Diputatu nagusiaren mintzaldia Europa Forumean
25Urtarrila
2010
25 |
EBBren agiriak

Diputatu nagusiaren mintzaldia Europa Forumean

Diputatu nagusiaren mintzaldia Europa Forumean
Urtarrila 25 | 2010 |
EBBren agiriak

Bizkaiko eta Arabako diputatu nagusiak, adiskideok, egun on guztioi. Europa Forumari eskerrak eman nahi dizkiot gaur zuen aurrean mintzatzeko eman didan aukeragatik. Adiskide asko ikusten ditut gaur zuen artean.
Aukera ezin hobea da, beraz, hiru arazoren gainean mintzatzeko:
- Beheraldi ekonomikoaren egoera eta Gipuzkoako Foru Aldundiaren jokabidea krisiari aurre egiteko;
- gure gobernu ekintza eta politika publikoen kudeaketa argitzen dituen kultura politiko berria; eta
- Euskadiren egoera politikoa.

Krisi egoera eta ekonomiaren suspertzea

Nire mintzaldia hasi nahi nuke gaur egun gehien kezkatzen nauen auzia aipatuz: krisi egoera eta ekonomiaren suspertzea. Bistan da gure helburua dela Gipuzkoa beheralditik lehenbailehen ateratzea, eta lehiakortasunaren ikuspegitik indartuta ateratzea.

Adierazle guztiek nabarmentzen dute 2010etik aurrera munduko ekonomia suspertzen hasiko dela, nahiz eta aurten hazkunde tasa ozta-ozta % 1ean geldituko den.

Espainiako ekonomia minus % 3,7 murriztu zen 2009an, Ekonomia eta Ogasun Ministerioaren azken datuen arabera. Euskal ekonomiak 2009rako zituen hazkunde aurreikuspenak zuzendu behar izan dira, behera: apirilean minus %2,4 izango zela uste zen arren, azaroan minus % 3,0 izatera pasa zen. Kontsumoak eta inbertsioak behera egin dute gogorki 2009an. Eraikuntza eta industria izan dira jarduera gehien murriztu dutenak.

Gure industria kinka larrian dago. Industriaren ekoizpen indizeak % 20 eta gehiago beheratu dira hilero, urtarriletik irailera bitartean, eta azaroan beheraldiak jarraitu egin du % 10ean.

Barne eskaerak ere behera egiten jarraitu du, familien kontsumoa nabarmenki murriztu denez (minus % 4,5), nahiz eta kontsumo publikoak % 3,5 gora egin duen apiriletik irailera bitartean.

Inbertsioa, oro har, bortizki murriztu da. Euskadiren esportazioak, urtarriletik azarora bitartean, % 31 murriztu dira, 2008ko epe berdinaren aldean, nahiz Gipuzkoan murrizpena % 23,4 izan den.


No cabe duda de que 2009 ha sido muy negativo desde la perspectiva del empleo. En 2009 se han perdido 12.000 puestos de trabajo en Gipuzkoa. La tasa de paro en Gipuzkoa es del 7,2% de la población activa a finales de diciembre, y en el País Vasco, del 8,7%. Desde enero a noviembre se han autorizado 981 expedientes de regulación de empleo en Gipuzkoa, con suspensión de 20.409 contratos, rescisión de 865 empleos y reducción de jornada de 457 contratos de trabajo. De los contratos en suspenso, aproximadamente el 50% se han reintegrado a la actividad laboral.

Desde la perspectiva del 2010, tenemos datos positivos. La inflación continúa controlada en Europa, lo que da estabilidad a los mercados financieros. Los precios del crudo se mantienen en el segundo trimestre, tras el fuerte incremento del primer trimestre. En el año 2009 se ha afianzado la recuperación de la liquidez en el sistema financiero.

Ello no obstante, la resolución de los efectos de la crisis en el sector financiero es clave para salir de la actual situación, y la recuperación del sector inmobiliario español va a retardar el despliegue del crecimiento económico en el Estado, pues seguirán los problemas de financiación del sector privado. Por todo ello, el Estado español se sitúa a la cola de la recuperación en Europa.

