Acabó el verano. Dio comienzo el curso polÃtico y educativo. Se fue el Circo Mundial y con él, los elefantes. Les vi marchar y me acordé lo que polÃticamente decÃamos en 1977. «Hay que comerse el elefante a trozos». Se tenÃa claro que la meta era comerse todo el elefante, es decir, lograr la soberanÃa vasca. Y sólo habÃa dos maneras de hacerlo. De un solo bocado o a trozos.
De un solo bocado o a trozos.
De un bocado era imposible. Xabier Arzalluz nos hablaba de la política alemana del salami. Roncha a roncha, se acababa con el salchichón. Pero los que no querían que el salchichón se comiera nos decían que había que comérselo de un bocado. Nosotros les replicábamos que lo importante era comerse el elefante y comerse el salchichón. Había una meta pero también una estrategia y sus tácticas. La roncha o el bocado. Es más. Desconfiábamos de quienes nos hablaban del todo o la nada. Planteado así, siempre se acaba en la nada. Las mejores ideas son las que todos entienden.
Veintiséis años después, Euzkadi es más fuerte y más Euzkadi. No es dueña de sus destinos ni es todo lo soberana que debería serlo por la deslealtad hispana de no cumplir en su totalidad un buen Estatuto, pero la cosa no tiene ni color. Sin embargo, la política de algunos era el todo o la nada. Veintiséis años de manifestaciones, de protestas, de antisistema, y de no conmoverse ante el dolor humano, les han colocado en un berroqueño 10 al 15%. Respetable. Pero, ¿y el resto? ¿Dónde estaríamos hoy de haber seguido esa política de tierra quemada? Esa política es un reloj que atrasa.
No creo que haya más que tres maneras de lograr la independencia, la soberanía, o el pleno reconocimiento vasco. La primera puede ser la lucha armada. Inmoral. Indecente, impropia, rechazable y además perdedora, ¿o no? La segunda es que "gratis et amore" te la den con una sonrisa, porque los vascos somos muy majos. Una utopía. Huevos de helicóptero. La tercera es ganártela a pulso, fortaleciéndote, trabajando día a día, demostrando que autogobierno es bienestar, sumando, integrando, logrando complicidades, teniendo un comportamiento humano con el adversario, no creyéndote el rey del mambo, sintonizando con la sociedad. Teniendo las ideas claras. Es lo que ha hecho el PNV durante veintiséis años. Con un éxito clamoroso. Concierto. Estatuto. Poder menguado, pero poder. Envidia de los demás. Rechazando esa absurda violencia salvaje y sin alma, impropia de gente de bien. Extorsionando con el mal llamado impuesto. Haciendo la vida imposible a quien no piensa como tú.
El actual debate catalán no es más que un diario homenaje a la generación del PNV, que hace 26 años supo hacer política: Europa, Estatuto, Concierto, Derechos Históricos. De ahí que cada logro haya que destacarlo. ¿Lo harán los demás por nosotros? Desde luego, no. Nadie. Pero que no lo hagamos nosotros es absurdo. Un poco de autoestima no viene mal. No somos gatos callejeros.
El acuerdo del Cupo
Una de las características constatables del partido socialista es que no olvida nada y no aprende nada. Tropieza siempre en la misma piedra y tiende a juzgarnos como al resto de todos esos logreros, abrazafarolas y palmadores de hombros cuando debería saber por experiencia que nosotros somos gentes de piñón fijo y aunque vayamos de uno en uno, siempre decimos las mismas cosas.
Hace un año, el partido socialista en el Senado tenía el agua al cuello. Agua como la de Nueva Orleans. Si nosotros, tan sólo, nos absteníamos en el acuerdo sobre la ley de estabilidad presupuestaria, el PSOE no hubiera tenido Presupuestos en 2005 y hubiera iniciado su legislatura con un grave y sonoro fracaso. Hasta tal punto era la intermitencia de su luz roja que no le quedó más remedio a José Luis Rodríguez Zapatero que llamarle al lehendakari en el último segundo para pedirle sopitas. Lo correcto hubiera sido haberle llamado al presidente del EBB, porque los grupos parlamentarios no son instrumentos del gobierno tripartito, sino del PNV, pero habida cuenta que en juego había tres reclamaciones de interés general: pago de las facturas del "Prestige", financiación de la sanidad y aumento de la plantilla de la Ertzaintza, fue el lehendakari quien le propuso al presidente del Gobierno español esas tres condiciones para que nuestro Grupo, el del PNV en el Senado, votara afirmativamente.
