Foro de debate político
Buenas tardes – Bona tarda a tutom. Doy las gracias a esta Tribuna Barcelona por la invitación que me ha cursado para poder participar en este foro de debate político. También quisiera pedir disculpas a la organización, y a todos ustedes, por haber obligado a cambiar el día en el que habitualmente se celebra este debate que, según tengo entendido, es siempre los lunes. En mi caso eso era prácticamente imposible. Nosotros celebramos nuestra ejecutiva semanal los lunes, por lo tanto, era muy complicado para mí acercarme a Barcelona y más en la compleja situación política que estamos viviendo en estos últimos meses. Y quiero, cómo no y antes de comenzar mi intervención, mostrar mi agradecimiento también a mi amigo Artur Mas por haberse prestado para esta presentación, sabiendo de sus compromisos institucionales en la tarde de hoy.
No querría extenderme demasiado en mi intervención. Apuntaré en breves pinceladas cuál creo que es la situación política en este momento en Euskadi y qué es lo que aporta y propone el Partido Nacionalista Vasco, para proceder al coloquio disponiéndome a sus preguntas.
Sin más preámbulos, entro en el meollo de mi intervención de hoy que, como creo que no puede ser de otra manera, va a tratar sobre la cuestión vasca, o los problemas de paz y de normalización política que tiene planteados la sociedad vasca. Y si realmente podemos ser capaces de buscar una salida a lo que alguna vez se ha denominado como el “laberinto vasco”.
A esta interrogante tengo que contestar definitivamente que sí. Creo que es posible. Reconozco que no tengo recetas mágicas. No las hay. En la cuestión de la paz, no las encontramos nosotros en Lizarra como no las había ni ha encontrado presidente alguno del Gobierno español y que creo que todos o casi todos lo han intentado. En este sentido todos, incluido nosotros, hemos llegado a pensar que podíamos hacerlo. Que cada uno por nuestra parte y en solitario, lo íbamos a conseguir y que éramos capaces de convencer a ETA de que esto se había terminado. Nos hemos ilusionado en que cada uno de nosotros íbamos a ser más listos, más convincentes y que llevamos mejores argumentos que los anteriores. Convencerles de que matar, extorsionar y amenazar en cualquier sociedad no tenía ni tiene ningún sentido y menos por motivación política incluso en la sociedad vasca en plena sociedad de la Europa occidental. Pero, evidentemente, nos equivocamos. ETA sigue, con mucha menos fuerza que antes, con indiscutiblemente mucha menos actividad pero, curiosamente, curiosamente con mucha mayor repercusión mediática. Al menos si lo comparamos proporcionalmente con la fuerza que tenía en épocas anteriores. Y es que, resulta muy difícil de convencer a alguien de que ha llegado la hora de terminar con la violencia, cuando, obviamente, muchos de los que forman parte de esta organización no están convencidos ni creen que matar y amenazar sea algo éticamente inaceptable y reprobable. Y cuando en una parte importante de ese mundo se entienden las treguas como elementos o herramientas tácticas. Y nada más.
Creo que en la gestión de las consecuencias derivadas de ello en la vida política–institucional se da una, no sé si denominarlo una contradicción, utilización, o, al menos, una paradoja extraña. Y reconozco que es muy difícil, muy difícil ser capaces de abordar el tema de ETA desde la frialdad, es decir, desde la reflexión y el análisis político. Porque en relación a esa denuncia de la paradoja extraña muchas veces se ha jugado a ser ventajistas en esta situación. Y el ejemplo más reciente lo estamos viviendo con las mociones llamadas éticas así como las de censura en aquellos ayuntamientos en donde ANV tiene responsabilidades municipales. Si quieren o les interesa más adelante podremos hablar de todo ello. Pero estoy convencido de que es uno de los mejores ejemplos que explican cómo se pueden utilizar estos temas incluso como arma electoral.
No tengo duda alguna de que la sociedad vasca rechaza de forma rotunda a ETA. Pero también es cierto que ETA tiene capacidad de influir en el resto de los actores políticos y, por lo tanto, influye en la actividad política vasca y estatal así como en la convivencia social por el fenómeno que en tal sentido va ligado a esta organización terrorista. Y creo, y lo he dicho de otra manera antes, que en la actividad política no sólo influye por ella sino también porque hay partidos políticos que se rasgan las vestiduras en algunas situaciones para posteriormente también, también en función de intereses coyunturales, actuar de manera absolutamente distinta a la a priori entendida como consecuente.
