Iñigo Urkullu
06Ekaina
2008
06 |
Hitzaldia

Europako Alderdi Demokrataren Kontseilu Politikoaren Batzarra

Iñigo Urkullu
Ekaina 06 | 2008 |
Hitzaldia

Sociedades cambiantes y partidos políticos
Eskerrik asko guztioi Europako Alderdi Demokratak antolatutako mintegi honetara etortzeagatik. Gogoratu Euzko Alderdi Jeltzalea alderdi horretako kide dela. Topaketa honen harreragile garen aldetik, eskerrak eman nahi dizkizuet etorri zareten guztioi, eta bereziki mintegi interesgarri honetan parte hartuko duzuen hizlariei. Gero, arratsalde-partean, Europako Alderdi Demokratako kontseilu politikoa areto honetan bertan elkartuko gara. Topaketa honetan bi kontinentetako ordezkariak arituko gara. Politika ikusteko modu desberdinak ditugun arren, giza balio berberak ditugu zalantzarik gabe, eta bat egiten dugu aurrerapen, justizia eta berdintasun sozialaren arloko balioetan.

Europaren aldeko alderdia gara, europazaleak. Nazio gisa Europan geure tokia bilatu nahi dugu eta, era berean, kontinente zaharra batu nahi dugu, betiere lurralde bakoitzeko herritar guztien borondatea errespetatuta. Mugarik gabeko espazio batean herri gisa elkartu nahi dugu. Gure alderdiaren aldarrikapen historikoa da hori, 1916an Lausanako Konferentzian parte hartu genuenez geroztik.

Decía en euskera, nuestra lengua, que como anfitriones de este encuentro –luego por la tarde nos reuniremos en esta misma sala el Consejo Político del PDE- me gustaría dar la bienvenida a todos ustedes, especialmente a los ponentes que van a tomar parte en este creo que interesantísimo seminario. Un encuentro en el que tomamos parte representantes de dos continentes con dos visiones distintas de la política, pero que, sin duda, compartimos los mismos valores humanistas y de progreso.

Nosotros somos un partido europeísta, de hondas raíces Europistas, que trabaja por encontrar su lugar como nación en Europa, y también su reunificación –respetando la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas de cada territorio-, su reunificación como pueblo en un espacio sin fronteras. Una reivindicación histórica de nuestro Partido, al menos, desde que 1916 tomamos parte en lo que entonces se denominó la Conferencia de Lausana.


Las cosas han cambiado mucho desde entonces, y además para bien. Estamos viviendo un cambio muy profundo en nuestro modo de vida. El muro de Berlín cayó para los dos lados. Por un lado, se hundieron los socialismos reales. Por otro, las sociedades occidentales están sometidas a radicales transformaciones. En el área económica (predominio incontrolado de la globalización financiera sobre la productiva y social ).En el ámbito político (impacto de la revolución mediática, debilitamiento de la soberanía nacional por la integración internacional y la descentralización local). En el campo cultural( crisis de los valores y de las instituciones tradicionales, acentuación de los conflictos religiosos y étnicos, surgimiento de modelos familiares postmodernos).

Estamos en un momento de transición entre la guerra fría, en la que la identificación clara del amigo y enemigo ofrecía cierta seguridad, y los nuevos escenarios que no acaban de asentarse. Este período de transición está caracterizado por la inseguridad. El viejo modelo derecha izquierda, capitalismo liberal versus socialismo, en sus diversas acepciones, está siendo sustituido por un desarme ideológico que conduce a la búsqueda precipitada y pragmática del centro político.

En este período de transición la inseguridad es un elemento definitorio que nos sirve para describir la realidad circundante: La inseguridad de la precarización laboral, la inseguridad en la financiación para el acceso a la vivienda, la inseguridad sentida ante una inmigración con diferentes parámetros culturales, la creciente inseguridad en nuestras calles, el terrorismo internacional, el cambio climático...etc.

El temor y la inseguridad que genera esta globalización transformadora induce al ciudadano a rechazar las nuevas realidades foráneas y refugiarse en el espacio político tradicional que es el que le ofrece más seguridad por vivido y conocido. Como estamos observando en Europa, en este clima de incertidumbre la derecha conservadora conecta mejor con las vacilaciones y aprensiones de los ciudadanos.

Pero irremisiblemente los niveles de interconexión de las sociedades humanas e interdependencia de las Naciones son tan relevantes que muchos de los nuevos desafíos hay que afrontarlos a escala global. La conformación de organizaciones regionales mediante la integración de sus Naciones es una realidad inexorable que erosiona la soberanía tradicional de los Estados-Nación. Las democracias de base estatal viven un momento paradójico: nunca había habido tantas, y tenemos un ejemplo palmario tanto en América Latina como en la parte oriental del continente europeo, pero tampoco nunca se había insistido tanto en su fragilidad.

El establecimiento de instituciones transnacionales, a pesar de las resistencias internas, avanzan hacia modos de gobernación postnacionales que acarrean déficits democráticos de representatividad que hay que solucionarlos mediante la configuración progresiva de una esfera pública común postestatal, un “demos”, que permita una gobernación democrática cosmopolita.

La conformación de estas alianzas regionales son imprescindibles porque el Estado, por sí solo se ha revelado ineficaz para dar respuesta a estos retos globales que afectan a nuestra vida cotidiana, como pueden ser, los económicos, energéticos y migratorios... Asimismo, las organizaciones regionales contribuyen a la paz mundial mediante el establecimiento de un equilibrio multipolar cooperativo que sustituiría al actual unilateralismo, que desoyendo las resoluciones de las Naciones Unidas, ha derivado en un mundo más inseguro.