La mala situación del mercado español no puede abocarnos a un callejón sin salida. Euskadi se encuentra en mejores condiciones para retomar la recuperación, por nuestra cultura industrial alejada del pelotazo inmobiliario, y por nuestra capacidad exportadora, que nos permitirá engancharnos a los primeros vagones del tren de la recuperación económica. Ahora bien, tenemos que incidir en la necesidad de incrementar nuestro nivel de competitividad y, para ello, necesitamos generar más valor añadido en nuestros productos y ajustar los precios.

Mientras el Gobierno de Rodríguez Zapatero está planteando un tránsito hacia un nuevo modelo económico, dejando atrás el crecimiento sustentado en el ladrillo, nuestro país tiene que profundizar en su propio modelo y en su cultura industrial, recuperando, eso sí, valores imprescindibles de la cultura del trabajo y de la competitividad.


¿Cómo está actuando la Diputación Foral de Gipuzkoa en este contexto?

La gestión llevada a cabo por la Diputación Foral para contrarrestar los efectos de la nueva situación económica, a lo largo del año 2009 y principios del 2010, ha tenido como punto de referencia minimizar los efectos de la crisis sobre las personas y las empresas:

= La reducción del gasto corriente en la administración,

= El refuerzo de la inversión en obra pública,

= Las políticas fiscales para hacer frente a la crisis (facilitando liquidez a las empresas guipuzcoanas),

= El mantenimiento de la dotación para atender las políticas de gasto social y,

= La elaboración de un plan extraordinario para hacer frente a la crisis, han sido las principales decisiones que hemos adoptado para dar respuesta a los retos que nos ha planteado esta nueva situación.

Quiero realizar una mención especial al plan anti-crisis, que empezaremos a gestionar a principios de febrero. La Diputación Foral de Gipuzkoa pondrá en marcha, este año, un plan extraordinario con una dotación presupuestaria de 100 millones de euros, para hacer frente a la crisis y activar la recuperación económica.

Gipuzkoa es un territorio con un gran peso del sector industrial. La industria representa aproximadamente un 34% del producto interior bruto y del empleo de Gipuzkoa, y tiene un efecto inducido muy importante en otros sectores, como el del transporte y los servicios en general. Por ello, este plan tiene un carácter eminentemente industrial. Nuestra competitividad como territorio depende de la competitividad de nuestras empresas. Es el núcleo en el que hay que incidir y, en este sentido, quiero que las empresas del territorio sepan que estoy a su disposición las 24 horas del día.


El plan tiene 4 ejes de actuación:

- El impulso de la inversión en obra pública e infraestructuras.
- El apoyo a colectivos con dificultades especiales para la inserción laboral.
- El apoyo a las empresas (rescate, ayudas a la innovación y nuevos proyectos) y,
- La inversión en infraestructuras de ciencia, tecnología e innovación.

Sin embargo, quiero aclarar una cuestión: la Diputación Foral de Gipuzkoa no pretende actuar en solitario; el plan constituye una herramienta de trabajo para actuar como palanca, siempre en colaboración con el Gobierno Vasco, las entidades financieras y las empresas del territorio.

La competitividad del territorio exige un trabajo compartido. Todas las actuaciones que llevemos a cabo para atajar la crisis e impulsar la competitividad del territorio, tienen que quedar fuera de la disputa política. La ciudadanía vasca y, en particular, la guipuzcoana, han de saber que no voy a hacer uso de la crítica política en esta materia. Dedicaré todo mi esfuerzo a trabajar de forma compartida, y colaboraré lealmente en todos aquellos aspectos que tengan que ver con la ayuda a nuestras empresas. Quiero insistir en esta cuestión: los problemas de cada una de las empresas del territorio son mis problemas.

La recuperación económica tiene una tarea a corto plazo, que está relacionada con las ayudas enfocadas a salir de la situación en la que estamos; pero nos obliga también a una tarea más a medio y largo plazo que, desde mi punto de vista, tiene que ver con los siguientes puntos (no los voy a desarrollar en su integridad, por falta de tiempo, pero les aseguro que constituyen una referencia fundamental para mí):

1. Es necesario tener una visión de la competitividad del territorio en su conjunto. Las administraciones públicas debemos ajustar nuestro trabajo más y mejor a las empresas del territorio.

2. Es necesario ajustar con mayor agilidad y precisión la investigación básica y aplicada a las necesidades de las empresas y del mercado. Hay un excesivo desajuste en esta materia.

