Opinión
14Enero
2005
14 |
Opinión

Concurso de mangarranes políticos

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Enero 14 | 2005 |
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Markel Olano

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Deia


Estamos asistiendo a una pugna en torno a quién suelta la mayor barbaridad con respecto a la Propuesta de Nuevo Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi aprobada en el Parlamento vasco el pasado 30 de diciembre; se trata de un verdadero concurso de mangarranes políticos. Junto con la participación estelar del Partido Popular y la derechona mediática, lo que realmente sorprende es que el Grupo Prisa (afín al PSOE), con su diario de referencia (El País) e incluso su radio (la Ser), haya entrado a saco en esta nueva marejada mediática, realizando un marcaje férreo al Partido Socialista, el cual, mostrando una debilidad ciertamente preocupante, se empeña en cavar más y más en los lugares comunes del mayororejismo, sin darse cuenta de que cuanto más cave, más larga tendrá que ser la escalera para que pueda salir.


Primera premisa del mayororejismo: los votos de ETA.


Este ejercicio de torpeza de primer nivel queda reflejado meridianamente en el acuerdo que adoptó la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE el pasado 10 de enero. En él se afirma que lo que llegó a la Cámara como un proyecto nacionalista, sale de la misma con las bendiciones y gracias a los apoyos de ETA y sus acólitos.


Esto es todo lo que se les ocurre para afrontar una decisión adoptada en sede parlamentaria por la representación mayoritaria de la ciudadanía de la Comunidad Autónoma. Eso sí… luego pierde el trasero para no llegar tarde y poder votar junto con Batasuna con el fin de obstaculizar la gestión del Gobierno de Gasteiz.


Estamos ante un nuevo intento de identificación espuria del tripartito gobernante con el terrorismo de ETA. Una táctica que ha marcado, en lo referido al tema vasco, la andadura política del Partido Socialista de los últimos seis años, utilizada básicamente para desalojar al nacionalismo de las instituciones. Es la estrategia de acabar con la violencia de ETA mediante la derrota del nacionalismo en su conjunto.
Sin embargo, no me resisto a recordar que la cuestión que más me llamó la atención de la intervención del presidente Rodríguez Zapatero en la comisión del 11-M fue su utilización sistemática y machacona del concepto terrorismo internacional de tipo islamista radical, con lo que ello significaba mirando a dos cuestiones fundamentales:


1) Era terrorismo internacional, y no terrorismo a secas (se trataba, obviamente, de un recadito para el PP). «Habiendo sólo una línea de investigación desde el jueves por la tarde, todo lo que se dijo posteriormente fue un engaño masivo», sostuvo Zapatero.


2) Era de tipo islamista radical, y no islamista a secas. Con esta delimitación se pretendía, en mi opinión, aislar escrupulosamente el campo de responsabilidad, salvando al conjunto de la religión musulmana e incluso al propio islamismo, el cual puede considerarse como una ideología escasamente democrática, pero a la cual no cabe responsabilizar de los atentados terroristas.


Loable actitud, la de Zapatero, que se enfrenta con responsabilidad al riesgo evidente de simplificación y generalización que conduce directamente a la xenofobia y al ‘‘choque de civilizaciones’’.
Pero dicha actitud responsable y reposada agiganta la gravedad de la simplificación con la que Zapatero y su gente afrontan la Propuesta de Nuevo Estatuto Político. Una actitud que tiene visos de desembocar en un nuevo engaño masivo.


Desde este punto de vista, la actitud del editorialista del ‘‘The Wall Street Journal’’ es infinitamente más coherente: ‘‘España necesita ahora un liderazgo fuerte’’, señala el editorial, pero puntualiza que ‘‘tanto en la política internacional como doméstica en los últimos diez meses, Zapatero ha inspirado poca confianza en esa prueba’’. Es decir, si has de ser mangarrán, haz como Bush, y sé mangarrán en todo.


Segunda premisa del mayororejismo: el desafío al Estado.


La cuestión vasca tiene solución, y es posible que la tenga a corto-medio plazo. Pero, para ello, es inexcusable la participación activa y constructiva del Gobierno español, tal y como se produjo en el caso del Gobierno británico en el conflicto norirlandés.


La verdadera visión de estadista se demuestra cuando se aprovechan las oportunidades políticas y se muestra el coraje suficiente como para arriesgar y afrontar los embates demagógicos de los ultras. Observar con temor, por los riesgos que conllevan, las oportunidades de solución de los conflictos, corresponde a personalidades débiles y paranoicas, del tipo que pudimos sufrir en la persona de José María Aznar en los tiempos de Lizarra-Garazi.


Y mira tú por donde, en el citado acuerdo que adoptó la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE se habla de la magnitud del desafío planteado y de asunto de Estado mirando a la Propuesta de Nuevo Estatuto Político, enfocando la cuestión desde la perspectiva de la salvaguarda de la legalidad constitucional, en lugar de enfocarla en claves de normalización y pacificación.


Y ¿por qué lo hacen?
Porque básicamente opinan que el que se mueva no sale en la foto (frase atribuida a Alfonso Guerra). Es decir, que el que en esta cuestión se aleje del discurso políticamente correcto en Madrid, sufrirá las consecuencias a nivel electoral.


Según palabras textuales de Rodríguez Ibarra en la última reunión de la Ejecutiva Federal del PSOE, el presidente extremeño expresó su opinión favorable a retirar la competencia sobre Policía vasca a Euskadi porque «su única preocupación consiste en que Zapatero obtenga más votos en Extremadura que en las últimas elecciones». Pepe Blanco, por su parte, en declaraciones públicas, instó al PP, en relación al denominado Plan Ibarretxe, a que abandone su ansia de poder, y se coloque al lado del Gobierno en su posición contraria al proyecto del lehendakari. Estamos hablando, pues, de ansia de poder.
Sin embargo, yo no creo que un presidente de Gobierno pueda despejar esta cuestión con tanta facilidad. Son demasiados muertos, demasiados amenazados, demasiados costos económicos, demasiado sufrimiento como para gestionar el tema con cinismo y superficialidad. José Luis Rodríguez Zapatero sabe que tiene la oportunidad de conducir el problema vasco por cauces políticos y democráticos, y sabe que la historia lo juzgará, del mismo modo que juzgará a un José María Aznar ruin, prepotente y mentiroso.


Ya es hora de que comiencen a cambiar el encuadre de la foto y, en todo caso, yo sería más partidario de aplicar la filosofía de esta otra frase: «Más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo». Y hacerlo cuanto antes, puesto que cuanto más tarden, más se irán acercando a las próximas elecciones a Cortes generales.

Markel Olano Arrese es burukide del EBB de EAJ-PNV

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