Erkoreka: "Si Zapatero se niega a abordar el ‘conflicto político’ que se olvide del apoyo del PNV a la investidura"
ROBERTO LACALLE
BILBAO.- Con su programa electoral prácticamente cerrado, la voz del PNV en el Congreso durante la pasada legislatura, Josu Erkoreka, anuncia que su partido no dará su apoyo a la investidura de ningún candidato que se niegue a abordar el llamado «conflicto político vasco», un concepto muy amplio tras el que se esconde la exigencia del ámbito vasco de decisión y la modificación del actual marco jurídico. Fiel a su perfil pragmático, Erkoreka no entra en concreciones antes de ver los resultados electorales, pero dar por segura la victoria de Zapatero y se muestra dispuesto a explorar una colaboración con el resto de partidos nacionalistas para forzarle conjuntamente a abordar la reforma del modelo territorial de manera inmediata.
Pregunta.- ¿Sobre qué girará su programa electoral?
Respuesta.- La idea fundamental que recoge el programa es la de que la representación del PNV en las Cortes ha constituido históricamente un hito fundamental para el desarrollo del autogobierno, la sociedad y la economía vascas, y que así debe ser en el futuro.
P.- Y ¿qué peso tendrá la reivindicación que hace su partido de que el Gobierno debe negociar la hoja de ruta del lehendakari, en pos de un nuevo marco jurídico?
R.- La necesidad de encontrar un acuerdo con el Gobierno que salga de las urnas para buscar un marco normalizado para la política vasca será central en el proceso de investidura. El eje en el que nos moveremos en este ámbito será ése, siempre que quien gane las elecciones nos pida nuestro apoyo para investir a su candidato.
P.- Pero, respóndame claro: ¿Dirán a Zapatero o a Rajoy: ‘si no te comprometes a negociar el llamado derecho a decidir no te apoyaremos en la investidura?
R.- Ese apoyo supone un nivel de compromiso muy importante, y si una parte de tu programa no se ve reflejado en el planteamiento de la investidura, obviamente no se apoyará. Nosotros sólo apoyado la investidura de Felipe González en su última legislatura y a Aznar en la primera. Como el voto a favor de la investidura cuesta mucho, o hay una satisfacción mínima en esta reivindicación de resolución del conflicto vasco o, si no, el Gobierno tendrá que buscar apoyos en otra parte. Si Zapatero se niega a abordar el conflicto vasco, que se olvide de nuestro apoyo.
P.- ¿Es posible un acuerdo con otros partidos nacionalistas en el Congreso para forzar al Gobierno a llegar a un acuerdo sobre la reformulación del Estado autonómico?
R.- Es innegable que es posible. Pero no sé si habrá un nivel de acuerdo suficiente para trazar una estrategia compartida. Sería anticipar acontencimientos porque hasta la fecha no está comprometido ni concertado. Hay muchas posibilidades de actuación compartida por parte de las formaciones que integramos Galeuscat [PNV, CiU y BNG] -aunque no sólo ésas- para presionar en las Cortes y procurar, a través de esa presión, orientar su acción en un sentido más favorable a nuestros intereses. No lo voy a negar, pero habrá que esperar a los resultados electorales, el momento y la coyuntura para saber si eso se va a traducir o no en algo.
P.- El diputado del PSE-EE Ramón Jáuregui afirmó que si el PNV enarbolaba la bandera del plan Ibarretxe correría el riesgo de convertirse en una fuerza «irrelevante» y «marginal» en el Congreso.
R.- Me llama la atención que después de una experiencia parlamentaria como la de última legislatura haya gente que, como Jáuregui, con mucha experiencia política, se permita sentar las bases de lo que será la irrelevancia política en el próximo mandato. La experiencia reciente pone de manifesto que, no sólo por principio -porque un diputado tiene una carga de dignidad que nunca le hace irrelevante-, sino desde una perspectiva de operatividad, hemos podido comprobar que un diputado como Calomarde, que abandonó el PP para integrarse en el Grupo Mixto, ha estado muy disputado entre el PP y el PSOE hasta el final.
P.- Cuando dijo tener indicios de que Zapatero aceptará la negociación del conflicto, ¿significa que así se lo ha transmitido el PSOE?
