Iñaki Anasagasti
30Enero
2005
30 |
Opinión

Aquella carta de Aguirre a Franco

Iñaki Anasagasti
Enero 30 | 2005 |
Opinión

Iñaki Anasagasti

Opinión

Deia


Según el derecho de autodeterminación cada pueblo tiene derecho a elegir su propio futuro. Es algo fundamental y bastaría su simple enunciado para que una colectividad fuera lo que quisiera ser. Y es más. Si a este derecho se le unen títulos históricos, la demanda se refuerza.

En España no solamente no se reconoce el derecho de autodeterminación sino que quieren negarnos nuestra propia historia. El actual debate y el actual lío nacen de un robo y de una traición. Sin embargo, en Madrid, no se quiere hablar de esto. Presentan la actual reivindicación vasca como una chifladura de los nacionalistas, como un intento etnicista e insolidario fruto de mentes afiebradas, fanatizadas y sin el menor título histórico. Y de eso, nada monada.


Si España como tal concepto político surge en el XIX, porque antes era un mero cortijo del rey de turno, Euzkadi como nación política surge del planteamiento de Sabino Arana tras las dos leyes derogatorias de los Fueros. Es decir, ellos nos robaron nuestra soberanía y nosotros reivindicamos la situación anterior al hecho de fuerza.


La generación de los nacionalistas vascos de la República siempre nos ponía encima de la mesa la fecha de 1839. Hoy se habla poco de ella y creo se debería hablar más para callar a tanto bocazas inculto que piensa que nuestra reivindicación es algo urdido por ETA.


En octubre de 1939 se encontraba el lehendakari Aguirre refugiado en París. El Gobierno vasco en el exilio decidió recordar por todo lo alto el centenario de la primera ley abolitoria de los Fueros Vascos y entre otras acciones Aguirre redactó una carta abierta a Franco que la inició de la siguiente manera: ‘‘Se confirman los Fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarquía española’’.


‘‘Con esta fórmula de bondadosa apariencia fue abolida el 25 de octubre de 1839 la secular libertad de los vascos en sus regiones de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra. En nombre de una unidad constitucional extraña a los vascos, fue suprimida la independencia de la que los viejos escritos llamaron ‘‘tierra apartada’’. Se consumó el despojo, aprovechando el cansancio producido por la derrota de una guerra larga, en la que el alma popular vasca luchó por la conservación de una libertad y de un patrimonio espiritual, contra los que adivinaba agresiones próximas por parte de la Monarquía liberal española de aquel entonces. La agresión la realizó un Parlamento que ninguna jurisdicción tenía sobre los vascos.


Desde los siglos medios en que el pueblo vasco aceptó mediante pactos solemnes como suya la Corona de España, jamás fue hasta aquella fecha alterada una libertad, basada en la unión personal que realizaba la Corona y en la independencia de las instituciones y de los pueblos respectivos.


Anticipándose al sistema imperial británico, la época de mayor grandeza peninsular coincidió con el sistema basado en el conjunto libre de las nacionalidades, bajo un cetro que constituía su única ligazón. Los vascos libres contribuyeron libremente a esta grandeza, en multitud de páginas brillantes que la Historia registra, lo mismo en Europa que en América.
A partir del 25 de octubre de 1839 la trayectoria histórica señalada se rompió bruscamente, al ser roto unilateralmente y por la fuerza un pacto respetado durante varios siglos.


El pueblo vasco ha vivido desde entonces en continua alteración y protesta que, según los tiempos, ha revestido de forma distinta, sin variación en el fondo. Jamás dejó año tras año de exteriorizarse la protesta solemne de los vascos. Sólo bajo una ocupación militar, los vascos han de guardar, en su patria, un silencio forzado.


Las luchas armadas -incluso la última sostenida- no han tenido por nuestra parte otra significación que la defensa de nuestra libertad. ¿Qué daño hicieron a nadie nuestras viejas instituciones nacionales y su pacífico desenvolvimiento para que contra ellas se concitara tanta injusticia y tanta aversión?’’ Hasta aquí la introducción de la carta abierta a Franco por parte del lehendakari Aguirre.


