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Portazo a la emergencia

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Apirila 02 | 2010 |
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Nerea Melgosa

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Diario de Noticias de Álava


Dice el diccionario (algunos políticos tendrían que tener uno al lado antes de abrir la boca) que la emergencia es aquella situación "que requiere una acción inmediata". Nos parecería una completa locura acudir al hospital con una emergencia y que nos cerrasen la puerta utilizando la excusa de que sólo atienden de lunes a miércoles. Sería algo contrario a la ética, a la justicia y a la lógica propia de lo que consideramos una emergencia.

Pues bien, algo tan inimaginable es lo que va a suceder en la atención de las urgencias sociales de Vitoria-Gasteiz. De repente en nuestro Ayuntamiento, que cuenta con un pasado pionero en la respuesta a las necesidades de las personas, el equipo de gobierno anuncia que la ventanilla de recogida de solicitudes de Ayudas de Emergencia Social permanecerá abierta exclusivamente del 18 de marzo al 18 de mayo. O pides entonces, o callas para el resto del año.

Se quiere que las personas programen su amenaza de exclusión social como si de un viaje se tratara: con antelación, con orden, respetando la cola y con una advertencia bien clara: "No vuelva usted luego a molestar". El gobierno socialista reclama a las personas que prevean cuándo estarán en riesgo de quedarse en la calle, cuándo se verán con problemas para costear la hipoteca o no serán capaces de hacer frente al recibo del gas. Todo esto hay que ponerlo sobre papel y sobrevivir en espera de una respuesta, allá por julio e incluso agosto.

¿A qué viene tanta traba y tanta desvergüenza? Por un lado, hay que tener claro que no estamos ante un hecho aislado. Tristemente se trata de un paso más en el proceso de desmantelamiento de un modelo de política social basado en la atención directa e inmediata. Por otra parte, un cambio como éste en el sistema de gestión de ayudas sólo se explica porque el dinero no llega para todo y el alcalde Lazcoz está dando a entender que el Gobierno Vasco no está dispuesto a cubrir toda la demanda local de ayudas.

Sorprende mucho lo que ha ido variando en los últimos años la postura de los socialistas respecto a la cuestión de las Ayudas de Emergencia Social. Qué lejos parece quedar la pasada década, cuando lanzaban arengas sobre la necesidad de pagar con celeridad las ayudas, cuando reiteraban la idea de que no se podía dejar a nadie sin prestación y llegaron a presentar hasta tres mociones sobre este asunto en el mismo año. Entonces criticaron a ayuntamientos muy cercanos por "cerrar la ventanilla". Ahora lo hacen ellos. Si el lehendakari era Ibarretxe, no sobraban palabras a la hora de atacar. En la "era López", por el contrario, cuando más necesaria es la ayuda, se impone el silencio.

En estos días de tanto discurso sobre la capitalidad, la única vocación que encuentro en el equipo de gobierno es hacer de Vitoria-Gasteiz la capital asocial. Es muy triste que en época de crisis una Administración pública sustentada con el dinero de la ciudadanía dé la espalda a las personas más necesitadas. Estas personas son familias que por un revés económico se encuentran al borde del desahucio, son mayores con una pensión que no permite afrontar ni siquiera las cuotas de la comunidad de vecinos. A ellas y ellos se les pone plazo para lanzar una llamada de socorro.

El recorte de derechos sociales es la forma más directa de generar una ciudadanía de primera y de segunda. En lo que llevamos de legislatura hemos visto cómo se iban rompiendo principios tan básicos de nuestro diseño de la red de atención social como los de la cercanía o el trato personal. Es lo que sucedió al permitir la saturación de los servicios sociales de base o al crear una oficina que centralizara la tramitación de prestaciones. El tiempo se ha encargado de destapar errores y ahora se intenta recuperar el modelo de oficinas de atención en los centros cívicos, el modelo que instauró el PNV.

¿Qué quieren hacer el equipo de gobierno con la red municipal de servicios sociales? Los nacionalistas lo tuvimos y lo tenemos muy claro: el Ayuntamiento no puede funcionar como la ventanilla de un banco cuando de derechos se trata. Así se logró un sistema basado en el bienestar, la calidad y la cercanía. Con los socialistas nos hemos encontrado unos criterios de gestión puramente economicistas, una tozudez por cambiar herramientas que funcionaban y, para rematar, un portazo administrativo a situaciones de emergencia. Y todo esto pone de manifiesto la característica más preocupante del gabinete Lazcoz: la creciente carencia de principios solidarios.

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