Quizás porque es su cumpleaños -la entrevista se realizó el pasado viernes, su 48 aniversario- o porque su apuesta decidida por hacer una oposición «responsable y constructiva» es cada vez más evidente, lo cierto es que Iñigo Urkullu se enfrenta a la grabadora más relajado que nunca. La progresiva consolidación del pacto PSE-PP a medio plazo también le «tranquiliza» porque, dice, le reafirma en sus tesis.
-¿Beneficia al PNV que a medio plazo se apunte la continuidad del pacto PSE-PP en otras instituciones? -No lo analizo desde esa óptica. Me preocupa por lo que de negativo tendrá para la acción institucional.
-Según usted, las opciones electorales se reducen a PNV o PSE-PP. ¿Asumen entonces que han perdido la capacidad de tejer complicidades con los no nacionalistas? -La capacidad no es la que el PNV tenga, sino la que permita la representación de cada uno. En el espectro nacionalista, con la ausencia de la izquierda abertzale, tenemos a EA con un parlamentario, un Hamaikabat escindido, y Aralar. Aspiro a que tengamos libertad para hablar con cualquier formación y de pactar en base a una coherencia política, o bien programática o de un ejercicio aritmético de gobiernos sólidos. No como el actual Gobierno, que ni es coherente ni sólido y estable: son 25 parlamentarios con el apoyo condicionado de un pacto antinatura. El mapa político ha pasado de un rombo a un triángulo en el que están PSE y PP por un lado y PNV por otro.
-¿El PNV no tiene ninguna responsabilidad en haberse quedado solo en el vértice del triángulo? -La responsabilidad es de todos los partidos nacionalistas democráticos. Por eso les invito a reflexionar cuál es nuestra situación sobre todo desde la escisión del PNV. A partir de ahí, no me queda más que respetar las apuestas de cada uno.
-¿Eso podría concretarse en forma de pactos en las próximas elecciones municipales y forales de 2011? -Estamos tranquilos porque los resultados del 1 de marzo indican nuestra fortaleza, y los otros partidos tienen que hacer su propia reflexión. Con la fortaleza que tenemos, entrar a las necesidades de otros está fuera de lugar.
-¿Cómo afronta la perspectiva de poder perder más poder institucional, por ejemplo en Álava, Getxo o Bilbao? -En lo propio con tranquilidad. En el juego político, con preocupación. El pacto PSE-PP pervierte las señas de identidad de los socialistas y es una muestra de incoherencia para con la sociedad vasca y su modo de sentir.
-Pero usted mismo ha dicho que el PSE tiene garantizados los votos del PP y que es un pacto indisoluble. Admitirá entonces que procura la estabilidad que necesita el país. -Los militantes socialistas tienen que saber quién es el que sale fortalecido de esta relación. Es un Gobierno débil porque no tiene programa. Plan que presenta el lehendakari López, plan que es matizado y condicionado por el PP. Eso no es precisamente signo de fortaleza.
-¿Hasta cuándo cree que se mantendrán las vías cerradas para que el PNV pueda pactar la gobernabilidad del país con el PSE o incluso con el PP? -No depende del PNV, porque estamos abiertos a hablar con todo el mundo y por eso hemos hecho la oferta de acuerdo de estabilidad.
-¿Cómo le ha sonado que Markel Olano identifique el acuerdo de gobierno con un «ataque al pueblo vasco»? -Por lo que me han dicho, creo que ha hablado de acoso a unas señas de identidad. No tengo más que decir. La apuesta estratégica del PSE es clarificadora y nos ha de tranquilizar porque hemos venido diciendo que era esto lo que había detrás. A partir de ahí, a trabajar. Haremos en la oposición lo que hemos hecho en el gobierno, actuar de una manera responsable y ofrecer a la sociedad vasca nuestros proyectos.
-¿Usted personalmente piensa que algún vasco puede sentirse atacado por el Ejecutivo de López? -Insisto, no es el ataque al vasco sino a unas determinadas señas de identidad. Hemos visto gestos en la andadura del Gobierno vasco en relación al euskera, a los medios de comunicación de titularidad pública, símbolos del autogobierno, el propio acto de investidura en Gernika... El hecho de que haya un planteamiento de colaboración y coordinación con el Gobierno central que más parece supeditación también es relevante.
-Entre los diez ejes de futuro que reivindica el PNV está el cumplimiento íntegro del Estatuto, pero sin embargo Olano rescató el derecho a decidir. ¿Volvemos a las dos almas? -No cederemos un ápice para dar un paso adelante cuando veamos que es posible. Pero es santo y seña del PNV el respeto a la voluntad de la sociedad vasca, tanto si es de nuestro gusto como si no. Ése es el ejercicio de la democracia, pero depositando en la sociedad la capacidad de expresarse. El derecho a decidir no es un fin, es una herramienta.
-¿Se siente presionado por sectores de su partido para mostrarse más beligerante con el Gobierno vasco? -En absoluto. Estamos en una etapa de crítica y vigilancia con aquello que no nos gusta pero también de responsabilidad. Y no me siento presionado de ningún modo porque no hay sectores en el PNV.
-¿Sigue pensando que el acuerdo de estabilidad que proponen cuajará? -Tengo la esperanza de que sí. Nuestra responsabilidad es ofrecer seguridad a la ciudadanía y mucho más la del Gobierno. A nosotros nos cabe la de ser el partido más votado y el que pretende ejercer el liderazgo en la sociedad.
