Azkarate: "Sería una irresponsabilidad política cesar a una persona con la trayectoria y la gestión de Vidarte"
HUMBERTO UNZUETA
bilbao. No puede disimular su enfado por la c ampaña montada contra ella desde algunos ámbitos mediáticos y políticos. Sin embargo, Miren Azkarate dice estar preparada para la batalla porque, en estos casos, "soy guerrera". No ha dicho su última palabra. La dirá mañana en el Parlamento y, para después, deja en el aire el contraataque.
Los plenos de mañana van a ser los más complicados en su larga trayectoria política.
Ciertamente van a ser unos plenos peculiares en los que no se van a ventilar cuestiones de gestión, ni tampoco se va a hablar con honestidad de lo realmente sucedido tanto en las sociedades Inmobiliaria y Tenedora del Museo Guggenheim como en lo que ha sido la gestión de la sociedad Berroeta Aldamar. Digo esto desde el convencimiento de que cualquier parlamento, y por supuesto el Parlamento vasco, tiene el derecho y el deber de investigar aquello donde cree que ha habido irregularidades, donde los responsables públicos tenemos la obligación de denunciarlas, de tomar medidas, de subsanar errores y también valorar personalmente y con tu equipo de qué calibre son esos errores.
Se apela a su responsabilidad política para depurar ambos casos.
No creo que lo que se está reclamando tiene que ver con la responsabilidad política, sino aprovechar una situación para pasar facturas. A mi juicio, actuar responsablemente no es intentar hacer leña de un proyecto que ha generado unos gastos directos en 2008 de 221 millones -más de 2.000 millones si contamos desde que el museo abrió sus puertas en 1997-, a lo que hay que añadir lo generado en ingresos para las haciendas, o la generación de PIB de 201 millones.
Casi todos los partidos han puesto el grito en el cielo pero, finalmente, parece que sólo el PP va a pedir su dimisión.
Respetaré las opciones de los grupos parlamentarios si piensan que una vez escuchados los testimonios de las personas implicadas en las comisiones de investigación creen que debo dimitir, pero no lo comparto.
Sus socios de gobierno van a apoyar los dictámenes de las comisiones de investigación. ¿Lo toma como un gesto de deslealtad?
Habrá que ver qué tipo de discursos hace cada formación y respetaré la valoración que haga cada grupo político.
¿Percibe el apoyo del conjunto de su gobierno?
Sin ninguna duda. Las palabras del consejero Madrazo el pasado martes fueron muy explícitas y también el consejero Azkarraga el pasado jueves ha manifestado su apoyo personal y político. Por tanto, me siento respaldada por el Gobierno.
¿Se considera el chivo expiatorio ante la proximidad de las elecciones autonómicas?
Indudablemente si no estuviésemos en una situación electoral no estaríamos en el punto en el que estamos. No sé si se hubiesen convocado las comisiones de investigación pero, a buen seguro, los discursos y las actitudes hoy serían diferentes.
¿Cree que hay un intento de hurgar en la herida para quebrar la unidad en el tripartito?
Este tripartito tiene un programa de gobierno y lo va a cumplir hasta las elecciones, y en los comicios de marzo la sociedad vasca hablará y ya se verá. Pero sí es cierto que puede existir la tentación de intentar crear contradicciones su seno.
Lo ocurrido empaña la imagen del Museo Guggenheim y hace invisible la buena gestión realizada por el equipo directivo del museo.
No quisiera que fuera así porque si en algo nos hemos empeñado los que tenemos responsabilidades políticas y de gestión en el Guggenheim y en la política cultural de este país es en que eso no sea así. La actuación de una persona que ha traicionado la confianza depositada en ella, y que ha sido desleal con la institución a la que tenía que servir, no puede llevar a empañar la buena labor y el compromiso del resto de sus compañeros y una trayectoria del Guggenheim con unos resultados tan buenos de un museo que este año cerrará el ejercicio con más de 900.000 visitantes.