3. Es fundamental apoyar la competitividad de las empresas en cuatro cuestiones concretas: fiscalidad, apoyo para su dimensionamiento, innovación de producto, e internacionalización.

4. Por último, quiero poner sobre la mesa una cuestión no menor: los valores de las personas y los valores de nuestro pueblo. Hay que prestigiar la ética, el esfuerzo, el trabajo y la responsabilidad social. La competitividad del territorio está directamente vinculada a los valores que guían nuestro comportamiento. Hay que dedicar esfuerzo y recursos a esta cuestión.

No hacen falta más diagnósticos, porque sabemos lo que hay que hacer. Ahora bien, tenemos que ser más eficientes en nuestra tarea de ayuda a la empresa, y tenemos que cooperar con mayor agilidad entre las administraciones y agentes del territorio.

Antes de pasar a otras cuestiones, me gustaría dedicar un minuto a cómo se están desarrollando los grandes retos del territorio. Debo decir que vamos bien y avanzamos de manera importante. Estamos culminando la red de carreteras de alta capacidad, y ahora estamos planteando un debate sobre su gestión.


La regeneración de la zona portuaria de Herrera está en marcha, y la Diputación ha hecho ya sus deberes para impulsar las grandes infraestructuras del territorio: el puerto exterior, la Y-vasca y el aeropuerto. La Diputación de Gipuzkoa apuesta por fortalecer todas las infraestructuras de movilidad y, muy en especial, las infraestructuras ferroviarias. La apuesta por el transporte público es una de nuestras señas de identidad.

Con todo, Gipuzkoa no se va a quedar en los retos estratégicos que he mencionado. Es hora de plantear nuevos retos para impulsar el desarrollo y la competitividad del territorio. Hemos empezado ya a concretar los retos futuros de Gipuzkoa en el seno de GIPUZKOA AURRERA. Estamos trabajando sobre cinco ejes:

= Empresa y competitividad,
= Movilidad y transporte público,
= Políticas sociales avanzadas,
= Nuevos proyectos empresariales en sectores estratégicos y,
= La ciudad de la cultura y de la salud.


Una nueva cultura política

Me gustaría realizar un breve recorrido sobre la forma de trabajar que está guiando nuestra acción. Como saben ustedes, desde el inicio de la legislatura, hemos realizado una firme apuesta por una nueva cultura política; una firme apuesta por un nuevo modelo de gobernanza. Esta nueva cultura política establece tres principios:

• el liderazgo compartido entre las instituciones públicas;

• la colaboración entre entidades públicas y privadas; y

• la participación ciudadana en las políticas públicas.

Estos tres principios constituyen los ejes de la nueva cultura política y la fuente de inspiración de todas nuestras políticas públicas. ¿A qué obedece nuestra apuesta?

Nuestra apuesta por impulsar una nueva cultura política deriva de una profunda autocrítica. Una autocrítica que muestra la necesidad de ser más eficaces en la gestión de nuestra acción institucional, en contextos complejos, y conectar mejor con las personas. El excesivo alejamiento entre ciudadanía y política constituye un grave déficit para la democracia. Por lo tanto, la administración tiene que ser más ágil y eficaz, y tenemos que llegar a los ciudadanos.

¿Qué es lo que está pasando?

En primer lugar, hoy en día la eficacia de las políticas públicas y el buen servicio público dependen de la capacidad de la administración para establecer procesos de gestión más horizontales, trabajar en equipo con otras instituciones, e incorporar a los actores sociales relevantes a la deliberación pública. Vivimos en sociedades institucional y socialmente muy complejas, en las cuales la capacidad de transformación depende de la capacidad de generar redes, y la agilidad depende de los modelos de gestión que rompan con una excesiva burocracia. La cooperación es una exigencia en las sociedades avanzadas.

En segundo lugar, si, además, en un entramado institucional tan complejo como el nuestro, sacrificamos todas las decisiones a la visión partidaria, no hay forma de avanzar. De ahí nuestra apuesta por el liderazgo compartido: porque consideramos que, a pesar de tener posiciones políticas antagónicas, debemos ser capaces de ponernos de acuerdo en el ámbito de las políticas públicas.

