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26Diciembre
2011
26 |
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Feliz Nadidad

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Diciembre 26 | 2011 |
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Nerea Melgosa

Opinión

Diario de Noticias de Álava


Creo que nadie necesita que le explique precisamente hoy de qué va la Navidad, pero seguro que muchas personas ni siquiera han oído hablar de la Nadidad, una época poco dada a celebraciones que está llegando con fuerza a Vitoria-Gasteiz. ¿Qué es la Nadidad? La situación a la que se están enfrentando personas y colectivos condenados prácticamente a la nada. Nada de trabajo, nada de alojamiento digno, nada que se salga de un presupuesto exiguo para comer, nada de lo que antes se recibía a través de convenios colaboración, nada por delante y nada por detrás. La Nadidad absoluta.

Cuando una persona con problemas para pagar el alquiler acude a los servicios municipales solicitando una ayuda y le replican que pida cita en Lanbide el año que viene… es que a su vida acaba de llegar la Nadidad. Cuando una asociación cuenta cada vez con menos apoyo de las instituciones, cuando se ve obligada a mandar a la calle al personal que tenía contratado porque el dinero no le llega... esa asociación acaba de sumergirse en la Nadidad.

Frente a la opulencia de la Navidad, la Nadidad vitoriana es la exaltación del vacío. Vacío de principios básicos como el de la solidaridad y apuesta por mensajes incendiarios que sólo sirven para alentar reacciones sociales contra los sectores más desfavorecidos, vacío de derechos humanos, vacío de vergüenza de algunos responsables políticos que se limitan a cantar el villancico del “más con menos”: más luces por las calles con menos ayudas para el recibo de la luz, más marketing con menos voluntad de concienciar a la ciudadanía, más calidad de video en las felicitaciones digitales con menos calidad de vida en el conjunto de la ciudad.

La Nadidad también cuenta con simbología propia fácilmente identificable. Hay una estrella que marca el rumbo, una estrella llamada crisis económica. Hay también tres magos de la austeridad presupuestaria que se dirigen a un portal con forma de departamento municipal de Hacienda. Allí no encontrarán al niño Jesús, sino una extraña criatura redentora que se llama “Recortes”. Sólo queda celebrar este advenimiento, o al menos eso es lo que el PP espera, después de tanto tiempo machacando a la sociedad con la letanía de lo mal que están las cosas.

¿Hay que adorar los recortes en esta Nadidad? Ni mucho menos. Dinero existe. Fondos no faltan en las arcas municipales y la supuesta política de austeridad que el PP vende en sucesivas entregas es lo más hipócrita que se ha conocido en décadas de historia política local. No está cambiando tanto el balance económico como las prioridades presupuestarias. Y, para ellos, lo social es la última de las prioridades.

Se pueden perder centenares de miles de euros en una feria taurina, pero hay que meter la tijera a programas culturales de gran rentabilidad social. Se puede organizar un banquete de bodas a cuenta de los actos de la Green Capital, pero hay que escatimar la aportación a los comedores sociales. Se puede instalar una gran pista de hielo en la Virgen Blanca, pero hay que congelar (cuando no eliminar) los programas de inclusión social. Ejemplos no faltan de cómo existen diferentes varas de medir en ese discurso de los recortes y la austeridad.

Para completar el particular belén de la Nadidad podemos colocar, por ejemplo, figuras de pastores sin ganado, que deambulan de ventanilla en ventanilla solicitando una prestación simplemente para comer. La única respuesta que obtienen de los centuriones es una velada invitación para abandonar la ciudad, una invitación que es el resultado de políticas populistas donde entran en juego la demagogia, la xenofobia y otros valores nada constructivos.

No se puede celebrar la nada. Tampoco se puede consentir la nada. No es buena la Nadidad gasteiztarra. Lo mejor que se puede hacer con la nada es llenarla de reivindicación, de conciencia cívica, de esos principios de los que ciertos políticos se han desenganchado. Sólo así podemos esperar un feliz Año Nuevo y no un año más de lo mismo.

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