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2008
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Recuperar el hogar

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Abendua 05 | 2008 |
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Nerea Melgosa

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Diario de Noticias de Álava


La persona en situación sin hogar se define como aquella que no puede acceder a un alojamiento adecuado o bien conservarlo. No dispone de una vivienda adaptada a su situación personal, permanente y que le proporcione un marco estable de convivencia, ya sea por falta de recursos, ya sea por dificultades personales o sociales para llevar una vida autónoma. Ser una persona en situación sin hogar es una de las manifestaciones más desgarradoras de la exclusión social.
En el imaginario colectivo, las personas en situación sin hogar y el alcoholismo son realidades estrechamente relacionadas. La dependencia del alcohol puede tener una fase de inicio muy agresiva, pero el consumo desciende sensiblemente en la medida en que estas personas se insertan en los procesos de inclusión, cuando se presenta un horizonte donde la comida y la cama están garantizadas. Asimismo, el problema de la dependencia del alcohol remite cuando la persona ha establecido lazos basados en el respeto y el reconocimiento. Una vez iniciado el tratamiento, la gran mayoría se mantiene abstemia y no consume otras drogas, a pesar de que se pueden dar recaídas puntuales.
Otro dato poco conocido es el referente a los niveles educativos. El 13% de las personas en situación sin hogar ha recibido una educación superior, mientras que el 63,9% ha finalizado la educación secundaria. Cada vez más, la formación no es garantía de que nuestras vidas no vayan a trasladarse “al otro lado del río”. Los últimos estudios indican que está aumentando el número de personas con estudios superiores que viven en la calle. Realidades como ésta nos tienen que hacer ser muy conscientes de que la línea entre la exclusión y una vida “normalizada” es más delgada de lo que creemos.
Nuestra sociedad es cada vez más compleja, lo que hace que en las causas de la exclusión también tengan cada vez más importancia otros factores, aparte de los dichos anteriormente. Podemos hablar de las rupturas familiares, la precariedad laboral, la delincuencia, la falta de sistemas de protección ante enfermedades mentales y, cómo no, la carestía de la vivienda.
“Quien ha estado en la calle muy pocas veces quiere recordar aquella época” me comenta Aingeru, alguien que conoció lo que es encontrarse en situación sin hogar. “Eres inconsciente de que tu estado es cada vez más deteriorado, más sucio. Cada vez comes menos y bebes más. Pierdes la documentación, aparece el miedo, te insultan, no te miran...”
Y la cuesta abajo parece no tener fin. Te ves como un fracasado. No tienes nada que mostrar cuando te preguntan qué has estado haciendo estos años. No quieres que tu familia sepa cómo te encuentras. Has terminado convirtiéndote en algo que no querías: un ser sucio, alcohólico y ocioso.
Convertirse en una persona en situación sin hogar no es sólo una situación sino la expresión de un proceso más amplio que afecta a la totalidad del individuo, tanto en el ámbito de lo material como en los aspectos más personales. No despiertas un día de ser un ciudadano “normal” a no serlo. Es un proceso de desgaste lento, que se desarrolla en varios años y en el que se pueden atravesar diferentes niveles.
La situación de una persona sin hogar es reversible y, por tanto, se puede superar. Junto a los procesos que poco a poco van minando su ser también hay otros que lo hacen crecer, que le impregnan esperanza, capacidades, vida. Pero la persona que está en la calle no los puede alcanzar por si sola, necesita de la ayuda de otras personas. Necesita cercanía puesto que, si no nos acercamos a ella, no sabemos lo que le pasa, no conocemos su historia.
Debemos querer acercarnos a esta realidad, hacerlo cada uno desde su lugar y las instituciones desde el suyo propio. Tenemos que ayudar a transformar esta realidad cada uno en la medida de sus posibilidades. El acercamiento es un primer paso para que las situaciones vayan cambiando, pero no tiene por si mismo la capacidad de transformar las condiciones de vida de las personas que están en la calle. Se necesitan medios para consolidar y favorecer el proceso: comida y techo, atención sanitaria, ayudas económicas puntuales…
El proceso de salida de la exclusión empieza cuando la persona ya no se ve como una fracasada, algo que requiere unas condiciones dignas de vida (siendo requisito indispensable el apoyo comunitario). El fin de la exclusión se conforma cuando quien la padece es capaz de superar la culpabilidad, para lo que requiere experimentar la superación de situaciones anteriores; y finalmente llega a su máxima expresión cuando se recuperan las relaciones personales perdidas, sobre todo las de tipo familiar. Todo este proceso necesita de apoyos y medios no sólo humanos sino también económicos. Aquí sería donde deberían jugar un papel importante las instituciones.
Esto nos lleva inevitablemente del cuestionable nivel de protección social del Estado de Bienestar. El Estado español ocupa uno de los últimos puestos de Europa en esta materia. Si partimos de una realidad donde, por ejemplo, las pensiones contributivas difícilmente satisfacen las necesidades económicas de muchas personas, ¿qué decir de las pensiones no contributivas, que precisamente afectan a quienes se encuentran en un mayor riesgo de exclusión? En este contexto, ¿cómo pueden afrontar las personas sin hogar la salida de estas circunstancias, si en el Estado Español, que es el que tiene competencia en este campo, debilita los principales instrumentos de protección social?
Es necesario un amplio consenso y acuerdo. Estamos ante una cuestión que históricamente ha merecido poco cuidado por parte de determinadas fuerzas políticas y pocas muestras de sensibilización. Por ello, desde el Ayuntamiento siempre hemos defendido la necesidad de que la acción pública se busque una respuesta integral que no se limite a la concesión de ayudas escasas y puntuales. Una respuesta que aborde las circunstancias laborales, educativas, residenciales, etc que pueden desembocar en una situación de exclusión. Por ahí pasa la recuperación del liderazgo que Vitoria-Gasteiz tuvo en otros tiempos en materia de políticas sociales. Ésta tiene que ser nuestra apuesta para que muchas personas puedan recuperar el hogar.

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