En tercer lugar, se están produciendo una serie de cambios sociales, económicos y políticos que están transformando de raíz la relación entre la ciudadanía y la política. La política empieza a funcionar en la lógica de “venta-consumo” y esto hace que cada vez haya más gente que viva la política como un elemento ajeno, con el que se relaciona cada cuatro años, dando una respuesta, en función de la oferta presentada. Posiblemente, esta afirmación es exagerada para un país que tiene los espacios políticos tan definidos, pero es una tendencia a tener muy en cuenta.

En cuarto lugar, la cultura que prevalece en los actores políticos, está generando mucho rechazo en la ciudadanía. No conectamos con la calle. Nos sienten lejos, no les gustamos, no entienden nuestro lenguaje y, desde luego, son extremadamente críticos con nuestras formas de plantear los debates. Alguna reflexión tendremos que hacer para conectar con la gente, porque ellos son nuestra fuente de legitimidad y razón de ser.

En quinto lugar, específicamente la política vasca, el problema vasco, lo miremos por donde lo miremos, está generando cansancio y una cultura del desencuentro ciertamente importante. No es una cuestión fácil pero, tal vez, nos deberíamos preguntar si en estos momentos somos capaces de escuchar y de dialogar entre personas que tenemos posiciones políticas antagónicas, o si en realidad desde hace años, sólo nos escuchamos a nosotros mismos y nos entendemos básicamente con los nuestros.

Desde la perspectiva del liderazgo compartido y de las relaciones interinstitucionales queda mucho por hacer. Pero, creo que estamos avanzando en la dirección correcta. A modo ilustrativo, puedo destacar el convenio de colaboración estable con el Ayuntamiento de San Sebastián; el ofrecimiento al nuevo Gobierno Vasco para una colaboración activa en el impulso de los principales retos estratégicos del territorio; también seguimos manteniendo una estrecha relación con los municipios del conjunto de Gipuzkoa. Hoy, en un territorio como Gipuzkoa, en un país como Euskadi, la gestión de las políticas públicas tiene que estar sujeta al principio del liderazgo compartido.

En el modelo de gobernanza auspiciado por la nueva cultura política, estamos impulsando el espacio para la colaboración público-privada. Sin lugar a dudas, GIPUZKOA AURRERA constituye el mejor ejemplo de este nuevo modelo.

GIPUZKOA AURRERA es un grupo conformado por Kutxa, Adegi, Cámara de Comercio de Gipuzkoa, Corporación Mondragón, el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación Foral de Gipuzkoa, que tiene como objeto impulsar los grandes retos estratégicos de nuestro territorio.

Este grupo de trabajo estable, está permitiendo que en Gipuzkoa compartamos un diagnostico en torno a la situación económica, y en torno a qué medidas deberíamos poner en marcha para abordar la recuperación económica; está permitiendo que realicemos un trabajo compartido, para impulsar los grandes retos estratégicos del territorio y articular nuevos proyectos.

Voy a poner algunos ejemplos que ilustran esta colaboración. Hemos puesto en marcha un servicio de apoyo estratégico para las empresas de Gipuzkoa, con el objetivo de asesorar y financiar nuevos proyectos; estamos desarrollando nuevos proyectos estratégicos para el territorio en el ámbito de la energía, de la movilidad, de la industria, y de las ciencias de la salud. Dentro del plan anti-crisis, también vamos a financiar nuevos proyectos empresariales alumbrados por el grupo.

Hoy GIPUZKOA AURRERA es una realidad que tiene convenios de colaboración con universidades de prestigio a nivel internacional (como el MIT de Boston y la Universidad de Oxford), y con todas las universidades que tienen presencia en Gipuzkoa, para ampliar nuestra red de conocimiento.

Con todo, lo más relevante de GIPUZKOA AURRERA no es la capacidad de generar nuevos proyectos (por muy importantes que estos sean ), sino la capacidad de compartir y sumar esfuerzos. Estoy convencido de que GIPUZKOA AURRERA tendrá cada vez más solidez, y será clave para el futuro de nuestro territorio.


El tercer pilar del nuevo modelo de gobernanza y de la nueva cultura política es la cercanía a la ciudadanía y la participación ciudadana. Pues bien, la Diputación de Gipuzkoa ha puesto en marcha diversas iniciativas para incentivar y posibilitar la participación ciudadana.

Hemos iniciado ya un proceso para realizar una nueva norma foral de Participación Ciudadana y aprobarla en Juntas Generales.

