El nacionalismo vasco y la idea de Europa En junio de 1916, en plena guerra mundial, con las fronteras prácticamente cerradas, se celebraba en Lausanne la Tercera Conferencia de las Nacionalidades.
A pesar de las dificultades, aparentemente insalvables y de los rigurosos controles aduaneros que impedían incluso el transporte de documentos, el PNV envió a tres hombres significativos de la vida política de la época, los tolosanos José Eizaguirre e Isaac López Mendizabal y el vergarés Luis Elizalde.
La misma noche de su llegada, puestos de acuerdo con una imprenta que encontraron junto a su hotel, redactaron e imprimieron el Rapport que, constituidos en Delegación Vasca, presentaron ante los miembros de la Conferencia.
Fue, en lo que he podido conocer, la primera salida del nacionalismo vasco a un foro internacional.
En su Rapport, tras exponer que los vascos
, , piden a la Conferencia , concluyendo con estas palabras: .
Tras una exposición histórica y descriptiva del Pueblo vasco, define las aspiraciones del nacionalismo vasco en una doble vertiente de principios y coyuntura. .
En respuesta a la encuesta de la Conferencia sobre Reivindicación de la Nacionalidad, la Delegación Vasca responde: .
Pero añaden que presentan esta reivindicación como un minimun, puesto que la sostienen no sólo el PNV sino todos los demás partidos del País Vasco. Mientras que el PNV reivindica también el derecho de las regiones vascas, reintegradas a su primitiva e histórica libertad, a federarse entre ellas y constituir un organismo político superior a cada una de ellas, en orden a la perfecta libertad y unión de toda la nación vasca.
Así se expresaba el nacionalismo vasco en aquellos años de efervescencia nacionalista en Europa. Un año más tarde, tras la paz separada entre rusos y alemanes en Brest-Litovsk, surgirán como Estados soberanos los cuatro pueblos bálticos. Faltaban sólo dos años para que, tras el armisticio de Compiègne y la paz de Versalles, se constituyera la Sociedad de Naciones, se proclamaran los 14 puntos de Wilson, y en virtud del Derecho de Autodeterminación surgieran una pléyade de nuevos Estados, formados a voluntad de los vencedores a partir del despedazamiento de la Monarquía bicéfala o Imperio Austrohúngaro.
Los vascos, como otras nacionalidades, tocaron a las puertas de la Sociedad de Naciones en Ginebra. Pero sus aspiraciones no fueron atendidas por los autores del nuevo concierto europeo.
Nuevo planteamiento: La idea de la unión europea
No es este el lugar para hacer una historia del movimiento europeo, remontándonos a los planteamientos de W. Penn en el siglo XVII o las ideas de Mackay sobre los Estados Unidos de Europa en el XIX.
Bastará para el objeto de esta disertación que fue tras la Primera Guerra Mundial cuando comienzan a aflorar proyectos concretos sobre una Europa unida.
Tras la publicación de Paneuropa, en 1923, por el diplomático austriaco Conde Coudenhove-Kalergi y el Congreso paneuropeo impulsado por él en 1926, se debió al gran político y jefe de Gobierno francés Aristide Briand el que la idea de una Federación de Estados Europeos accediera al ámbito de la praxis política en el marco de la Sociedad de Naciones.
Esto fue en 1930. Y ya en 1931, concretamente el 26 de abril, Javier de Landaburu entra en la polémica: <...un Estado nunca podrá arrogarse la personalidad de otros envueltos en él, y mucho menos si los sometidos le niegan esa representación>. Y concluye: .
El proceso constituyente de 1931 y la fiebre estatutaria con el movimiento de Alcaldes, elaboración de proyectos, mítines, plebiscitos, etc., no impidió que en 1933 el PNV convocara el Aberri Eguna de aquel año bajo el lema Euzkadi-Europa.
Sin embargo, y contra lo que muchas veces hemos creído, este slogan no responde a una idea europeísta en el sentido de Federación Europea a lo Briand o el apunte de Landaburu en 1931.
Aquel grandioso Aberri Eguna de Donosti que congregó a unos 60.000 nacionalistas, cifra tremenda para los medios de transporte y niveles de población de la época, fue un acto independentista puro y duro.
