Imaz: "Para que el PNV apoye el diálogo con ETA debe desaparecer toda extorsión"
Cuando un colaborador suyo le hizo salir con urgencia en la mañana del miércoles de una reunión en Sabin Etxea, Josu Jon Imaz pensó que su mujer se había puesto de parto. Consciente de que hay un antes y un después del 22 de marzo, el presidente del PNV sostiene que tras el alto el fuego -«por fin nuestros hijos conocerán una Euskadi en paz»- las instituciones vascas deben participar en el proceso que se avecina. Pero advierte de que el PNV condiciona su apoyo al diálogo con ETA a que se compruebe que desaparece toda extorsión.
- ¿Cómo se enteró de la noticia del alto el fuego?
- Estaba en una reunión en Bilbao con dos periodistas y mi secretaria me comentó que saliera urgentemente de la reunión. Pensé que el motivo de la urgencia era mi mujer, que está a punto de dar a luz, porque estoy esperando una niña. La noticia era el comunicado. Lo primero que me vino a la cabeza es que mi hija nacerá en una Euskadi en paz. Tuve un sentimiento contradictorio de ilusión. Me acordé de que cuando nació mi primer hijo en octubre de 1998 las circunstancias fueron las mismas, a las pocas semanas de aquella tregua. Entonces también pensé que mi hijo nacía en una Euskadi en paz. Aquello se truncó. Pensé que esta vez tiene que ser la buena. Lo tenemos que conseguir entre todos.
-¿Por qué cree que esta ocasión puede ser la buena?
-Desde la esperanza de que podemos estar vislumbrando el final de la violencia en Euskadi, tenemos que ser cautelosos. La clave es que esta declaración conlleve una irreversibilidad, que ETA nunca más vuelva a ejercer la violencia. Y en segundo lugar, que esto se verifique en la práctica de forma inequívoca en las próximas semanas con la desaparición de toda amenaza y coacción.
-¿Este comunicado es ya una señal inequívoca?
-Es una señal importante y como tal debe ser tomada. Y cuando esto se compruebe será el momento de abrir el diálogo acordado por el Congreso de los Diputados. En este momento hay que actuar con serenidad y debemos hacer que esto sea irreversible. Para el PNV una condición básica para apoyar ese diálogo en el Congreso es que este alto el fuego abarque a todos los amenazados, sean concejales, cargos públicos, jueces, empresarios, policías o profesionales.
-¿Y si siguieran apareciendo cartas de extorsión a empresarios?
-La condición indispensable para verificar que las señales inequívocas se han producido y para verificar un horizonte definitivo para la paz es que en la práctica desaparezca todo tipo de amenaza, coacción y ataque. Es una condición necesaria para el PNV para que se active la resolución del Congreso de los Diputados. Tenemos que esperar y exigir que en las próximas semanas los hechos acompañen esta declaración.
-Hay esperanza pero también hay escepticismo...
-Es legítimo, pero yo no tengo escepticismo. Tengo cautela y una enorme esperanza.
-Pues usted siempre ha sido muy escéptico sobre los movimientos en la izquierda abertzale...
-Digamos que he sido muy prudente y en los últimos tiempos siempre he hablado de prudente esperanza, posiblemente porque tenemos experiencias en el pasado, como la del 98 y 99. Hay que dar pasos de forma sólida para evitar que se genere una frustración en la sociedad vasca. No estoy escéptico, estoy esperanzado e ilusionado. Tenemos que tener tranquilidad ante un camino que no va a ser sencillo, que va a ser largo, complejo, y que no va a estar exento de dificultades. No echemos todas las campanas al vuelo porque hay que trabajar entre todos para que la paz sea definitiva e irreversible.
-En el año 98 también pensaban que la tregua era irreversible. Entonces fue fruto de una negociación entre los partidos nacionalistas y ETA...
