Esta semana ha ocurrido en el Congreso de los Diputados algo increíble. El desmesurado afán de notoriedad y protagonismo que caracteriza la actuación política de Begoña Lasagabaster, le ha llevado a la diputada a conceder gratuitamente una baza al Gobierno central. Una baza que permitirá al ejecutivo de Zapatero justificar sobre razones democráticas su negativa a transferir a Hobetuz los fondos destinados a financiar el acuerdo interprofesional alcanzado en Euzkadi para la formación continua de los trabajadores vascos. Increíble pero cierto.
El de Hobetuz es un asunto antiguo, que ha sido tratado en más de una ocasión en el Congreso de los Diputados. La primera vez que la cámara baja se hizo eco de la necesidad de financiar el acuerdo alcanzado en Euskadi entre la Administración, la patronal y los sindicatos para financiar la formación continua, lo fue como consecuencia de un acuerdo que el grupo parlamentario vasco (EAJ-PNV) cerró con el Gobierno central para la aprobación de los presupuestos generales del Estado de 1995. Todavía conservo un acta, fechada en septiembre de 1994, en la que se da cuenta del acuerdo que los diputados del PNV alcanzamos con el último Gobierno de Felipe González para transferir a Hobetuz, con cargo al presupuesto del Ministerio de Trabajo, una suma de 6000 millones de las antiguas pesetas. El acuerdo se cumplió. Y en 1995, Hobetuz recibió el dinero que correspondía a las cotizaciones de los trabajadores vascos, mediante una transferencia que se repitió durante algunos años. Luego vino Aznar. Y Aznar, con la connivencia de UGT y CCOO, que se han hecho ricos con el dinero de la formación continua ─en privado suelen decir, con tanto cinismo como descaro, que la formación continua es rentable incluso cuando se hace─ se cargó el invento.
Desde entonces, en el Congreso de los Diputados se han repetido las iniciativas parlamentarias destinadas a pedir y/o exigir al Gobierno que destine a Hobetuz los fondos resultantes de las cotizaciones hechas por los trabajadores vascos. Es una petición justa y avalada por el ordenamiento jurídico. Pero ningún Gobierno, ni del PP, ni del PSOE, ha accedido a esta pretensión. Están demasiado enfeudados con UGT y CCOO como para privarles de esta bicoca que tantos cuartos les está proporcionando. Los sindicatos que funcionan bajo el tutelaje del Estado son insaciables. No están dispuestos a renunciar ni al pequeño porcentaje que las cuotas de los trabajadores vascos representa en el conjunto del Estado. No renuncian a nada. Reclaman hasta la última peseta. Todo para ellos y sólo para ellos.
Durante la pasada legislatura, tanto Begoña Lasagabaster como el diputado del PNV, Iñaki Txueka, formularon preguntas al Gobierno en relación con este asunto. Pero el PP de la mayoría absoluta despreció a todos los requerimientos que se le formularon por parte de los diputados vascos.
El primer punto sobre el que quiero llamar la atención de lo descrito hasta ahora, es el hecho de que Lasagabaster hiciera preguntas en relación con un asunto que, si había llegado a comprometer fondos del Presupuesto General del Estado, lo había sido, en exclusiva, por el interés que el PNV había puesto en el mismo el año 1994. No lo digo porque me moleste que Lasagabaster haga suyas las causas a las que el PNV ha dado vida parlamentaria. Al contrario. Me encanta que ocurra así. Pero, ante ese hecho no puedo evitar formularme una pregunta: ¿No dicen en EA que son ideológica y estratégicamente muy diferentes a nosotros? ¿No dice Unai Ziarreta que el militante de EA nada tiene que ver con el del PNV? ¿No es Lasagabaster la que ha defendido en el seno de su partido que las diferencias que les separan de nosotros son tantas que la coalición resulta forzada e improcedente? Si esto es realmente así, ¿Cómo puede ser que las iniciativas que Begoña promueve en el Congreso no se separen un ápice de las que el PNV ha venido presentando desde 1977? Porque, basta un leve repaso de la base de datos del Congreso para constatar que lo que digo es así. Durante sus años como diputada, Begoña no ha promovido una sola iniciativa que sea cualitativamente distinta a otra u otras que el PNV ha promovido con anterioridad en la cámara. Seremos muy diferentes en lo ideológico y en lo programático, pero su actuación parlamentaria no es sino una duplicación de la del PNV. Una duplicación que, en el mejor de los casos resulta inocua, pero que, en el peor, como ocurre con Hobetuz, resulta enormemente dañina y perjudicial para los intereses vascos.
