Koldo Mediavilla
04Octubre
2014
04 |
Opinión

Las memorias que no escribirá Jose Luis Bilbao

Koldo Mediavilla
Octubre 04 | 2014 |
Opinión

Los libros de memorias son, por lo general,  la ocasión que el autor aprovecha para ajustar cuentas  con quien se cruzó en el pasado. Las autobiografías suelen ser igualmente  autocomplacientes, justificativas de actitudes controvertidas y exhibidoras de obsesiones escondidas.  Son como un vómito intelectual  de sensaciones reparadoras del malestar alimentado  durante tiempo y guardado en lo más profundo de las entrañas de los seres humanos.

De ahí que el género literario despierte morbo y curiosidad por el gran público, acostumbrado más al espectáculo que a la reflexión, a la anécdota que al mensaje en sí.

Yo entendí lo que Jose Luis Bilbao quería decir en el anuncio del fin de su ciclo como Diputado General de Bizkaia.  Lo comprendí e incluso agradecí, por considerar  que honraba su carácter exento de revancha.

En su última alocución ante las Juntas Generales, el Diputado General de Bizkaia  reflexionó en voz alta sobre el sinsentido de comportamientos que envilecen la política. Bilbao, cuya administración ha sido implacable en los supuestos casos de corrupción y de irregularidad  a los que se ha enfrentado –“se llamen como se llamen”-  se lamentó de que el servicio público se haya visto empañado por quienes “decían una cosa en privado y la contraria en público, los que mentían sabiendo que mentían, los que sabían que nosotros teníamos información que no podíamos utilizar en su contra y jugaban con ello”.

No han sido pocos los casos en los que los profesionales de la inspección tributaria y fiscal han actuado en el ejercicio de sus funciones. Sin impulso político que dirigiera sus movimientos. Por justicia social y en defensa del bien común. Casos descubiertos, denunciados y sancionados. Cuyos protagonistas preservan la condición anónima ante la opinión pública porque la legalidad vigente obliga a la Administración a garantizarles la protección de sus datos y actuaciones. Hombres y mujeres conocidos, de toda filiación política, ideológica y social.  Que viven una vida normal, aparentando que nunca han roto un plato. Aunque en su momento hicieran “pagos con fajos de billetes sin demostrar su origen” o  se hayan visto obligados a “regularizar sus cuentas” –pagar lo que les correspondía- tras repatriar fortunas de paraísos fiscales opacos y fraudulentos.

De todo ha habido y hay en la viña del señor. Y quien la hace, si se le descubre, la paga. Al menos en Bizkaia. Aunque sus nombres no salgan a la luz porque la ley les protege. Fariseos que luego dan clases de moralidad y ética a diestro y siniestro. “Emprendedores”  cuyo ejemplo  merecería ser arrastrado por las calles de Euskadi. Columnistas de reputación bipolar. Exigentes en lo público y de laxo comportamiento en lo privado.

Solo ellos –los afectados- y los funcionarios que auditaron y sancionaron sus irregularidades, saben  a quien se refería Jose Luis Bilbao cuando en Gernika  habló de las miserias humanas que ha conocido en su dilatada experiencia pública.  Y no, no aparecerán en su libro de memorias, porque su responsabilidad como dirigente público le vincula al secreto en la información de contribuyentes.

Sus palabras, lejos de ser entendidas como una reflexión de la condición humana, del comportamiento falsario de unos cuantos, y de la intemperie en la que vive en soledad el cargo político –vilipendiado injustamente en muchas ocasiones- fueron tomadas por determinados periodistas (o así llamados) como un intento de encubrimiento a prácticas corruptas. Una insidia elevada a titular, a comentario, a editorial. Y , cuando quien escribe no es capaz , ni tan siquiera de firmar con su propio nombre, con su auténtica identidad, poca verdad puede aportar a sus lectores.

Calumnia que algo queda. Miserables.

No puedo ocultar que me une un gran vínculo con el actual Diputado General de Bizkaia. He trabajado con él. En su equipo. Durante muchos años. Y le conozco de antiguo. Puedo decir muchas cosas  de su compromiso, de su vehemencia, de sus principios éticos, de su responsabilidad. Pero, si tengo que destacar algo de su persona es la integridad.

