Imaz: "Mezclar la autodeterminación con el proceso de paz sería justificar la violencia"
Cuando hace siete años nació Asier, ETA acababa de anunciar la tregua de 1998. Su padre, Josu Jon Imaz (Zumárraga, 1963), lloró de emoción pensando que su hijo viviría en un Euskadi en paz, pero cuando nació Oiahna, su segunda hija, ETA rompió la tregua y la ilusión. Hace una semana nació Nikole y ahora al líder del PNV, que siempre ha confiado en el futuro de Euskadi, no le cabe ninguna duda de que a la tercera va la vencida. Sin renunciar a ninguno de los objetivos del Partido Nacionalista Vasco, si algo tiene claro Josu Jon Imaz es que ni la autodeterminación ni ningún planteamiento político pueden condicionar el proceso de paz que acaba de iniciarse.
- Como la actualidad obliga, empecemos por lo más reciente. ¿Qué trascendencia política observa en los cambios que ha introducido Zapatero en su gabinete?
- Es evidente que supone un refuerzo del proceso de paz iniciado. Lo considero apropiado y cuenta con el respaldo del Partido Nacionalista Vasco.
- Las comprobaciones sobre el alto el fuego que hace el Gobierno español son de momento positivas. ¿Tiene el PNV algún dato más?
- Hay que esperar unas semanas...
- Y luego, ¿qué?
- Pues lógicamente lo que corresponde es activar los mecanismos de la resolución del Congreso de los Diputados que negociamos y aprobamos en el año 2005 y sobre esta base iniciar un diálogo con ETA por parte del Gobierno del Estado que pueda conducir a un final dialogado y definitivo de la violencia.
- ¿Dónde está el mayor riesgo?
- La dificultad fundamental reside en reconducir las inercias propias de un mundo que ha estado utilizando la violencia y la amenaza para conseguir objetivos políticos.
- ¿ETA ha decidido dejar de matar porque Al Qaeda le ha quitado el negocio?
- Es una razón más. Hay una suma compleja de motivos. Uno es operativo. A partir de septiembre del 2001 el mundo cambia. Y la cooperación internacional reduce la capacidad de movimiento de ETA. Pero también creo que la ruptura de la tregua del 2000 provoca en el mundo social y político de Batasuna una frustración enorme que genera a su vez el proceso de maduración sobre el sinsentido y la sinrazón de la utilización de la violencia y el terrorismo. Seguramente, sin el proceso de Lizarra de finales de los 90 no habríamos llegado a la situación actual.
- El proceso debería consistir en que los terroristas dejan de utilizar la violencia como método de acción política, se integren en el sistema democrático y en Euskadi se gobierna de acuerdo con la correlación de fuerzas que surja de las elecciones democráticas.... ¿Eso es todo?
- Yo comparto esa reflexión. Otra cosa diferente es que efectivamente en un Euskadi en paz, en libertad y democrático los partidos políticos podemos y debemos poner nuestros proyectos políticos encima de la mesa al objeto de alcanzar un acuerdo político para un nuevo marco, pero nunca como una condición vinculada al final de la violencia.
- Es decir, no porque ETA deje de matar se van a atender ahora sus reivindicaciones políticas...
- Evidentemente.
- ¿Propiciar una política de generosidad con los presos es un precio político, una condición sine qua non o un reto a la inteligencia política?
- El camino de la reconciliación va a ser complejo. Habrá que hacerlo desde un respeto y reconocimiento social y político a las víctimas de toda esta tragedia.
- ¿Implicar a las víctimas en el proceso con capacidad de decisión lo ve como una cuestión de justicia o como ganas de complicar las cosas?
- En eso tenemos que ser firmes y justos. No podemos construir el futuro sobre el olvido. Hay que construirlo sobre la memoria de las personas que han sufrido. También es verdad que dicho todo esto las víctimas no pueden ni deben ser agentes políticos.
- Tras la entrevista entre el lehendakari y el presidente del Gobierno se ha puesto de manifiesto una voluntad compartida de trabajar conjuntamente por la paz, pero con algunas diferencias sobre el proceso...
- Asentar la paz es la prioridad absoluta que compartimos. La sociedad no va a aceptar que nos liemos en una pugna de protagonismos. A su vez creo que debemos pactar también los calendarios y los procedimientos de los procesos políticos posteriores.
- ¿Posteriores?
- Hay que separar conceptualmente incluso en el tiempo lo que es un foro político en Euskadi del proceso de paz. Durante muchos años hemos oído y hemos respetado en muchas ocasiones que no había condiciones de libertad y que por lo tanto debíamos autolimitarnos en los debates que planteábamos... Bien, en una sociedad donde la violencia ya ha desaparecido tenemos que ser capaces también de avanzar en acuerdos políticos que además van a servir para afianzar la convivencia en Euskadi.