Cuando hace año le vi en televisión, anunciando en rueda de prensa que a lo largo del curso político iba a solicitar la devolución del Guernica de Picasso, tuve que rascarme los ojos para asegurarme de que lo que veía en la pantalla no era una pesadilla. Sobre el Guernica de Picasso, el Grupo vasco en el Congreso ha llevado a cabo, durante años, todo tipo de iniciativas y actuaciones que cabe imaginar. Todas. Y además, ha llevado a cabo muchísimas gestiones extraparlamentarias para procurar su traslado a Euskadi. Muchísimas. Pues bien, hace un año, Lasagabaster comparecía en rueda de prensa para dar cuenta de una extraordinaria novedad: Iba a ponerse a trabajar para el traslado de Guernica a Gernika. Increíble, pero cierto.
Pero volvamos a Hobetuz. Durante la pasada legislatura, el PNV presentó varias propuestas de resolución en las que se instaba al Gobierno a transferir a Hobetuz los importes correspondientes a las cotizaciones hechas por los trabajadores vascos. En el debate sobre el estado de la nación de 2001, una propuesta del PNV exigía al Gobierno de Aznar la entrega a la fundación vasca de “los importes pendientes de la recaudación de las cuotas correspondientes a los ejercicios 2000 y 2001”. En el debate de 2003, volvíamos de nuevo a la carga, con una propuesta de resolución en la que se instaba a entregar a Hobetuz “los importes pendientes de la recaudación de las cuotas correspondientes a 2000, 2001, 2002 y 2003”. Como puede verse, no nos estuvimos quietos. Además de las preguntas que Iñaki Txueka dirigió al ministro del ramo, también formulamos propuestas de resolución sobre el asunto de Hobetuz. No estábamos dispuestos a tolerar que aquella conquista que nuestro grupo había arrancado al Gobierno de Madrid en 1994, quedara neutralizada de aquella manera. Pero nuestros intentos fueron baldíos. Como cabe suponer, el PP impuso su mayoría absoluta para rechazar estas propuestas del PNV. Ninguna de ellas prosperó. Y mientras tanto, UGT y CCOO seguían engordando hasta reventar.
Inasequibles, como somos, al desaliento, en esta legislatura hemos vuelto a insistir sobre el mismo tema con el ánimo de siempre. En el debate de 2005, presentamos de nuevo una propuesta de resolución sobre la materia, que tampoco salió adelante. El PP y el PSOE votaron juntos para tumbarla. Y mientras tanto, UGT y CCOO seguían engordando hasta reventar.
Pero este año, 2006, se ha producido una gran novedad. Una extraordinaria novedad. Por primera vez en muchos años, hemos conseguido que la cámara votara a favor de una resolución en la que se instaba al Gobierno a que “respete los acuerdos interprofesionales de ámbito no estatal, como el que ha dado lugar a la creación de la fundación Hobetuz, procediéndose a financiar dicha fundación con las cuotas destinadas a la Formación Profesional Continua de empresarios y trabajadores en Euskadi”. El apoyo del Congreso a esta propuesta constituía un hito sin precedentes. Hasta entonces, el pleno había rechazado todas las iniciativas específicamente relativas a Hobetuz. Pero a partir de ese momento, la cosa cambiaba radicalmente. La resolución aprobada ponía en nuestras manos un extraordinario instrumento de presión al Gobierno. La de Hobetuz ya no era una reivindicación del PNV. Era una exigencia de la cámara que el Gobierno, si cree de verdad en la democracia, debe respetar y ejecutar. No puede ignorar sin ponerse en evidencia. Conviene hacer notar en este sentido que las resoluciones parlamentarias constituyen una gran baza para el debate parlamentario. El diputado cuyas tesis cuentan con el respaldo de una resolución parlamentaria, cuenta, sólo por ese hecho, de una gran ventaja a su favor. A ningún Gobierno le gusta que le recuerden que está incumpliendo resoluciones del Parlamento.
No creo necesario explicar en detalle cómo fue posible conseguir la mayoría que nos permitió sacar adelante nuestra propuesta de resolución. Muy resumidamente, el milagro ocurrió porque se cruzaron varias propuestas sobre asunto de la formación continua, donde el Gobierno de Zapatero tiene varias sentencias del Tribunal Constitucional sin ejecutar, y el PP, que está por la labor de hacerle perder al PSOE todas las votaciones parlamentarias que pueda, apoyó todas, incluida la nuestra que, además del problema general de la formación continua, planteaba explícitamente el asunto de Hobetuz.
