Son tiempos agitados que Joseba Egibar considera que reflejan que estamos «en un momento importante para abordar un proceso de paz y el intento de solución del conflicto político. Estamos en vísperas de una nueva oportunidad».
¿Y en qué se materializa?
Si se da un proceso de paz, ayuda a que nadie pueda esgrimir la existencia de la violencia como excusa para no abordar el problema político de fondo. Un proceso de paz, incluso en sus prolegómenos, sacaría a la luz la verdadera dimensión del conflicto político.
¿A qué atribuye toda la rumorología de los últimos días?
El propio José Luis Rodríguez Zapatero, con sus manifestaciones, está alimentando la idea de que es inminente el día en que ETA vaya a declarar algo. Si la Presidencia del Gobierno alimenta eso se entiende que además de los datos que pueda tener atisba algo más. E indepen- dientemente de lo que él diga, también en la sociedad vasca, a través de los agentes sindicales, sociales y políticos, se está lanzando la idea de que hay un nuevo escenario que puede arrancar en un tiempo razonablemente breve. Además, 2006 es el año para fijar los anclajes de un proceso de paz y normalización porque no hay elecciones. Luego se abre un paréntesis. Las elecciones del 2007 son también una reválida para el presidente del Gobierno y si le salen bien valorará la posibilidad de adelantar las generales de 2008, porque él está librando una batalla con el PP, que le está sacudiendo sin piedad.
¿Ve factible la creación en los próximos meses de una mesa de partidos?
Eso no va a ser tan fácil. Aquí hay una primera parte en la que ETA y el Gobierno siguen manteniendo una línea de contactos, del nivel que sea, que le ofrecen la seguridad al presidente del Gobierno para decir pública y solemnemente lo que está diciendo. Habrá, creo, una primera fase de reconocimiento de interlocutores entre las partes en no sé qué contexto, qué marco o qué país... Esa primera mesa va a posibilitar el inicio de la mesa de partidos, y el desarrollo de esta segunda cerrará la primera.
En estos días se ha conocido el documento del PSE. ¿Qué opina de su contenido?
Lo he leído y tengo algunos subrayados. Creo que se sitúan como observadores de un proceso de paz y de resolución del conflicto político, cuando son actores de una importancia indudable por su representación en los cuatro territorios de Hego Euskadi y por su interlocución con el PSOE. Siendo importante hablar del método de la mesa, creo que hay una premisa que no es una condición, que es lo que se dio en Irlanda con la Declaración de Downing Street en la que Londres y Dublín reconocieron a los norirlandeses su derecho a decidir su futuro.
¿Cree, entonces, que los partidos cuando se sienten a la mesa tienen que tener la garantía de que lo que allí se decida «va a misa»?
Lo que de allí salga tendría que ser respetado. El PSE incluye en su documento un recorrido que significa que eso que pudiera salir de esa mesa de partidos después tiene que superar el cedazo de la otra soberanía. Pero el problema no es que lo que salga satisfaga a los representantes de la soberanía española, sino que si la soberanía española quiere que se resuelva el conflicto reconozca que existe un pueblo con derecho a decidir y que quiere pactar el ejercicio de ese derecho a decidir. No vamos a empezar a discutir si el pueblo vasco existe.
En ese sentido, lo ocurrido con el Estatuto de Catalunya es un mal ejemplo...
Allí se embarcaron en un proceso de reforma del Estatuto y con un consenso amplísimo van a Madrid y allí el PSOE, con su superioridad y hostigado por el PP, decide que no pasa nada de lo que no quepa en el marco constitucional, que además estiran o encojen en función de su interés político. El ejemplo de Catalunya no nos sirve a efectos de abordar una solución al conflicto político. Y desde la perspectiva nacionalista hemos visto que Zapatero ha aprovechado la división entre CiU y ERC para, si el Estatut se aprueba en los términos pactados, cerrar la espita catalana para un par de generaciones.
¿Eso debe ser una lección para el nacionalismo vasco?
