Deia
HABLANDO CON ÉL, enseguida se percibe que el presidente del EBB del PNV, Josu Jon Imaz (Zumarraga, 1963), es más optimista que antes del verano sobre las perspectivas de éxito del proceso de pacificación y normalización de Euskadi. Quedan muchos nubarrones que despejar, pero el horizonte lejano aparece menos brumoso conforme todos los agentes van asumiendo que ésta es una oportunidad sin precedentes.
Se asegura que aún nos hallamos en la antesala de un proceso de paz. ¿Tan largo nos lo fían?
No nos debemos enredar en el lenguaje y hay que ser prudentes porque estamos ante una expectativa razonable para abrir un horizonte de paz. Más que calificar cuál es exactamente la fase del proceso, lo importante es que todos asumamos nuestra responsabilidad para empujar en esta dirección. A partir de ahí, hay un paso fundamental, que le corresponde a ETA, que es el cese indefinido de la violencia.
El ministro Alonso se ha mostrado inflexible respecto a un acercamiento de los presos de ETA. Esa posición, ¿es fruto de la presión mediática o responde a un planteamiento de fondo?
No es el camino acertado. La presión en las declaraciones no aporta gran cosa para los tiempos que pueden venir, pero es evidente que una democracia no se debilita, sino que se fortalece, cuando da pasos en la línea de reforzar los derechos de las personas en cualquier circunstancia. Esto no está vinculado a ningún tipo de negociación. Son ya demasiados años en los que una serie de personas absolutamente inocentes, como son los familiares de los presos, están sufriendo un castigo, una especie de "daño colateral", con toda la carga trágica que tiene ese término.
El PNV estuvo en la génesis no del alejamiento pero sí de la dispersión...
Quiero evitar frases polémicas, pero no debemos confundir acercamiento con concentración, ni alejamiento con dispersión. A ningún preso le asiste el derecho a estar concentrado, sino a estar cerca del lugar de residencia. Si el PNV, hace ya muchos años, tomó una posición de ese tipo, fue siempre buscando una política de reinserción que pudiera servir para desenganchar a estas personas del círculo cerrado de ETA. Pero, desde luego, el PNV nunca ha apoyado ni va a apoyar una política de alejamiento porque conculca derechos.
¿El acercamiento es una condición ‘sine qua non’ para que el proceso de paz avance?
El Gobierno español tiene que dar ese paso. En cualquier caso, si la izquierda abertzale, y quiero pensar que es así, ha interiorizado el discurso de Anoeta, ETA debe proceder a un cese de todo tipo de violencia. Eso supondría la activación de dinámicas muy distintas y el Gobierno español debería comprender que la humanización en ningún caso perjudica a la paz. Es un factor de confianza en la generación de dinámicas de paz.
¿Le parece realista esperar del Gobierno español una declaración similar a la de Downing Street?
Me gustaría que el PSOE pudiera asumir posiciones como la del alcalde de Donostia en torno a esta cuestión, pero creo que, dado el clima en la sociedad española, al Gobierno socialista le sería mucho más fácil hacerlo en una situación de distensión definitiva por parte de ETA.
De lo que ha trascendido de la Asamblea Nacional clandestina de Batasuna, ¿hay alguna aportación para generar esa nueva dinámica?
Si tenemos que atender a las declaraciones de sus dirigentes, debo entender que por parte de la izquierda abertzale sí existe una voluntad de avanzar en este proceso. Falta el paso de ETA para que podamos trabajar en un escenario de normalización política. En el PNV nos implicaremos a tope para que así sea.
¿Existe coincidencia entre las palabras y los hechos de la izquierda abertzale?
Todavía hay cosas que me chirrían en los discursos de la izquierda abertzale, pero estoy seguro de que a la izquierda abertzale le sucede lo mismo con el PNV. También me chirrían muchas cosas que vienen del ámbito del PSOE. No conviene olvidar que en este país ha habido una fractura social del carajo. No obstante, creo que, si queremos generar una dinámica de confianza política, tenemos que ser capaces de distinguir en los discursos la parte que corresponde a la defensa del propio acervo, que muchas veces no compartiremos, y lo que son las contribuciones para ir generando un espacio común
No parece que los dirigentes de la izquierda abertzale identifiquen al presidente del EBB con la parte del PNV que más confianza les produce...
