Buenos días a todos.
Quiero empezar agradeciendo a la Consejera de Industria sus amables palabras y su muy grata presencia hoy aquí. Por supuesto, también a Nueva Economía y a los patrocinadores de esta iniciativa su invitación para intervenir en el Fórum Europa Euskadi, brindándome así la oportunidad de compartir con todos ustedes este desayuno-coloquio.
Antes de iniciar mi intervención quiero pedirles excusas anticipadas porque la oratoria no es, probablemente, lo que mejor se me da. Lo mío, como lo de muchos otros empresarios de este país, es la labor callada de empresa, a la que he dedicado toda mi vida. Confío en que sabrán entenderlo.
Precisamente de eso, de las necesidades, preocupaciones y retos que afrontan las empresas y los empresarios vascos, es de lo que he venido hoy a hablarles.
Reinvindicar el papel de la empresa
Antes permítanme, sin embargo, reivindicar el papel de la propia iniciativa privada, recordándoles lo que las empresas aportan a la sociedad y su influencia en ella.
Es sabido que la economía vasca registra actualmente un comportamiento muy favorable, con muchos años de crecimiento elevado e ininterrumpido, tasas de empleo y de paro muy positivas, récord de personas ocupadas y un alto nivel de renta y de bienestar.
Es algo que hemos logrado entre todos, pero, conviene recordar que son las empresas, cualquiera que sea su forma o titularidad, las únicas que generan la riqueza de un país y también el grueso de su empleo.
Voy a ofrecerles algunos datos. A las empresas privadas vascas se debe, por ejemplo, que hoy tengamos 205.000 empleos más que hace diez años y que haya trabajando en el sector privado 821.000 personas. También que el paro haya bajado en 170.000 personas y la tasa de desempleo del 22% al 4%, un nivel que puede calificarse como de paro técnico.
En 2006, las empresas privadas vascas aportaron también al PIB 50.000 millones de euros, invirtieron otros 18.000 millones, casi el 30% del PIB, y abonaron salarios por valor de 30.000 millones. Pagaron un total de 12.200 millones de euros en impuestos, exportaron el 27% del PIB y contribuyeron a la I+D con 525 millones de euros, 2,5 veces más que en 1996.
En fin, sólo algunas cifras que, aunque puedan parecer fría estadística, encierran detrás mucho esfuerzo, ilusiones y sacrificios.
En una época en que parece que nos hemos olvidado de la crisis, donde miramos quizá con demasiada complacencia nuestros datos socioeconómicos conviene recordar que sin el esfuerzo de las miles de empresas que componen el tejido productivo vasco no estaríamos hoy donde estamos ni tendríamos el actual bienestar.
Apostar por las empresas es hacerlo, pues, por el desarrollo y prosperidad de este país.
I.- LA EMPRESA
LOS RETOS
La Competitividad
Entrando ya en el tema central de mi intervención, a nadie sorprendo si digo que el gran eje de las preocupaciones y retos empresariales lo constituye hoy la COMPETITIVIDAD.
Es cierto que la competitividad ha sido siempre nuestro principal desafío. Sin embargo, las características del escenario económico actual, han hecho que COMPETITIVIDAD sea hoy sinónimo de SUPERVIVENCIA. El punto de partida y la única garantía.
Esta situación es consecuencia directa de tres fenómenos ya muy evaluados en los que no voy a detenerme: la Globalización, la Revolución Tecnológica y el auge de las Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Nuevos Mercados, Agotamiento del Modelo
La confluencia de estos factores ha dado lugar a otro elemento diferencial de nuestra época: la aparición de nuevos competidores, de la mano de los cuales el mercado se ha hecho también más exigente.
En ese mercado, el cliente incrementa su capacidad de negociación. Ya no sólo pide precio, calidad y servicio, sino también valores intangibles y hasta acompañamiento físico. No hay más que ver lo que está ocurriendo en el sector de la automoción y otros.
Se produce, así, una ruptura de los equilibrios tradicionales, lo que obliga a redefinir los papeles y las estrategias. Hay una nueva división internacional del trabajo donde tenemos que hacer cosas diferentes y de modo diferente. Buscar, en definitiva, nuevos anclajes para nuestra capacidad de competir.
