Landako. Dicen que la cara es el espejo del alma. Si esto es así, las almas de más de 2.500 alderdikides que abarrotaron hace quince días Landako estaban exultantes. Salían, salíamos, contentos, ilusionadas y esperanzados con lo que habíamos presenciado allí. ‘Indar berria’, además de un buen slogan para definir la nueva etapa que quiere encarar EAJ-PNV, era una realidad palpable. Nuevas fuerzas para impulsar nuevos proyectos. La evolución en el Partido era un hecho contrastado: nuevas personas, nuevo discurso, nuevas perspectivas para el futuro de Euskadi. Personas, discursos y perspectivas que nos engancharon a quienes allí estábamos. Joseba, Bakartxo e Imanol consiguieron contagiar a la audiencia sus ganas y su compromiso. El nuevo rumbo estaba marcado.
No había sido fácil llegar hasta Landako. Los procesos de cambio siempre son complejos, sobre todo en organizaciones como la nuestra, apegadas quizá excesivamente a la costumbre. Nuestro largo proceso electoral había discurrido con total normalidad y la propuesta del Euzkadi Buru Batzar recibió un apoyo unánime. Pero, como es lógico ante decisiones de este calado, en una parte de nosotras y de nosotros había necesidad de palpar y contrastar lo que venía: el cambio. Landako fue la prueba del algodón. El cuerpo del Partido se reencontraba y abrazaba la nueva hoja de ruta, y lo hacíamos, además, fieles a nuestro pasado y coherentes con un presente que consideramos un gran activo para el futuro. De ahí la calurosa y emocionada ovación al Lehendakari Urkullu y a su equipo.
De Landako salió un nuevo espíritu, comparable a aquel ‘Espíritu del Arriaga’ que a finales de los años ochenta reubicó al Partido tras la escisión. En el Arriaga se sentaron las bases para entrar bien en el siglo XXI, y en Landako se afianzaron las que nos van a llevar a 2050. Una nueva generación que asume el ‘lekuko’ y que se incorpora a la primera línea junto con las generaciones que venimos de antes y a las que aún nos queda trabajo por delante. No se trata tanto de sustituir como de complementar y renovar estructuras e ideas. Katea ez da eten!
Encuestas. Una semana después nos llegaron las primeras encuestas, con sus previsiones, datos y posibles resultados. Nunca valoro las encuestas porque son apenas la foto de un momento muy concreto, máxime cuando aún ni tan siquiera han sido convocados los comicios, pero sí me quedo con dos datos muy relevantes. Nuestro electorado está tan preocupado como esperanzado (incluso predomina un poco más la preocupación) ante las elecciones. Y, además, somos el partido que más y mejor valoran las y los indecisos (tanto aquellas y aquellos que dudan entre dos partidos como quienes meditan si ir a votar o no).
Preocupación e indecisión parecen ser características de este tiempo post-pandémico y de entre-guerras. La gente valora bien su situación económica y los servicios públicos, pero teme nubarrones en el horizonte que cambien las cosas. Y eso nos hace ser más sensibles y exigentes con las reivindicaciones personales y menos permeables a lo colectivo, a la comunidad. En el plano electoral, propicia alineamientos muy cortos en el tiempo y cambiantes según la coyuntura y la percepción individual justo antes de ir a votar, lejos de la fidelidad de antaño a los partidos.
Es lógico, por tanto, que una parte de nuestro electorado esté preocupado e indeciso. Nos toca ahora darle seguridades y certezas, y es ahí donde emerge otra vez el ‘Espíritu de Landako’.
Realidades. En Landako ofrecimos un nuevo contrato social con la gente de este País para un nuevo tiempo y una nueva andadura nacional. Con reformas, con mejoras, con ideas innovadoras, con distintas maneras de hacer. Eso sí, todas ellas basadas en algo imprescindible en política: el realismo. Una realidad contrastada y contrastable por la trayectoria de un Partido que ha demostrado que sabe liderar y gestionar un País, aun en tiempos muy complicados. Y que ahora propone retomar un camino hacia el bienestar, el progreso y la justicia social. Un camino seguro, fiable y ancho en el que quepamos todos y todas, y en el que sea posible encontrarnos con otros pueblos y naciones.
Y es la misma realidad que nos obliga a reempoderarnos otra vez como Partido para salir a la calle a decir a los cuatro vientos que aquí está de nuevo el PNV, con un proyecto de futuro y con nuevas personas, con ganas de darlo todo por Euskadi. Es la hora de la militancia, de la movilización general. De Landako salimos ilusionadas e ilusionados y con una sonrisa en la cara. Contagiemos a quienes están hoy preocupados o indecisas. Cada alderdikide, cada militante, sois el mejor agente de socialización sobre lo que visteis y escuchasteis en Durango, del mensaje de fuerza, ganas y preparación que el PNV pone al servicio de Euskadi. ¡Que nadie se quede sin saber lo que pasó en Landako! ¡Ni de lo que viene a continuación!