Hace mucho tiempo que he dejado de preguntarme por qué ETA comete atentados, o por qué elige unos objetivos u otros para sus crímenes y bombas. Me parece que es entrar en su juego. Además toda esta sociedad se ha convertido ya en objetivo de ETA. Sí me parece oportuno, en cambio, reflexionar sobre el para qué hace todas estas brutalidades y sinsentidos. Nos ayuda a comprender su lógica ilógica y sobre todo nos posibilita luchar contra ella.
Si pensamos en el atentado del miércoles en Bilbao, los para qué son obvios y varios. El más evidente, ir contra los medios de comunicación. Desde tiempo atrás, a ETA le molestan los medios de comunicación libres. No quiere ver reflejado en ellos el hastío, la condena, la reprobación social casi unánime de este Pueblo a su existencia y a sus atentados. Sólo quiere medios domesticados que publiquen únicamente sus farragosos y oníricos comunicados, que acepten la terminología rancia y fatxa de los Zutabes. Afortunadamente, los medios vascos de comunicación no son así; ninguno. Y cada uno con su verdad y con su línea editorial, ofrece a esta sociedad ese mosaico plural y diverso de información y opinión que es santo y seña de cualquier sistema democrático. Por eso ETA los necesita amordazados.
En el caso de EITB, los medios públicos de comunicación de Euskadi, seguramente por su éxito en la misión de crear un sistema audiovisual vasco fuerte, plural y bilingüe, han sido considerados por ETA como un enemigo desde su creación, hace veinticinco años. A ETA, que existan logros del autogobierno le desmonta su teoría de que nada ha cambiado; le resta cualquier credibilidad a su discurso anclado aun en el franquismo, a su crónica negra sobre este País. Por eso le molestan doblemente unos medios nacidos y emanados de esta sociedad, con profesionales que hablan euskera y castellano, que cuentan desde aquí y para los de aquí lo que sucede en Euskadi y en el mundo. Unos medios, que gracias a la apuesta decidida de las Instituciones vascas, se han convertido en unos de los más adelantados tecnológicamente de Europa. La nueva sede de EITB de Bilbao simboliza todo lo que ETA aborrece: pluralidad, colores, libertad de expresión, progreso, autogobierno....
Por eso colocaron ayer una bomba a sus pies. Para destruir todo esto y minar la voluntad y el compromiso de los cientos y cientos de profesionales de la información que ayer tuvieron que desalojar pasadas las diez de la mañana su lugar de trabajo, no sólo en EITB, sino también en DEIA, Antena 3, Onda Cero o El Mundo. Pasé allí con ellos buena parte de su espera, desde el estallido de la bomba hasta que con la incertidumbre sobre qué habría pasado pudieron volver al trabajo. Veía reflejados en sus caras los mismos sentimientos de rabia, de impotencia, de rebeldía que yo mismo sentía. Pero estaban allí, en primera línea del cordón policial, esperando para volver y cumplir su misión. Y lo hicieron en cuanto les dejaron. Y las emisiones pronto recobraron su pulso, a pesar de los cascotes y cristales rotos y los desperfectos producidos por la explosión. Y los boletines e informativos acudieron puntuales a su cita del mediodía. ETA había logrado esa notoriedad que tanto le gusta y el dudoso mérito de colocar a Euskadi en la crónica de sucesos de los noticiarios internacionales, por detrás del drama palestino-israelí. Pero había fracasado en su objetivo principal de silenciar a los medios de comunicación vascos. Y su fracaso se oyó, se vio y navegó por radio, televisión e internet.