Zapatero se comprometió a hacerlo, pero en un año no cumplió nada de lo dicho en aquella conversación telefónica. Lo de siempre con el PSOE. Pagos al contado frente a promesas de futuro. Dio comienzo un manoseo indecente sobre facturas, si era o no oportuno hacerlo, mientras nos decían que había que tener en cuenta los debates en Catalunya, las "kale borroka" y demás ingredientes de una empanada que nada tenían que ver con el acuerdo verbal Zapatero-Ibarretxe. Milongas dilatorias.
Ante ese panorama, nosotros pusimos el piñón fijo. «¿Queréis algo? Primero cumplir y luego hablaremos».
Así ha sido este chotis durante todo un año de mareo de perdiz, con las excusas de «no se puede», «qué dirán los demás», «si lo acordamos con vosotros qué dirán los de IU y ERC que aseguran la estabilidad del gobierno». Lo de siempre.
Por eso fue bastante patético escucharle a un destacado socialista decir que el acuerdo logrado el sábado 10 en la Conferencia de Presidentes en el Senado que, de matute, arreglaba la situación del Cupo, se había logrado porque ellos tenían que mirar al conjunto y no sólo a Euzkadi, porque eso de la bilateralidad no era bueno y la gente se ponía nerviosa. En ese comentario está la madre del cordero. Que no se note la singularidad vasca.
Por otro registro también salieron gentes muy respetables de EA y EB diciendo que no es bueno que el PNV negocie los Presupuestos Generales del Estado por su cuenta.
En primer lugar hay que decirles, con toda consideración, que el Grupo Vasco en el Congreso y en el Senado es un instrumento del PNV y no del gobierno tripartito, por lo que agradecemos la sugerencia pero conviene aclarar que cada partido tiene sus propias estrategias en Madrid, sobre todo, como es el caso del PNV que siempre actúa en clave de interés general, no en interés propio. Que paguen las facturas del "Prestige", que se amplíe la Ertzaintza y que la sanidad mejore, ¿a quién beneficia esto, sino al conjunto de la sociedad?
No sabemos si el PSOE quiere un acuerdo presupuestario en serio o pura calderilla. Lo sabremos en breve. Sabemos que les preocupa una desplumada IU que quiere matizar sus apoyos al PSOE. IU se parece cada día más a Adán el día de la Madre.
El PSOE sigue haciendo política de vuelo corto y mirando al tendido. Sólo llega a acuerdos cuando el agua le llega al gaznate. Nada nuevo. ¿Cumplir una ley orgánica como el Estatuto? ¿Cumplir la palabra dada a Ibarretxe? ¿Respetar a los grupos parlamentarios? Vamos, vamos. No os pongáis pesados con vuestro piñón fijo, con el raca, raca y el ñaca, ñaca.
Política ratonera, en resumen. Política basura. Lo dijo en su día Cánovas del Castillo, político de la derecha española: «No hay más alianzas que las que trazan los intereses, ni las habrá jamás». La gente no te apoya porque te quiere, sino por que te necesita.
Patriotas de guardia
No es de extrañar por tanto que el socialista Bono quiera marcar terreno y se vaya a Barcelona a criticar en un acto de homenaje a "Los últimos de Filipinas", a quienes "se miran en el espejo de los agravios y del victimismo y hablan de autodeterminación para que seamos menos". Bono, como el del comentario de por qué sólo se llegan a acuerdos generales, nos recordó «la igualdad de todos los españoles por encima de sexo, clase social e incluso RH». La matraca de siempre. Por su parte Rodríguez Ibarra, ésta misma semana, nos comparó con ETA «por nuestra deslealtad con el pacto de 1978», recordándonos encima de la misma manera que Bono, que somos menos frente a ellos que son más. El análisis de Ibarra, veintiséis años después de aprobado un Estatuto aún sin cumplir, es que nosotros aceptamos «la amplia descentralización política ocultando el futuro secesionista y nuestra deslealtad con los españoles». Los asesinos ocultaron sus instintos asesinos y los nacionalistas periféricos ocultaron sus instintos independentistas». ¡Qué éxito el nuestro¡ Haber logrado ocultar las intenciones de un partido que desde 1895, a piñón fijo, sigue reivindicando lo mismo.