Quizá también por eso resulta cada día más frecuente oír hablar del agotamiento de nuestro modelo de crecimiento y de la necesidad de una segunda transformación económica.
Demandas Sociales
Asistimos, por otra parte, al incremento de las demandas sociales hacia el mundo de la empresa en grandes e importantes materias: El medio ambiente, El empleo, La conciliación, La igualdad, La salud laboral, La contribución al sistema de protección social …
Factores Macroeconómicos.
Nos encontramos, además, con otros factores macroeconómicos, ajenos a la influencia empresarial, pero que dificultan su tarea y reducen sus márgenes de rentabilidad. A destacar entre ellos la inflación, la carestía de productos energéticos y de materias primas, la paridad del euro, costes fiscales, laborales o de seguridad social por encima de los de nuestros competidores, etc.
LAS NECESIDADES
Gestión en Doble Plano
Todas estas circunstancias nos obligan a gestionar adecuadamente algo que los empresarios llamamos el DOBLE PLANO. Por un lado, trabajar con eficacia el día a día. Por otro, y sin descuidar el presente, pensar estratégicamente dónde se quiere posicionar a la empresa en el futuro y establecer, desde ya, los mecanismos necesarios para lograrlo.
Competitividad estructural
Tenemos también que dar un salto cualitativo en busca de la COMPETITIVIDAD ESTRUCTURAL apostando por factores esenciales como la productividad, la innovación, la internacionalización, el tamaño y las personas, entre otros.
Productividad: I+D
A la hora de obtener la máxima eficiencia y productividad un elemento esencial es, sin duda, la I+D.
Tradicionalmente hemos centrado nuestra I+D en los procesos, en cómo hacer lo mismo de modo más eficiente y barato. En los últimos tiempos, y siguiendo las exigencias de nuestros clientes, nos hemos extendido al producto para dar mayores y mejores prestaciones. Ahora, sin embargo, resulta imprescindible que, sin disminuir el esfuerzo anterior, lo ampliemos a todos los aspectos que componen la empresa: organización, personas, marketing...
No es una cuestión baladí. De cómo afrontemos el reto de la I+D+i va a depender que sigamos siendo un país próspero o que, en cambio, nuestro nivel de vida retroceda.
Innovación
Dentro de este esfuerzo resulta también fundamental la INNOVACIÓN. Innovación entendida en sentido amplio, como el motor de transformación y de cambio que impulse nuestro tránsito hacia un nuevo modelo productivo.
Decía Pascal, “Aquel que no quiera aplicar remedios nuevos, debe esperar males nuevos, porque el tiempo es el mayor innovador”. Coincido con él.
Apostar por la innovación nos permitirá también adaptarnos y hacerlo, además, de modo permanente. La competitividad es dinámica y relativa y de poco nos serviría mejorar si lo hiciésemos a menor velocidad que nuestros competidores.
Debemos, en este sentido, destinar todos nuestros recursos y esfuerzos a la implantación de sistemas de producción, organización y gestión que busquen la diferenciación y el conocimiento.
Habrá que ver el mercado como no lo ven otros.
Salir al Exterior
Tendremos para ello que salir al exterior y no sólo a vender, sino también a producir, a comprar y, sobre todo, a aprender de las experiencias e innovaciones ajenas.
Ya no es suficiente con tener buen producto, ni tan siquiera con saber venderlo. El mundo innova constantemente y deberemos seguir su ritmo.
Tamaño y Alianzas
Igualmente, nos va a hacer falta tamaño. En una economía como la nuestra mayoritariamente integrada por pymes, una dimensión adecuada, nos ayudará a obtener más fácilmente los recursos necesarios para ser más competitivos.
Debemos ser, además, conscientes de la dimensión que están adquiriendo, con la nueva situación de mercado global, muchas empresas de países asiáticos, así como que la escala es factor clave para el precio y, por tanto, para la competitividad.
Será necesario, pues, promover acuerdos de colaboración y alianzas estratégicas entre nuestras empresas y favorecer la creación de grandes grupos industriales que traccionen al resto.
