Un ciudadano, no con su mejor intención, me escribió para pedirme le acompañara a visitar el Senado con objeto de poder bañarse en la piscina de mármol de Carrara que tenemos en el Palacio de la Plaza de la Marina. Tuve la intención de contestarle como hizo en su día Manu Egileor, antiguo diputado del PNV, a uno de sus críticos. “Estoy en la habitación más pequeña de mi casa y tengo delante su carta que dentro de poco tendré detrás". Pero yo lo hice con más paciencia: "Así como el conocido pastel de arroz de Bilbao no tiene arroz, el Senado no tiene piscina". Ya sé que dígase lo que diga esta falsa afirmación es imposible de superar. “Es más difícil disolver un prejuicio que un átomo" decía Einstein que sabía de estas cosas.
Por eso y sin que nadie me lo pida, voy a hacer la quijotada de tratar de explicar el porqué en el 2007, año todavía de vacas gordas, encargamos un cuadro coral, es decir, treinta y cuatro retratos a un costo hoy exorbitante y cuya develación ha caído como un baldón sobre una Cámara que desgraciadamente es solo noticia por éstas cosas. Injustamente.
El Congreso había decidido ese año encargar al pintor gaditano Hernán Cortes Moreno, uno de los mejores pintores realistas del momento, el cuadro de los siete ponentes constitucionales. Fraga, Peces Barba, Solé Tura, Roca, Cisneros, Pérez Llorca y Herrero de Miñón. Lo de siempre. Pero cuando llegó la propuesta de hacer lo mismo en el Senado, quien ésto firma, que era Secretario primero de la Cámara se opuso por dos motivos. Porque al PNV se le había excluido de la ponencia constitucional y porque ya estaba bien de los siete padres de la Patria. Señalé la pared de la sala donde se reúne la Mesa y Junta de Portavoces donde estaba colgado un cuadro de Asterio Mañanós, conservador de las pinturas del Senado en el siglo XIX, donde se veía una sesión de la Cámara con los senadores hablando, negociando, presidiendo. “¿Por qué no encargamos algo parecido” dije y la idea se aprobó incluyendo a todos los presidentes de gobierno habidos, así como los del Senado, cuestión ésta que a Rojo le entusiasmó y con personalidades que hace treinta años tuvieron su protagonismo. Y se eligieron treinta y cuatro pudiendo yo incluir a D. Manuel de Irujo que junto con Ramón Rubial formaban parte de aquel compromiso Autonómico que hicieron el PNV, PSOE y ESEI para el Senado en 1977.
Tras ésto salimos a buscar el lugar donde exhibirlo y elegimos una gran pared, casi a la entrada del nuevo hemiciclo. Servirá para que en las Jornadas de Puertas Abiertas y en las visitas continuas de colegios, escuelas, y colectivos de todo tipo sepan que además de Boabdil el Chico y Recaredo, en aquel Palacio y tras una cruel dictadura, hubo gentes que apostaron por la democracia.
Estos treinta y cuatro cuadros fueron inaugurados el pasado lunes cinco de diciembre pero casi de tapadillo, Habló Rojo y habló el pintor. Aplaudimos todos. Allí estaban la viuda de Calvo Sotelo, la de Cela, Marcelino Oreja, Laborda, Martin Villa... cuando una periodista pidió la palabra. “¿Nos puede decir si en tiempos de crisis éste gasto se justifica?". Fue como cuando Jaimito, tras el cumpleaños feliz, preguntó a la dueña de la casa cuantos años cumplía. Rojo le dio una larga cambiada. Pero a mí me hizo pensar.
Entiendo que a una familia en paro, o a un jubilado con la pensión congelada, o un joven sin perspectivas, ésta iniciativa sea difícil, casi imposible de explicar. Lo entiendo pero siguiendo este criterio ¿puede explicarse que el Guggenheim o el Bellas Artes adquieran una obra?. ¿Que se apueste por arreglar una carretera?. ¿Por promocionar el turismo?. Llevando esta lógica al absurdo nada se podría hacer en la cultura de un país por ser un gasto ocioso y no productivo. ¿Porqué con las Instituciones?.
La democracia ¿es un gasto ocioso?. ¿La pedagogía democrática, es una fruslería?. La relevancia institucional ¿algo prescindible?. Preguntado esto a los acampados del 15-M, me dirán que sí. Preguntando a Amaiur, me dirían que sí. Preguntado a un joven sin salidas, me dirá que sí. Y lo entiendo. Y sé también que se encargó y pagó hace cuatro años, que el Senado tiene una de las mejores pinacotecas del estado, que tenemos a políticos vascos en esa parte de la historia pictórica para siempre, que no solo de pan vive el hombre, pero todo esto no sirve de nada.
Me quedo con la preocupación sobre tan letal y anti institucional campaña existente. Me quedo con lo que me dijo Rojo de que hay partidos a los que el Senado les sobra porque si se reforma fortalecería un estado autonómico que muchos se lo quieren cargar. Me quedo con la ligereza que hay en ciertos medios a la hora de la crítica no constructiva. Me quedo con la carnaza que esto supone para la demagogia. Y me quedo con la idea de que en situaciones como éstas hay que tener las ideas claras. Y una idea clara puede ser también la de fortalecer, aunque sea ínfimamente, una democracia asustada. Por eso lo hice y volvería a hacerlo. Y mucho más en Madrid donde el PP y UPyD acaban de negarse a quitar una calle dedicada a Mola, y decir asimismo que no solo es un cuadro porque son 34 y que cada vez que entre al pleno, saludaré a Don Manuel. Por fin. Y que dentro, en el hemiciclo, trataremos de aprobar buenas leyes para que, con el tiempo, una cosa no excluya a la otra.