Sabemos que estamos en el punto de mira de tiradores certeros pero nosotros, que nadie lo ponga en duda, si negociamos en Madrid, barremos para casa. Para esa casa de todos llamada Euzkadi. Para hacerla más fuerte. Si negociamos presupuestos lo hacemos pensando en el ciudadano vasco con el criterio de que nacionalismo no es lloriqueo, sino bienestar y defensa de lo propio. Y si Pernando Barrena tras la manifestación del 26 de agosto en Bilbao le dijo a Zapatero desde el Ayuntamiento esta perla: «Sabemos que no es tarea fácil y que necesitará seguramente contrapartidas. Pídalas», frente a miles de personas de Batasuna y medios de comunicación, es lógico que un partido institucional de 110 años negocie lo que sea sin abdicar en nada de su ideología. Paso de buey, diente de lobo, y de vez en cuando hacerse el bobo. Sobre todo cuando algunos se creen tan listos.
Si ese lenguaje, tan de feriante, lo puede exponer un destacado miembro de Batasuna, ¿por qué, sin que dejemos de tener claro hacia dónde vamos, no vamos a hacer lo que hemos hecho siempre? Si podemos fortalecer a Euzkadi un poco más y una vez logrado, gracias al piñón fijo, que se cumplan los tres acuerdos de hace un año, y a por más, ¿por qué no vamos a negociar lo que sea? El elefante hay que comérselo a trozos y el salchichón a rodajas, sabiendo que la meta es comerse todo el elefante y todo el salchichón, no la trompa, ni una lonchita. No sólo que el mosquito se meta en la trompa del elefante y le pique. Es decir, el derecho del pueblo vasco a elegir su destino, a ser consultado aunque los socialistas Bono y Rodríguez Ibarra se pongan de los nervios y nos anuncien las penas del infierno.
El Estatutito. ¿Un tope?
Euzkadi, mal que les pese a algunos y pese a un cierto y continuo autoflagelamiento, avanza. En ese avance no hay que olvidar la parte de parcela de poder que tenemos y que los catalanes, con legítimo derecho, desean.
Rajoy les dijo a los suyos el domingo pasado que había que mirar al futuro y dejarse de debates del pasado. Eso lo dicen porque si miran al pasado se dan cuenta que tienen mucho de lo que avergonzarse. Por eso es mejor decir esa frase redonda que luego siempre se queda en nada.
Mirar al futuro para el PP podía ser, por ejemplo, favorecer la fusión de las Cajas vascas. Eso es mirar al futuro sobre todo cuando se ve como La Caixa catalana hace operaciones de tanta envergadura como la que tiene entre manos, porque es una Caja potente. Pero el PP dice que eso le favorece al PNV, aunque no sea verdad. Eso sólo le favorece al ciudadano vasco, alavés incluido. Y ojalá estuviera también en ese marco la Caja de Navarra. Ante eso ellos contestan con aquello que se decía en tiempos de la mili: «que se fastidie el sargento que yo no como rancho».
Y hablando del Estatut catalán hay que decir que ojalá logren uno muy bueno. Pero eso no va a ser así. Si lo logran será uno escuchimizado, demediado, ni chicha ni limoná. Y, para ese viaje, no hacen falta alforjas. Tengo para mí, que es mejor que en Catalunya no se apruebe reforma alguna. ¿Por qué? Porque será mala y si es mala, nos la pondrán a nosotros como tope.
Es mejor por tanto que, con nuestro piñón fijo, sigamos a lo nuestro marcando caminos.
Contaba un día Ignacio Zuloaga que estando un día pintando un paisaje cerca de Eibar, le preguntó a un aldeano que pasaba por allí, sobre lo que le parecía lo que estaba haciendo. Éste, después de mirar el cuadro, y rascarse la cabeza, le contestó: «Mejor harías trabajar». Pues eso.