No tengo ninguna duda. Si el nacionalismo vasco, a la hora de abordar una modificación de marco que pueda contemplar una solución del conflicto, no comparte unos mínimos, el PSOE va a aprovechar esa situación, porque siempre tendrá algo que ofertar a alguna de las partes que le suponga menos cesión desde la perspectiva de Estado. Zapatero o el PSOE no van a ir a resolver por magnanimidad un problema histórico diciendo ahí está el pueblo vasco y tiene derecho a decidir. A Zapatero le tienes que colocar en ese trance.
¿Cómo?
Compartiendo unos mínimos. Después él optará por solucionar o no solucionar el conflicto. Porque puede tener la tentación de querer presentar como un activo el hacer desaparecer la lucha armada y dejar el conflicto sólo en el terreno democrático para que siga ahí, pero sin ofrecer garantías de que lo que decidamos lo vaya a aceptar. O puede encontrar distintas opciones dentro de la pluralidad del mundo nacionalista. Uno de los planes B de Zapatero puede ser ofrecer un final dialogado a ETA y dar cauce político a la izquierda abertzale para que pueda desarrollar su proyecto a lo largo de los años. Y hay otra parte del mundo nacionalista que el PSOE considera que debe volver al sitio del que nunca debió salir, el del desarrollo autonómico con los aditivos de una negociación bilateral. Es decir, Estatuto a la catalana. Zapatero cree saber cuáles son los límites del PNV y por eso una de sus estrategias es la de ningunear al lehendakari.
¿Y cabe la posibilidad de que el PNV vuelva a ese sitio del que nunca debió salir?
No. Hay dos mojones que se han establecido en los últimos años no sólo en el PNV con sus ponencias, sino también por el Parlamento vasco, y que son pueblo vasco y derecho de autodeterminación.
Antes hablaba de los ataques al lehendakari. Dentro de las filas del PNV hay gente que echa de menos que el partido defienda al lehendakari...
Es posible que exista esa sensibilidad. En cualquier caso creo que el lehendakari tampoco tiene necesidad de que se le defienda. Para mí tiene un valor cualitativo que otros dentro de la clase política no tienen. Tiene credibilidad y, aunque se diga que en los últimos meses ha perdido protagonismo e incluso nuestra gente se pregunte qué pasa que no sale el lehendakari, tiene la capacidad de liderar a este país. Es el lehendakari quien en los últimos años ha marcado el camino, aunque la izquierda abertzale y ETA en el último “Zutabe” que he leído diga que «ya hemos ganado porque pueblo vasco y derecho a decidir, que eran nuestro objetivo, ya están instalados en el debate político». Tendrá su parte de razón, pero el liderazgo ha sido del lehendakari. ETA, después de 46 años de lucha armada, con todo el sufrimiento propio y ajeno generado, ve que va un señor de Laudio, Ibarretxe, que sin tocar ni amenazar a nadie lleva al Congreso de los Diputados en nombre del Parlamento vasco las bases de un proceso de resolución. Eso es lo que ha hecho el PNV «apoltronado» e «instalado en el coche oficial». Pero no es cuestión de liderazgo, porque si el PNV se duerme alguien cogerá eso.
¿Cuáles son las bases de la iniciativa del PNV “Elkarbizitzarako bake bidea”?
Se dice que hay que respetar la voluntad popular, que estamos dispuestos a llegar a acuerdos para establecer los procedimientos para hacer efectivo ese derecho y, mostramos también la disposición a que el ejercicio de ese derecho a decidir integre a las distintas sensibilidades de la sociedad vasca. Y en el apartado de proceso de paz y de respeto de derechos humanos hay todo un capítulo, igual que en lo relativo a víctimas y reconciliación.
¿Cuál debe ser el resultado de la mesa de partidos?
La propuesta pactada del ejercicio del derecho a decidir que vayamos a hacer a la ciudadanía. Pueblo vasco y derecho a decidir son los cimientos sobre los que se construye este nuevo edificio. Lo que hay que pactar es el ejercicio. El punto de encuentro no está en discutir sobre el derecho a decidir sino en pactar su ejercicio. Establecidas las reglas de juego cada partido o grupo de partidos puede proponer lo que quiera a la ciudadanía, desde la independencia a la retirada de la autonomía y la plena integración en España como región. El derecho a decidir es o no es, porque el codecidir ya no es decidir.