- De momento parece muy asumido que Zapatero lidera el proceso y el Gobierno español negociará con los interlocutores que decida reconocer cuando lo considere oportuno.
- Ojalá las cosas fuesen tan sencillas. Una parte evidentemente corresponde a esos agentes. Así lo hemos aprobado en el Congreso, pero la consecución de la paz es una tarea bastante más compleja.
- ¿Cuál es la aportación en el proceso de paz que corresponde a las instituciones vascas?
- El lehendakari, el Gobierno vasco, el Parlamento vasco son la representación de esa voluntad de la sociedad vasca. Y el proceso de paz va a exigir una implicación fuerte de la sociedad y, por lo tanto, de las instituciones. Estamos hablando de observación y cumplimiento de derechos humanos. Estamos hablando del apoyo a las víctimas, estamos hablando de la reconciliación. Esto no va a tener que implicar solamente al lehendakari y al Gobierno, tendrá que implicar también a todos los ayuntamientos vascos. Vamos a vivir en tres o cuatro años algunas situaciones complejas desde el punto de vista de la reconciliación que no se van a producir en la Moncloa, se van a producir en las ciudades y en pequeños municipios de Euskadi y van a hacer imprescindible una implicación fuerte de la sociedad y de sus instituciones para que el proceso de paz llegue a buen puerto.
- ¿El lehendakari y el PNV temen verse relegados del proceso?
- En absoluto. Nosotros, tanto el lehendakari como yo mismo, ya hace tiempo, bastante más de un año, que comunicamos al presidente Zapatero que cuando llegara a un acuerdo en el marco de la resolución que luego se aprobó en el Congreso, nosotros lo rubricaríamos sin leerlo. Lo vamos a rubricar y lo vamos a apoyar, porque en sí mismo merece la pena. La lealtad del PNV y del lehendakari al proceso de paz y a ese diálogo que tenga que llevarse a cabo para poner fin a la violencia entre ETA y el Gobierno del Estado va a ser absoluta. Ahora bien, yo creo que la voluntad de la sociedad y de las instituciones vascas es la de comprometerse en el proceso de paz. Porque donde se ha violentado fundamentalmente la convivencia ha sido en la sociedad vasca y por lo tanto tiene que ser partícipe. Si un lehendakari no tiene que ocuparse de lo que ha sido y lo que es el principal problema de su país durante los 30 últimos años, ¿de qué se tiene que ocupar? Si alguien se está jugando su futuro en esto es la sociedad vasca. Por lo tanto, la sociedad vasca es la que reclama que el lehendakari tenga un papel de aportación importante en el proceso de paz.
- Usted habla de conversaciones de hace más de un año... También parece que los obispos vascos ya tenían preparado el comunicado sobre el proceso de paz una semana antes de que se anunciara el alto el fuego. Da la sensación de que todo este guión ya estaba escrito de antemano.
- Ya son 18-20 meses en los que tuve la percepción de que podía haber un camino de esperanza. Pero bueno, cuando todo esto termine, dentro de cinco años, haremos una entrevista y hablaremos. De momento es mejor ser prudente y discreto.
- La mesa de partidos ya tiene objetores. ¿Para qué sirve?
- Fundamentalmente para alcanzar un acuerdo político sobre el futuro de Euskadi. Fundamentalmente para tratar de resolver un problema político de fondo que tenemos en la sociedad vasca, que es el reconocimiento del derecho de la sociedad vasca a decidir su futuro.
- ¿El Parlamento no sirve?
- No, porque una formación política importante de este país, que es Batasuna, no está sentada en el Parlamento.
- Quizá sería más fácil resolver ese problema que constituir un órgano extraparlamentario.
- Sí, pero nos quedan tres años y un mes para las elecciones al Parlamento vasco y no puede estar el debate político paralizado tres años y un mes esperando esa circunstancia.
- ¿Cuál sería la mejor manera de incorporar Batasuna al debate?
- Yo creo que habrá que buscar en los próximos meses los mecanismos para su legalización definitiva. Desde luego para nosotros lo más sencillo sería la simple modificación de la ley de Partidos...
- Hay un eufemismo recurrente en el argot político vasco. Cuando se habla del derecho de los vascos a decidir su futuro, ¿se está planteando el derecho a la autodeterminación?
- El derecho a decidir su futuro es que la sociedad vasca pueda mediante una consulta democrática establecer el tipo de relación que quiere mantener con el Estado español.
- Ese tipo de consulta será todo lo democrática que usted diga, pero no está prevista por la ley.
- Creo que primero necesitamos un acuerdo político. Luego, existen mecanismos jurídicos y constitucionales al día de hoy que pueden dar cobertura a esto. Yo no soy jurista ni constitucionalista, pero existen constitucionalistas reconocidos que entienden que puede haber elementos para el reconocimiento de un sujeto político reflejado en la propia sociedad vasca que fundamentalmente nos haga llegar a un pacto sobre cómo entendemos el ejercicio de los derechos de ese sujeto político...
