«La sociedad vasca no va a decidir sobre algo que antes se haya ‘‘cepillado’’ Madrid»
El lehendakari Juan José Ibarretxe recibe «feliz» el Aberri Eguna del 2006. El nuevo escenario abierto va a dar «unas posibilidades inmensas de desarrollar política y económicamente este país», comenta con ilusión serena. A este pálpito, suma una reflexión por excelencia: «Nos ha llegado la hora, el pueblo vasco es el protagonista tanto para la paz como para la normalización».
EL LEHENDAKARI Ibarretxe en esta entrevista invita a toda la sociedad vasca a «disfrutar de este escenario esperanzador e ilusionante al que se ha llegado tras muchísimo padecimiento y esfuerzo». Junto a dicho mensaje, incide en que en este tiempo «sin vuelta atrás» el pueblo vasco decidirá libremente su futuro y avisa: «espero que no haya nadie ni en el Partido Socialista ni en el Gobierno español que piense que la sociedad vasca va a decidir sobre algo que previamente se haya ‘‘cepillado’’ Madrid».
¿Esperaba que el Aberri Eguna del 2006 llegara con un alto el fuego?
Me habría gustado que hace ya muchos años hubiéramos tenido un Aberri Eguna así. Pero hay que dar por buenas las cosas, no sirve de nada ser nostálgico. Lo que creo que debemos hacer es aprovechar con responsabilidad la oportunidad que tenemos.
En este proceso de paz incipiente, hay quien apuesta porque ETA y Zapatero sean los únicos agentes protagonistas. ¿Lo comparte?
No. El protagonista es el pueblo vasco tanto para la paz como para la normalización política. Ésa es la reflexión por excelencia que resume, desde un punto de vista ético y democrático, todos los desafíos que tenemos por delante.
¿Por qué esa rotundidad?
Porque más allá de las voluntades de cada cual, lo que nos ha traído hasta aquí ha sido la exigencia de la sociedad vasca por vivir en paz. Y ésta va a ser también la que va a hacer imposible volver a atrás. Además, veo una sociedad vasca que fundamentalmente tiene conciencia de que hemos de disfrutar de una situación a la que se ha llegado tras muchísimo padecimiento y esfuerzo.
¿Ve a alguien incómodo?
No. Se me hace imposible pensar eso. He visto declaraciones públicas altisonantes por parte de algunos líderes políticos, pero me quedo con la ilusión serena de la ciudadanía y con la esperanza. A la gente le brillan los ojos porque las posibilidades de desarrollar política y económicamente este país en un escenario de paz son inmensas.
Batasuna acusa tanto al Gobierno vasco como al PNV de no estar a la altura de las circunstancias y de tratar de agudizar contradicciones para ganar protagonismo...
Lo más importante es reaccionar con serenidad en estos momentos, donde a los partidos políticos no nos toca hablar tanto en términos de protagonismo, sino de responsabilidad. Batasuna tiene una importante responsabilidad en este proceso, al igual que el resto. Prefiero no entrar a valoraciones, más fruto del nerviosismo y la coyuntura. Todos los agentes somos necesarios y formamos parte de la solución y lo que creo que tenemos que hacer es respetar el papel de cada cual.
Pero en la calle sí que está la sensación de que al PNV se le está intentando hacer una ‘‘pinza’’ entre los socialistas y la izquierda abertzale para desplazarle de las instituciones...
El PNV ha sido fundamental en la historia de este país y va a seguir siéndolo, así como el resto de formaciones políticas. Ese debate al que alude es mucho más mediático que real. Decir que no sé quién no es necesario es, desde un punto de vista político, una solemne irresponsabilidad. Aquí indispensable no hay nadie, pero necesarios somos todos. En cualquier caso, no me preocupan estos debates.
¿Le sorprende la sintonía sin precedentes que se está viendo entre los socialistas y la izquierda abertzale?
Es verdad que aparecen en algunas ocasiones una especie de cánticos de apareamiento. Está bien. Me parece muy importante contar con Batasuna y con el Partido Socialista como agentes activos, partícipes de un nuevo tiempo. Realmente lo son. Me parece bien que sientan que forman parte de la solución porque es verdad. Y es que llevaban mucho tiempo, al menos públicamente, sin haberse sentado incluso.
Jáuregui le recomendaba pactar con Zapatero el papel que como lehendakari tiene que tener en este proceso. ¿Fue ese uno de los temas que tocaron en la entrevista de Moncloa?
Hablamos de muchas cosas pero yo tengo muy clara una: es el pueblo vasco el que va a decidir, por cierto sin que nadie ‘‘cepille’’ por el camino nada. Espero que no nos vengan con la misma monserga que Alfonso Guerra trasladó en el reciente Congreso de las Juventudes Socialistas donde decía que el proyecto de Ibarretxe se lo iban a ‘‘cepillar’’ igual que habían hecho con el proyecto de Cataluña. Por eso, insisto en que espero que no haya nadie en el Partido Socialista ni en el Gobierno español que piense que la sociedad vasca va a decidir sobre algo que previamente se haya ‘‘cepillado’’ Madrid.
¿Lo teme?