Hace dos semanas, nos llevamos una desagradable sorpresa cuando descubrimos que Lasagabaster registraba una interpelación sobre Hobetuz. ¿Para qué lo hará? -nos preguntábamos. ¡Si existe ya una resolución sobre el asunto! ¿Qué pretenderá? ¿Querrá servirse de nuestra resolución para avanzar un paso más, y exigir al Gobierno el cumplimiento de lo aprobado por la cámara? ¿Habrá tenido alguna idea original? Esas y otras interrogantes nos asaltaban, sin que pudiéramos encontrarles respuesta.
Pronto despejamos las incógnitas, y no precisamente en términos halagüeños. La sorpresa inicial fue trocándose en desasosiego conforme observábamos que en el desarrollo de la interpelación, Lasagabaster no planteaba nada nuevo. No pretendía dar un paso más sobre lo ya logrado con nuestra resolución. No. Era mucho peor. Estaba reabriendo el debate en los mismos términos en los que se desarrolló en el mes de junio, ignorando, incomprensiblemente, que aquel debate ya había quedado resuelto −favorablemente a los intereses vascos, por cierto− en el debate sobre el estado de la nación. Quedamos estupefactos. Aquello era un error. Un tremendo error. Al reabrir el debate, como lo hacía, Lasagabaster estaba creando, irresponsablemente, el riesgo de que la cámara no validara lo que ya había aprobado en junio. Y si eso sucedía, todos −también ella− nos quedábamos sin la extraordinaria baza que supone el hecho de contar con una resolución parlamentaria, aprobada por mayoría, que exigía al Gobierno financiar a Hobetuz “con las cuotas destinadas a la Formación Profesional Continua de empresarios y trabajadores en Euskadi”.
No era torpeza lo de Lasagabaster. Sabía lo que estaba haciendo. Begoña cedía a su inmenso afán de protagonismo, comprometiendo gravemente los intereses de la formación continua de los trabajadores vascos. Increíble pero cierto.
Cuando Begoña registró la moción que habitualmente sucede a las interpelaciones, nuestra estupefacción se tornó en pavor. Su propuesta era esencialmente la misma que la cámara había aprobado a instancias del PNV tan sólo tres meses atrás. O peor aún. Si restamos el paréntesis veraniego, tan sólo 1 mes atrás.
Durante esta semana, el PNV ha hecho todo lo posible por corregir la situación. Ha presentado una enmienda contra la moción de Lasagabaster, con el fin de que no se volviera a someter a votación algo que ya estaba aprobado por la cámara, poniendo en peligro lo ya conseguido. Pero Begoña ha rechazado nuestra enmienda y ha ocurrido lo que nos temíamos. El PSOE y el PP se han unido una vez más para votar en contra de su moción. La terrible consecuencia que resulta de todo ello es que ya no podremos exigir al Gobierno de Zapatero que cumpla con Hobetuz valiéndonos del sólido respaldo que proporciona el hecho de contar con una resolución parlamentaria favorable. Porque nos responderán que una propuesta igual ha sido rechazada con posterioridad, con lo que el último pronunciamiento del parlamento es contrario a la transferencia de fondos a Hobetuz. Es increíble el daño que puede hacer un desmesurado afán de protagonismo. Mis compañeros del Congreso me cuentan que, de cara al presupuesto de 2007, habían diseñado una estrategia negociadora que pretendía servirse de la resolución parlamentaria del mes junio para exigir al Gobierno la transferencia de fondos a Hobetuz. El argumento a utilizar era el siguiente: No es que lo digamos nosotros. Es que se lo exige una resolución parlamentaria aprobada este mismo verano por el Congreso de los Diputados. Y no pensarán incumplir la resolución parlamentaria, ¿no?
Pero la inoportuna actuación de Lasagabaster ha desbaratado el plan. Gracias, Lasagabaster, por tu ayuda. Gracias. Hobetuz te lo agradecerá.
PD: Cada vez estoy más convencido de que llevan razón quienes defienden que las desmesuradas muestras de cariño que Begoña Lasagabaster dirige a los dirigentes del PSOE, empezando por el propio Zapatero, no son casuales. Denotan algo. Zapatero podría estar utilizando a Lasagabaster para dividir y debilitar al nacionalismo democrático vasco. Eso explicaría su duro alineamiento con los dirigentes de EA contrarios a la coalición con el PNV. Y explicaría también las sonrisas, besos y abrazos que prodiga a una clase dirigente socialista que, cuando está en Euskadi, critica con falsas apariencias de firmeza.