Las críticas de los partidos políticos contrastan con el apoyo brindado por las empresas que engrosan el Patronato del Guggenheim.
No sólo de los patronos de la Fundación, también los Miembros de Honor del museo. Es algo muy a tener en cuenta, si nos fijamos en qué empresas la integran y qué personas se cuentan entre los miembros honoríficos. Los patronos llegaron a decir que las conclusiones del dictamen de la comisión de investigación del Parlamento son desproporcionadas e injustas, y que con ello se sitúa al museo en el centro de la escena política, en un debate del que esta institución debería mantenerse al margen. No creo que Iberdrola, Gamesa, ITP u otros patronos del museo puedan ser tomadas como sospechosas de clientelismo político y, sin embargo, han realizado esta lectura.
Fue la dirección del Museo la que detectó el robo, la que denunció al director de Administración y Finanzas ante el juzgado y la que puso el caso en conocimiento del Parlamento vasco, pero no les ha valido para evitar las críticas.
Por eso insisto en que asumir las responsabilidades políticas significa detectar errores que, como humanos, podemos cometer. Para mí actuar con responsabilidad es detectar fallos, lo que va mal, reconocerlos, darlos a conocer, hacer autocrítica, tomar las medidas correctoras para que no vuelva a suceder. Y si consideras que el fallo cometido ha sido de tal envergadura que te desautoriza para continuar, entonces sí habría que dimitir. Pero lo relevante no es caer, sino tener la capacidad de levantarte y seguir. Y en este asunto, más allá de las personas que podamos estar implicadas y de lo que pueda ocurrir mañana en el pleno, lo que tiene que prevalecer es la importancia de un proyecto como el Guggenheim y la buena gestión de su director general y su equipo que desde que en 1992 se dan los primeros pasos para su construcción están dando lo mejor de sí para que sea el éxito que es. Dudo mucho de que un Patronato, con los patronos que tiene la Fundación Guggenheim, que un colectivo de Miembros de Honor del museo, si hubiesen llegado a la conclusión de que, en el desfalco de Roberto Cearsolo y en la actuación posterior, hubiese habido negligencia por parte de Vidarte, no hubiesen respaldado su gestión. Y desde luego no se entendería que una fundación como la Solomon R. Guggenheim Foundation de Nueva York le hubiese nombrado hace un mes director general de estrategia global y le confíe la responsabilidad de internacionalizar sus proyectos.
¿Se arrepiente de algo de lo que ha hecho o de no haber hecho algo?
En el caso Guggenheim, no. En el caso Balenciaga, ya reconocí desde el primer momento que no miramos, ni se me pasó por la cabeza, el contrato que la Fundación tenía firmado con el arquitecto.
El cese de Vidarte le hubiera ahorrado toda esta situación y los plenos de mañana.
En primer lugar, no está en mi mano cesarlo. En el nombramiento del director general no participa sólo el Gobierno vasco y, desde luego, no la consejera de Cultura. Pero, por otra parte, aunque hubiese estado en mi mano, y ciertamente sí podía haber llevado a la mesa del Patronato la propuesta del cese, eso sí hubiese sido una irresponsabilidad política imperdonable por mi parte, como para presentar mi dimisión al lehendakari y marcharme.
¿Por qué?
Porque, sin menoscabo de algunos pequeños errores, le avala una trayectoria de gestión al frente del museo muy difícil de superar. Los datos están ahí, al alcance de todo el que quiera verlos, y la verdad es que son brillantes, se mire desde el punto de vista de impacto económico, social o turístico. El Guggenheim ha situado a este país en el mapa mundial, más allá de lo cultural.
Se ha hablado de un "fraude multimillonario" y, revisando los datos, a día de hoy se han recuperado 437.900 euros de los 556.482 sustraidos. Es decir, que el tal fraude multimillonario asciende a 134.000 euros.
