla irreconocible.
Aquello tuvo un increíble impacto mediático porque en la persecución de Aznar al nacionalismo vasco se buscaba quitarle cualquier asidero internacional. Y, el PNV, en el Parlamento Europeo se adscribió a la Alianza Libre Europea – Los Verdes.
Pero lo que anunció el PNV se produjo. Como consecuencia de la progresiva derechización de aquella organización internacional, un grupo de antiguos democristianos franceses e italianos junto a lituanos, checos, griegos y demás decidieron dar el paso y volver a los orígenes de un planteamiento federal para Europa, así como social, centrado en el humanismo y por eso crearon el 9 de diciembre pasado en Bruselas el Partido Demócrata Europeo cuyo presidente de honor es Romano Prodi, sus presidentes ejecutivos Francesco Rutelli, antiguo alcalde de Roma y Francois Beyrouth, ex ministro francés, contando con Josu Jon Imaz como uno de sus vicepresidentes. En alianza con el partido liberal, con fines estratégicos, puede llegarse a tener casi cien eurodiputados y no ser sólo bisagra sino plataforma de poder político en una Europa que se está haciendo a trancas y barrancas.
Pues bien. La primera reunión del nuevo PDE fuera de Bruselas y en apoyo de la Constitución Europea la tuvimos el 5 y 6 de febrero en Bilbao. Hasta aquí vinieron estos europeos superando todas las presiones habidas y por haber para que no lo hicieran. En concreto de una de los bichos más malos que hay hoy en la política europea y que se llama Josep Borrell y es el presidente del Parlamento Europeo que presionó lo indecible para que a Bilbao no se desplazaran estos dirigentes que, superando todas las presiones, aquí estuvieron.
Los servicios generales de Sabin Etxea se esmeraron. Adquirieron mobiliario adecuado, establecieron un servicio de traducción simultánea, pusieron pastas en la mesa y un panel con las fotografías de Schumman, De Gasperi, Adenauer, y Spaak, junto a las de Aguirre, Irujo, Landaburu y Leizaola pioneros de Europa. Aquello tenía pinta de reunión en Bruselas y de eficacia vasca, pues a la citada organización se le puso el cariño de un buen programa para que conocieran en día y medio algo del país y se llevaran la mejor de las impresiones, como así ha sido. Pero, ¿qué ocurrió? Así como del portazo de Chile se enteró hasta Pinochet, a la reunión de Bilbao le han puesto corcho, algodón y un inmenso silenciador. La lupa para lo malo, el puntito perdido para lo bueno. No importa. Seguiremos como la hormiga. Eso a la larga, se lleva el gato al agua.
RESPETO A LA MEMORIA DE VIZCAINO
Sorpresivamente, para quienes no conocíamos la gravedad de su enfermedad, esta semana nos hemos visto tristemente sorprendidos por el fallecimiento de José María Vizcaíno, personalidad referencia en el mundo del empresariado vasco.
Tras enviar a su familia la condolencia por su fallecimiento, no hubiéramos comentado este luctuoso hecho de no haber irrumpido de forma artera, impresentable y mentirosa, Pedro Gómez Damborenea, quien tuvo a su cargo la nota necrológica en el diario “El País” el lunes 7 de febrero y que no desaprovechó la infausta oportunidad para, en lugar de ensalzar la figura respetable del empresario gipuzkoano, aprovechar que el Urumea desemboca en Donosti para escribir para toda España esta sucia inexactitud:
“Su empresa pasaba en los últimos tiempos por un momento de gracia. Nada que ver con los duros años noventa, que atravesó con la sensación de que las instituciones vascas no le apoyaron, sino más bien lo contrario. Una dura negociación con Hacienda y la Seguridad Social le permitió una quita, que unido a un ajuste laboral, le ayudó a reflotar el negocio”.
Y seguía este personaje bilioso hurgando en la herida de la violencia en Euzkadi para arrimar su podrida sardina al ascua del enfrentamiento para que, en todo el Estado español se tenga del nacionalismo gobernante la imagen deplorable de un sectarismo perseguidor de los buenos empresarios. Y fue, precisamente, todo lo contrario lo que se hizo y lo que hubiera hecho este tipo impresentable.
Recuerdo perfectamente cómo, tras haber pactado en 1996 con el PP y teniendo por aquellos acuerdos políticos hilo directo con el ministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato, desde Gipuzkoa nos llegó la petición de ayuda ante el ministro, de la empresa Ramón Vizcaíno que pasaba por una crisis muy profunda. Y, sin tener en cuenta la adscripción política de José María Vizcaíno, y como era nuestra obligación, nos empleamos a fondo para renegociar su deuda con la Seguridad Social. Si alguien lo duda, le remitiré las oportunas cartas y peticiones al ministro.
Pero es más. Desde el Gobierno Vasco y desde la Diputación de Gipuzkoa, se volcaron en favor de esta empresa vasca.