Hay una cuestión fundamental, más allá de los procesos de participación ciudadana. Necesitamos estar con la gente, vivir la calle. En este sentido, hemos impulsado una nueva iniciativa, denominada Gipuzkoako Foru Aldundia zure herrian. El objetivo de la iniciativa es dar a conocer la gestión de la Diputación en los pueblos y comarcas de Gipuzkoa, con la presencia del diputado general. Quiero escuchar directamente las aportaciones y críticas que se nos quieran plantear. Hoy mismo vamos a estar con la gente del municipio de Aia. A lo largo de este año tengo previsto visitar aproximadamente 25 municipios del territorio.

Diagnóstico de la situación política

Me gustaría realizar un diagnóstico de la situación política de Euskadi y analizar las consecuencias que está teniendo en el conjunto de la sociedad.

Al hablar de la situación política, es inevitable hablar ETA; causa un inmenso dolor a muchas personas, familias y al conjunto de la sociedad. ETA atenta contra la democracia, atenta contra el desarrollo social, económico y político de nuestro país, y se ha convertido en un obstáculo para la continuidad política de la Izquierda Abertzale.

Es cierto que la inmensa mayoría de la sociedad vasca y de las instituciones rechazamos y condenamos con rotundidad a ETA. Sin embargo, hoy todavía los partidos políticos presentamos diferencias cuando hablamos sobre el comportamiento que hemos de tener para erradicar la violencia ETA. Creo que es necesario compartir un suelo ético común, no supeditado a los intereses partidarios y, desde ese espacio compartido, abordar tres grandes retos:

- cómo actuar ante ETA más allá de la necesaria actuación policial;
- la consolidación de la memoria de todas las victimas; y
- una cultura de la paz en la que no quepa ningún hueco para la legitimación de la violencia.

Instrumentalizar políticamente la actuación contra ETA es lo peor que puede pasar; para lograr la desaparición de la violencia es necesario que estemos dispuestos a utilizar todos los mecanismos que posibilita el estado de derecho, incluido un final dialogado de la violencia (y no estoy hablando de un diálogo que permita obtener a ETA réditos políticos).

No es una tarea fácil, pero las instituciones tenemos la obligación de buscar puntos de encuentro en esta materia. Hay que aparcar las diferencias, teniendo una suficiente generosidad política, incluso para aceptar algunas cuestiones en las que no estamos de acuerdo, para crear un terreno de juego común.

Por ello, la Diputación Foral de Gipuzkoa ha aprobado un plan para impulsar la paz y la memoria de las víctimas del terrorismo, elaborado en colaboración con la Oficina de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco. No quiero tampoco dejar pasar está oportunidad sin mostrar de nuevo públicamente mi solidaridad y, sobre todo, mi compromiso con todas las victimas del terrorismo, con el trabajo a favor de la paz y con la memoria de las victimas. Estoy seguro de que tengo mucho que aprender, pero dedicaré todo el empeño a este objetivo. La cuestión ética está por encima de la política.

Además, considero fundamental que trabajemos para que la sociedad no delegue esta tarea exclusivamente en las instituciones públicas y en los partidos políticos.

Si la actitud de las instituciones y de los partidos políticos en relación a ETA la convertimos en parte indivisible de las respectivas estrategias políticas, debilitaremos el futuro de la cultura democrática de nuestro pueblo.

Me gustaría decir algo en relación a la Izquierda Abertzale. En los últimos tiempos se ha producido un cambio cualitativo en este movimiento. Hoy la Izquierda Abertzale está centrada básicamente en su propio futuro, en su propia definición estratégica. En gran medida, han interiorizado que su futuro depende de ellos mismos. La sociedad vasca quiere y necesita que la Izquierda Abertzale realice una apuesta por vías exclusivamente políticas. Es necesario respetar y valorar positivamente cualquier iniciativa que vaya en esta dirección. Entorpecer iniciativas de estas características constituiría un error dramático, que este país no se puede permitir.

Ahora bien, la Izquierda Abertzale no podrá presentar a la sociedad vasca su proyecto si ETA no deja las armas. La violencia es incompatible con la política. Incluso si la Izquierda Abertzale estuviera legalizada (y es una injusticia que no lo esté), la existencia de la violencia de ETA constituiría una rémora para el desarrollo de la Izquierda Abertzale. De hecho, la violencia de ETA es hoy un factor perjudicial de primer orden para el conjunto del nacionalismo.

