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Urria 28 | 2005 |
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Etxenike: "España y Euskadi no son países desarrollados en ciencia"
Con una cena familiar y un postre especial celebró Pedro Miguel Etxenike el Premio Nacional de Investigación 2005 Blas Carrera en el área de Ciencias Físicas de los Materiales y de la Tierra. «Compré una tarta de chocolate con mis hijas Ainhoa y María. La eligió María, que tiene cuatro años». Dos días después de merecer la distinción del Ministerio de Educación y Ciencia, recibió a EL CORREO en su despacho del Donostia International Physics Center (DIPC) para hablar sobre ciencia.
 
-¿Cómo explicaría a sus hijas el trabajo por el que le han premiado?
 
-Los ojos de la Física son las sondas: uno puede lanzar rayos X y ver lo que hay dentro de un material, lanzar electrones y ver cómo salen. Esa sonda nos da información sobre lo que hay dentro. Una de las zonas más difíciles de entender y de separar del resto de un material es la superficie. Es donde empieza todo y también la parte más pequeña. Y a eso hace una referencia el premio; pero, en general, creo que es un reconocimiento a la labor científica de una vida.
 
-Cuando uno tiene tantos premios, ¿qué queda por conseguir?
 
-Queda dar respuesta a los problemas que tenemos, que cada vez son más importantes en ciencia. Porque toda investigación científica que se precie deja dos preguntas donde antes sólo había una. Queda seguir avanzando en la ciencia como conocimiento, como instrumento de generación de riqueza, como parte de nuestra cultura... y transmitirla a la sociedad. Tarea no me falta.
 
-¿España está bien colocada en ese avance del conocimiento?
 
-España tiene grandes investigadores y grandes grupos, pero no es un país grande. La arquitectura institucional no permite una respuesta flexible. Hoy, para competir en ciencia, hacen falta rapidez en la respuesta, flexibilidad, capacidad de atraer gente para ponerla a trabajar en un problema concreto... Si queremos hacer contribuciones relevantes, que aporten algo nuevo, necesitamos todo eso, además de atraer a talentos y tratar bien a los que ya tenemos. Estamos todavía lejos de esa situación.
 
-¿Qué es lo más urgente?
 
-Crear puestos estables, en condiciones personales y profesionales adecuadas, para esa generación de científicos que está entre los 30 y 40 años, algunos de los cuales hemos atraído y cuya valía ya ha sido reconocida internacionalmente. Si no lo hacemos, todo lo demás no tiene sentido. Ha llegado el momento de pedir eso.
 
-Los políticos hablan de eso desde hace años.
 
-Es el momento de menos discursos y más recursos. Lo dije en el Congreso de los Diputados y lo digo aquí. Ha llegado la hora de la acción. Y esa acción debe ir acompañada de una política científica a largo plazo que apueste por la Universidad, como han hecho en Finlandia. La estabilidad presupuestaria es muy importante para que los dirigentes universitarios vean cubiertas sus necesidades mínimas con holgura y pueda hacerse ciencia sin apreturas.
 
-¿Es la Universidad pública la gran abandonada?
 
-En términos relativos, ni aquí ni en España recibe la Universidad el tratamiento que merece. Es el momento de un plan nacional en el País Vasco de apoyo a la UPV y al sistema universitario en general. Tenemos la capacidad y el talento para aprovechar mucho y bien el dinero que se invierta.
 
-Y competir internacionalmente.
 
-No podemos hablar de competir en el mundo con instrumentos del pasado. La Universidad y su financiación es una de las cosas en las que más diferencia tenemos con los países desarrollados.
 
-¿No lo somos?
 
-En su conjunto, España no es un país desarrollado desde el punto de vista de la ciencia. Ni el País Vasco. Esto no nos debe llevar al pesimismo, porque hemos avanzado muchísimo y hay grandes grupos; pero la arquitectura institucional no actúa de catalizador, sino de freno de las iniciativas.
 
-¿Se refiere a al burocracia?
 
-No sólo a la burocracia, sino también a una estructura funcionarial, una falta de flexibilidad en el tratamiento de los problemas, unas rigideces en el campo legislativo que pretenden regular todos los detalles... Sabemos cuáles son los mimbres con los que hay que hacer la cesta. La mejor política científica consiste en tener centros públicos y universidades que trabajen en las fronteras del conocimiento. La mejor forma de garantizar el avance de la ciencia es crear oportunidades para los más creativos.
 
-¿Cómo convencemos al ciudadano vasco de la importancia de la ciencia cuando, teniendo una Universidad pública y una tradición tecnológica, la valora menos que la mayoría de los españoles?
 
-Eso me ha sorprendido. Quisiera conocer más detalles de ese estudio de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Mi impresión es que los ciudadanos aprecian la ciencia. Otra cosa es que no sepan tres cosas que hay que saber.
 
-¿Cuáles?
 
-La primera son los principios generales: si un electrón es más pequeño o más grande que un átomo, la gravitación...
 
-Los conceptos básicos.
 
-Sí. La segunda se refiere a cómo funciona la ciencia, qué son preguntas científicas y qué no lo son, qué es ciencia y que es otra cosa... Mucha gente ha sufrido y contribuido a lo largo de la Historia para crear una cultura científica y haríamos un flaco servicio a la sociedad si diéramos el mismo peso a la ciencia que a cosas que pertenecen a otros ámbitos que pueden ser valiosos, pero que no son ciencia. El científico debe explicar a la sociedad cuáles son los principios generales de la ciencia y alzar su voz en defensa de la racionalidad.
 
-¿Qué tercera cosa debe saber todo ciudadano?
 
-La importancia económica de la ciencia. No sólo es parte de la cultura moderna, sino también determinante de nuestro bienestar. La ciudadanía ha de ser consciente de que los artífices del desarrollo económico del País Vasco han sido personas formadas principalmente en la Universidad. Una sociedad informada en estos temas es más libre para decidir, porque la cultura del XXI va a ser científicotecnológica.

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