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Josu Jon Imaz (El Correo)

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Uztaila 02 | 2006 |
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Imaz: "Hay terreno de juego para lograr un nuevo pacto entre vascos y con el Estado"
Las acusaciones judiciales contra uno de sus más significativos dirigentes, Gorka Agirre, han sembrado de inquietud e indignación los pasillos de Sabin Etxea. Pero, pese a la «herida» sufrida, Josu Jon Imaz reitera el firme compromiso del PNV con el proceso de paz y aspira, con el documento en la mano que aprobó su ejecutiva en octubre, a un gran pacto sobre el derecho a decidir que integre a las distintas familias políticas vascas.

-¿Se ha resquebrajado su lealtad hacia el Gobierno tras la imputación de la Fiscalía contra Agirre?

-Es muy grave que se dañe su buen nombre por unas acusaciones sin fundamento en un procedimiento judicial inaceptable, y tomamos nota. Pero tenemos muy claro que la prioridad es la paz, con independencia de las dificultades. Nos han herido, pero no perderemos ni el equilibrio ni la serenidad. El PNV va a trabajar sin fisuras para afianzar el proceso de paz, convencidos de que nos jugamos la convivencia para los próximos años y de que hay que tener altura de miras para abordar este proceso con responsabilidad y convicción.

-¿Percibe esa altura de miras que reclama en todos los partidos?

-Sí, puede haber condiciones para hacer posible una tarea histórica, con un trabajo compartido para alcanzar la paz. Puede que exista en algunas formaciones excesivas dosis de actitud partidista, y sería bueno que se superasen porque la paz nos necesita a todos.

-¿El PP no la está priorizando?

-Quiero ser muy cuidadoso, porque también tenemos que desarmar el lenguaje. El PP debería tener altura de miras para deslindar el proceso de paz de cualquier otra consideración partidista. Muchos de los pasos que se han dado no son cualitativamente diferentes de los que dio Aznar; y aprobaron en 1996, en el Pacto de Ajuria Enea, una declaración sobre el respeto a la voluntad de los vascos que no se diferencia mucho de la del presidente Rodríguez Zapatero. Pediría al PP que contribuyese, con mucho respeto a quien ha sufrido intensamente el azote del terrorismo.

-¿Deben los partidos arriesgar al máximo por la paz, aunque eso les suponga perder réditos electorales?

-Sí. Tengo muy claro que dentro de 15 años, cuando me acueste cada noche, no me vendrán a la cabeza los resultados que pudimos tener en las elecciones, sino que me preguntaré si, ante la oportunidad de alcanzar la paz, hicimos lo que estaba en nuestra mano. Sería más sencillo decir y hacer otras cosas, más rentables a corto plazo, pero creo que estamos aquí para otra cosa. No estaría a la altura de mi responsabilidad si antepusiera las adhesiones, las visiones electorales, a la tarea histórica de alcanzar la paz y la convivencia. Los partidos necesitamos votos y ganar elecciones, pero hay ocasiones en las que la altura de miras se impone. Porque los aciertos históricos pueden tener consecuencias electorales A o B, pero a la larga siempre quedan. En 1978 apostamos y acertamos. Y si acertamos otra vez, la sociedad nos dará su confianza.

-Zapatero se concede hasta finales de septiembre para volver a informar a los partidos. Si las cosas marchan bien, ¿en qué escenario le gustaría estar dentro de tres meses?

-Sin entrar en fechas concretas, sí me gustaría que el diálogo exploratorio con ETA -nunca sobre el futuro político, porque no representa a nadie- conduzca a una declaración de que el final de la violencia es irreversible y que hubiese un movimiento en política penitenciaria; el más inmediato de todos ellos debería ser el acercamiento de los presos. Y me gustaría también que en ese camino, de forma absolutamente independiente, los partidos vascos fuésemos alcanzando un acuerdo sobre un foro multipartito: qué temas hay que abordar, cómo trabajarlos, qué tipo de acuerdos vamos a adoptar y cómo refrendará esos acuerdos la sociedad de una forma pactada. Espero que la foto final sea la disolución de ETA en el horizonte, paliando el sufrimiento de las víctimas, y que alcancemos un acuerdo político sobre el que se asiente la futura convivencia.

-La mesa, ¿podrá constituirse antes de las elecciones municipales?

-Sí, creo que hay condiciones, sin entrar en discusiones sobre el calendario. Pero es razonable pensar que en los próximos meses, en otoño-invierno, podamos tener la visualización de ese foro.

-Con Batasuna ya legalizada.

-El PNV ha insistido en que Batasuna debe estar en esa mesa. Pero somos conscientes de hay formaciones que han puesto esa necesidad por delante, por lo que sería bueno que en los próximos dos o tres meses se le diese una solución definitiva al problema de la legalización. Creo que va a exigir pasos y esfuerzos al Gobierno socialista y pasos y esfuerzos a Batasuna.