Aquel hombre en el destierro, perdedor de una guerra, denunció aquella injusticia como lo había hecho en Trucíos, y clamaba por aquella infausta fecha que nos había quitado con hurto, engaño y traición nuestro poder originario. Que no nos vengan ahora hablando de que la soberanía reside en el pueblo español, porque ésa es la madre del cordero de toda esta batalla.


Bajo el Árbol en 1977
Retomando esta tradición, que desgraciadamente se ha interrumpido y tras aquellas elecciones de junio de 1977 y del primer Alderdi Eguna, desde el Euzkadi Buru Batzar quisimos recordar esta fecha y nos fuimos a Gernika para, bajo el Árbol, protestar por aquella abolición foral. ¡Qué cosas hacíamos!


Los cuatro consejos regionales del Euzkadi Buru Batzar del PNV, de Nabarra, Gipuzkoa, Araba y Bizkaia, en sesión extraordinaria, tratamos de dar realce, el 25 de octubre de 1977, bajo el Árbol de Gernika, a una fecha histórica: la del 25 de octubre de 1839, en que, por primera vez, las regiones vascas se vieron sometidas a la unidad constitucional del Estado.
D. Manuel de Irujo, presidente de la Asamblea de Parlamentarios vascos inició el acto recordando la ley de 1839 y poniendo de relieve que, precisamente en ella, por primera vez se mencionó conjuntamente a las cuatro regiones tradicionales vascas. Nabarra acabó negociando la Ley paccionada y una serie de contratiempos históricos produjeron un hecho del que en cierto modo dijo, «tenemos que sentirnos culpables: los vascos nos dividimos».


El entonces presidente del Euzkadi Buru Batzar, Carlos Garaikoetxea, dio lectura al manifiesto siguiente:
‘‘Al cumplirse el 138 aniversario de la ley de 25 de octubre de 1839, que significó el despojo violento de las libertades del Pueblo Vasco, el Euzkadi Buru Batzar del Partido Nacionalista Vasco ha querido reunirse a la sombra del Árbol de Gernika, símbolo de nuestras libertades, para dedicar una jornada de trabajo y reflexión en torno a los problemas que aquejan a nuestro pueblo.


Aquella privación injusta de nuestras potestades originarias provocó una reacción permanente en los vascos, que a lo largo de los últimos 140 años no han cesado en su reclamación de la soberanía perdida por cada uno de sus territorios.


Pero desde que Sabino Arana fundara el Partido Nacionalista Vasco, a la invocación de estos títulos históricos se ha sumado otra razón fundamental que sería de por sí suficiente para justificar nuestra lucha. El sentimiento nacional solidario de todos los vascos, y su convicción de que, por constituir una nación, tienen derecho a disponer de sus propios destinos.


Nuestra causa, hoy como ayer, está sometida a toda clase de obstáculos, y es combatida de forma tenaz y desleal.
Cuando ha cabido el despojo violento y la oportunidad bélica ese ha sido el procedimiento empleado. En circunstancias normales el Poder Central y sus aliados en el país han manejado armas más sutiles:
- Cuando reclamábamos la reintegración de nuestro poder foral, trataban de desacreditar tal objetivo denunciando el arcaísmo de nuestras instituciones y sus connotaciones de Viejo Régimen, ignorando la capacidad y voluntad de los vascos para actualizar sus instituciones.
- Cuando hemos invocado un Poder Político para todo el Pueblo Vasco, ese mismo enemigo ha vuelto sus ojos nostálgicos y aparentemente entusiastas a los viejos fueros, inmovilizados en sus mugas provinciales, en un intento desesperado de dividirnos. Basta recordar a los integristas de hace cuarenta años y a sus seguidores de hoy.
- Allá donde la agresión cultural y su principal consecuencia, el desarraigo del idioma han llegado a sus últimas consecuencias han intentado arrancar la propia conciencia de pertenecer a la comunidad vasca fomentando incluso enfrentamientos fraticidas. Sirva de ejemplo la actuación de UCD y sus adláteres en Navarra, hostigando a los navarros meridionales contra sus hermanos vascófonos.