La referencia a Europa fue más en el sentido de Lausana que en el de Briand. Fue un intento de homologación con los pueblos de Europa que accedieron por la época a su estatalidad. Contó con la presencia del Dr. Ewald Ammende, Secretario General del Congreso de Minorías Nacionales. El político estoniano era portador de un saludo de parte de . Ammende rechazó la versión que algunos han circulado de que los movimientos nacionales son movimientos artificiales; .
Ammende, tal como explica el cronista de los actos, fue recibido entusiásticamente como representante del Congreso de Minorías Nacionales Europeas y
. Como proclamó el Dr. Errandonea en su mitin: .
Sin embargo, la guerra civil e, inmediatamente después, la Segunda Guerra Mundial frenaron en seco el movimiento europeo que si algo pretendía desde sus orígenes era precisamente la consecución de una paz duradera en nuestro continente.
Todos conocemos las vicisitudes de ambas tragedias históricas. Todos tenemos conciencia de las secuelas de muertos, cárceles y exilio que supusieron para los nacionalistas vascos, como a tantos otros movimientos y pueblos de Europa, tan tremendas convulsiones.
Lo cierto es que el exilio vasco intraeuropeo tuvo también una influencia decisiva en cuanto al nuevo rumbo europeísta y las conexiones internacionales del PNV, por entonces prácticamente única representación organizada del nacionalismo vasco.
Londres 1932
El primer acontecimiento europeísta en el que hallamos presentes a nacionalistas vascos, es el celebrado en Londres, en plena guerra en 1942.
Londres es, por entonces, sede de un nutrido exilio de toda la Europa ocupada por Hitler, especialmente tras la invasión de Francia por las tropas alemanas.
Es conocida la peripecia del Presidente Aguirre en su fuga novelesca y dramática, desde Bélgica, Berlín y Suecia hasta recalar en América.
Pero en Londres se hallan Manuel Irujo, Urcelai, Gondra, Onaindia, Zabalo, Lizaso, Zubelzu, Etxeberria, Gamarra, Vitoria, Egia, Ormaetxe, Unzueta, por citar tan sólo a los que aparecen como participes de las iniciativas europeístas surgidas en la ciudad del Támesis.
Curiosamente, el primer movimiento de unión europea, el de 1942 en Londres al que nos estamos refiriendo, se concibió sobre una base cultural, mucho más ajustada a la concepción de una Europa de los pueblos que la que 15 años después se plasmará en el Tratado de Roma. Este Tratado del que surge la denominación de Mercado Común, del mismo modo que las uniones anteriores llamadas CECA o Euratom, plantea la unidad política desde la formación de un Mercado Común, disolviendo los ámbitos de Mercado existentes y que corresponden a los ámbitos estatales.
Nuestros hombres, capitaneados por Manuel Irujo, fueron cofundadores de la Unión Cultural de los países de Europa Occidental. En su manifiesto fundacional proclaman que .
Los grupos nacionales presentes fueron el francés, alsaciano, inglés, vasco, bretón, catalán, escocés, galés, holandés, italiano, maltés y provenzal. Salvador de Madariaga presente en sus inicios, se ausentó, y con él el grupo español, por no aceptar el planteamiento étnico y lingüístico de base que discurría al margen de las realidades de la Nación-Estado.
Paralelamente, cuenta Irujo, había sido constituida, también en Londres, la Federal Union, entidad británica, con grupos nacionales europeos adheridos, entre los cuales se hallaba igualmente el vasco. Federal Union, al producirse la liberación de Francia, se transformó en la Unión Europea de Federalistas en la que los vascos siguieron formando parte como grupo nacional.
La Haya 1948: El Movimiento Federal Europeo
La Asamblea de La Haya marcó un hito en el movimiento en pro de una reestructuración política de Europa en orden a superar los esquemas estatales vigentes.
En ella estuvo presente Salvador de Madariaga. Y a ella acudió, al frente de sus vascos, José Antonio Aguirre.
Fue generalmente aceptado el principio de una nueva formación europea partiendo de la base jurídica de los Estados. En una reunión de Aguirre y Madariaga, juntamente con sus acompañantes, se acordó la constitución del Consejo Federal del Movimiento Europeo, del que formarían parte, con personalidad propia, los grupos catalán y vasco.
En conformidad con lo acordado en La Haya, y el 8 de febrero del siguiente año 1949, se constituyó en la Delegación del Gobierno Vasco en París, el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo. En el artículo 6º. de sus Estatutos se determina que .