No, yo no lo temo porque tengo una confianza tremenda en la sociedad vasca. Ni en democracia es asumible jactarse de que algo que ha decidido el Parlamento vasco, no el lehendakari, se lo ‘‘cepille’’ Madrid. Si espera el Partido Socialista que no respetar la decisión que tome la sociedad vasca es el camino, no estaremos ante soluciones políticas. En cualquier caso, lo que realmente me preocupó es la carcajada general que se oyó detrás por parte de la Juventud Socialista vasca. Me parece muy grave desde un punto de vista democrático y político. Yo a Zapatero le dije que en Madrid se tiene que respetar la decisión de la sociedad vasca, sea ésta cual fuere.
¿Cuál es el mayor obstáculo para que el proceso de paz llegue a buen fin?
El proceso de paz hay que hacerlo entre todos y responsablemente, irreversible. Zapatero planteó la verificación ética del alto el fuego. Bien, pues después debe venir el debate político, la hora de la política, y por tanto, la verificación democrática que tendrá que hacerse a través del diálogo entre los diferentes partidos políticos tratando de alcanzar acuerdos, que por último, mediante una consulta democrática, ratificará la sociedad vasca.
La violencia organizada de los últimos 40 años ¿se ha terminado definitivamente?
Quiero pensar que ese alto el fuego es de arriba a abajo, lo que implica que es irreversible y que nunca más vamos a ver la extorsión y la violencia en este país por parte de ETA. Y que además, ese alto el fuego es universal, es decir, que incorpora a todos los colectivos.
ETA reclama en su último "Zutabe" que deshacer los nudos del conflicto pasa por la autodeteminación, la territorialidad o la expulsión de las Fuerzas de Seguridad del Estado. ¿Le merece alguna reflexión?
Sólo una: las cuestiones políticas nos corresponde resolverlas a los partidos políticos vascos.
¿Comparte la tesis de que sólo si se deja decidir libremente a este país la paz será definitiva?
La paz debe ser irreversible y universal y bajo todas las circunstancias. Es un bien irrenunciable. Y por otra parte, está el derecho de autodeterminación del pueblo vasco, cuyo conflicto hunde sus raíces en la historia con la abolición de los fueros vascos por la fuerza en 1839, es decir, mucho antes de que ETA naciera. La paz es un escenario que necesitamos. Por ello, no contemplo de ninguna manera al margen de los acuerdos políticos y de qué decisión tomemos como sociedad, la existencia de la violencia. Eso sí, si no hay un acuerdo sobre el derecho a decidir de la sociedad vasca y el pacto sobre cómo debe de ejercitarse, no habrá una solución al problema político.
Pero existe una coincidencia desde posiciones opuestas en no disociar normalización y pacificación. Así, algunos argumentan que la paz sólo es asumible desde un reconocimiento político determinado y desde el otro extremo están los que mantienen que ese reconocimiento político no puede ser el precio de la paz.
Pero ése es un juego perverso. ¿O es que la existencia de la violencia de ETA anula la capacidad democrática y legítima de tomar decisiones a la sociedad vasca? No se puede mezclar la existencia de la violencia con la reivindicación política.
Habla de la capacidad de decisión, pero hay quien sostiene, incluso dentro de la izquierda abertzale, que quizá todavía no exista suficiente acumulación de fuerzas que reclamen el derecho de autodeterminación. ¿Comparte esa apreciación?
No, para nada. De hecho, los estudios sociológicos dicen que 82 de cada 100 hombres y mujeres de este país aceptan que el futuro sólo puede salir de lo que decidamos. Al revés, creo que existe mayor conciencia de la que haya existido nunca en el pueblo vasco de que tenemos derecho a decidir.
En este camino, ¿ve intentos de retrasar la mesa de partidos?
La verdad es que ahí también hay un debate más mediático que práctico. En las reuniones que he mantenido recientemente con todos los partidos salvo el PP, que se ha autoexcluido, y Batasuna, por razones obvias, a nadie le ha parecido descabellado que tras la verificación ética de la tregua se debiera a continuación iniciar el diálogo multipartito. Pero a mí, más importante que ese diálogo se dé un mes antes o después, me parece que éste se dé con garantías en torno a metodologías, contenidos, criterios de adopción de acuerdos y demás.
¿Para que resulte efectivo?
Eso es, porque sería terrible que le trasladáramos a la sociedad vasca que nos vamos a sentar, para luego no hacer nada. Sería una de las peores imágenes a dar, nos debiéramos comportar con responsabilidad.
Ha mencionado antes el tema de la consulta popular. ¿Se pueden concretar fechas? ¿Será esta legislatura?
Sería irresponsable que hablara de plazos. Sí quiero trasladar con toda claridad que la sociedad vasca va a decidir su futuro.
¿Por qué cree, entonces, que el Partido Socialista está dejando tan nítido, en boca de su propio presidente Zapatero, que no reconoce ni contempla el derecho de autodeterminación?
Yo creo que el único que mantiene que sólo hay una soberanía española es el PP. El Partido Socialista lo que dice ahora es que sólo puede decidir la sociedad vasca en función de lo que previamente han decidido que nos van a dejar decidir. No, esto no va a ser así. Este proyecto político y social es imparable.
¿Algún mensaje para este Aberri Eguna?
El mensaje de los nuevos tiempos y para los nuevos tiempos es que nos ha llegado la hora, el pueblo es el protagonista.