La práctica totalidad de la dirección política conocida de la llamada Izquierda Abertzale se encuentra fuera del sistema y es dependiente de la estrategia marcada por ETA. Ni ETA ni la Izquierda Radical tienen capacidad para condicionar las grandes cuestiones de Estado (salvo por sus consecuencias la vasca, aunque sí presenta una cierta capacidad para introducir elementos de tensión que condicionan procesos electorales y sociales). La Izquierda Radical se resiente en su legitimidad social debido al rechazo de la sociedad vasca a la violencia; un rechazo que adquiere, cada vez más, un sentido “no político”, pre-político, debido a una progresiva transformación de la cultura política de la sociedad vasca. Pero, al mismo tiempo, el Estado, en estos momentos gobernado por el Partido Socialista, se reserva la capacidad de “utilizar” a la llamada Izquierda Abertzale: gestiona el tiempo y la presencia de esa llamada izquierda abertzale dentro del sistema (ley de partidos o a través de la instrumentalización del sistema legal) y, también gestiona con total libertad el relato del terrorismo en Euskadi y en España. Y esto complica un poco más las cosas. En el fondo es una actitud que yo, como mínimo, calificaría como obscena.
Lo he dicho y lo repito ahora, - voy a intentar expresarlo de manera que no hiera la sensibilidad,-. creo que el Partido Socialista ha actuado en relación a este tema – y quizás lo vaya a hacer en el futuro – de manera no coyuntural y primando más sus propios intereses que los de la sociedad vasca. Y esto realmente es un problema. De esta manera se sigue propiciando a ETA un escenario de confrontación en el que se siente relativamente cómoda.
Pero, además, se introduce otro factor de distorsión con la negativa del propio gobierno español a abordar el futuro político de Euskadi con las instituciones vascas. No sólo el Gobierno español sino incluso el PSOE se niega a abordar la cuestión política con EAJ-PNV mientras no esté presente o no lo pueda hacer formalmente con el mundo de Herri Batasuna. ¡Si ha estado dispuesto a hacerlo, en la medida que tenemos conocimiento directo, si no con ETA –de lo que aunque por más que sospechas pero como no se nos ha participado directamente por los intervinientes me quedaré que sólo puedo hablar por otras fuentes - sí con la Izquierda Radical!. Directamente con ellos. Y al Partido Nacionalista Vasco se nos llamó cuando el proceso hacia aguas por todas partes. Y me imagino que en la mente de más de uno, con el verdadero objetivo de repartir el más que posible fracaso, porque mientras hubo supuestas verdaderas expectativas de paz, se nos excluyó. Y no hace todavía cuatro meses nos dijeron que ese – el de la negociación con Batasuna- era el único escenario posible de acuerdo político sobre la “cuestión vasca” que en el futuro iba a plantear el Partido Socialista.
En esta situación es muy difícil hacer política en Euskadi. Se condiciona el desarrollo del autogobierno a las tácticas electorales cuando mencionan un plan de desarrollo estatutario que sólo sirve o será si ganan las elecciones autonómicas pero que congelarán mientras estén en la oposición. Se pliegan a otros intereses e imposibilitan el blindaje del Concierto económico; se condicionan las transferencias a que renunciemos a nuestra iniciativa política, (ellos que se presentan como los valedores de la legalidad y el pacto). Se les nota demasiado que entienden el ejercicio de la política desde el concepto de tener la sartén por el mango, a chantajear con lo que es de obligado cumplimiento. Les falta visión de País, voluntad de resolver el contencioso vasco con altura de miras, sin mezclarlo con oportunismos electorales. Ese ventajismo, que les da poder ahora, les resta credibilidad en Euskadi y la ciudadanía vasca lo ha demostrado.
Y es que aunque no queramos creer que la sociedad vasca pueda tener una voluntad propia y diferenciada, la tiene.