La primera Junta Directiva del Consejo quedó formada por el liberal Madariaga, el socialista Llopis, los catalanes Just y Pi Suñer y los nacionalistas vascos Irujo y Lasarte.
Sin embargo, la constitución formal del Consejo Vasco por la Federación Europea no tuvo lugar hasta el 1 de febrero de 1951, formando parte de su Junta Directiva los Sres. Nardiz, Leizaola, Lasa, Lasarte, Landabaru, Aldasoro, Irujo, Renteria, Agesta, Aguirre, Gómez y Jauregi, representando a los diversos movimientos internacionales de los que los vascos, socialistas, liberales o nacionalistas, formaban parte. Como se ve por los nombres citados, la presencia de nacionalistas del PNV es abrumadora, reflejo a su vez de la presencia de los hombres de Aguirre en un sin número de organizaciones europeístas.
Efectivamente, nuestros hombres del exilio participan en todos los foros europeos, muy especialmente a través de los Nouvelles Equipes Internationales, los NEI, predecesores de la Internacional Demócrata Cristiana, a los que más adelante nos referiremos.
La obsesión de Aguirre de , les llevaba a acudir, con lo puesto y con absoluta carencia de medios materiales, allá donde se cocía algo.
Así por ejemplo, estuvieron presentes en la confección del primer proyecto de Constitución de los Estados Unidos de Europa, elaborado en Estrasburgo bajo la presidencia del conocido europeísta conde Coudenhove Kalergi con quien Aguirre mantiene una estrecha relación. Pero es Manuel Irujo quien nos cuenta esta peripecia:
Comenta Irujo que en los citados organismos europeístas .
Quizás lo más original en este primer proyecto constitucional sea su piedra fundamental o Parlamento Federal. Porque . Mientras que el Senado se compone de representantes designados por los parlamentos estatales a razón de 12 por los grandes y 6 por los estados menores.
Comenta Irujo que esta iniciativa llena un hueco existente, pero advierte que . Y concluye diciendo: . No es, el actual, momento para demagogos. Y esto debemos tenerlo presente los vascos, para no caer en la tentación de los propugnadores constantes del , de aquellos que, con buena o mala voluntad, repiten la postura de quienes, en nombre de la independencia vasca, se oponían a la autonomía vasca gritando: .
La doctrina Aguirre
Es por estos años cuando el nacionalismo vasco da un salto estratégico y táctico en su planteamiento independentista. No es que renuncie a la soberanía plena del pueblo vasco ni a su independencia. Pero al asumir plenamente y constituirse coprotagonista de una nueva estructura federal de Europa que suponía la cesión por parte de los Estados de los poderes más propiamente constitutivos de la soberanía de los Estados, contempla una Euzkadi que, con sus poderes autonómicos, reflejados en el Estatuto, en la mano, se halle en pie de igualdad con los demás Estados europeos en la nueva Federación.
Es Aguirre quien en 1949 plantea por primera vez esta formulación que en adelante, y hasta el día de hoy, mantendrá el PNV, hasta simbolizarla en la tesis de las 13 estrellas.
Dice José Antonio Aguirre: teniendo en cuenta que .
Irujo, por su parte, escribía: .
Pero aunque pueda ser tachado de prolijo, no puedo menos de citar una parte de una importante disertación del Presidente Aguirre en mayo de 1949 ante el Cuerpo Diplomático en París. El tema lo titula El problema de las nacionalidades ante la Federación Europea.
Las siguientes normas podrían servir de base a este proceso:
1.- Proclamación de la norma jurídica general del derecho a la libertad de todos los pueblos que posean la voluntad y capacidad políticas suficientes.
2.- Fijación de las condiciones que debe reunir una nacionalidad y las pruebas de verdadera expresión de la voluntad popular necesarias para la obtención de este beneficio.
3.- Admisión de las reclamaciones de las nacionalidades que cumplieran las condiciones establecidas.
4.- Garantía en su ejercicio político de las autonomías y soberanías políticas obtenidas por las nacionalidades, o pueblos, aun cuando fuesen el resultado de una convención libre con el Estado del que éstos forman parte.
5.- Fijación de los períodos de pruebas para comprobar la capacidad política de un pueblo, que permitirían el desarrollo progresivo de sus derechos políticos hasta su constitución total en Estado si así lo desea.
6.- Creación en la Organización Federal Europea de una sección especial que se ocuparía de un modo permanente de los intereses y de la protección de las nacionalidades sin Estado propio y en la que éstas tendrían una representación permanente.