R.- He hablado de indicios y en términos potenciales. Indicios que podrían abocar a la posibilidad de una negociación que sentara las bases de un acuerdo futuro entre el Gobierno vasco y el de Madrid, que mire a la normalización política vasca. Pero, por ahora, no puedo decir más por discreción y porque ir más lejos podría redundar en perjuicio de las expectativas que se abren.
P.-¿Y a qué obedece que el presidente de su partido, Iñigo Urkullu, haya rescatado los preacuerdos de Loiola como activo para negociar con el futuro Gobierno?
R.- Los acuerdos de Loyola son el ejemplo práctico de que es posible alcanzar acuerdos con fuerzas políticas ajenas al nacionalismo vasco que puedan dar satisfacción a la normalización política tal y como la concebimos nosotros, que arranque de un reconocimiento del sujeto vasco y de su capacidad para organizarse y relacionarse. En ese documento hay una serie de principios que fueron suscritos por el Partido Socialista, es cierto que en un proceso de paz, pero no acabamos de ver por qué lo que es posible asumir por el PSOE en un proceso de paz no lo sea en un contexto ajeno, cuando existe una corriente social y política en la sociedad vasca que podría estar de acuerdo con esos postulados.
P.- Esa negociación, ¿dependerá exclusivamente de los resultados electorales que obtenga el PSOE?
R.- No debería. El Estado tiene un problema con la normalización política vasca y sería bueno que se diera un concurso entre las instituciones vascas y españolas que dieran respuesta conjunta a este reto común. Porque afecta a ambas. No creo que la necesidad de abordar este problema tenga que estar vinculada a unos resultados electorales.
P.- Usted comparó el Estatuto de Gernika con un «traje» que se ha parcheado mucho en sus 30 años de vida y se ha quedado antiguo. ¿El nuevo «traje» es la propuesta de Nuevo Estatuto Político aprobada por el Parlamento Vasco, el plan Ibarretxe?
R.- Podría ser un punto de partida. Valdría como referencia inicial a partir de la cual habría que buscar un acuerdo para que cada agente político haga sus propias aportaciones y busquemos un consenso compartible por todos.
P.- ¿Dónde? ¿En el País Vasco primero?
R.- No acabo de comprender esa disociación territorial que se establece de que los acuerdos, primero en Euskadi y luego en Madrid. Conceptualmente, sí, pero cuando la experiencia nos demuestra que los acuerdos en Euskadi se incumplen por parte de quienes los firman con nosotros después en Madrid, a veces nos llevan a la conclusión de que nos esforzarmos demasiado en eso y que es aconsejable ahorrarnos trámites y hablar directamente con los superiores, con quienes tienen la última decisión.La experiencia dice que nada de lo que dicen los superiores en Madrid obtiene réplica u objeción por parte de sus subordinados en Euskadi.
P.- Pero la sociedad vasca encomendó su interlocución a sus representantes políticos en el País Vasco.
R.- Sí, pero también hay representantes vascos en las Cortes, de las que saldrá el Gobierno, y ese Gobierno de Madrid tendrá una cierta capacidad representativa de Euskadi.
P.- O sea, que esta negociación debería partir de la comparecencia del lehendakari en el Congreso.
R.- Si coincidimos en que el marco actual no sirve para dar respuesta a los requerimientos de la sociedad vasca contemporánea y que, por lo tanto, es necesario abordar una reforma del mismo, tenemos una propuesta inicial, que es la que hasta la fecha más apoyos ha concitado en el Parlamento Vasco. Si alguien es capaz de presentar una alternativa con más apoyos, que lo haga. Por lo tanto, es un punto de partida difícilmente soslayable, de cara a una negociación que siente las vías de la normalización política vasca. No digo que se deban respetar todos su contenidos, pero si asumimos la necesidad de una negociación, el punto de partida debe situarse aproximadamente donde está la mayoría de la sociedad vasca.
P.- Hablemos del otro candidato. Ustedes mismos han desinflado la posibilidad de pactar con el PP pese a que comenzaron a alimentarla hace semanas. ¿No les ha sido rentable ese discurso o la dinámica política les ha llevado a centrarse en el PSOE?