- No parece fácil ese acuerdo...
- La clave fundamental desde nuestro punto de vista debe estar en dos principios: el principio de no imponer y el principio de no impedir. Con el no imponer queremos decir que no impongamos en Euskadi un acuerdo político que tenga un apoyo inferior al que tuvo en su momento el Estatuto de Gernika. Busquemos un acuerdo político integrador en Euskadi que nos aglutine a las diferentes sensibilidades políticas y que "psicológicamente" supone una autolimitación para la mayoría nacionalista del país. Pero a su vez no impidamos la traslación de este acuerdo al pacto jurídico-político.
- ¿La autodeterminación es entonces la estación final del proceso de paz?
- Me niego a mezclar eso con el proceso de paz. Por eso creo que debemos incluso diferir los tiempos. Yo no creo que haya ninguna convicción que pueda condicionar el proceso de paz. Reconocer eso sería tanto como justificar el uso de la violencia para la consecución de un objetivo político.
- Ahora mismo existe una mayoría soberanista en el Parlamento de Vitoria… ¿el PNV aspira a liderar esa mayoría o bien se plantea volver a la tradicional entente con los socialistas?
- Bueno, para los próximos tres años y un mes eso está decidido. Apostamos por el tripartito PNV-EA-EB. Luego dependerá de los resultados electorales… Creo que, tras el proceso de paz, va a haber una simplificación del mapa político en el País Vasco, y es demasiado pronto para especular.
- Incluso en el PNV puede surgir algún conflicto entre los depositarios de sus dos almas...
- En el PNV y en mí mismo conviven dos almas. El PNV es un partido que nace para construir la nación vasca. Euskadi es la patria de los vascos. Ésa es nuestra afirmación fundacional, pero hay que ser capaces en cada momento de, utilizando una expresión futbolística, saber leer el partido para ser capaz de liderar las mayorías sociales en Euskadi.
- ¿Joseba Egibar no lidera un sector alternativa al suyo?
- No hay sectores en el PNV. Si hablamos de Maragall, Rodríguez Ibarra, Bono, Zapatero, Patxi López, Eguiguren, Chaves… O Piqué, Rajoy, Acebes, Ruiz-Gallardón… al lado de eso el PNV es una balsa de cohesión…
- Duran Lleida, buen amigo del PNV, ha dicho que ha llegado el momento de que el catalanismo incorpore ministros al Gobierno español. ¿Es posible en el PNV un planteamiento de estas características?
- Un acuerdo de esas características requeriría un previo: un acuerdo político de fondo sobre el futuro de Euskadi con el Partido Socialista o con el partido gobernante en España. Y eso no es óbice para que tengamos como hemos tenido acuerdos específicos o esporádicos.
- ¿Ve en el horizonte español otro partido gobernante que no sea el PSOE?
- No podemos orillar al PP de un proceso de acuerdos futuros en Euskadi. El PNVse va a empeñar en buscar mecanismos de diálogo para que el PP se baje del monte y haga aportaciones y se implique en un camino razonable de diálogo… Jamás participaremos en estrategias para orillar a nadie, tampoco al PP.
- ¿Para qué sirve la alianza Galeuscat entre BNG, PNV y CiU?
- Sirve para demostrar que hay otra forma de entender el Estado español y que somos la tercera fuerza política.
- ¿El Estatut forma parte del guión del que hemos estado hablando?
- No. Creo que el Estatut responde estrictamente a una estrategia impulsada por la sociedad catalana.
- Consideraría aceptable para Euskadi la definición de Catalunya como nación que aparece en el preámbulo del nuevo Estatut…
- El término nación ni siquiera aparece en lo que ustedes llaman el plan Ibarretxe, así que difícilmente podría establecer comparaciones… Cada país hace su camino…
- ¿Y qué le parece la posición de rechazo de Esquerra Republicana?
- Hombre, nosotros entendemos que el acuerdo alcanzado por Artur Mas con José Luis Rodríguez Zapatero aquel fin de semana fue positivo porque mejoró los borradores que aquella misma semana circulaban entre las fuerzas políticas y a los que partidos que ahora se muestran reticentes ya habían adelantado su visto bueno. A partir de ahí, creo que ese acuerdo que la mayoría de la sociedad catalana ha entendido como positivo ha sido rubricado por las formaciones políticas que mayoritariamente componen el Parlament de Catalunya. No puedo menos que alegrarme de que la mayoría de la sociedad catalana entienda que es un buen acuerdo. Posiblemente no sea el Estatut que satisfaga plenamente a la sociedad catalana en la medida en que no es el que se aprobó en el Parlament, pero las negociaciones en la vida son así. Es un acuerdo positivo que desde el PNV apoyamos.