-Una negociación que nunca tuvo acuerdo, por cierto. Entonces fue la inmensa mayoría de la sociedad vasca la que salió terriblemente frustrada de la ruptura de aquel proceso. No estaríamos ahora en esta situación si Lizarra y aquel proceso no se hubiera producido. Aquello fue un elemento más que ha contribuido a que lleguemos a esta situación. La ilusión en la política que aquel proceso generó en la izquierda aber-tzale ha sido un elemento clave para poner fin a la violencia. Debemos aprender todos de los errores que pudimos cometer aunque tampoco se trata aquí de que nos autoflagelemos. El Partido Socialista debiera aprender de aquello para aplicarlo hoy en día. Posiblemente estaba diciendo entonces las mismas cosas hacia nosotros que las que hoy escucha por parte del PP. Posiblemente el PP debe aprender que cuando se trata de poner obstáculos en un proceso de paz, los riesgos de que se trunque pueden ser elevados. Por tanto no debe hacerlo. En el nacionalismo institucional también hemos aprendido que en un nuevo proceso de este tipo debemos hacer un esfuerzo importante en encaminarlo con la cooperación entre todos. Esas son las lecciones aprendidas.
-Quizá entonces se confundió un proceso de paz con una estrategia de acumulación de fuerzas soberanistas...
-Nosotros intentamos en el año 98 que aquello fuera un proceso de paz en el que todos pudiéramos formar parte. Hubo muchas desconfianzas entre unos y otros y efectivamente se confundió, fruto de aquellas desconfianzas, lo que era un proceso de paz con un proceso soberanista. Todos hemos aprendido las lecciones del pasado y tenemos una nueva oportunidad que debemos aprovechar.
-¿El nacionalismo, y el PNV en concreto, teme quedarse fuera de juego en este proceso de paz que parece pivotar sobre todo en torno al Gobierno socialista y a la izquierda abertzale?
-En absoluto. Primero porque nuestra apuesta ha sido clara e inequívoca a favor de este proceso. Yo yo no voy a decir más. Pero el PNV en el último año y ocho meses ha jugado con mucha lealtad en todo esto, con conocimiento de muchas materias. Y lo va a seguir haciendo. Hubiera sido fácil para nosotros poner en el tráfico partidista muchos de los datos que sabíamos y no lo hemos hecho y no lo vamos a hacer. Cuando llegue el momento, cuando todo esto termine, hablaremos de todo esto con más tranquilidad. Dicho esto, la paz no es sólo algo que afecta a los poderes del Estado y a ETA. En un proceso democrático, la paz tiene que respetar también los procedimientos democráticos. Las posiciones de cada uno son legítimas pero son de partido. Pero en este país tenemos unas instituciones y un lehendakari y creo que las instituciones vascas, que no representan ni al PNV, ni al PSE ni al PP ni a Batasuna, ni a EA, ni a Ezker Batua ni a Aralar, sino al conjunto de la sociedad vasca, tienen que tener un papel de colaboración y participación en el proceso de paz en muchas materias.
-¿Cómo?
-Desde la propia verificación de que esta paz se va a llevar adelante. No podemos obviar que las competencias de seguridad están en manos de las instituciones vascas. O en el proceso de reconciliación y en el de observación del cumplimiento de los derechos humanos. Estoy convencido de que el lehendakari y las instituciones vascas tienen que tener un papel relevante en el proceso de paz. No tanto el PNV ni el PSE ni Batasuna. Son las instituciones que representan a la sociedad vasca. Y es muy importante respetar la voluntad de la sociedad vasca en el futuro. Tan importante como eso es respetar la voluntad de la sociedad vasca expresada hasta este momento. Para ello tenemos unas instituciones, un lehendakari, un Parlamento y un Gobierno. La sociedad vasca a través de sus instituciones debe ser un agente activo en ese proceso de paz.
-La izquierda abertzale les reprocha que ustedes quieren poner palos en la rueda como lo hicieron también en las conversaciones de Argel...