7.- Garantía de paz por cada parte -nacionalidad y Estado en el que aquella está situada-, mientras toma forma el proceso de una nueva situación jurídico-política.
Estas ideas -continúa Aguirre-, no tenían lugar en el mundo de pasiones y de intereses de la pre-guerra. Pero son fundamentales en toda tentativa de federación en organizaciones supra-estatales, sobre todo en Europa. La filosofía política que se orienta hacia el futuro, introduciendo notables modificaciones en el concepto de la vieja soberanía estatal, quiere consagrar y conjugar la libertad nacional de los pueblos con su participación en espacios políticos-económicos más amplios.
Esta Europa en paz y con su orden propio, no se concibe si hombres y pueblos permanecen aprisionados en ella. Y del mismo modo que el hombre ha superado el concepto cerrado del Estado, que consideraba doméstico todo lo que sucedía dentro de sus fronteras, la nación sin libertad -compuesta de un conjunto de hombres privados de un derecho natural-, debe salir igualmente del ámbito doméstico y entrar de lleno en el campo internacional.
Sobre estas bases, humanas y naturales, la paz futura estará sólidamente edificada y los Estados podrán entonces tener formas supranacionales que respeten la idea de la unidad en la libertad, lo que constituye la idea de toda federación>.
De este modo, ya al final de la década de los cuarenta, y merced a sus hombres en el exilio, el nacionalismo del PNV, con el Lehendakari al frente, adaptó sus metas políticas a los nuevos tiempos. La doctrina de los vascos de Lausanne y del Euzkadi-Europa de 1933 que reivindicaba una Euzkadi independiente en el concierto de Estados europeos, dejaba paso a la doctrina Aguirre: una Euzkadi en pie de igualdad con los Estados federados en la Unión Europea.
Esta será en adelante la meta política del PNV, todavía en tiempos en los que este partido es prácticamente la representación del nacionalismo vasco.
Como escribirá Irujo tras la muerte del Presidente Aguirre: .
Los vascos y la Democracia Cristiana Europea
Es difícil captar, hoy y aquí, el peso específico que Aguirre y sus hombres llegaron a tener en la inmediata posguerra en el progresismo cristiano que cuajó en un movimiento político, seguramente el de más peso en la política de los nuevos Estados de Europa Occidental y que fue sin duda el eje de la unificación de Europa.
Pero esta influencia tuvo como base un hecho anterior. Es sabido que el catolicismo europeo se inclinó masivamente en favor de Franco, sobre todo a raíz de la declaración de Cruzada hecha por el Episcopado español.
Sin embargo, el bombardeo de Gernika, el fusilamiento y la encarcelación de sacerdotes vascos y la presencia casi inmediata de Aguirre y sus hombres en Paris, por razón de su forzado exilio, hizo que intelectuales y políticos católicos y no católicos de Francia, especialmente los que se movían en torno al periódico L"Aube, comenzaran a defender a los vascos y a denunciar a Franco.
De ello surgió la Liga Internacional de amigos de los vascos, de la que formaron parte hombres como Mauriac, Maritain, Herriot, el cardenal Verdier o Georges Bidault, entre otros. Esto era en 1938.
Relata Aguirre cómo el 7 de mayo de 1945, víspera del armisticio, los miembros de la Liga celebran una comida en París. En ella François Mauriac, dirigiéndose al Lehendakari y sus hombres, les dice: <...Vous avez marqué le tournant de la Démocratie Chrétienne en Europe.> (Vosotros habéis determinado el viraje de la Democracia Cristiana en Europa). Y comenta el Presidente: . .
El hecho es que desde esta consideración y a partir de estas relaciones, así como de las entabladas en Bélgica, especialmente con Dom Luigi Sturzo, podemos ver a nuestros hombres en el acto fundacional de los Nouvelles Equipes Internationales en su Congreso de Lieja en mayo de 1947. Y será la sede del Gobierno Vasco en el exilio, el palacete de la Rue Marceau, incautada por Franco y aún no devuelta por el Gobierno español a sus legítimos dueños, testigo de innumerables sesiones de los NEI, entre ellas la que decidió la aceptación de la CDU y CSU alemanas en el movimiento democristiano. En aquella Delegación hizo antesala Konrad Adenauer esperando la admisión de su partido en los NEI.