Concepto de Servicio
Deberemos, además, tener empresas muy cercanas al cliente y a sus necesidades, muy orientadas a darle servicio. Nuestras empresas han trabajado mucho el precio y la calidad, pero el servicio es algo que el cliente valora cada vez más. Puede constituirse en una ventaja competitiva clave.
Mejora Continua
Harán falta, igualmente, empresas que promuevan la mejora continua, tecnológica, productiva y organizativa, que redoblen los esfuerzos de inversión y modernización llevados a cabo para aumentar el valor de sus productos, actividades y servicios.
Nuevos Espacios Tecnológicos
De la misma manera, habremos de establecer nuevos espacios para la innovación a través de centros, universidades y redes tecnológicas crecientemente conectados con la empresa y sus necesidades.
LAS PERSONAS
Con todo, y por encima de los condicionantes que venimos comentando, no podrá haber innovación, no seremos productivos, ni competitivos, sin el concurso de las PERSONAS, Sin el compromiso, trabajo en equipo y buen hacer de quienes formamos las organizaciones.
Nuevo Concepto de Empresa y de Relación
Caminamos, además, hacia un nuevo concepto de empresa y de relación dentro de la misma.
Una empresa en la que tendrá que haber menos división entre los que piensan y los que ejecutan, con visión y proyecto común. Una empresa donde, entre todos, también los sindicatos, trabajemos intensamente y de forma corresponsable, por la seguridad y salud laboral incrementando los esfuerzos que ya se vienen realizando para evitar todos los accidentes posibles.
Una empresa en la que, empezando por los máximos directivos, nos preocupemos, igualmente, por fomentar el desarrollo humano y profesional, la motivación, el reconocimiento, donde se que apueste por el compromiso, la comunicación y el talento.
Una empresa también en la que la tradicional relación patronal-sindicatos sea complementada por otra más personal, más rica y, probablemente, más ajustada a las nuevas necesidades profesionales y vitales del individuo.
Falta de Profesionales, Incorporación de la Mujer
Al respecto de las personas, de lo esenciales que éstas resultan para todo lo demás, me gustaría llamar también la atención sobre uno de los más graves, si no el más grave, de los problemas que amenazan nuestro futuro.
La falta de profesionales.
La carencia de profesionales cualificados que hoy alarma ya a muchos de nuestros sectores productivos constituye en estos momentos el principal obstáculo para el crecimiento de las empresas. A futuro todavía más, porque afectará a la supervivencia de éstas, más aún con nuestras actuales limitaciones demográficas.
Va a ser esencial, desde este punto de vista, que sigamos apostando por la incorporación de las mujeres en aquellos ámbitos y profesiones técnico-industriales que más requieren de su concurso y que, por otra parte, más expectativas profesionales, de remuneración y empleabilidad les ofrecen.
También que se hagan todos los esfuerzos necesarios desde la sociedad, el sistema educativo y desde las propias familias para no seguir orientando a nuestros jóvenes hacia otras actividades condenadas en muchos casos al paro o al subempleo.
Lógicamente, tendremos que hablar también de inmigración, de políticas demográficas, de los problemas que a todos los niveles nos va a causar el envejecimiento de nuestra población.
II.- EL ENTORNO
Llegados a este punto, y una vez analizados los retos y necesidades de nuestras empresas, es importante también destacar que no puede haber empresas competitivas en un país que no lo sea.
Euskadi debe constituir la PLATAFORMA COMPETITIVA en la que puedan desarrollarse todas las potencialidades de sus empresas, agentes, instituciones y ciudadanos.
Actuaciones político-institucionales
Hacen falta, en primer lugar, actuaciones político-institucionales que permitan mantener los motores del crecimiento, la creación de empresas y la generación de riqueza.
En Euskadi hemos contado con dos elementos fundamentales para ayudarnos en esta tarea. Por un lado, la cercanía de la Administración vasca y su apuesta por la colaboración público-privada en ámbitos tan importantes como la promoción industrial, la política científica y tecnológica, la sociedad de la información, la formación, etc.