-El PNV va a ser absolutamente leal con un proceso de paz y lo va a seguir siendo. Lo fue en 1988, lo fue en 1998 y 1999. Y lo será ahora.
-A la vez la violencia ha dejado heridas muy profundas. ¿Cómo gestionar este proceso amparando a las víctimas?
-Por eso mi ilusión es contenida y convive con la tristeza por lo que ha pasado y por la tragedia que ha ocurrido. Estoy gratamente impresionado por los testimonios humanos de muchas víctimas y por su apuesta por que no haya más víctimas. No debe haber conceptualmente vencedores y vencidos al final del camino. Difícilmente se puede construir una convivencia sobre vencedores y vencidos, pero sí creo que tiene que haber ideas vencedoras e ideas vencidas. Las ideas vencedoras tienen que ser el respeto a la libertad, a los derechos humanos más básicos, el derecho a la vida, la idea de que los proyectos son legítimos si son democráticos, que los proyectos totalitarios no son legítimos. Construir esa sociedad sin personas vencedoras y personas vencidas pero con ideas democráticas vencedoras e ideas totalitarias vencidas es el mejor homenaje que podemos hacer a personas que han sido víctimas del fanatismo y la intolerancia. Por eso los pasos que vayamos dando tenemos que darlos desde un profundo reconocimiento social y político a las víctimas de todo tipo de terrorismo, la gran mayoría de ETA, pero sin olvidar otros grupos terroristas como los GAL o el Batallón Vascoespañol. Y luego mucha delicadeza en los pasos hacia la reconciliación, que deberán contar con ese cuidado exquisito ante estas personas. Cuando todo termine, se hablará de ETA, de la tragedia que fue y de la perversión de valores que supuso. Y yo espero que esa intolerancia vaya desapareciendo, que sepamos respetar al adversario como persona y a respetar la legitimidad de sus proyectos.
-¿La izquierda abertzale está en ese punto?
-Quiero pensar que sí. La pedagogía no se hace de un día para otro. Una de las cosas que nos han traído a la paz, que han sido muchas, ha sido la reflexión política y social en la izquierda aber-tzale de que se puede hacer política sin violencia. Están en una transición hacia ese punto.
-¿Han llegado tarde a esa reflexión?
-Pues sí, 29 años tarde. Pero bienvenida sea la esperanza.
-¿ETA ha sido derrotada?
-Yo nunca he tenido complejos en esta materia pero en estos momentos tenemos que ser cuidadosos hasta en el lenguaje. Yo quiero una sociedad sin personas y sin colectivos derrotados y vencidos. Son las ideas totalitarias las que deben derrotarse. Pero yo entiendo las razones de las personas que han sufrido. Yo quiero una sociedad sin odio para mis hijos. Por eso me vienen a la cabeza muchas situaciones vividas en primera persona.
-¿Cómo debería cambiar la política penitenciaria a partir de ahora?
-La política penitenciaria tendrá que acompañar al proceso de paz de forma consensuada y flexible. Pero de entrada hay que empezar a activar mecanismos de política penitenciaria y algunos de ellos pasan en el corto plazo por el cumplimiento de derechos humanos de personas presas, que también son sujetos de derecho. Es decir, por el acercamiento de los presos a sus lugares de origen.
-¿Y cómo ve las actuaciones judiciales en este nuevo tiempo?
-Me gustaría que salieran del extremo del péndulo en el que han estado al calor de los impulsos políticos. La Justicia también debe ser coherente con el contexto social y por tanto con la situación de esperanza.
-¿Y la mesa de partidos?
-Hay que cuidar los tiempos. No sería bueno que solapásemos directamente en el tiempo un diálogo entre el Gobierno de Zapatero y ETA con un diálogo entre partidos. No es bueno visualizar que los acuerdos políticos son el fruto de ese diálogo para la paz con ETA. Por higiene democrática hay que separar los planos.