A estas alturas estoy convencido de que la sociedad vasca sabe que para los propios socialistas es mucho más importante el PSOE que el PSE y eso marca y condiciona mucho el pensamiento y, lógicamente, las propuestas políticas. Creo que también es un poco lo que pasa en Catalunya. Que es lo que realmente piensan el Partido Socialista Obrero Español y el propio Presidente del Gobierno, Rodriguez Zapatero, con respecto a esta nacionalidad histórica. Y alguna referencia directa de ello tengo.
Este es uno de los grandes valores añadidos que tenemos los nacionalistas: no hay más subordinación que a la voluntad expresada en nuestro caso por los vascos. Otros en cambio tienen otras voluntades a las que subordinarse. No digo que no sea democrático, porque lo es, pero no es nuestro modelo. Y no lo es porque entendemos que no es el mejor modelo para defender los intereses de los vascos y de la sociedad vasca en su conjunto.
Nosotros creemos que esta actitud de no diálogo y chantaje puede desembocar en diversos escenarios y unos de los plausibles es que pueda llegar a convertir y a constituirse en una verdadera percha para la legitimación de ETA. Otorgándole a ETA y al mundo de Batasuna una función y unas expectativas que no les corresponde y no se merecen.
El discurso oral que, a través de los medios de comunicación, el PSOE y del PP trasladan a la opinión pública, tiende continuamente a este doble mensaje. Por un lado, ETA no es quién para decidir ninguna cuestión política; pero, por otro, mientras persista la violencia no cabe, al parecer, profundizar en la normalización política. ETA se convierte así en una excusa para no avanzar en cuestiones que afectan a la vida social, cultural, económica, representativa y simbólica de la ciudadanía. ETA así lo percibe y sigue actuando y la sociedad también lo percibe y, además, lo sufre.
En el Partido Nacionalista Vasco lo tenemos claro. Nosotros y, yo personalmente, desde el mismo momento en que tomé posesión de mi cargo como presidente del EBB dije que es necesario poner luz y taquígrafos en las futuras negociaciones de paz. Y por eso nos hemos comprometido a no acudir a ningún diálogo resolutivo que en el futuro ETA y cualquier gobierno de España puedan entablar que no tenga una habilitación parlamentaria, un control parlamentario y una sanción parlamentaria, vasca y española. Creo sinceramente que no hay otra fórmula que realmente pueda tener posibilidades de éxito.
Así es someramente, bajo nuestro punto de vista al menos, cómo vemos la actual situación política en Euskadi derivada de la gestión de la incidencia de la violencia y de intereses electoralistas pero paso a desarrollar algunas de las propuestas que como Partido hemos ya planteado. ¿Qué proponemos?. O ¿qué estamos haciendo como Partido Nacionalista Vasco en estos momentos?.
¿Qué modelo proponemos?. En primer lugar, me gustaría transmitir nuestra voluntad decidida de no construir nuestro País desde el enfrentamiento sino a partir del diálogo. Sólo concebimos una Euskadi para todos. Para nosotros la palabra “pacto” no es instrumental sino que surge de la convicción de que el objetivo de que se reconozca nuestra capacidad de decidir sólo será posible si lo entendemos como un espacio de encuentro, no como un arma arrojadiza de unos contra otros. Fortaleceremos nuestra identidad y conseguiremos que respeten nuestra voluntad de decidir nuestro futuro si acertamos a ser identificados como la fuerza política que mejor defiende los intereses vascos y de los vascos-vascas y que mejor articula el pluralismo de la sociedad.
Nosotros no hemos renunciado nunca a construir nuestra sociedad desde el pacto y la bilateralidad, desde el respeto mutuo. El modelo político que representa el Estatuto de Gernika (1979)no entró en crisis porque el estado se resistiera a transferir esta u aquella transferencia, sino porque alteró unilateralmente la naturaleza bilateral de aquel pacto, al dejar la validez y el cumplimiento de las obligaciones estatutarias a su sólo arbitrio y voluntad. Eso atenta contra cualquier principio de lealtad y respeto entre las partes. Lo que está muerto del Estatuto de Gernika es esa unilateralidad con la que es interpretado y gestionado. Lo que sigue plenamente vivo es la exigencia de pacto que en él se formula, en la medida en que ello supone el reconocimiento de una capacidad de decisión real y el respeto a los compromisos adquiridos. Seguimos manteniendo nuestra voluntad de pacto y acuerdo porque no entendemos que el autogobierno pueda basarse en otro principio distinto del de la libre disposición sobre nuestro destino colectivo y la voluntad de pacto en el seno de la sociedad vasca y con el Estado.