Tanto Latinoamérica como Europa comparten con EEUU los valores judeocristianos de la civilización occidental y la colaboración podría ser fructífera pero siempre desde un esquema igualitario, no desde la subordinación. Para ello, es necesario que los procesos serios de integración triunfen, porque de lo contrario continuaremos siendo unos enanos políticos en el ajedrez mundial.

Asimismo, la globalización, además de conformar bloques regionales propicia la emergencia de comunidades políticas nacionales que tienen la vocación de pasar de objetos a sujetos de la historia para evitar ser borrados por las tendencias uniformizadoras que entraña la globalización.

Estos procesos de transformación de nuestras sociedades afectan directamente a los partidos políticos. La conformación de los Partidos de ámbito continental es un proceso muy avanzado en Europa pero que le resta un tramo muy importante para su definitiva consolidación. De nuevo, lo más importante para su definitiva consolidación es la configuración de un espacio común europeo en el que tanto un ciudadano eslovaco como un ciudadano danés puedan sentirse representados.

Los partidos políticos se organizan y se nutren de la sociedad civil, pero se conectan con las instituciones que los avalan y establece las reglas conforme a las cuales deben conducirse. Si hay cambios sociales importantes en la sociedad, ellas repercuten tanto en las Instituciones como en los Partidos porque los Partidos son instancias de mediación entre la sociedad y las instituciones.

Tenemos que estar atentos, pues, a la transformación de nuestras sociedades específicas para evaluar los cambios necesarios en la intermediación de los partidos y responder a los mismos.

Como he comentado anteriormente casi todos los Partidos han corrido hacia el centro y el centro se ha ampliado. Pero el centrismo no es un concepto geográfico. Un punto equidistante entre la izquierda y la derecha. Tampoco debe ser una pose mediática para aparecer más moderados y abarcar lo máximo posible. La centralidad política tiene que tener una identidad sustantiva y clara además de una flexibilidad para las alianzas políticas. Un Partido sin identidad por muy centrista que se postule es como una Iglesia sin feligreses o un banco sin dinero.

Para nosotros, la vigencia imprescindible de la ética en la política, tanto en una formulación personalista como comunitaria como los valores del humanismo integral actualizados a los nuevos desafíos son los pilares en los que debe sustanciarse nuestro mensaje y acción política para la construcción de una sociedad en justicia y libertad. En este sentido, necesitamos un pensamiento político propio, con un núcleo de valores y principios, que inspire una acción política identificable abierta a la interacción y colaboración con los demás.

La crisis de los Partidos tiene otra vertiente: el sistema de representación. La crisis de la democracia representativa es paralela a la crisis de los partidos. Esta crisis propicia la aspiración, de cada vez más amplios sectores, del fortalecimiento de la democracia participativa, así como la reivindicación para el establecimiento de mecanismos de democracia directa o semidirecta como son el plebiscito, el referéndum y la iniciativa popular que se están expandiendo en diferentes lugares del planeta.

Estamos viviendo grandes transformaciones que obligan a nuestros Partido, a todos los Partidos, a renovarse. A la luz de esta realidad debemos replantearnos todas las dimensiones inherentes a la actividad partidaria: su reclutamiento, organización, participación del afiliado, su financiación, su formación, la selección de sus candidaturas, su acción parlamentaria y municipal. Debemos ser honestos con nosotros mismos y analizar hasta que punto están cambiando nuestras sociedades, para aceptar sin temor las incomodidades y reticencias que las necesarias alteraciones estructurales en un Partido entrañan en el seno del mismo.

La intermediación entre la sociedad civil y las Instituciones que los Partidos representan tienen dos vertientes: los partidos políticos no solamente tienen que asumir las aspiraciones de los ciudadanos, tienen además que avizorar las realidades cambiantes y ofrecer a los ciudadanos las orientaciones y soluciones para los retos del futuro.

Es fundamental trasladar a los ciudadanos en qué áreas un Partido puede influir y en qué otras está imposibilitado a hacerlo. Se generan muchas frustraciones que abonan en el descrédito de los Partidos por las falsas expectativas creadas en torno a las capacidades depositadas en los Partidos para cambiar la sociedad.


El ciudadano debe ser consciente del papel cada vez más limitado que los Partidos políticos tienen en su vida diaria porque en nuestras sociedades, cada vez más abiertas, hay parámetros incontrolables que influyen determinantemente pero que difícilmente pueden ser embridados con eficacia por los Partidos políticos nacionales.

Los potentes aparatos mediáticos han sustituido a los mítines, a la pegada de carteles, los panfletos, al contacto directo...

La cercanía, la humildad, el pulso diario, la empatía, el espíritu de servicio de los representantes políticos son conductas imperecederas e ineludibles que no podrán ser sustituidas por la campaña mediática más sofisticada y moderna que pudiera diseñarse.


Estas son algunas de las reflexiones que querría compartir con vosotros en este día que nos reunimos personas provenientes de dos Continentes muy diferentes, pero bañados por un mismo mar que nos ha interrelacionado durante siglos. Personas de diferente proveniencia pero unidos por unos mismos valores humanistas que han optimizado el binomio libertad-equidad en nuestras respectivas sociedades.

Pero sobre todo, unidos en el compromiso de atisbar el horizonte y de anticipar el futuro al servicio de un mundo más justo.

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