Por otro lado, el Concierto Económico. No quiero dejar pasar la ocasión sin destacar, a este respecto, la preocupante judicialización de las normas fiscales derivadas del Concierto Económico, tanto por parte de Europa, como de otras comunidades autónomas.
El Concierto ha sido un elemento clave que ha posibilitado que el País Vasco pudiera afrontar con adecuadas herramientas momentos muy complicados de nuestra historia económica reciente. Sigue, sin embargo, sin ser entendido ni respetado y ello genera creciente confusión e incertidumbre. Es urgente su blindaje.
Inquieta, por otra parte, que el Impuesto de Sociedades empiece a suscitar controversia también dentro de nuestra propia Comunidad o que se trate de achacar a su reducción, que obedece precisamente a un intento de ser más competitivos, descensos de recaudación que nunca han sido tales.
Marco de estabilidad
Para que el país sea una plataforma competitiva es igualmente necesario que exista un marco de estabilidad. Un marco que resulte atractivo no sólo para la inversión exterior, sino que también contribuya a la competitividad de las empresas que ya estamos aquí radicadas.
Laboral
Son muy importantes en este ámbito los escenarios sociolaborales.
Una sociedad desarrollada y un tejido empresarial competitivo necesitan de relaciones laborales del siglo XXI. Unas relaciones y una negociación colectiva constructiva y no confrontadora, orientada al dialogo y al acuerdo, donde compaginar la mejora de las condiciones de trabajo, con las exigencias de competitividad de las empresas.
Terrorismo
Ahondando en la necesidad de un marco estable, no puedo tampoco dejar de mencionar el fenómeno que nos ha generado a todos más incertidumbres y zozobras: el terrorismo.
A lo largo de este tiempo, ya más de 40 años, todos hemos sufrido, de una u otra manera, las consecuencias del doloroso fanatismo que guía a la violencia. Los empresarios también.
Han muerto más de 30 personas de nuestro colectivo, otras han sido secuestradas y muchas más han sufrido atentados contra su vida, sus bienes o los de su familia, además del chantaje, la amenaza y la extorsión. Los efectos económicos han sido también muy importantes.
Ha habido épocas, incluso, en que todo ese dolor se ha tenido que sobrellevar en medio del aislamiento social, afortunadamente hoy reconvertido en arrope, reconocimiento y apoyo para nuestra labor.
Proceso de Paz
Quizá por todo eso y por lo mucho que queremos a esta tierra, los empresarios contemplábamos con grandes esperanzas el proceso de paz abierto, y con preocupación y honda decepción su fracaso entre los escombros de Barajas.
Somos, sin embargo, un colectivo acostumbrado a lidiar tanto con el éxito como con el fracaso y hemos aprendido a sobreponernos y a seguir adelante.
Tenemos, por otro lado, el convencimiento de que cada vez estamos más cerca del final. Los deseos de paz cada vez más intensos y mayoritarios de la sociedad vasca son la mejor garantía para impulsar los cambios necesarios.
Creemos también que mientras exista el problema será preciso abordarlo. De ahí, que apoyemos cuantas iniciativas bienintencionadas busquen la paz como objetivo.
Me gustaría, igualmente, en nombre del colectivo que represento hacer una apelación general al mundo político para que se cambien los modos, para que se evite la crispación y la descalificación.
Pedimos que se busque lo que une, en vez de lo que separa. Y lo decimos desde una Comunidad que se ha visto muy afectada, hoy afortunadamente menos, por este problema. Un problema que también tiene sus repercusiones económicas. Conviene recordarlo.
Los Valores
Quiero llamar también la atención sobre otro elemento fundamental. El mundo de LOS VALORES.
Hablar de innovación, de integración, de desarrollo supone hacerlo de valores económicos y humanos. En una sociedad donde cada uno vaya a lo suyo, donde las opciones profesionales se decanten por la máxima seguridad, donde se espere que nos lo den todo hecho no será posible nada de lo que perseguimos.
Euskadi se ha distinguido siempre por ser una Comunidad con iniciativa, con empuje, con afán de superación. Por eso ha sido también cuna tradicional de emprendedores.