Además, desde el punto de vista de la situación política, la actualidad apunta en otra dirección. Tras las últimas elecciones autonómicas, el Partido Socialista y el Partido Popular firmaron un acuerdo y establecieron las líneas maestras de un nuevo proyecto. El cambio de gobierno ha supuesto algo más que una modificación en la dirección de las políticas públicas.

El Partido Socialista y el Partido Popular pretenden modificar de raíz la visión con la que se ha construido este país desde la transición democrática; una visión abierta, que, desde la asunción de dos principios básicos (el reconocimiento de nuestro pueblo y sus derechos, y la defensa de los derechos humanos), ha girado en torno a cinco grandes ejes fundamentales:

- el respeto a la identidad del pueblo vasco;

- el fortalecimiento progresivo de nuestro sistema institucional;

- la eficacia en las políticas públicas;

- la conexión con las demandas mayoritarias de la sociedad vasca; y

- la proyección de nuestro país en el ámbito internacional.

Esta visión es deudora de una trayectoria histórica, que ha permitido a Euskadi ser un país plural, con altos niveles de igualdad y de integración; solidario y avanzado económica y socialmente. Es necesario subrayar, en el contexto de la fuerte crisis económica que estamos padeciendo, que esta visión de país ha sido la que nos ha hecho ser competitivos, y la única que garantiza nuestra competitividad futura, tanto en el ámbito económico como en el social.

Me gustaría destacar que esta visión de país no es exclusiva del partido al que pertenezco; responde con bastante precisión a lo que piensa la gran mayoría de la sociedad vasca. Es cierto que existen planteamientos estratégicos distintos a la hora de llevar a cabo está visión; esto es así y debe ser así en todas las sociedades democráticas, pero Euskadi es una sociedad que aspira a más.

Creo que esta visión constituye un factor de enriquecimiento, siempre y cuando seamos capaces de superar la identificación del sistema democrático con el Estado unitario y, desde luego, siempre y cuando rechacemos la idea de que la solución al problema vasco exige transformar de raíz la sociología del país, para empastarla en la unidad indisoluble de la soberanía constitucional española.

Efectivamente, el problema surge cuando algunos entienden que la visión de país que ha prevalecido en Euskadi desde la transición democrática, constituye un problema, una anormalidad, una fuente de deslegitimación permanente del sistema, cuando no de división social y política, o incluso de ideas que soportan proyectos no democráticos.

Precisamente, tras las elecciones autonómicas, el Partido Socialista y el Partido Popular presentan una visión que busca transformar la sociedad vasca. Busca cambiar la realidad social desde la capacidad de transformación que otorgan, pretendidamente, las estructuras políticas. Desde está visión, la personalidad propia deja de ser un factor de enriquecimiento, para convertirse en un factor de división; la aspiración de crecimiento institucional se convierte en un factor de chantaje al Estado, y se niega la existencia de un sujeto político que puede crecer y relacionarse con los demás.

Sin embargo, creo honestamente que el mayor error en el que incurren el Partido Socialista y el Partido Popular radica en la consideración de que la sociedad vasca es un sujeto a transformar, y no un sujeto a respetar. Su pretensión máxima es la de convertir a Euskadi en una mera autonomía. Esta es la solución que han plateado el Partido Socialista y el Partido Popular: transitar del concepto de país al concepto de autonomía.

Se plantea una autonomía que renuncia a aspectos esenciales de su personalidad diferenciada y, se hace pensando en que la solución al problema vasco no se logra a través de un acuerdo entre la nación vasca y la española, sino cortando de raíz demandas de esta naturaleza, y adecuando la realidad vasca a los límites del resto de las autonomías.

El Partido Socialista y el Partido Popular han construido un relato que establece una línea divisoria entre pasado y presente; el pasado es división, es lucha identitaria, es conflicto. El presente es integración, pluralidad y normalidad: un verdadero oasis. Pero una cosa son los relatos, y otra cosa, la realidad. Creo que los relatos que no responden a una demanda social clara, no tienen ninguna capacidad de transformación. En democracia los empeños por empezar de cero casi siempre terminan mal.

En cualquier caso, insistir en la idea de que en los últimos 30 años no se ha hecho más que sembrar odio desde las instituciones vascas, es demoledor para una necesaria y sana relación entre los actores políticos y para una adecuada cultura democrática.