El PNV manifestó el pasado 9 de febrero que «el blindaje jurídico definitivo del Concierto deberá ser materia clave en el nuevo marco jurídico, en el nuevo Estatuto en definitiva, que emane tras el acuerdo de normalización política en Euskadi» ¿Es eso lo que van a llevar a la mesa de partidos?
El Concierto Económico es una herramienta de autogobierno pero ya hay otras instancias para tratarlo. Ahí están las enmiendas presentadas en el Congreso a la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. En una mesa de partidos se podrá hablar del tema, pero eso no puede ser lo sustantivo.
El PNV está relanzando e impulsando últimamente Galeuscat. ¿Con qué objetivo?
Es una propuesta que surge de la Declaración de Barcelona, firmada en 1998, que pretende decirle al Estado que en su estructura política tiene una serie de naciones que si quiere que estemos en esa estructura política tiene que admitir el principio de que tenemos derecho de autodeterminación. Durante un tiempo, por avatares de todo tipo, incluso por urgencias de los propios partidos que lo componemos, ha tenido sus momentos de hibernación. Ahora se busca, en la medida de lo posible, rescatar ese diagnóstico compartido. El momento más álgido de la Declaración de Barcelona fue al inicio.
¿También usted desea «formar parte de un Estado español que respete la pluralidad de las naciones, lenguas y culturas» [Palabras de Josu Jon Imaz]?
(Sonríe) Primero tengo que conocer esa oferta. Lo que no pueden hacer es imponérmela. Yo creo en una Euskal Herria, será a dos velocidades o a las que sea, que sea dueña de su destino en un mundo globalizado e interdependiente pero en el que tenga derecho a su solar. El solar vasco es de los vascos, de todos los vascos, no sólo de los nacionalistas. Y en ese solar tenemos derecho a construir nuestra casa. Yo creo en eso.
Mirando a las elecciones municipales, el GBB ha pedido a sus organizaciones municipales que vayan preparando candidaturas sin esperar a EA...
Hemos trasladado a nuestras organizaciones un análisis político de esto que estamos hablando y, de cara a la cita electoral del 2007, decimos que la coalición con EA tiene un valor político y estratégico. Desde esa perspectiva, creo que en nada ayuda esperar a enero para tomar esa decisión. Como EA dice que «ya veremos», «depende de la coyuntura»... yo no entiendo que lo que es valor hoy deje de serlo en enero. A la gente se le ha dicho que creemos en la coalición, pero como no tenemos respuesta, les decimos que se preparen por si tenemos que ir solos para ir a por todas. No hemos empezado a hacer listas ni hemos tenido intención de molestar a EA.
Es llamativo que estos movimientos se inicien en Gipuzkoa, donde la dirección de EA es más proclive a la coalición...
No tengo ninguna duda de que quieran la coalición, ya lo ha dicho Iñaki Galdós. Pero yo no entiendo qué análisis están haciendo. Como no lo sé, voy a respetarlos.
¿Un proceso de resolución del conflicto puede originar también cambios del mapa electoral?
La izquierda abertzale va a pretender que ese proceso lleve aparejado un fortalecimiento de su posición y crear un pequeño tsunami. Es lógico y normal que lo intenten y ojalá les vaya bien en lo que es la consolidación de su cuerpo político y electoral. Con un desafío, además, para la izquierda abertzale, que después de tantos años tiene que pasar de una fase en la que había más de una dirección política a otra en la que tiene que ostentar la dirección en exclusividad del conjunto de la izquierda abertzale en una fase política y democrática.Eso le da recorrido y eso va a provocar que espacios intermedios entre partidos de referencia no tengan la cosa fácil.
Hablando de elecciones, ¿Joseba Egibar se presentará de nuevo a las elecciones a la presidencia del EBB?
Eso está lejos. Primero tenemos el proceso y la normalización, luego las elecciones municipales y forales y después viene el proceso interno. -