Partiendo de la base de que el papel de las empresas es insustituible en nuestra sociedad, resulta fundamental que ayudemos a crearlas, haciendo que se reconozcan y promuevan aquellos valores que les son cosustanciales.
Necesitamos personas capaces de asumir responsabilidades, con iniciativa, creatividad y gusto por el trabajo bien hecho. Personas que quieran resolver los problemas, asumir riesgos, comprometerse, seguir creando riqueza y bienestar para el conjunto.
Si somos capaces de promover en la sociedad el papel de la iniciativa privada y los valores a ella asociados, si conseguimos que surjan empresarios y empresas dispuestos asumir riesgos y compromisos tendremos también más bazas para garantizar que nuestra buena situación actual se mantenga a futuro.
Morir de éxito
Antes de terminar quiero destacar también el riesgo de caer en la Autocomplacencia. Esa sensación de comodidad cada vez más acusada entre nosotros que junto a la perdida de valores, puede hacer que perdamos competitividad e iniciativas.
Aunque no sea ésta una tendencia exclusiva de nuestra sociedad, sino de muchos de los países avanzados resulta peligrosa porque puede hacernos morir de éxito. No podemos dormirnos en los laureles, ni descuidar sectores tan importantes para nuestra economía como la industria pasando por alto sus dificultades. Euskadi es una comunidad industrial y debe seguir siéndolo.
Confiar en nosotros mismos.
Tenemos también que ser conscientes de nuestras posibilidades y confiar en nosotros mismos.
Podemos ser competitivos. Sabemos trabajar y hacer bien las cosas y eso no es fácil de copiar ni de improvisar.
Invertir en China o la India puede parecer atractivo a primera vista, pero no es la panacéa. Sólo hay que preguntar a las compañías allí radicadas sobre las grandes dificultades que tienen para obtener resultados por la maraña reguladora, la corrupción o la inestabilidad del marco. Sin contar con el choque cultural que tantos problemas y fracasos de proyectos produce.
Habrá también que tener muy en cuenta que a cambio de mano de obra barata, se esta derivando mucha tecnología hacia países donde la propiedad industrial no existe ni se respeta y que tienen un potencial de crecimiento y de captación de inversiones muy alto, lo que significa, a su vez, una gran capacidad competitiva.
Existe ahí un gran riesgo. Es preciso acabar con los tópicos y no desorientar a nuestras empresas.
Habrá que invertir donde sea mas rentable y la rentabilidad está también en la eficiencia, en la innovación y en contar con personas preparadas, dispuestas a trabajar y a asumir riesgos.
Si lo que hacemos lo puede hacer todo el mundo, iremos mal, pero si somos capaces de elaborar cosas diferentes y mejores habrá también grandes oportunidades. Y en nuestro país las hay.
Resumen
En definitiva, y a modo de resumen, necesitamos empresas y empresarios. Empresas que innoven, que sean capaces de apostar por la formación, el talento y la participación. Empresas eficientes, tecnológicamente avanzadas que encaren de frente la competencia y sepan buscar la diferenciación y el valor añadido en lo que hacen.
Se necesita, igualmente, un país competitivo y que crea en sí mismo, un entorno que dé respuesta a las preocupaciones y retos las empresas y apoye y facilite sus esfuerzos, que administre bien lo público y lo privado. Donde se sintonicen las energías y los valores de todos los agentes implicados.
En la parte de ese esfuerzo y responsabilidad que nos toca, sólo puedo decir que los empresarios, como siempre, vamos a seguir ahí, volcadas con este país, con su desarrollo y con sus gentes. Seguiremos haciendo todo lo que esté en nuestra mano para que Euskadi pueda disfrutar también mañana del mejor bienestar posible.
Actualmente todo lo que hacemos se convierte en procesos. Teniendo en cuenta que no hay ninguno definitivo y que, además, todo es mejorable, pongámonos sin dilación a trabajar. Ser competitivos nos lo exige.
Decía Ortega y Gasset que “sólo cabe progresar cuando se piensa en grande y sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.
Con la ayuda de todos, sin duda, lo lograremos. Nada más. Muchas gracias.