-¿Podrían utilizar su control de las diputaciones como una velada amenaza para que prospere? -En absoluto. Existen foros como el órgano de coordinación tributaria o el propio Consejo Vasco de Finanzas donde se reunirán representantes del Gobierno y las diputaciones para intentar activar políticas con un suelo común y sólido. No estamos en actuar a la contra por la contra. El Gobierno de López no es mi Gobierno, pero el planteamiento del PNV va más allá de quién está en el Ejecutivo. La actuación de las diputaciones se notará también en esas comisiones que escenificaron desde el Gobierno y que, aun habiendo siendo convocadas, no se ha contado con ellas para el plan anticrisis. Parecen más para salir del paso.
-¿Y en qué quedamos, el plan es malo o es bueno porque copia el de Ibarretxe? Han dicho las dos cosas. -Es malo. Tiene una cuantificación de 367 millones de euros, ahora 19 más por la presión del PP, pero el plan de aceleración económica anterior era de 12.800 millones. No hay comparación. Es malo pero tiene partes que vienen del anterior. El PNV apostará por esas partes.
-El Gobierno y el PP recelan de la colaboración institucional desde los Ejecutivos forales. ¿Están dispuestos a rascarse también el bolsillo? -Primero, el 70% de lo que recaudan las diputaciones va al Gobierno. Segundo, el Gobierno vasco apela a la política de ingresos que corresponde a las diputaciones y a la vez plantea un nivel de endeudamiento que nos parece peligroso si es para el gasto corriente y no para inversiones. Nos preocupa que ese endeudamiento sea una herencia nefasta para los que vengan detrás.
-¿El apoyo a Zapatero tiene como contrapartida que el PSE garantice la aprobación de las Cuentas de las tres diputaciones? -Son en principio ámbitos diferenciados. En ejercicios anteriores sí hemos llegado a acuerdos de ese tipo. Pero ahora estamos todavía en un estadio previo, el de la garantía del cumplimiento de los compromisos adquiridos: el blindaje del Concierto, la devolución de los 456 millones de IVA por los vehículos importados, la transparencia en la gestión de las políticas activas de empleo. Esas son la condiciones para empezar a hablar. Después, veremos qué propuesta nos presentan. Pelearé para que haya inversiones estratégicas, transferencias que redunden en beneficio de la sociedad vasca y políticas sólidas y estables.
-Zapatero ha pasado de llamar 'tontorrón' a Erkoreka a agradecerle su apoyo. O sea, el PNV ha dado un giro. -O quizás el que se ha movido es Zapatero, que es más consciente de la soledad en la que está.
-¿Siguen sin fiarse de él? -La confianza se gana día a día y todavía hay muchos puntos negros.
-¿Y de Patxi López? ¿Valora positivamente que reconociera que no ha hablado con usted tanto como debería? -Él vino a reconocer su déficit. Si el lehendakari quiere hablar conmigo, me tiene a su disposición permanentemente, a pesar de la alianza estratégica con el PP.
-¿Será una realidad el acuerdo conjunto contra ETA? -Todos somos conscientes de que aunque ETA esté debil puede provocar terror y sufrimiento. Debemos pensar que a corto plazo las cosas van a seguir igual. Tengo una seria preocupación, porque me da la sensación de que en la vorágine que vivimos hemos pasado por alto lo que pudo haber sido y a Dios gracias no fue el atentado contra la casa cuartel de Burgos. Por eso estamos emplazados a llegar a puntos comunes desde la discreción. Tampoco hay que rehuir el ámbito de la normalización política, es decir, que el efecto de la violencia sea mínimo a la hora de poder desarrollar determinados proyectos políticos.
-Lo que sucede es que para PSE y PP la normalización política a la que usted alude es sólo el fin de ETA. -Ese posicionamiento choca con el contenido del pacto de Ajuria Enea. Eso da oxígeno a ETA, que se sabe capaz de condicionar la vida política y se interpreta a sí misma como una organización político-militar.
-¿Las fisuras entre las fuerzas democráticas, por ejemplo en el asunto de los carteles, no le dan también aire? -Lo que le da oxígeno es que se caiga en el juego de ponerles altavoces. En el tema de los carteles, estamos de acuerdo en el objetivo final. Pero hay que llevarlo a la práctica con prudencia y mesura. Llevarlo a la práctica como política de imagen no es operativo, porque se consigue lo contrario de lo que se busca.
-¿Cree que Interior lo hace más por propaganda que por principios? -Tal como se ha trasladado, sí. Ha habido actuaciones que se han llevado a cabo cuando han estado los medios de comunicación.
-Pero está recogido en la Ley de Víctimas y el PNV se declara siempre partidario de cumplir la ley. -Pueden colisionar la libertad de expresión y el cumplimiento de la legalidad. ¿Todas las pancartas son susceptibles de ser retiradas?
-La foto de un preso de ETA, ¿hay que retirarla? -Una foto de un preso que no tiene más que una cara y un nombre, ¿es apología del terrorismo? 'Gora ETA' o 'A por ellos' sí lo es. Pero no una foto que reivindica un derecho que el PNV sigue defendiendo, el de cumplir condena en las cárceles más próximas al lugar de residencia. Por eso abogo también por políticas de distensión. Reivindicar esos derechos no es ofensivo para nadie, con todo mi respeto a las víctimas. Esa reivindicación no es ilegal.