Cuesta creerlo. A aquellos jóvenes que deberíamos estar honrando como pacificadores les estamos exaltando como soldados. En efecto, a aquellos hombres de paz, que no conocían otra arma que la escopeta de caza, la miserable guerra provocada por otros les obligó a tomar las armas en contra de su naturaleza y sus principios. Porque es sabido que el Partido Nacionalista Vasco no quiere ni ha querido nunca construir Euskadi utilizando la fuerza. El Partido Nacionalista Vasco quiere conseguir por vías pacíficas y democráticas que Euskal Herria sea un pueblo soberano. Como dice Manuel de Irujo, al Partido Nacionalista Vasco le costó tomar las armas.
El Partido Nacionalista Vasco no es un partido formado para coger el trabuco e irse al monte. El afán de los carlistas es tirarse al monte –los carlistas siempre al monte-, pero el Partido Nacionalista Vasco no. No estaba preparado para un conflicto semejante, y le costó convencerse de que debía tomar el fusil. Es verdad, al Partido le costó dar ese paso.
El Partido Nacionalista Vasco quería levantar a Euskadi atrayendo a la gente, promoviendo el amor a la patria y al euskera, reuniendo recursos humanos, creando ikastolas, escuelas vascas, revistas en euskera, etc. Y de repente se encontró ante una guerra que quería destruir todo lo vasco, la libertad y la democracia. Sin embargo, a pesar de no tener voluntad, preparación ni medios para la lucha, decidísteis pelear a favor de
Hoy, sin embargo, es a Candido Saseta a quien recordamos. Al igual que los gudaris bajo su mando, era un militar que no quería la guerra. La carrera militar la hizo con intención de ser miquelete, y con el tiempo llegó a ser capitán de intendencia, jefe administrativo de los militares, en Marruecos, en el campamento Villa Sanjurjo instalado en Alhucemas.
Candido nació en Hondarribia el 13 de diciembre de 1904. Aunque su madre, Fructuosa, era de Zegama, su padre, don Ambrosio, era maestro en la escuela Biteri de Hondarribia. Los demás hermanos y hermanas también nacieron en este hermoso pueblo: Merzedes, Julia, Maria, Trinidad, Pablo, Martin y Jose Migel.
Candido estudió en castellano y entre militares; a pesar de ello no renunció a su idioma ni a su Euskal Herria. Aún más, aunque vivía con militares no escondía su amor al euskera y a la patria vasca. En la puerta de la caseta que tenía en el campamento de Marruecos se podían leer estas significativas palabras en euskera:
Emen sartzen dana, Euzkadin da.
euzkalduna bazera, mintzatu euzkeraz;
eta abertzalea bazera, deadar zazu nerekin:
Gora Euzkadi azkatuta!
(El que aquí entre estará en Euzkadi. Si eres euskaldun, habla en euskera; y si eres abertzale, grita conmigo: Gora Euzkadi askatuta!)
Candido, que quería ser miquelete, en tiempos de
De aquella escuela militar vasca salieron 250 oficiales de infantería, 100 de artillería y otros 30 ingenieros. Además, se hizo posible poner en marcha el Ejército Vasco con aproximadamente 40.000 gudaris y milicianos. Por eso afirmó Irujo: "El mayor mérito de
Por decisión de Saseta se construyó la línea de frente entre Lekeitio, Kalamua, Eibar, Ubidea y Otxandio. Y era Saseta el que iba delante de los gudaris, vestido igual que ellos aunque le hirieron las balas una y otra vez, en Venta de Zarate, Belkoain, Ernio, Legutio, etc. Como reconoce Koldo Mitxelena, "Saseta nos enseñó a dejar acercarse al enemigo para atacarle después. Saseta nos inculcó el espíritu militar; y para conseguirlo asumió mayores peligros de los que correspondían a su grado". Siendo tan necesario en Euskadi, Candido Saseta fue a Asturias a ofrecer la solidaridad y ayuda de los vascos y del Gobierno Vasco. Se llevó a los batallones Amayur, Euzko Indarra e Indalecio Prieto. Y allí perdió la vida en el pueblo de Aceres, el 23 de febrero de 1937, herido por una bala en la frente.
