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2005
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Carta al presidente del Gobierno de España

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Urtarrila 15 | 2005 |
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Joxe Joan Gonzalez de Txabarri

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El Diario Vasco


Acude hoy, señor presidente, a Donostia-San Sebastián a participar en un acto preelectoral organizado por su partido en la capital guipuzcoana. Lo hace en un contexto político interesadamente tensionado, una vez que el Parlamento Vasco aprobara el 30 de diciembre de 2004 la propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi y tras haberse entrevistado el pasado jueves con el lehendakari Ibarretxe. El debate socio-político suscitado tras esta aprobación y las ulteriores reacciones generadas han puesto en evidencia, una vez más, la inmensa distancia que existe entre las opiniones públicas vasca y española: dos realidades sociales tan cercanas y tan interrelacionadas, y a la vez, tan distantes y contrapuestas. La cuestión no es baladí; el reto de envergadura. Por ello, el debate entre la legalidad española y la legitimidad vasca debe desarrollarse a través de cauces y en términos propios de una sociedad europea, moderna y democrática. Lejos del tremendismo y de la visceralidad que impera, domina e impregna a determinados sectores tanto en Euskadi como en España.

Viene usted hoy a Gipuzkoa, territorio vasco en el que sus ciudadanos hemos definido el proyecto Gipuzkoa hiria, la Gipuzkoa innovadora, sostenible y solidaria del 2020. Es éste un proyecto de cohesión social para reforzar los actuales índices y estándares de calidad de vida, que ya se sitúan por encima de las medias europeas de desarrollo -un PIB per cápita 10 puntos superior a la media de la Europa de los 15-, sostenibilidad y solidaridad. Las más prestigiosas agencias internacionales de rating así nos lo han vuelto a reconocer. No somos, sin embargo, autocomplacientes. Sabemos que también tenemos déficits -el primero y más importante, la pervivencia de la violencia terrorista y la conculcación de derechos humanos-, y retos que afrontar y superar para hacer realidad ese proyecto compartido de Gipuzkoa hiria.

Algunos de esos desafíos tienen relación directa con las competencias y la gestión del gobierno que usted preside. Nuestro futuro, el futuro de la economía guipuzcoana y el bienestar de los guipuzcoanos y guipuzcoanas está indisolublemente unido, entre otros, a tres proyectos estratégicos: la regeneración de la bahía de Pasaia, el Tren de Alta Velocidad y el aeropuerto de Hondarribia. Como usted bien sabe, en los tres proyectos las competencias son de la administración del Estado. ¿Va a participar el Ministerio de Fomento en la Comisión interinstitucional para la regeneración de la bahía de Pasaia? ¿Tiene alguna lógica que en un tren cuya principal vocación es la unión de la península con Europa no se dé prioridad al eje transfronterizo, y en nuestro caso, al tramo Vitoria-Irún? Señor Rodríguez Zapatero, tiene usted hoy una excelente oportunidad de hacer públicos ante la sociedad guipuzcoana sus compromisos políticos en torno a estos tres proyectos estratégicos y claves para el futuro de Gipuzkoa. El desarrollo futuro, el bienestar y la calidad de vida de todos los guipuzcoanos y guipuzcoanas precisan de la leal y justa colaboración de la administración general del Estado.

Los datos, sin embargo, apuntan en sentido contrario. Para muestra un botón: los Presupuestos Generales del Estado para el 2005 han supuesto un jarro de agua fría para los guipuzcoanos, una auténtica desconsideración. No existe proporción entre lo que los guipuzcoanos y guipuzcoanas aportamos al erario del Estado vía Cupo -396 millones de euros, 96.000 de las antiguas pesetas al año por cada guipuzcoano- y el tratamiento presupuestario del gobierno de España para con Gipuzkoa: una inversión prevista de 17 millones de euros. Entiendo perfectamente y comparto el significado del concepto de solidaridad interterritorial, pero convendrá conmigo en que no existe proporción. El Estado incumple sistemáticamente sus obligaciones para con los ciudadanos de este territorio.

Desde la Diputación Foral de Gipuzkoa, liderada por el Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna, siempre hemos apostado -no sólo con palabras, nos avalan los hechos- por el diálogo y la colaboración interinstitucional. Hoy, a la vez que le insto a que ejerza sus competencias y a que cumpla con sus responsabilidades en Gipuzkoa, le reitero nuestra disposición para el diálogo y para llegar a acuerdos políticos y compromisos de gestión. Ello no como una pose estética, sino como fruto de una profunda convicción democrática.

Le invito a estar a la altura de los retos históricos que tienen planteados Europa, España y Euskadi en la actual coyuntura política. La principal responsabilidad de los dirigentes políticos y de los parlamentos democráticos es la de dar cabal respuesta a las voluntades ciudadanas expresadas en las urnas y adecuar las leyes a estas voluntades. Son los votos de los ciudadanos, sobre la base de la afirmación de los derechos humanos y el respeto y la inclusión de las minorías, los que conforman legitimidades. En el caso vasco, la voluntad democrática de los ciudadanos vascos expresada en las urnas. Las Cortes Generales tienen ante sí, una vez más, la oportunidad histórica de coger el toro por los cuernos y abordar con rigor y sin prejuicios el fondo de la cuestión que plantean la mayoría de los ciudadanos vascos a través de sus legítimos representantes democráticos: el reconocimiento del derecho de libre determinación del pueblo vasco. Déle las vueltas que quiera: aquí vive un pueblo, el pueblo vasco, que reiteradamente manifiesta una voluntad ciudadana a favor de un modelo socio-político propio sustentado en valores éticos, cívicos y democráticos. ¿Cuánto tiempo hemos de esperar los vascos a que este derecho y esta voluntad sean reconocidos?

Desde la altura de miras que las circunstancias exigen a un hombre de Estado, y en su condición de presidente del Gobierno del Reino de España, está usted obligado a dar cauce democrático a las legítimas aspiraciones de una mayoría cualificada de los ciudadanos vascos. No esgrima Europa y la constitución europea como falsa coartada para no hacerlo. El portazo en las narices, la cerrazón, los muros, las trincheras, la imposición, son fórmulas del pasado. Y hoy, el «no», el «nunca», tampoco nos acercan a la solución. El debate, riguroso en el fondo y elegante en las formas, ha de posibilitar un escenario de diálogo con voluntad real de negociación para conciliar legitimidad y legalidad, y sentar las bases de una nueva relación bilateral, cuyo objetivo, sabe usted bien, no es fracturar ni dividir, sino compartir y convivir.

En este camino, en el camino de las soluciones y el respeto a la voluntad democrática, seguro que nos encontraremos. Las puertas de la Diputación Foral de Gipuzkoa estarán siempre abiertas. Me tiene a su disposición. Sea usted bienvenido a Gipuzkoa.

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