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Uztaila 23 | 2005 |
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El Pais


El consejero de Sanidad, Gabriel Inclán (Baracaldo, 46 años), afronta su nueva reválida al frente del departamento con las ideas muy claras: más inversión, fórmulas para gastar mejor y un impulso a la motivación de los profesionales sanitarios. Ante el conflicto abierto con los sindicatos, el consejero advierte de que "no venderé mi alma al diablo" para conseguir imposibles y les pide que el cambio de actitud que le exigen a él sea recíproco.

Pregunta. Cuando tomó posesión del cargo fijó entre sus prioridades conseguir la paz social en Osakidetza. Durante la semana se ha reunido con los sindicatos. ¿Cuál es su balance?

 

Respuesta. No voy a sustituir a quien tiene que negociar, que es la dirección de Osakidetza, pero para mi ha sido muy importante escuchar su versión de cómo está la situación en la sanidad vasca. En septiembre se convocará la mesa sectorial y ahí habrá que negociar sobre los puntos más conflictivos.

 

P. El pasado 8 de abril Osakidetza vivió la primera huelga general en el sector. ¿Había motivos para esa movilización?

 

R. De ninguna manera. No lo entiendo. La situación de Osakidetza nunca ha sido como para organizar una huelga. Eso que decían algunos sindicatos de que es la peor sanidad es falso. Otras cosas son verdad, como la falta de motivación y necesidad de inversiones. Pero esos no son motivos para una huelga. Yo llevo muchos años en este negocio y 2004 y 2005 no han sido ni con mucho de los peores años.

 

P. ¿Vivió la huelga como un fracaso propio?

 

R. Claro que lo viví como un fracaso doloroso. Más allá de la incidencia de las cifras, llegar a una huelga es un fracaso para las dos partes que al final paga la ciudadanía.

 

P. ¿Por qué ha cambiado a la cúpula de Osakidetza?

 

R. Osakidetza es una gran empresa, muy compleja. Con más de 21.000 trabajadores en plantilla y muchos eventuales. Consideré que había llegado el momento de dar un cambio. Un relevo con gente que lleva muchos años en el sector. Pero no se trata de un guiño a los sindicatos ni una pérdida de confianza, sino que hacía falta aire nuevo. Pasa en todas las empresas.

 

P. ¿Le ha sorprendido la plataforma constituida entre ELA, SME y SATSE, sindicatos en principio tan dispares?

 

R. Me ha sorprendido profundamente. Otros sindicatos de clase no han entrado y ¿eso significa que no les preocupa lo que pasa con la sanidad? No. Lo que ocurre es que ven las cosas de otra manera. Unos ven que damos pasos para mejorar el sistema y otros dicen que vamos muy lentos o no hacemos nada. Donde hay que avanzar es en el campo de la motivación del personal, ahí sí tenemos un problema. Parece razonable introducir medidas para que los profesionales se sientan más reconocidos y ligados a la empresa.

 

P. Y además de motivar al personal, ¿qué va a hacer para evitar que se repitan las movilizaciones en septiembre? Los sindicatos exigen hechos concretos que reflejen un cambio.

 

R. Lo que está claro es que no voy a vender mi alma al diablo, es decir, no puedo hacer imposibles. Las dos partes debemos reflexionar para encontrar un camino. Si los sindicatos esperan hechos concretos, yo también espero lo mismo por su parte. Tiene que ser algo recíproco. Ahora es necesario que las heridas cicatricen y si encontramos un punto de encuentro hay cosas que se pueden resolver a medio plazo, otras a largo y otras a corto.

 

P. Las centrales coinciden en que es necesario invertir más dinero para, como mínimo, mantener la calidad. ¿Va a pedir más dinero al Departamento de Hacienda en la elaboración de los próximos presupuestos?

 

R. Desde luego que sí. Hay que invertir más porque sólo para hacer lo mismo que ahora ya hace falta más dinero. Pero la tarta a repartir es la que es. Ahora bien, no estoy de acuerdo en que todo el conflicto en el mundo sanitario tenga que ver con la falta de inversión.

 

P. ¿Qué hay que hacer para hacer sostenible el sistema?

 

R. Se da casi todo para todos, sin mirar el carné de identidad a nadie. Además de realizar más inversiones, habrá que mirar con mucho detenimiento las nuevas técnicas y medicamentos y si realmente aportan algo incorporarlas. En segundo lugar, hay que seguir abordando fórmulas de introducir más gestión. Es decir, estamos obligados a buscar fórmulas para gastar mejor debido a la enorme presión asistencial que existe. La sanidad se paga a través de impuestos y la presión fiscal que soportamos no llega ni con mucho a la media de la UE. Por lo tanto, hay que analizar medidas correctoras y discutirlas en el Parlamento si queremos mantener una sanidad de calidad.

 

P. ¿En qué consisten ese tipo de medidas correctoras?

 

R. No se trata de medidas para castigar al ciudadano. Se trata de que las personas que utilizan mal el sistema sanitario tengan un sobre costo. Estas medidas son imprescindibles. Por una parte de la ciudadanía se da un mal uso del sistema. Por ejemplo, los servicios de urgencias. Algunos ciudadanos acuden al servicio de urgencias porque lo consideran oportuno, pero no porque no funcionen los lugares a los que debe acudir, como los puntos de atención continuada. Lo que ocurre es que le resulta más fácil ir a urgencias y al final el sistema se satura. Esta legislatura voy a dedicar mucho tiempo y esfuerzo a explorar ese tipo de medidas correctoras. Es cierto que muchos recursos se consumen de forma natural por el envejecimiento lógico de la población, pero otra parte se debe a una forma inadecuada de utilizar la sanidad. Los ciudadanos tienen que escuchar este mensaje: no abusen del sistema sanitario.

 

P. ¿Se trata de concienciar a la ciudadanía para que cambie de hábitos?

 

R. Siendo verdad que no vamos a dejar de dar un tratamiento, tenemos la obligación de corregir algunas actitudes.

 

P. Los médicos se quejan del doble discurso de la administración. Por una parte, al ciudadano le hablan de las excelencias del sistema y, por otra, a los médicos les piden que no usen los tratamientos más caros y que den las altas lo más pronto posible.

 

R. Llevó más de seis años como consejero y nunca he animado gratuitamente a los ciudadanos a acudir al sistema. Lo que hago es promocionar el sistema, como es mi obligación. Jamás voy a decir a un médico cuándo tiene que dar un alta. Otra cosa es que se agilicen las altas. Para un profesional es posible que tener medio día más a un paciente hospitalizado no sea importante, pero a la hora de la gestión significa no disponer de un determinado número de camas para la gente que se encuentra esperando.

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