«El foco» negociador

-El presidente acompañó su anuncio de una declaración muy abierta sobre el respeto a la decisión de los vascos. ¿Se ha comprometido más de lo que esperaban?

-Bueno, teníamos alguna pista de por dónde podía ir. Es positiva porque sitúa el foco de la negociación política en los partidos vascos. Nosotros defendemos una serie de principios, que enlazan con la trayectoria histórica del PNV, que en muchos aspectos coinciden con la declaración de Rodríguez Zapatero: la separación absoluta del proceso de paz y del proceso político; que la clave de bóveda va a estar en el acuerdo entre los partidos en Euskadi y el respeto a la voluntad democrática de los vascos; y la necesidad de avanzar en un acuerdo integrador que aglutine a las distintas sensibilidades del país. Y todo debe hacerse desde el respeto a las instituciones presentes y también a las potencialidades de los marcos jurídicos, de la Constitución y el Estatuto. Hay que respetar las decisiones que la sociedad vasca tenga que tomar a futuro, pero también las que ha tomado en el pasado. Si existe voluntad de considerar esas potencialidades de forma abierta, hay posibilidades para encauzar un acuerdo político en Euskadi. El problema no es jurídico, la clave es la voluntad política.

-¿Existe, por lo tanto, terreno de juego para refundar la convivencia entre Euskadi y el Estado?

-Hay terreno abierto para que podamos alcanzar en un futuro próximo un pacto entre vascos y un pacto de los vascos con el Estado. Un doble pacto que enlaza no sólo con las posiciones que hemos defendido históricamente, sino también con nuestra mejor tradición foral desde el punto de vista del pacto interno y el pacto externo y también con nuestras dos experiencias de autogobierno, la del año 36, fustrada por la guerra, y la de 1979. Ese doble pacto enlaza con nuestra mejor tradición. Hay terreno de juego para ello.

-¿Más que en otras ocasiones? ¿Podemos estar en el umbral no sólo de poner fin a la violencia, sino de resolver de forma más o menos definitiva el conflicto político vasco?

-La prioridad absoluta debe ser resolver el problema de la violencia, pero también es verdad que en una sociedad sin violencia tenemos que abordar los contenciosos políticos. Y creo que hay condiciones para resolver el contencioso político vasco, lo que exigirá responsabilidad y que los acuerdos tengan, a veces, elementos de ambigüedad e indefinición para que la solución sea posible. En estos momentos, hay mimbres, hay condiciones para acordar un futuro de convivencia política en Euskadi para los próximos años, para resolver aquello que el Pacto de Ajuria Enea denominaba el "profundo contencioso político vasco". Eso que hemos defendido como respeto a las decisiones democráticas de la sociedad vasca, articulando su ejercicio sin que sea un arma arrojadiza y sintiéndonos reflejados en el mismo las distintas sensibilidades del país a través de un esquema de pacto. Ése es el gran reto.

-Cuando aboga por una fórmula del derecho a decidir integradora, que no sea un arma arrojadiza, ¿hace autocrítica sobre cómo ha utilizado el nacionalismo esa reivindicación?

-No, no, soy de los convencidos de que se trata de un derecho democrático. Cuando digo lo de arma arrojadiza, me refiero a que lo tenemos que entender como un derecho incluyente, en el que todos nos sintamos democráticamente integrados y que nos tiene que obligar a compatibilizar el respeto democrático a las decisiones que se adopten y la cohesión de la propia sociedad. Y eso tiene que ver también con las limitaciones que uno mismo se impone. Posiblemente, el acuerdo político de Euskadi va a surgir de un juego de autolimitaciones. Cuando situamos como piedra angular los principios de "no imponer y no impedir", hablamos de autolimitaciones: de la mayoría nacionalista y de la mayoría del PSOE y del PP en las Cortes. Las grandes soluciones suelen nacer de las autolimitaciones.

Leer el partido

-Eso es lo que ha definido también como el cofre de doble llave. Pero, para un sector de su partido, el lehendakari y sus socios de EA, el proceso sólo tiene una llave, y es la de la decisión de los vascos.

-Esa voluntad debe ser respetada, es un principio que defendemos con mucha convicción. El resto de principios que estoy enunciando están recogidos en el documento que, por unanimidad, aprobamos en octubre. Nuestra "hoja de ruta" es ese documento, ahí están las claves que van a servir estratégicamente al PNV en el proceso de paz y normalización. Afortudamente, no somos un partido a la búlgara y, sin demérito de otros, creo que no hay otra formación que tenga una estrategia de 37 páginas aprobada por unanimidad. Eso es una garantía de nuestra posición.

-Todos parecen estar ante el espejo de su historia, ante una encrucijada importante. El PNV también.

Sí, y tenemos que volver a acertar, que es muy fácil decirlo. Para hacerlo hay dos piezas básicas: los principios y la capacidad de leer el partido, de conocer qué sociedad tenemos para liderarla. Y la sociedad quiere que nos pongamos de acuerdo con un pacto integrador, quiere tomar sus decisiones y ve en su pluralidad un valor.

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