¿Cómo ha reaccionado la sociedad vasca frente a esta visión? Con una extraordinaria desconfianza respecto al nuevo gobierno. El 71% de los vascos expresa poca o nula confianza con el Gobierno Vasco. Esta desconfianza implica desconexión del Gobierno Vasco con la realidad. La ciudadanía no acepta lo que significa el nuevo gobierno. Tal vez, una cierta debilidad en la gestión o la sensación de improvisación acentúen la distancia entre el gobierno y la ciudadanía, pero creo que el problema de fondo reside en lo que representa la alianza entre el Partido Socialista y el Partido Popular.

La superación de esta desconfianza, con un mero ejercicio más atinado de comunicación institucional, es algo que no se va a producir, porque Euskadi tiene una cultura política que no es transformable con ejercicios publicitarios. Se habla también de la necesidad de hacerse con las tres diputaciones forales para consolidar este cambio; un cambio que se realiza en nombre de la higiene democrática y la defensa del estado de derecho.

Por cierto, quienes sienten un rechazo social a sus propuestas políticas, muy a menudo tienden a pensar que la sociedad no está madura o que se necesita más tiempo para explicar las cosas.

Desde mi punto de vista, el proyecto que representan hoy el Partido Socialista y el Partido Popular no conecta con la mayoría de la sociedad vasca; no acepta la pluralidad real de la sociedad, no tiene suficiente ambición institucional, de modo que se va a producir un problema de eficacia en las políticas públicas, debido a un debilitamiento en la defensa del sistema institucional, y debido también a una desconexión con la realidad económica y social del país.

Si el cambio político consiste en la negación de una realidad mayoritaria de la sociedad, aquellos que pretenden impulsar el cambio deberían realizar alguna reflexión al respecto. Los proyectos que surgen en contra de alguien tienden a fracasar estrepitosamente.

Por todo ello, la sociedad vasca jamás va a confiar en el gobierno del Partido Socialista y del Partido Popular.

Euskadi debe recuperar una visión de país, y generar confianza en torno a un gran proyecto. Este gran proyecto tiene que ser un punto de encuentro para desactivar el frente formado por el Partido Socialista y por el Partido Popular; un punto de encuentro para todas aquellas personas que queremos que las decisiones se tomen aquí; un punto de encuentro para todos los que buscamos seguir creciendo como país en términos institucionales, sociales y económicos; en definitiva, un punto de encuentro para todos los que creemos en el diálogo y el acuerdo.


Creo honestamente que el Partido Nacionalista Vasco está llamado a liderar ese gran proyecto, pero no debe ser un proyecto de partido sino un proyecto de país, que establezca un trabajo compartido con otros actores políticos, con la sociedad organizada, y en diálogo permanente con la propia sociedad civil.

No es hora de proyectos particulares, sino la hora de un trabajo compartido a favor de un gran proyecto de país. Tenemos que ser capaces de crear ilusión, y canalizar una inmensa energía social para construir un futuro mejor. En la medida en que creamos en nosotros mismos, fortaleceremos nuestro futuro. No es hora de edificar un proyecto contra alguien, sino un proyecto a favor de.

Creo que este gran proyecto de país debe estar sustentado en cuatro grandes objetivos:

= en primer lugar, lograr la paz;

= en segundo lugar, fortalecer la identidad del pueblo vasco y las instituciones vascas, para desarrollar una estrategia social y política que permita incorporar el derecho a decidir al ordenamiento jurídico.

= en tercer lugar, revitalizar las políticas públicas y fomentar la competitividad de la economía vasca; y

= en cuarto lugar, internacionalizar la cultura y la economía de Euskadi, desde una visión de país, para seguir siendo económica y socialmente avanzados.

El desarrollo de este gran proyecto de país requiere confianza, unión, trabajo compartido y la búsqueda permanente de la excelencia; y requiere, sin duda alguna, una nueva cultura política para nadar en sociedades avanzadas como las nuestras.

Finalizo:

Vivimos tiempos de crisis económica y política. Pero tenemos un gran proyecto de país, confianza en nosotros mismos, y la fortaleza que da saber que tenemos el aliento de la gran mayoría del pueblo vasco.

Eskerrik asko guztioi.

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