No cabe en la brevedad de esta exposición el adentrarnos en la labor y en las relaciones que nuestros hombres, especialmente Aguirre, miembro de su cuadro de honor fundacional, y Landaburu, de su Comité Ejecutivo, desarrollaron y establecieron en la posguerra europea. Sería innecesario resaltar aquí quiénes fueron De Gasperi, Schumann, Adenauer, Van Zeeland, Sagniere, etc. y su absoluto protagonismo en la construcción de Europa. Pues bien, con ellos estuvieron siempre y codo a codo los dirigentes nacionalistas vascos. No sólo colaboraron en la elaboración doctrinal, sino que estuvieron presentes en la praxis política. Más tarde, en Taormina, en 1962, los NEI pasaron a denominarse Unión Europea Demócrata-Cristiana que, con su vertiente parlamentaria en la Cámara de Estrasburgo, Partido Popular Europeo, constituye hoy el movimiento Democristiano al que pertenecen en este momento seis de los doce jefes de Gobierno de la Comunidad Europea.
El interior
Todo esto sucedía en el exterior. Pero en la Euzkadi peninsular la Dictadura hacia materialmente imposible la difusión de las ideas ajenas o contrarias al régimen.
A este respecto comentaba Irujo: .
En el reducido marco de esta conferencia no es posible seguir punto por punto la interminable sucesión de posicionamientos europeístas tanto de José Antonio Aguirre, hasta su muerte, como de Irujo, de Leizaola, de Landaburu o de la propia dirección del PNV en el interior.
Pero hay un personaje que merece un puesto destacado en esta relación. Y ese es Javier de Landaburu. Posiblemente el más intelectual, el más intuitivo del futuro, el más profundo y, desde luego, el que más escribió y vivió la problemática europea en su larga pertenencia y dedicación a los NEI.
En 1956 escribió un largo mensaje a la juventud vasca. Se editó clandestinamente con el título La causa del pueblo vasco. Un libro emocionante, de vigorosa actualidad y que todo joven vasco debería leer.
Constituye el testigo de un veterano luchador de la causa del nacionalismo, activista, diputado en el Congreso de la República, y miembro del Gobierno Vasco en el exilio hasta su muerte el 6 de mayo de 1963, a sus tan sólo 55 años.
Explica a los jóvenes la lucha, el acervo de ideas que movieron sus afanes. Y desde el presente difícil, recordando el pasado, ofrece a la juventud nacionalista una perspectiva de futuro de una altura ética, avalada por su ejemplo personal, difícil de superar.
Concluye su capítulo séptimo, titulado Desde la Nación Vasca a Europa y al mundo, con las siguientes palabras: .
Pero el mensaje de Landaburu no fue recogido por toda la juventud nacionalista del interior. La exasperación producida por la gran traición aliada que pacta con Franco en vez de derrocarle, en aras de la guerra fría, producen no sólo un desinfle de los ánimos de la resistencia nacionalista, sino una reacción violenta, exasperada. No cabe esperar nada de fuera, sino de nosotros mismos. Y a la fuerza de las armas sólo cabe responder con la lucha armada. Y así nace Euskadi Ta Askatasuna o ETA.
Si la primera ETA supuso tan sólo un cambio táctico sin alcance ideológico, muy pronto dejó de lado el modelo irlandés o israelí iniciales y asumió otro modelo calcado del elaborado por Lenin para los países colonizados, el de Movimientos de Liberación Nacional. Inmerso cada vez más en los esquemas ideológicos marxistas-leninistas; optando cada vez más por un revolucionarismo extremo que fija como meta la liberación total en una Euzkadi independiente y socialista, se aparta del europeismo de los políticos de la generación anterior y de sus esquemas éticos y democráticos. En todas sus escisiones, y en los movimientos surgidos de ellas, y aún en la mayoría de los activistas de KAS predomina lo revolucionario sobre lo nacional, se rechaza la Comunidad Europea tanto como la OTAN, apostando por el Este y El Pacto de Varsovia. Y surge así la ruptura más fundamental que se ha dado en el campo nacionalista desde su fundación como movimiento político en 1895.
Por otra parte la Dictadura, que hace esfuerzos sobrehumanos para hacerse presentable en la sociedad política occidental, para entrar en la OTAN y, más tarde, asociarse al Mercado Común, sin conseguirlo, aísla a la población del conocimiento y de la asunción de la idea europeísta. Y así, la Península, incluida Portugal, vive su propia vida, al margen de la evolución política e ideológica del resto de Europa Occidental.
