A la vista de las "curiosidades" que ha deparado la presentación pública de un reciente libro de Jaime Ignacio del Burgo, prologado por José María Aznar, ha resultado particularmente llamativa su apelación conjunta al rechazo del concepto de "Euskal Herria" como "un insano invento del nacionalismo para adoctrinar a sus gentes". Sin embargo, sobresale en ello el escaso contraste o mero desconocimiento de la cuestión cuando ambos ponentes se han acercado a un tema que tiene tantas e ilustres fuentes de las que beber en forma abundante.
A tal fin, resulta particularmente ilustrativo el Informe elaborado por Euskaltzaindia (Real Academia de la Lengua Vasca) de 18-7-2003, precisamente "sobre la denominación Euskal Herria". Este informe realiza un recorrido histórico muy detallado sobre la citada denominación, algunas de cuyas notas fundamentales conviene recordar. Afirma literalmente el citado informe que "desde hace siglos existe un empleo generalizado de la denominación Euskal Herria para designar un territorio con rasgos culturales bien definidos, por encima de fronteras político-administrativas y por encima también de las diferencias históricas. La denominación procede de las palabras vascas euskara + herri, literalmente “el país del euskara o del vascuence”, donde puede reconocerse la forma euskal, corriente en composición (cf. aizkora ‘hacha’, pero aizkol apustu ‘apuesta de hachas’, etc.). Hay que hacer notar igualmente que no resulta extraño el uso en plural: euskal herriak, cuyo sentido primigenio es asimismo “las tierras del vascuence”. El hecho de que se escribiera en minúscula es revelador de ese sentido original".
Según el mismo informe, el propio Joanes Leizarraga, muerto hacia 1605, da testimonio en su obra, "Hauscalduney" del término en cuestión, al igual que en una carta bilingüe (euskara / francés) que el autor dirige a la Reina Juana de Navarra. Lo mismo cabe decir de la mítica obra "Gero" de Pedro de Axular en 1643. Bastante más tarde, el término sigue siendo habitual en las poesías del labortano Gratien Adéma (1828-1907). Más si cabe, pues siguiendo el informe, "el uso de Euskal Herria se extendió a lenguas como el castellano y el francés. Varias entidades y publicaciones a ambos lados de la frontera interestatal han llevado ese nombre, como la Sociedad Euskalerria, fundada en Bilbao por quien fuera diputado general del Señorío, Fidel de Sagarmínaga, en el último tercio del siglo XIX; la revista Euskal-Erria, creada en San Sebastián por José Manterola en 1889; el semanario Californiako Eskual Herria, de Los Angeles (1893-1898); el semanario La Platako Eskual Herria, publicado en Buenos Aires, en 1898, o el semanario Eskual Herria, de Baiona, fundado en 1898".
El término en cuestión tampoco es obviado por el cantoral vasco, entre otros muchos, en el tradicional canto popular a San Miguel de Aralar:
“Miguel, Miguel, Miguel guria,
Zaizu, zaizu Euskal Herria”.
(“Miguel, Miguel, nuestro Miguel,
protege, protege a Euskal Herria”).
Probablemente, mucho más del gusto de Aznar y Del Burgo es el sermón en euskara del navarro Juan de Bera acerca de San Francisco de Xabier, que data de 1834 en Oiartzun: "Jayo cela gure Españian, uskal Errian, Nafarruan" (que, traducido, reza así: "Que nació en nuestra España, Euskal Herria, Navarra")".
Por si fuera poco, coincide el meritado informe en que la utilización del término se ha utilizado históricamente, sin perjuicio e independientemente de los vínculos ideológicos de cada cual, citando los muy ilustrativos casos de personajes tan dispares como el Republicano Salvador Castilla, el tradicionalista Navarro Villoslada, los carlistas Dolores Baleztena y Román Zubiaga, o el propio Jesús Etayo, en El Pensamiento Navarro ya en 1921.
Otra de las menciones recogidas por el informe de Euskaltzaindia, de segura satisfacción para Aznar y Del Burgo, ha de ser el caso del "Oriamendi", himno de los carlistas, cuyo tenor dice así:
“Gora Espainia ta Euskal Herria!
Ta bidezko errege.
Maite degu Euskal Herria
Maite bere fuero zaharrak”.
Pero el informe prosigue, pues "pasados los años, el empleo de Euskal Herria, con su sentido neutro, ha continuado, pese a la concurrencia de Euskadi. Sería ciertamente ocioso traer ejemplos. Baste con remitir al artículo Vasconia, de la Enciclopedia Espasa (1929), redactado por D. Bonifacio Etxegarai Korta, secretario del tribunal Supremo y académico de número; el Proyecto de Estatuto Vasco-Navarro de las Comisiones Gestoras (Diputaciones), en el que Euskalerria figura como equivalente euskérico de País Vasco-Navarro (1932), o la mención del programa de TVE Euskal Herria, apenas iniciada la transición (1976-1977)".
Tampoco resultaba el término extraño al mismo Voltaire, al Príncipe Luis Luciano Bonaparte ni, por cierto, incluso en la misma Universidad de Oxford, a una tripleta de ilustres vascólogos británicos de siglos pasados, tales como Thomas Browne, Edward Dodgson o Wentworth Webster. Cabe, sin duda, añadir a todo lo anterior, la presencia del término en docenas de enciclopedias, entre ellas la Británica, y nada menos que en los espléndidos reportajes de la Revista de la National Geographic Society (Washington), precisamente sobre Euskal Herria, con sus "malévolos" mapas de las siete provincias, incluso en época de Franco: Febrero 1954, Agosto 1968 y, últimamente, Noviembre 1995.
Finalmente, y frente a la pretendida inexistencia histórica y jurídica de Euskal Herria, el propio Estatuto de Autonomía del País Vasco (Ley Orgánica 3/1979, aprobada por las Cortes), estipula en su art. 1 que “El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica”. La concreción territorial de lo anterior también ha sido refrendada por las Cortes en el tenor del artículo 2.1 del Estatuto Vasco según el cual,“Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, así como Navarra, tienen derecho a formar parte de la Comunidad Autónoma del País Vasco”.
En resumen, afortunadamente los Señores Aznar y Del Burgo hace tempo que no ejercen sus competencias dentro de Euskal Herria pues, de lo contrario, es evidente que su trabajo de censores podría llevarles a lugares insospechados del globo para buscar la eliminación de una mención tan universalmente admitida. De modo que... "a viajar se ha dicho", "Bon voyage".