Los datos son muy elocuentes y, por eso precisamente, no encuentro otra explicación a toda esta campaña que no sea la política. Se ha introducido a una institución que nunca debiera de estar en esa situación en el centro de un debate electoral y político. Eso explica todo esto, de otra manera no se puede entender.
En cualquier caso, se trata de un robo en un sociedad con participación pública.
Es cierto y no pretendo minimizar la gravedad de lo ocurrido. Pero vamos a situar las cosas en su contexto. Las sustracciones se produjeron fundamentalmente los años 1998, 1999, 2004 y 2005. Se insiste que no había mecanismos de control, pero, si no los había, ¿por qué ha tenido Cearsolo que falsificar los libros de cuentas después de que las cuentas fuesen formuladas y aprobadas en la Sociedad Tenedora y llevadas al Registro Mercantil? ¿Por qué ha tenido que falsificar la firma de Juan Ignacio Vidarte? ¿Por qué ha tenido que utilizar de forma fraudulenta una clave telemática? Si no hubiese habido controles, lo habría hecho con toda tranquilidad.
¿Con unas auditorías se podría haber evitado todo esto?
En el informe de 2001, el Tribunal Vasco de Cuentas (TVC) mira el balance de gastos e ingresos de todos los ejercicios del Guggenheim y dice que el ejercicio 1998 no había sido auditado externamente, pero no hizo ninguna observación sobre ninguna irregularidad. Ese año Cearsolo sustrajo 160.000 euros de la Sociedad Inmobiliaria... No sé qué documentación miró o dejó de mirar el TVC y seguro que obraron con celo y actuaron bien, pero no detectó el robo.
Por lo visto, Roberto Cearsolo hiló muy fino.
Tanto es así que, en una segunda inspección y análisis de legalidad de adquisición de obra de arte desde 1999 hasta 2005, el TVC no llegó a fiscalizar las cuentas de la Tenedora, pero sí miró los expedientes de contratación. Detectó un error de criterio contable ya que, a su juicio, no es correcto que se contabilice como mayor coste de las obras de arte las pérdidas de la operación de cambio de divisa y dice que eso tiene que ir al capítulo de pérdidas no a mayor coste de las obras de arte. Pero en cualquier caso, sí mira las cuentas y no detecta las sustracciones de Cearsolo en la Tenedora en 2004 y 2005. O tampoco hiló muy fino o el que hiló fino fue Cearsolo.
Hubo negligencia en la pérdida de seis millones de euros en una operación de cambio de divisa.
En un momento determinado se tomó una decisión que en su momento fue razonable, correcta y conservadora como fue el firmar la operación Forward Plus para asegurar que con los euros que íbamos a poner las instituciones iba a haber suficientes dólares para adquirir las obras de arte. Eso no salió como se esperaba. Vidarte y yo hemos reconocido que decidimos aplazar los compromisos adquiridos, recurrir al mercado porque se podía comprar el dólar a un tipo más favorable, esperando que variase y que la cotización euro-dolar fuese más favorable. En cualquier caso, es una operación riesgo al uso en empresas de estas dimensiones y que a veces puede no salir bien.
Pero dicen que no aseguraron la operación.
No es cierto, porque el Forward Plus es, en sí mismo, un seguro de cambio, pero la paridad euro/dolar se salió de la horquilla contratada y de ahí las pérdidas.
También ha quedado en entredicho su gestión en el caso Balenciaga.
En esta caso yo ya admití en su día que en noviembre de 2005 no se me ocurrió que el contrato se había firmado con el arquitecto el año 2001. Reconozco que fue un error y pequé de exceso de confianza. Pero, en lo sustancial, hay que decir que nosotros heredamos en noviembre de 2005 una situación que, una vez que la detectamos, actuamos informando, actuando judicialmente en su caso y subsanando la gestión para sacar adelante el proyecto.
¿Piensa en dimitir?
No sé como va a ir el pleno, pero a día de hoy percibo el apoyo del gobierno y el cariño de mucha gente. Yo, ayer y hoy, me he levantado con el despertador. Tengo la conciencia tranquila.