Solamente un reducido número de intelectuales democráticos y de militantes clandestinos, se halla en situación de conjugar la lucha contra la Dictadura con la evolución exterior, sin romper los lazos con el inmediato pasado.
El PNV del interior conserva un tracto ininterrumpido, no sólo con un grupo político en el exilio, sino con las organizaciones e instituciones europeas que van surgiendo a partir de la creación de las Comunidades, y especialmente del Tratado de Roma. Varias veces al año, dirigentes del interior se desplazan a las reuniones de los NEI primero y de UEDC y del PPE después, manteniendo contacto directo con los hombres que siguen los destinos de la nueva Europa. Sin embargo el mantener viva la idea europeísta no siempre es labor fácil. La persecución policial, y sobre todo, la polarización de esfuerzos en la lucha antifranquista hace que la preocupación europea quede generalmente en un segundo plano.
Con todo, en su primera aparición en la legalidad, a caballo entre 1976-77, y al formular públicamente su programa político aparece nítidamente el planteamiento elaborado por lo que he dado en llamar la doctrina Aguirre.
.
.
En la Asamblea de Zestoa de 1987, la ponencia política dedica un capítulo específico, al planteamiento europeo: . .
. (Por cierto, cuando hace tres años escribíamos y aprobábamos estas líneas, poco nos imaginábamos que íbamos a vivir los acontecimientos que en menos de un año estamos presenciando).
Finalmente, sosteníamos que .
Hoy el proyecto europeo sigue adelante; 1992 está a la vuelta de la esquina; los países del Este tocan a la puerta de la Comunidad; los bloques van perdiendo peso específico. Y un grupo de trabajo, por encargo del Parlamento Europeo, y dirigido por el democristiano Emilio Colombo ha iniciado la redacción de un borrador de Constitución europea.
Más de uno se sonríe ante el símbolo de las trece estrellas y ante los planteamientos aquí expuestos del PNV. Sin embargo, no son en absoluto utópicos. En la medida en que la nueva Europa y su Constitución sean democráticos; en la medida en que las nuevas estructuras quieran ser sólidas y no una fuente de tensión permanente, como lo son, por ejemplo los de la Unión Soviética, habrán de arbitrar mecanismos de autodeterminación no sólo hacia afuera sino hacia adentro. Y en la medida en que la mayoría del pueblo vasco acepte los planteamientos referidos, con uno u otro ritmo en el tiempo, serán un día realidad.
Recuerdo que hace ya unos años, D. Rodolfo Martín Villa, hombre público sobradamente conocido por todos mis oyentes, y que define su larga trayectoria pública como la de un hombre , decía en una entrevista de TVE lo siguiente: (la cita es memorística aunque fiel a su idea) .
Esa es efectivamente la cuestión. Martín Villa daba la vuelta al calcetín. Contemplaba, desde Madrid, el futuro del mismo modo que lo veíamos nosotros desde la óptica de Euzkadi.
Y sin embargo la Europa profunda está despertando. Flandes o Catalunya, Lombardía, Euzkadi o Escocia son realidades anteriores a los Estados modernos. Son conscientes de su personalidad histórica. Razones étnicas o nacionalistas aparte, sienten cada vez más la necesidad, incluso en lo económico, en lo social y en lo cultural de imbricarse directamente en la nueva estructura europea. Y sólo la fuerza puede impedir el despegue de su vitalidad. Pero hoy la fuerza no es presentable en la sociedad europea.
El pasado febrero me encontraba en una reunión restringida y a puerta cerrada en Pisa. En ella seis Jefes de Gobierno de la Comunidad: Kohl, Lubbers, Martens, Santer, Andreotti, Mitsotakis, más el de Malta y el Lehendakari Ardanza. Y los Presidentes de los partidos que forman la UEDC de la Comunidad.
El tema era básicamente: la situación de los países del Este y, sobre todo, el problema de la unificación alemana.
Uno de los asistentes planteó al canciller Kohl el temor de sectores sociales de su país (Francia) a la reunificación alemana y el consiguiente resurgimiento de un fuerte Estado germánico.
Kohl le respondió tres cosas: 1º. . 2º. y 3º. .
