Se han dado numerosos errores que sobrepasan con creces los límites de una básica concepción democrática del ejercicio del poder en relación a un grupo multimedia de carácter público y han desembocado en un claro debilitamiento y despersonalización.
Luke Uribe-Etxebarria Apalategi, * Parlamentario vasco de EAJ/-PNV
UNA notable preocupación por la deriva de EITB y el mantenimiento de nuestro compromiso a favor del ente son las dos características que definen hoy nuestro estado de ánimo en lo referido a la situación por la que atraviesa la radiotelevisión pública vasca. Son, de hecho, los dos vectores que han guiado nuestra actuación política desde la llegada, ahora hace algo más de dos años, de la nueva dirección.
Una tele (o una radio, aunque en el caso de EITB habría que hablar ya de grupo multimedia) es mucho más que una simple tele. Los medios de comunicación social, que responden a esa necesidad inherente a la condición del ser humano de comunicar-se, constituyen un poderoso canal para, comunicando, formar, informar y entretener. Sin embargo, a nadie se le escapa que los medios cumplen o pretenden cumplir esas funciones basados en toda una serie de principios relacionados con su concepción del ser humano y de su forma de organización e interrelación política, económica, social y cultural en comunidad(es).
De esta forma, los medios de comunicación se conforman en una sociedad, pueblo o país y ante un modelo, estilo, ideario, comportamiento o actitud de vida muy concreto, con la consiguiente capacidad de influencia que tienen sobre los ciudadanos ya que, además, se erigen en monopolio para, supuestamente, representar toda la realidad de lo que existe o de lo que pasa. De ahí que todos pretendamos salir en los medios porque si no se sale parece que uno no existe. Si no salimos, no existimos, ni formamos parte de la realidad que, en términos absolutos, pretenden mostrar los medios, hasta el punto de que podríamos llegar a considerarnos una auténticos marginados sociales. Todo esto vale también para las personas individualmente consideradas, con ese ímpetu de querer ser famoso o alcanzar un reconocimiento social de su propia existencia, algunos de los cuales constituyen el reflejo de una grave patología social, como aquellos que proceden a grabarse antes de cometer una auténtica atrocidad a sabiendas de que, posteriormente, dispondrán de su minuto de gloria.
El PNV siempre ha considerado a EITB como un pilar básico del autogobierno de nuestro pueblo. Que los ciudadanos vascos, en el amplio espectro de medios de comunicación de todo tipo que consumen con libertad en un entorno globalizado, dispongan de una opción multimedia de carácter público, generalista, de calidad, sostenible económicamente, a la vanguardia de los avances tecnológicos, que impulse el euskera y la cultura vasca, que pueda mostrar al mundo cómo somos y cómo interpretamos la realidad y, por lo tanto, que esté elaborada por profesionales vascos, es una prioridad.
Ese último punto es de especial relevancia. Desde hace décadas, la propia ONU ha propugnado el derecho de los pueblos a disponer de medios de comunicación propios. El objetivo es claro: evitar una suerte de colonialismo informativo y de estilo de vida. Y, en ese caso, el riesgo también lo es: si un pueblo única y exclusivamente recibe informaciones, interpretaciones de su propia realidad y de la que le circunda, así como estereotipos culturales de vida interpretados por medios de comunicación ajenos a su realidad (país, pueblo o sociedad), corre el riesgo de diluirse y perder personalidad, a la que tiene derecho.
Todo país o pueblo que se precie cuida con especial celo este asunto. De ahí que se entienda que, en las sucesivas rondas negociadoras para la liberalización del comercio mundial, siempre exista la "excepción cultural". La cultura, en el sentido amplio del término, siempre queda excluida de los procesos de liberalización absoluto y, por el contrario, se protege con especial mimo. Y eso se produce porque la cultura (es decir, lengua e identidad proyectadas a través de los productos audiovisuales) son un importante instrumento para mantener la personalidad e incrementar en el mundo la influencia política, cultural, económica y empresarial de un determinado país. ¿Cómo, si no, entender que la televisión pública francesa haya puesto en marcha un canal de información de 24 horas en inglés? ¿Para promover, quizás y paradójicamente, la lengua inglesa? Rotundamente, no. Es para trasladar (influir) en el influyente y numeroso mundo anglófono con la interpretación que Francia hace de su propia realidad y de la realidad del mundo, lo cual reporta importantes beneficios a la cultura y a la economía francesa.
Me resultaría relativamente fácil enumerar aquí los numerosos errores de gestión de la actual dirección de EITB y del propio Gobierno vasco que, en mi opinión, han desembocado en un claro debilitamiento y despersonalización de nuestro grupo multimedia vasco. Desde el pacto PSOE-PP que sustenta el Gobierno vasco hasta el empeño político de hacernos creer que la realidad vasca está subsumida en la realidad española, lo que tiene un reflejo en las prioridades informativas, su tratamiento y su lenguaje, incluido el infográfico, pasando por la descalificaciones públicas hacia los profesionales de EITB, que han sobrepasado con creces los límites de una básica concepción democrática del ejercicio del poder en relación a un grupo multimedia de carácter público.
Están legitimados para tomar sus decisiones, pues ellos mandan, y así lo hacen. Pero, de igual manera, el resto estamos también legitimados para poner de manifiesto nuestras críticas y nuestras propuestas de corrección y a que asuman las responsabilidades de sus propias decisiones y resultados, sin estar expuestos a excusas de todo tipo (fragmentación de las audiencias, supuestos boicots, etc.). Porque, por ejemplo, no vale estar criticando durante años la supuesta carestía de EITB (como han hecho PSOE, PP y el propio lehendakari Lopez) y luego, al hacerse cargo de ella, reforzarla. No es admisible primero debilitar EITB para luego argumentar que es deficitaria y muy cara y pretender comprometer gravemente su futuro.
En los próximos meses va a aprobarse el nuevo Contrato-Programa de EITB 2012-2015, que constituye un instrumento clave para definir y planificar el grupo multimedia público EITB que queremos y los medios económicos de que va a disponer. Su vigencia trascenderá en el tiempo a la actual legislatura y, por tanto, al mandato de los actuales responsables en el Departamento de Cultura del Gobierno vasco y en la propia Dirección de EITB. Aunque sin obtener respuesta alguna, como en torno al Plan Estratégico del Ente y al Plan de Relanzamiento de ETB1, haremos nuestras propuestas. Reflejarán nuestro compromiso con EITB. A los actuales responsables, en el algo más de año y medio que les queda de mandato, les pedimos responsabilidad para corregir errores y no debilitar aún más uno de los pilares fundamentales de nuestro autogobierno como pueblo.