No estamos dispuestos a quedarnos quietos, viendo cómo la violencia de una ETA vacía de ideología nacionalista, persiste, y que, además, le damos la posibilidad de decidir cuándo, cómo y de qué manera es posible avanzar en este país, tanto en la paz como en el desarrollo de nuestro autogobierno. Como pueblo, como sociedad, como ciudadanos y ciudadanas de Euskadi necesitamos dotarnos de más instrumentos de desarrollo. Este mundo en el que vivimos es radicalmente diferente al que entramos en 1979 con el Estatuto de Autonomía. Radicalmente diferente. Y no podemos permitir, como demócratas y como abertzales, que ETA, que una organización terrorista, tenga capacidad de veto. Pero la capacidad de veto no radica en quién quiera vetar sino en quién está dispuesto a –queriéndolo o no queriéndolo- a hacer posible y oficializar ese veto, señalando que no es posible avanzar mientras exista la violencia. La derrota final de ETA sólo será posible si la erradicamos políticamente de esta sociedad; si dejamos de utilizarla, si dejamos de escudarnos en ella.
En este momento tenemos por delante una nueva Iniciativa Institucional. Es legítima, democrática y bienintencionada y hemos trabajado y vamos a pelear para que prospere, pero como en todas las anteriores, no a cualquier precio, al precio de los intereses de otros, y con la conciencia clara de que si esta tampoco sale, por falta de compromiso de unos y de otros, volveremos a intentarlo en base a los principios inspiradores (ético y democrático) otra vez, cuantas veces haga falta. Lo haremos de manera responsable. Lo dije el pasado sábado en el mayor mitin que se ha celebrado en Euskadi en recinto cerrado en estos últimos años, ante casi 14.000 personas, que con la misma rotundidad que decimos que vamos a acatar y respetar las reglas del juego, aunque no nos gusten, también digo que si contamos con el respaldo de nuestra sociedad, si la ciudadanía vasca lo quiere y se implica con pasión en conseguirlo, las amenazas de los gobernantes españoles o las sentencias de sus tribunales serán papel mojado, porque, ni la voluntad de los vascos y vascas, ni su futuro puedes estar secuestrados por las decisiones de quien con sus acciones vulneran los valores éticos y democráticos ni por la actitud de quienes mientras esto sucede se quedan como espectadores pasivos ante los retos que tiene la sociedad vasca.
No quiero extenderme mucho más pero sí me gustaría hacer una última reflexión para decir que como Partido estamos trabajando en otras cosas también. Y, sin duda, entre ellas está lo que hemos denominado Think Gaur Euskadi 2020.
Estamos ante una oportunidad inmejorable para que llevemos a cabo una reflexión valiente sobre la sociedad vasca y el papel que el Partido Nacionalista Vasco está llamado a jugar en ella en este momento de la historia. Constituye una buena ocasión para reflexionar acerca de los conceptos y las prácticas políticas, para formular nuestros ideales de siempre con las categorías del siglo XXI y proponer un horizonte en positivo para la sociedad vasca. Lo vamos a hacer sabiendo que tenemos un rico patrimonio que conservar y actualizar.
Planteamos este debate teniendo muy claro que no tenemos ningún miedo al mundo que se está configurando porque sabemos que también nos abre nuevas posibilidades. Probablemente el futuro sea más favorable para las naciones pequeñas que para los grandes imperios, siempre y cuando sepamos actuar con inteligencia y sostenidos por una sociedad civil fuerte. Pero también sabemos que no nos van a regalar nada, que únicamente podemos confiar en nosotros mismos, en el trabajo bien hecho, en la honestidad y el compromiso con nuestro País.
Nos ha de servir también para identificar nuestras oportunidades en diálogo con la sociedad vasca, que es madura y activa. Escuchar e interpelar a las mayorías sociales ha sido la clave del éxito del Partido Nacionalista Vasco.
Le estamos dedicando mucho esfuerzo a este proyecto. Y está dividido en cinco áreas de trabajo: innovación, sostenibilidad, cultura, políticas sociales y Euskadi-Europa.