Al oír estas palabras del hombre que rige los destinos del Estado más poderoso de la Comunidad, y en un foro como aquel en el que demagogias y utopías estaban de más, fue para mi la confirmación autorizada de que la línea seguida por nosotros desde el exilio europeo de nuestro Presidente y sus hombres era justamente la que marca el futuro.
El pasado año tuve ocasión de intercambiar impresiones con el responsable económico del Gobierno Regional de Lombardía, un democristiano perteneciente a la DC italiana. No planteaba ninguna reivindicación nacionalista. Hablaba simplemente de <áreas homogéneas>. La de Lombardía, según los estudios que van realizando desde hace varios años, es el <área homogénea> que mayor despegue económico va teniendo en todo el mundo, incluidas las áreas japonesas. Describía a Lombardía como un <área> de nueve millones de habitantes, el 80% del movimiento financiero de Italia, con datos impresionantes del tanto por ciento de producción industrial y de exportaciones en relación con las cifras totales italianas.
Para él, Roma era el monstruo burocrático inoperante, el desastre del correo o de los teléfonos, y con sistemas de enseñanza obsoletos. En definitiva, un freno para el empuje de Lombardía. No se hacía a la idea de que la relación con Bruselas, cada vez más importante en la medida en que va aumentando sus ámbitos de intervención, hubiera de hacerse a través de Roma, cuando ya no son relaciones internacionales, sino las propias de una acción reguladora directa.
Es decir, que, para los lombardos, la se convierte, cada vez más, en un corsé que asfixia su vitalidad, en lugar de un marco de fomento de sus potenciales energías.
Y cuando los partidos asentados a nivel estatal no han sabido responder a las necesidades de todo orden de la sociedad lombarda, ha surgido un nuevo partido, atípico y muy eficaz por cierto, que si ya consiguió varios eurodiputados en las elecciones de junio de 1989, ha despegado en las pasadas elecciones locales hasta conseguir, casi de golpe, hasta el 20% de los votos de toda Lombardía. Esta presenta caracteres abiertamente anti-italianos y hasta xenófobos, por no decir racistas, de cara a los inmigrantes del sur de Italia. Caracteres superados, por cierto, en los ámbitos nacionalistas de nuestro entorno.
Lo que sucede en Lombardia ha brotado igualmente en otras regiones italianas, como el Véneto o el Trentino. Fenómenos análogos de colisión con los
o con los partidos de extensión estatal se constatan claramente en otras <áreas> como Baviera o Flandes. Y, paralelamente al despertar del desarrollo de los llamados , como el del Rhin, Mediterráneo o Atlántico, hacen que hoy recorra Europa una especie de que no sólo afecta a fenómenos de exigencia de autogobierno y de relaciones vecinales extrafronterizas directas en nacionalidades, länder, regiones o <áreas homogéneas>, que con frecuencia poco tienen que ver con los planteamientos nacionalistas o étnicos y mucho con las nuevas realidades del mercado y de supresión de barreras aduaneras. El día en que el mercado se unifique del todo, se imponga una armonización fiscal y surja una moneda con un banco central europeo que la controle, el panorama actual de relaciones estatales habrá sufrido una auténtica revolución.
Así lo ven ya los grupos industriales y financieros más activos. Sin olvidar a las asociaciones mafiosas o de simple delincuencia financiera o económica, que, sin el freno de las barreras existentes hasta ahora, van dejando ya obsoletas las estructuras legales y policiales existentes.
En otro orden de cosas, no puede uno menos de preguntarse qué función tiene hoy un ejército nacional. Del mismo modo que se echa de menos una política exterior de mando único, frente a la situación crítica, por ejemplo, de los países del Este o ante el peligro del fundamentalismo islámico o a las tensiones Norte-Sur.
El proceso que ha empezado ya su marcha es el de un creciente intervencionismo de Bruselas, por cierto con un grave déficit democrático por la inexistencia aún de un auténtico parlamento que controle los poderes ejecutivos supraestatales ya existentes, el protagonismo creciente de las <áreas homogéneas>, que constituyen los polos de mayor vitalidad, y el declive del papel de los estados, con el próximo y paulatino trasvase de los líderes de primera fila al plano europeo.
Todo esto no es, de nuevo, más que una confirmación de que la línea europeísta adoptada hace tiempo por el PNV es la de más futuro y la más avanzada en la defensa de la soberanía de Euskadi y de su identidad nacional y cultural.
Muchas gracias.