Estas y otras argucias que sería largo enumerar, cuando no la violencia, han sido las armas permanentes empleadas contra nuestro pueblo. Pero nada de ello ha impedido que hoy, 25 de octubre de 1977, se alce con mayor energía que nunca el doble fundamento de nuestro grito de libertad".


Y tras analizar el momento que se vivía, concluía:
‘‘Ante este estado de cosas el Partido Nacionalista Vasco proclama hoy cuando se cumplen 138 años de la ley que estableció unilateralmente la unidad constitucional del Estado, que no cesará en su lucha por la libertad de Euzkadi, solución previa e indispensable para el logro de una Sociedad Vasca, dueña de sus destinos, progresiva y desde su propia libertad y soberanía, solidaria con todos los pueblos’’.


Manuel de Irujo, para cerrar el acto, aludió en breves palabras que aquel texto había sido elaborado con sangre y lágrimas y que todos debían aportar la recia voluntad para conseguir la libertad de Euzkadi.


Los presentes entonamos el ‘‘Euzko Abendaren Ereserkia’’ y después, bajo el Árbol de Gernika, el ‘‘Gernikako Arbola’’.


En apoyo de los Fueros en las Cortes
Lo curioso e increíble hoy fue que diputados por Araba, Gipuzkoa, Nabarra y Bizkaia elevaron al presidente del Congreso, Fernando Álvarez Miranda, durante el pleno de la Cámara, un escrito de reafirmación de los derechos e instituciones históricas de los cuatro territorios y de sus aspiraciones de autogobierno. Hoy sería impensable que el petardo de Manuel Marín hiciera algo parecido.


Aquel presidente del Congreso, atendiendo a que ese día se cumplía el 138 aniversario de la ley que conculcó los fueros de las cuatro regiones, dio lectura a la Cámara de éste documento.


‘‘Conmemorándose en el día de hoy el 138 aniversario de la ley de 25 de octubre de 1839, de tan funestas consecuencias para los regímenes forales de Álava, Gipuzkoa, Navarra y Bizkaia, los diputados representantes de dichas regiones manifiestan:
Su total repulsa por aquella ley que conculcó de forma unilateral el régimen foral propio de los cuatro territorios históricos citados.


La firme determinación de Álava, Gipuzkoa, Navarra y Bizkaia a recuperar en plenitud sus derechos e instituciones históricas.
Su convencimiento de que la nueva Constitución reconocerá en forma adecuada las justas aspiraciones de autogobierno de las regiones que los abajo firmantes representan’’.


Recuerdo esto para que todos esos jurásicos del PP y todos esos falsos progres del PSOE lo tengan en cuenta cuando en febrero voten No a la propuesta del Parlamento vasco, porque para ellos la soberanía reside en el pueblo español y no en el pueblo vasco. Y es que ésa es la madre del cordero y la madre de todas las batallas. Porque si, como le decía Luis a su hermano Sabino, «si somos españoles, ¿para qué reivindicar nada? Y, si no lo somos, ¿por qué no dejar de hacerlo en cada momento?»


Volvamos pues a este debate tan incómodo para los buenos españoles y que no es otro que recordarles que estamos metidos ahí de hoz y coz en base a una traición y a un asqueroso decreto que nos metió los gobernadores civiles, la justicia única, la demarcación en provincias, el servicio militar obligatorio y el pago de impuestos, pero, por sobre todo aquel ‘‘sin perjuicio’’ que fue nuestra ruina.


Releamos a Sabino, a Aguirre, a Landaburu (padre) y a Irujo y sigamos con nuestro ñaca, ñaca, raca, raca, de la matraca. ¡A ver si se enteran!

 

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