El PNV es uno y el presidente del EBB representa y habla en nombre de la Ejecutiva Nacional y ésta, a su vez, en nombre de la Asamblea Nacional del partido. Siempre, desde fuera, nos van a intentar enredar. Para Batasuna es mucho más fácil, y siempre lo ha sido, negociar con un PNV al que trata de dividir, y para el Partido Socialista también. Esto forma parte del catón de la política, pero es un discurso cortoplacista. Yo no me voy a dedicar a distinguir entre los discursos de uno y de otro en la izquierda abertzale o en el PSOE... y fíjese si hay material. El PNV es uno y tiene una única posición pero no somos un partido a la búlgara. Tenemos 30.000 personas que piensan, y cuando es así hay matices, afortunadamente.
¿Le preocupa la intervención desde el ámbito judicial en el proceso de normalización?
Sí, me preocupa. No debe ser un obstáculo insalvable, pero a veces da la sensación de que Garzón tiene seguidores que juegan a aprendices de brujo. Ese afán por tratar de recortar derechos políticos desde el ámbito judicial me preocupa porque merma las libertades y porque no contribuye a que las cosas discurran por caminos razonables.
¿Tendrá éxito el intento de colocar a las víctimas del terrorismo como barricada frente a una solución?
Si algo merecen las víctimas es respeto y reconocimiento social. Como sociedad vasca tenemos que hacer un esfuerzo supremo para reconocer a las víctimas su sufrimiento. En cierta forma, han sido la primera línea, la primera trinchera frente a la violencia. Pero lo que me da una pena añadida es que se trate de manipular políticamente a las víctimas, ya que les están convirtiendo en víctimas por segunda vez. Eso es lo que está haciendo el PP.
¿Se está avanzando en la fluidez del diálogo "discreto" entre los partidos?
Sí, sin género de dudas y esto se debe a todos. Sin entrar en más harina, porque hay que mantener ámbitos de discreción, es cierto que todos estamos haciendo un esfuerzo. Creo que la clase política vasca está respondiendo a las expectativas de la sociedad. Vamos a ver si somos capaces de canalizarlas, pero hay una serie de agentes que están dando pasos importantes en ese sentido.
¿LAB es uno de ellos?
Sin ninguna duda. Creo que en los últimos años ha llevado a cabo un trabajo importante para acercar al ámbito institucional y democrático a ese mundo de la izquierda abertzale. Es posible que la acción sindical les haya llevado a esta dosis de realismo pero, en cualquier caso, valoro positivamente su labor.
¿Es más optimista que, por ejemplo, en el Aberri Eguna?
Sí, aunque sigo siendo prudente sobre todo porque las cosas pueden salir mal y podemos estar inflando un globo que al final se pinche, aunque creo que en estos últimos meses se han dado pequeños pasos en la dirección correcta. Tengo una prudente esperanza.
¿Le ha sorprendido el último documento de ELA y, sobre todo, sus referencias a la mesa de partidos?
Es un documento más complejo de lo que algunos titulares han transmitido pero, en lo que respecta a cómo valora el momento político y a la posibilidad de una solución, el PNV tiene una discrepancia de fondo. Pero no sólo el PNV. El acuerdo tripartito con EA y EB hace una apuesta por alcanzar un acuerdo amplio sobre el problema de la normalización que aglutine a diferentes identidades políticas. Aspectos como el del sujeto político, la capacidad de decisión, la obligación de pactar o la territorialidad deben discutirse entre todos en una mesa de normalización política. ELA va en una dirección muy diferente en un momento en que la sociedad no nos demanda fracturas ni confrontación democrática, sino capacidad de acuerdo.
Por lo tanto, ¿el esquema de la confrontación democrática está ya superado?
Desde luego no debe ser un camino de futuro, en absoluto. Sobre todo porque hay condiciones para trabajar por otra vía y porque la sociedad nos dio un mensaje el 17 de abril. El PNV ha entendido el mensaje: la sociedad vasca nos demanda soluciones políticas, y un acuerdo de futuro para una nueva generación pasa por dialogar entre las diferentes sensibilidades políticas de este país.
Pues el esquema de la acumulación de fuerzas soberanistas parece seguir tentando a muchos abertzales...
Quiero que haya nación vasca, porque soy abertzale, y ello exige fundamentalmente una sociedad cohesionada. Desde el aber-tzalismo tenemos que hacer un esfuerzo especial en ese sentido porque nos jugamos más que nadie en el envite.