En estos tiempos que corren, en los que la sospecha se instala por doquier maliciosamente y sin contraste o prueba alguna, Jose Luis Bilbao es, para mí, un referente de honestidad, de honradez y pulcritud. Valores que deben ser inherentes a cualquier servidor público que se ve en la obligación de gestionar el dinero de todos los contribuyentes.

Él tiene interiorizada la idea de que cualquier decisión que adopte en función de su cargo, por irrelevante que parezca, siempre afecta a las personas. En esa convicción íntima ha sustentado su dilatada trayectoria. Con muchos aciertos y también errores, como cualquier ser humano.

Desde que asumiera su primer mandato, recuerdo su idea de partida; “Menos cemento y más personas”. Parafraseando a Samuelson, recuperó aquello de “cañones o mantequilla” y, pese a los quebraderos de cabeza, optó por retirar a la Diputación vizcaina del proyecto de la torre de Abandoibarra. “No merece la pena gastarse  tanto dinero para que los mismos hagamos lo mismo en una sede nueva”. “Lo que no es urgente y trascendente,  se guardará en el cajón, a la espera de mejores tiempos” –aseguró-.  Y tenía razón.

Suyas son también otras citas de carácter económico a las que dotó de su perfil social. “Hay que sembrar para poder luego recoger”. “Crear riqueza para poder distribuirla” o la más reciente de “Hay que posibilitar pan para hoy, pero también para mañana”.

No ha sido sólo retórica, sino convicción  y ejercicio práctico. Remangado, cuando era preciso, a pie de obra, “levantando día a día la persiana”,  intentando salvar  la actividad económica y el empleo. En la Papelera, en  Mecánica la peña, en Virtisú, en las cuberteras de Gernika  y en Edesa, donde  se sintió engañado por unos gestores que en veinticuatro horas  echaron por tierra su compromiso de mantener la empresa y los puestos de trabajo.

Hoy, tras doce años de Diputado General, Jose Luis Bilbao  ha asumido que su ciclo al frente de la principal institución de Bizkaia ha tocado a su fin. Cuando, en mayo del próximo año ceda el relevo a su sucesor, habrá dejado un importantísimo legado, un territorio más moderno y competitivo, y una sociedad más cohesionada  y con mayores niveles de protección social.

Algunos sólo recordarán sus polémicas o sus declaraciones más sonoras, fruto siempre de sus fuertes convicciones, pues siempre ha dicho lo que piensa. Saldrá un día por la puerta grande del Palacio Foral sin pensión vitalicia ni nada que se le parezca. Si la legislación no cambia, con una indemnización equivalente a una mensualidad de su sueldo. Y sin derecho a paro.

Después de haber tomado decisiones con miles de millones de euros de implicación, saldrá con la cabeza alta y con el patrimonio que todos conocemos, porque en un gesto de transparencia, lo ha explicitado ante los cincuenta apoderados  restantes de las Juntas Generales de Bizkaia. Y ante toda la opinión pública que le podrá aplaudir, criticar o mostrar su indiferencia. Bolsillos de cristal.

En el anuncio de su salida afirmó que “soy una persona afortunada porque hay mucha gente que está mucho peor que yo. También soy una persona afortunada porque no me he enriquecido. Ni yo ni nadie de mi entorno familiar. Y por ello estoy muy orgulloso.

Todos los que estamos en lo público –matizó-  tenemos que estar dispuestos a poner en conocimiento de toda la ciudadanía el patrimonio propio y el de los familiares directos, su origen y evolución, de una forma clara e indubitada y en cualquier momento. Quien no esté dispuesto a ello, que se dedique a otra cosa. La regeneración democrática y la recuperación de la confianza pasa por fortalecer y desarrollar estas actitudes”.

Esa cita no la ha resaltado nadie. Ni constará en sus memorias, que no escribirá. Ni falta que hace porque Jose Luis Bilbao  tiene aún mucho que aportar al compromiso que asumiera en aquel verano de 1976  cuando se afiliara al partido Nacionalista Vasco. El compromiso de construir una patria libre de hombres y mujeres libres.

Jose Luis Bilbao; eskerrik asko.

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