Ni tan siquiera hubo una “quita” en sentido técnico. Hubo un plan de salvamento de la empresa, realizado con mucha imaginación y con mucha valentía, con un marcado voto de confianza en el empresario Vizcaíno y su equipo humano y directivo, que no eran precisamente del PNV.
Lo fácil hubiera sido aplicar la letra de los reglamentos, con embargo y subasta de los bienes, lo que hubiera llevado irremediablemente al cierre de la empresa y a los trabajadores directamente al paro. Pero no fue así.
Muy al contrario, se consintió una acumulación de deuda mientras duraron los estudios de viabilidad y las negociaciones consiguientes, en orden a mantener la actividad económica y empresarial del Grupo.
Pretender una simple “quita y espera” tampoco hubiera sido correcto, desde ningún punto de vista. Todos quisiéramos que nos hicieran “quitas” en el pago de nuestros impuestos. A todos nos duele “tener que pagar” impuestos, pero hacer una “quita” en la deuda tributaria sin analizar las causas que han llevado a tal situación y sin tomar las medidas correctoras para enderezar el rumbo y evitar en el futuro situaciones similares, no se le ocurre ni al que “asó la manteca”.
Por el contrario, lo que hicieron José María Vizcaíno y los máximos responsables de la Hacienda gipuzkoana fue analizar las causas y diseñar, conjuntamente, las medidas correctoras de futuro. Crear una nueva empresa. Destinar los activos ociosos, importantes, a la enajenación y pago a los acreedores, proporcionalmente a sus créditos y con respeto a las preferencias y prelaciones que marca la Ley, gestión para la propia empresa, con cierto control por supuesto por los acreedores institucionales, de los activos inmobiliarios con el fin de enajenar en las condiciones económicas más favorables para la empresa, operación urbanística de las viejas instalaciones incluida (lo que ha demorado el proceso varios años, en bien de la empresa).
Y bien diseñado, con franca colaboración y leal negociación con los máximos responsables de la Seguridad Social, una dura negociación pero con Vizcaíno y sus instituciones vascas en el mismo lado de la mesa, como han hecho siempre nuestras instituciones, hasta llevar a la Hacienda española el ánimo de la bondad del diseño y la necesidad de la apuesta, que entendieron plenamente y se sumaron a la operación de salvamento de la empresa de Vizcaíno.
¿Alguien puede decir que Vizcaíno no sintió el apoyo y el respaldo de sus instituciones? Quien así piense, o no lo conocía o miente como un bellaco. Es lo habitual en personajes como Gómez Damborenea, lo más parecido a García Damborenea.
Sería bueno que ésta persona con tan malas intenciones no confundiera la natural y lógica discrepancia política que mantuvimos con José M. Vizcaíno, con el respeto a su memoria y con la aviesa intención de atribuirnos responsabilidades que no tuvimos contrarias a lo que realmente ocurrió. Ah! Y esto simplemente es una respuesta, ante una acusación gratuita.
EL ALMIRANTE BORBÓN
Don Juan de Borbón que no se distinguió precisamente por trabajar nunca durante su vida, ni tampoco por su desinterés, fue acreedor, hace dos meses que un barco de la Armada que se iba a llamar “Roger de Lauria” se llame ahora “Almirante Juan de Borbón”. Como no tenía constancia de que este buen señor llegara nunca a ser almirante de nada se me ocurrió preguntarle al gobierno socialista del por qué su admiración por tan pintoresco marino.
Y el gobierno socialista, y recalco lo de socialista, defensor de una sociedad sin clases, me contestó lo siguiente:
“La decisión de asignar el nombre de Almirante Juan de Borbón a la segunda fragata de la clase F-100, se adoptó siguiendo una tradición centenaria española de asignar nombres de la Familia Real a los buques de la Armada. Es también el caso de otros buques que sirven en la actualidad: patrulleros Infanta Elena e Infanta Cristina, fragata Reina Sofía y portaaviones Príncipe de Asturias.
En su magnanimidad el gobierno no descarta llamarle Roger de Lauria a una fragata pero desde luego no a personalidades que murieron en el exilio, tales como Luís Companys, Niceto Alcalá Zamora, Julián Besteiro o Indalecio Prieto. ¿Y estos son socialistas?
Para completar este cuadro de servilismo monárquico también se me ocurrió preguntarle al gobierno socialista si pensaba permitir que el rey nombrara a J. M. Aznar, duque, marqués o conde, como en su día lo había hecho con Suárez teniendo den cuenta que un gobierno socialista, durante la República, había abolido los títulos nobiliarios. Y me contestaron con esta perla:
“La facultad del Rey de conceder honores y distinciones viene recogida en el artículo 62 de la Constitución Española, que enumera las facultades y funciones de S.M. el Rey”
Eso es todo. El gobierno socialista no tiene opinión ante semejante ataque a la igualdad de las personas. ¡Qué socialistas son estos socialistas!