Iñaki Anasagasti
23Urria
2005
23 |
Iritzia

AJURIAGUERRA Y GIL ROBLES

Iñaki Anasagasti
Urria 23 | 2005 |
Iritzia

Se está recordando desde el 13 de septiembre el 25 aniversario del fallecimiento de José M. Gil Robles, un personaje hoy desconocido pero que en tiempos de la República, junto con Azaña, Calvo Sotelo, Prieto, Besteiro y Largo Caballero fue un hombre clave hasta el punto que a las elecciones de 1936 fue con un solo lema: “A por los trescientos”. Quería ese número de diputados, le llamaban “El Jefe” cuando a Mussolini le apelaban “El Duce” y a Hitler “el Fuhrer” y estuvo a punto de condicionar lo que iba a ser la España de su tiempo. No sabemos qué hubiera pasado de haber arrasado en aquellas elecciones de 1936, que las ganó el Frente Popular y eso hizo que esa derecha asilvestrada, junto con los militares, preparara la sublevación del 18 de julio.

Lo traigo a colación porque en aquellos años anteriores y posteriores a la muerte de Franco en 1975 el PNV formaba parte de una plataforma política que se llamaba Equipo Demócrata Cristiano del Estado Español en la que estaba Gil Robles, cuya admisión en ese club había sido laboriosa ya que, a pesar de que había tenido que exiliarse a Estoril, se le veía como uno de los responsables de la guerra civil en el bando de los vencedores, quería, tras la muerte de Franco volver, como Carrillo, al primer plano de la política.

Por aquellos años, el dirigente del PNV Juan Ajuriaguerra andaba dando vueltas por Europa con ese Equipo y con Gil Robles, y eso venía bien para enviar un mensaje de reconciliación ante lo que pudiera venir tras la muerte de Franco. Ajuriaguerra, líder del PNV y condenado a muerte en 1937 y Gil Robles el ministro de Defensa de aquel bienio negro que tuvo al general Franco bajo sus órdenes, proyectaban una buena imagen de futuro a pesar de la edad.

Recuerdo también que los del Equipo le llamaban el Elefante y que tras la pérdida absoluta en junio de 1977, ya que no salió elegido ni él, aquel que iba en 1936 a por los trescientos, radicalizó su mensaje antinacionalista y dijo, tras la aprobación del estatuto de Gernika que éste era el primer paso hacia la independencia y que se tuviera cuidado con nosotros.

Le conocí en marzo de 1977. El Equipo DC organizó en el hotel Meliá de Madrid un “Encuentro con Europa” donde se trajo a lo más granado de la política democristiana europea de su tiempo para proyectar la imagen de homologación internacional y apuesta por la inclusión del estado español en una Europa en construcción que alejara todos los fantasmas del pasado. Y ahí, una vez más, la imagen de dos veteranos como Ajuriaguerra y Gil Robles junto a Ruiz Jiménez, al que llamaban “Sor Intrépida” y a quien vi recientemente en el homenaje a Carrillo bastante sordo y limitado por la edad, venía bien para que en las cancillerías europeas pensaran que la transición española se iba a basar en el perdón y en el no mirar atrás.

Gil Robles era hijo de Enrique Gil Robles, un importante miembro de la Comunión Tradicionalista que participó activamente en la política de la Restauración al servicio del Rey carlista Carlos VII. Terminó el bachillerato a los quince años y se doctoró en derecho en Madrid con 22, incorporándose a la cátedra de derecho Administrativo de Gascón y Marín obteniendo poco después la cátedra de derecho político de la universidad de La Laguna, aunque pidió la excedencia para dedicar todo su esfuerzo al diario “El Debate” que había fundado el periodista santanderino que fue Angel Herrera Oria, hoy en proceso de beatificación.

Según Cristina Barreiro, profesora de Historia Contemporánea de la Universidad San Pablo CEU de Madrid, Herrera fue quien “consciente de sus cualidades, vio en Gil Robles a la persona idónea para organizar la derecha española”. Herrera, que después llegaría a Cardenal, y el jesuita Ángel Ayala, fueron quizás las personas que más influyeron en Gil Robles para dar el salto a la acción política.

Gil Robles apoyó la sublevación militar de 1936 como golpe de estado tras el asesinato de Calvo Sotelo. Como relata el notario Ignacio de Prada, probablemente el último amigo vivo de Gil Robles, en el boletín de la Asociación Católica de Propagandistas, “a José María no lo asesinaron porque cuando los guardias de asalto fueron a buscarle a su casa no se encontraba en Madrid”.

De todas formas, al líder derechista no le gustó el sesgo que tomaron los acontecimientos durante la guerra civil y se exilió en Portugal trabajando, desde entonces, por la causa de Don Juan. En 1962 participó en el denominado “contubernio” de Munich lo que le supuso un nuevo exilio en Ginebra de otros dos años.

Fue, también, un brillantísimo abogado y asumió la defensa de causas sonadas durante el final del franquismo como la de Vilá Reyes y el caso MATESA. Su hijo José María Gil Robles y Gil Delgado fue presidente del Parlamento Europeo y Álvaro es el actual comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa.

¿Dónde estaría hoy políticamente Gil Robles?. Con Rajoy, Acebes y Zaplana. Su periplo vital, prudente en virtud de su pasado antes de la muerte de Franco y, cada vez más derechista al final, nos hacen pensar que no había aprendido nada, ni había olvidado nada a pesar de que la imagen de la reconciliación que practicó con Ajuriaguerra le había dado mucho juego. Con el tiempo se ve que todo fue una simulación.

El PNV, que podía haber esgrimido el discurso de la revancha, no lo hizo, por eso conviene recordar estas cosas en este silencioso aniversario.

Nota: Hecho el comentario, si usted desea conocer como vivimos la Cumbre de Salamanca o la reunión de la COSAC en Londres, pinche a www.ianasagasti.com. Allí también estoy.

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