La muerte de Saseta produjo gran conmoción entre las autoridades vascas y los gudaris. No hay más que leer las necrológicas que se le hicieron en Euzkadi, Eguna, Euzkadi Roja, Tierra Vasca, Gudari y otras publicaciones. "Ha muerto Saseta, el famoso jefe militar de Loyola al que tanto apreciábamos. (...) Joven, pequeño, pero hermoso, con su cara risueña. Desde poco después de comenzar la guerra este militar ha sido muy alabado en todos los pueblos de Euzkadi por la hombría y excelencia que ha mostrado luchando en los montes vascos. La esperanza de todos los gudaris estaba puesta en él", escribió Kuireka Andonegi en el diario Eguna.
En el mismo diario y el mismo día Atarrene manifestaba emocionado, recordando las primeras batallas de Gipuzkoa: "En aquel desgraciado momento, sin gudaris ni armas, con el enemigo acercándose, perdiendo uno y otro pueblo, pasaban los días y no había armas, y cuando muchos pensaban que todo estaba perdido afortunadamente apareció el humilde Saseta. Pero no a debilitar y encoger los ánimos, sino a enaltecernos, fortalecernos y prepararnos para la lucha. Para los guipuzcoanos, que le hemos conocido así, la muerte de Saseta es como la herida producida por un hierro al rojo vivo".
Los funerales por Saseta se hicieron en la iglesia de San Vicente de Abando, con Julen Ikaza celebrando la misa ayudado por el diácono Raimundo Leizea y el subdiácono Sebastian Subiñas. Los demás sacerdotes de la parroquia se encontraban alrededor del altar. Acudieron a los funerales de Saseta el lehendakari
Veinte años después, en 1956, Jose Antonio Aguirre todavía le recordaba en el Congreso Mundial Vasco que se celebró en París. "Dejadme decir lo siguiente en memoria de Saseta: entre los militares que estuvieron con nosotros éste es el hombre en quien confié plenamente por su lealtad absoluta; no sólo lealtad hacia lo que nosotros representábamos, sino también para con el pueblo de sus antepasados".
Se le hicieron todo tipo de honores y homenajes: apologías, versos, poesías, funerales, coloquios, lamentaciones. Continuamente, además. Parecía que los gudaris se habían quedado huérfanos. Pero no, "lepoan hartuta segi aurrera". Así, con Kandido en el recuerdo y siguiendo su modelo, se crea el batallón Saseta, formado por cuatro compañías: Beti Aurrera, Aitzol, San Martzial y Zarraibeiti.
Martin Saseta, hermano de Candido, era capitán de la compañía Beti Aurrera. La ikurriña de esta compañía la llevó después el batallón Gernika, que luchó en Francia a las órdenes de Kepa Ordoki en
Como escribió Jesus Insausti Uzturre, "no ha caído en Gipuzkoa nuestro Saseta. No han recibido su cuerpo los montes de Euzkadi. En su último aliento no ha tenido ante sus ojos los caseríos de Hondarribia". Pero el pueblo de Hondarribia no olvidó a su hijo. Erigió un monumento en memoria de Kandido Saseta, comandante de gudaris euskaltzale y abertzale. En el monumento se grabaron estas palabras que le escribio Uzturre cuando murió: "Asturiasko lurrak txukatu dizu zure eusko odol gorria. Baiña askatasunaren lorea Euzkadin jaioko da". (“La tierra de Asturias ha recibido tu roja sangre vasca. Pero la flor de la libertad nacerá en Euzkadi”).
La flor de la libertad ha nacido en Euskadi gracias a vosotros que arriesgásteis la vida por Euskadi y por la democracia, gracias a Saseta y a quienes como él murieron. Gracias a vosotros somos vascos, demócratas, euskaltzales y abertzales. Y además estamos orgullosos de ser lo que somos.
Tenemos la oportunidad de vivir uno de esos acontecimientos importantes que suceden de vez en cuando. Estamos en una época de duro trabajo. Vienen tiempos difíciles y complicados, tiempos en que nuestro esfuerzo y nuestra ayuda resultarán imprescindibles. Para que la sociedad vasca comprenda claramente y acepte el proyecto de convivencia que dirige el lehendakari Ibarretxe. Como siempre, utilizaremos vías pacíficas y democráticas. No queremos tiros ni amenazas violentas. Y para ello necesitamos hombres y mujeres como Kandido Saseta, humildes, firmes, valientes, abertzales y que no se amedrenten ante los peligros y dificultades. No tengáis duda: "jaioko dira berriak, gu gara Euskal Herriak".
Gora Saseta. Gora gudariok. Gora Euskadi Askatuta.