R.- Hay una percepción generalizada de que quien ganará las elecciones es el PSOE, y que será con él con quien haya que buscar acuerdos, si es posible. Nuestra posición siempre es pasiva, porque nunca nos tocará llevar la iniciativa de una negociación. Y si yo dijera a priori que cerramos la puerta a cualquier contacto, conversación o posible entendimiento con el PP, fíjese la baza gratuita que estaríamos dando al PSOE. Es cierto que con la trayectoria del PP y su discurso sobre los nacionalistas en los últimos cuatro años es complicado, pero me parecería un error garrafal cerrar la posibilidad de hablar con ellos si ganan las elecciones.
P.- Durante la campaña para las municipales su partido sufrió el acoso de ANV, y ahora, además, tiene el conflicto de Osakidetza. ¿Prevé una campaña caliente?
R.- Espero que no lo sea pero me temo que lo será. Porque hay vaticinios que nos llevan a sospechar que el sosiego no será precisamente lo que reine en nuestra campaña. Confío en que el asunto de Osakidetza se resuelva antes. Soy consciente de las dificultades pero creo que el consejero de Sanidad está haciendo todo lo que está en su mano, y poniendo un empeño serio y digno de ser tenido en cuenta. Desde la defensa del interés general, que es lo que corresponde al Gobierno. ¿Con respecto a ANV? No sería ninguna novedad. Su acoso a nuestros batzokis, iniciativas, actos, viene siendo una constante en los últimos años y creo que han anunciado que tienen un plan b para las elecciones en el supuesto de que no se les permita participar, que consistirá en reventar y boicotear actos electorales del PNV. No deja de sorprenderme esta selección caprichosa que hacen del PNV como destinatario de sus ataques porque su situación resulta de su incapacidad para salir del agujero en el que se encuentran. Pero, desde luego, por decisiones adoptadas por otros agentes, no por nosotros, que siempre hemos discrepado de la ilegalización de partidos. Pero como también sabemos que ha habido una complicidad profundísima en torno a la Ley de Partidos desde que comenzaron sus contactos en 2002-2003, según nos desvelaron cuando se inició la tregua, hasta ayer mismo, que han mantenido una interlocución, nos extraña que nos hayan elegido a nosotros.
P.- Algunos creen que el hecho de que Urkullu pusiera los acuerdos de Loyola como base de una hipotética negociación busca atraer el apoyo de los votantes de ANV.
R.- Si eso tiene una repercusión electoral como la que apunta, mejor, pero la razón fundamental por la que hemos apelado a esos acuerdos es porque recogen gráficamente la posibilidad de encontrar un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas en torno a unos planteamientos comunes.
P.- ¿Percibe también en este proceso de ilegalización un cálculo electoral del Gobierno?
R.- El Gobierno socialista ha gestionado siempre la Ley de Partidos con arreglo a criterios electorales. En precampaña electoral no ocurre nada atribuible a la casualidad, nada. Y menos, si lo que ocurre se atribuye a decisiones concretas adoptadas por personas y organizaciones concretas, que tienen intereses electorales concretos. Y aquí nos encontramos ante ese supuesto.
P.- ¿Afecta de alguna manera la sentencia del caso Atutxa y el proceso contra el lehendakari en su relación con el Gobierno central?
R.- En el caso Atutxa lo criticable no es achacable al Ejecutivo del Estado, sino a determinados órganos y personalidades de la Judicatura, que no acaban de comprender ni están dispuestos a asumir su misión, y se sienten más estimulados por las razones políticas que por las estrictamente jurídicas. Hoy no hay razones especiales que justifiquen proyectar sobre este Gobierno la responsabilidad total o parcial de lo que ha pasado con el caso Atutxa. Al contrario, seguramente el Gobierno se hubiera sentido más cómodo con la absolución de Atutxa. Con respecto al lehendakari, todavía no hay sentencia.
P.- ¿Confía en que la nueva legislatura haga variar en algo esta dinámica judicial?
R.- Me gustaría que acabara imponiéndose la razón y que todos estos sinsabores que nos han generado los inmensos errores en los que ha incurrido la Judicatura en los casos de Atutxa y el lehendakari no tuvieran que volver a repetirse. Me temo que mis deseos están un poco lejos de la realidad, pero me aferro a ellos.